Esa misma libertad hizo que su arte fuera mutando. En una primera etapa, el lenguaje que reflejaban sus obras era abstracto. Sin embargo, al pasar los años se dió cuenta que la obra debía llegar al espectador desde lo emocional y no desde lo racional o intelectual, por lo que su producción mutó hacia una nueva figuración, hacia el surrealismo y lo onírico. Sin embargo, esta conclusión llevó varios años en la vida de la artista. Desde pequeña se maravilló con las posibilidades que el barro de las calles de su San Ignacio natal (Misiones) le daba para moldear figuras infinitas. A los siete años su familia se trasladó a Buenos Aires y las luces de neón del centro porteño penetraron en sus pupilas y quedaron marcadas en su obra para siempre. En 1993, logró patentar la técnica intra luz-neón creada por ella y mediante la cual ilumina sus esculturas por dentro, aprovechando lo traslúcido de un material como la resina poliéster. “Esa luz interior alude a la energía que todos llevan adentro”, dice Mattos.
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Intrigada por descubrir, Lucy también emprendió viajes de investigación, comenzando por países latinoamericanos donde estudió las culturas prehispánicas. Luego, realizó algunos viajes a Europa, que con el paso de los años se extendieron a los cinco continentes. En ellos siempre se dedicó a ver arte clásico, moderno y contemporáneo en los museos más destacados, así como a observar la condición de las mujeres en las distintas culturas. Esa serie de viajes también se han visto reflejados en su fuerte compromiso con la difusión del arte y de la cultura de otros países en la Argentina, y viceversa. El Museo Lucy Mattos no sólo expuso obras de Joan Miró, Andy Warhol y Salvador Dalí. También, realizó muestras temporarias sobre el arte ancestral japonés, el arte africano y, en el mes de marzo, inaugurará una muestra en conjunto con la Embajada de Brasil, integrando el arte del país vecino en todas sus disciplinas.
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En las obras tiene que haber un ida y vuelta, algo para interactuar, que se pueda tocar.
Más allá de los viajes, su gran inspiración viene de la pasión con la que realiza cada obra. “El tema de los sentimientos me mueve mucho. En realidad, trabajo con los sentimientos. No necesito algo externo para que me inspire. Es una conexión interna. Porque hay veces que estoy desesperada por trabajar, que voy sacando y modelando, que no puedo parar, porque nace de adentro y es una pasión. No siento frío, calor, no siento hambre. Es el trabajo que me lleva”, cuenta Lucy Mattos.