DE VOCACIÓN A OFICIO. Una guía profesional de la ilustración.

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De vocación a oficio. Una guía profesional de la ilustración

La impuntualidad da una pésima imagen de nosotros. Además, llegaremos nerviosos y apresurados. Y esa no es una buena forma de empezar una reunión. Estamos rodeados de chivatos. El primero, nosotros mismos. Sí, todo habla sobre nosotros: lo que decimos y cómo lo decimos (incluidos nuestros silencios), lo que hacemos y cómo lo hacemos. Presta atención para que tu aspecto, tus palabras y tus materiales sean coherentes con el mensaje que deseas proyectar. Los profesionales del sector acostumbran a ser accesibles y amables. El oficio, al contrario que en tribunales y bancos, no mantiene rígidos protocolos de indumentaria formal aunque el color negro sea habitual. Eso no quiere decir que descuidemos nuestro aspecto. Nuestra ropa, higiene, estado de la mochila, portafolio o maletín... todo emite una imagen de nosotros. Los códigos de vestuario en nuestro mundillo son bastante laxos pero, en una reunión, procura llevar una indumentaria neutra (ni envarada ni descuidada, sin mensajes sociales o políticos...) con el objetivo de no desviar la atención ni alentar prejuicios. La reunión empieza antes de entrar por la puerta o mientras aguardas a que te llamen en la sala de espera. No sabes con quién vas a cruzarte en la entrada del edificio o en el aparcamiento, por lo que cuida tu comportamiento para evitar malas impresiones. Por ejemplo, un comentario jocoso sobre la decoración del vestíbulo. Cuida el saludo. Es uno de los momentos sociales con desconocidos que más nerviosos nos ponen. Cuando visitas a un cliente en sus instalaciones, deja que tome la iniciativa como anfitrión. Saluda sin precipitarte con un buen apretón de manos, sin partir la extremidad del otro ni dejar la tuya tan flácida como un pescado muerto. Saluda besando solo si así lo decide tu interlocutor. Deja que tu anfitrión lleve la iniciativa de la reunión. Estáis en su casa. Aun así, intenta seguir el guion que preparaste. Antes de abrir el portafolio, habla un poco de ti mimo, de tu trayectoria e intereses profesionales. El cliente estará más interesado en ver ese portafolio después de escucharte. Abrirte humaniza tu trabajo y lo hace más atractivo gracias la historia que hay detrás, la tuya. Durante la conversación muestra seguridad y amabilidad, sin exceso de confianza. Mira a los ojos de las personas con quienes dialogas (sin olvidar tampoco al más callado ni mostrar prejuicios jerarquizando con la vista), siéntate con seguridad (apoyando la espalda en el respaldo, sin cruzar las piernas cuando no hay confianza...) y acompaña tu conversación de una gestualidad positiva.

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