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ORACIONES NOTAS

ORACIONES

Oración, comúnmente atribuida a San Oscar Arnulfo Romero, pero que fue pronunciada por primera vez por el Cardenal John Dearden:

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De vez en cuando, dar un paso atrás nos ayuda a tomar una perspectiva mejor. El Reino no sólo está más allá de nuestros esfuerzos, sino incluso más allá de nuestra visión.

Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte de esa magnífica empresa que es la obra de Dios.

Nada de lo que hacemos está acabado; lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros. Ninguna declaración dice todo lo que podría decirse. Ninguna oración puede expresar plenamente nuestra fe.

Ninguna confesión trae la perfección, ninguna visita pastoral trae la integridad. Ningún programa realiza la misión de la Iglesia. En ningún esquema de metas y objetivos se incluye todo.

Esto es lo que intentamos hacer: plantamos semillas que un día crecerán; regamos semillas ya plantadas, sabiendo que son promesa de futuro.

Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo.

Los efectos de la levadura que proporcionamos, van más allá de nuestras posibilidades. No podemos hacerlo todo y, al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación.

Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien. Puede que sea incompleto, pero es un principio, un paso en el camino; una ocasión para que entre la gracia del Señor y haga el resto.

Es posible que no veamos nunca los resultados finales; pero esa es la diferencia entre el jefe de obras y el albañil. Somos albañiles, no jefes de obra, ministros, no el Mesías. Somos profetas de un futuro que no es nuestro.

Oración a nuestra Señora de América

Siervo de Dios R. P. Eduardo F. Cardenal Pironio.

Virgen de la esperanza, Madre de los pobres, Señora de los que peregrinan: escúchanos. Hoy te pedimos por América, el continente que tú visitas, con los pies descalzos; ofreciéndole la riqueza del Niño que aprietas en tus brazos. Un niño pobre, que nos hace ricos. Un niño esclavo, que nos hace libres.

Virgen de la esperanza: América despierta. Sobre sus cerros despunta la luz de una mañana nueva. Es el día de la salvación que ya se acerca. Sobre los pueblos que marchaban en tinieblas, ha brillado una gran luz. Esa luz es el Señor que tú nos diste, hace mucho, en Belén, a medianoche.

Queremos caminar en la esperanza. Madre de los pobres, hay mucha miseria entre nosotros. Falta el pan material en muchas casas. Falta el pan de la verdad en muchas mentes. Falta el pan del amor en muchos hombres. Falta el Pan del Señor en muchos pueblos.

Tú conoces la pobreza y la viviste. Danos alma de pobres para ser felices. Pero alivia la miseria de los cuerpos; y arranca del corazón de tantos hombres y mujeres, el egoísmo que empobrece. Señora de los que peregrinan.

Somos el Pueblo de Dios en América. Somos la Iglesia que peregrina hacia la Pascua. Que los obispos tengan un corazón de padre. Que los sacerdotes sean los amigos de Dios para los hombres. Que los religiosos muestren la alegría anticipada del Reino de los Cielos. Que los laicos sean ante el mundo, testigos del Señor resucitado.

Y que caminemos juntos con todos los hombres y mujeres, compartiendo sus angustias y esperanzas. Que los pueblos de América vayan avanzando hacia el progreso, por los caminos de la paz en la justicia.

Nuestra Señora de América: ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza, peregrina con nosotros, hacia el Padre.

Amén.

Poema de Monseñor Leónidas Proaño

Testimonio de Monseñor Leónidas Proaño, obispo de los indígenas: este poema solidario, rezado y cantado, en tantos lugares; nos da algunos rasgos del voluntariado solidario, como discípulos misioneros del Señor Jesús:

Mantener siempre atentos los oídos, al grito de dolor de los demás; y escuchar su llamada de socorro, es solidaridad.

Mantener la mirada siempre alerta y los ojos tendidos sobre el mar; en busca de algún náufrago en peligro, es solidaridad.

Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y del de allá; hacer propia la angustia de los pobres, es solidaridad.

Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad; denunciar al injusto y al malvado, es solidaridad.

Dejarse transportar por un mensaje, cargado de esperanza, amor y paz; hasta apretar la mano del hermano, es solidaridad.

Convertirse uno mismo en mensajero del abrazo sincero y fraternal; que unos pueblos envían a otros pueblos, es solidaridad.

Compartir los peligros en la lucha por vivir en justicia y libertad; arriesgando en el amar hasta la vida, es solidaridad.

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Cáritas América Latina y el Caribe

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