EL CLIMA DE LOS ÁNGELES Guia de Lectura

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Guía de lectura

SINÓPSIS

Durante el invierno septentrional de 2015-2016, los meteorólogos pronosticaron fuertes precipitaciones en el sur de California por efecto del fenómeno conocido como El Niño. Se esperaba que estas pusieran fin a la sequía que por quinto año consecutivo afectaba aquel estado; sin embargo, el clima desafió dichas predicciones y las lluvias tardaron varios meses más en llegar. La situación se volvió desesperante para muchos agricultores, como Óscar Alvarado, que estaba a punto de perder su patrimonio.

El clima de Los Ángeles cuenta, por un lado, la historia del delicado ecosistema de la familia Alvarado a lo largo de casi doce meses, con su torrente natural de penas, alegrías, desafíos y desencuentros. Por otro lado, narra la historia de la ciudad de Los Ángeles durante el año 2016, marcado por enormes incendios forestales y la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, entre otros eventos catastróficos.

Desde hace un tiempo, Óscar vive ensimismado, indiferente a lo que sucede a su alrededor. Pasa los días sin decir gran cosa, sentado frente a la televisión, pendiente del reporte climatológico y preocupado por algo que nadie logra adivinar. Lo cierto es que desde hace años ha ocultado a su familia que es el propietario de un extenso huerto de almendros, ahora en peligro de desaparecer por culpa de la sequía.

Este secreto y el silencio que conlleva abren un enorme vacío entre él y Keila, su esposa. La brecha termina de abrirse la tarde del 10 de enero, cuando sus dos pequeñas nietas, Diana y Andrea, caen por accidente a la alberca semivacía de su casa en Rancho Verde, y casi mueren ahogadas sin que nadie estuviera ahí para impedirlo. El accidente colma la paciencia de Keila, quien, harta de la aparente apatía de su marido, le pide el divorcio. Sus tres hijas, Claudia, Olivia y Patricia, proponen a Óscar y a Keila esperar un año para tratar de resolver sus problemas.

Se crea así un doble suspenso: en la casa y en la atmósfera. La tensión aumenta a medida que

los meses avanzan con su cadena de eventos: separaciones, nuevos romances, una cirugía de alto riesgo, el robo de unos embriones. Todo esto enmarcado por el recuento minucioso del clima y por la esperanza de que las lluvias lleguen un día a conjurar el infierno que se cierne sobre la ciudad y sus habitantes, demasiado ocupados con sus problemas, tratando de saber quiénes son y adónde van sus vidas.

La gran sequía de 2011 a 2017, en la que se ubica la historia, es considerada la peor que se haya registrado jamás en California. Causó la muerte de 102 millones de árboles y de incontables animales, pérdida de cosechas, desaparición de ríos, lagos y otros acuíferos, el desplazamiento de cientos de familias a causa de los incendios, desempleo, severas medidas de ahorro de agua. Actualmente, en 2022, California enfrenta una nueva sequía, al parecer más severa que la anterior, y esta, según los expertos, es la nueva realidad climática a la que millones de personas deberán adaptarse. Por ello, la novela intenta sensibilizar a sus lectores en torno a los efectos más dramáticos del cambio climático y a la necesidad de transformar profundamente nuestra relación con el medio ambiente.

Al mismo tiempo es un homenaje a la ciudad de Los Ángeles y su vitalidad: importante punto nodal del mundo globalizado en el que converge gente de todas partes. Mancha urbana que se extiende desde las montañas hasta la costa, complicado centro neurálgico de enormes vialidades por donde circulan millones de personas y se entrelazan las vidas más dispares.

Otro elemento fundamental de este libro es la comida que condensa las historias familiares, la convivencia entre distintas culturas, el amor que une y divide, lo que persiste y lo que cambia. A lo largo de esta historia se mencionan más de cincuenta platillos de distintas tradiciones, desde tamales de elote hasta sashimi de atún cola amarilla con salsa ponzu y rajas de jalapeño, pasando por los tacos de carnitas, el pollo con mole de pistache y chile poblano, y la sopa de bolas de matzá.

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RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

La novela no está dividida por capítulos sino por fechas, siguiendo la ruta del calendario y los sucesos.

ENERO

Diana y Andrea, hijas de Olivia y Félix, caen por accidente a la alberca que está en casa de sus abuelos. Sus padres llegan a tiempo para rescatarlas. Las gemelas se salvan por lo que se conoce como “reflejo de inmersión”. La aparente indiferencia de Óscar ante el accidente se convierte en la gota que colma la paciencia de Keila, quien finalmente le pide el divorcio después de meses de distanciamiento. A partir de ese momento, y durante los próximos meses, ambos viven en el mismo espacio, pero evitan cruzarse. Keila convoca a una reunión familiar en la que Olivia, furiosa, les reclama a ella y a Óscar que el descuido de ambos provocó el accidente. Al siguiente día, sin preguntar a nadie, Olivia llega con una cuadrilla de trabajadores para demoler y cubrir la alberca. De ahí en adelante, el espacio que antes ocupara esta se conocerá como “la cicatriz queloide”. Keila finalmente anuncia a sus hijas su decisión de divorciarse. Óscar permanece apático, como si sus emociones y su voluntad estuvieran apagadas. Claudia, Olivia y Patricia les sugieren darse un año de plazo para tratar de resolver sus diferencias. Olivia visita a Lola, su antigua nana, quien vive en un barrio mexicano en proceso de gentrificación. Le pide que cuide a las gemelas. Óscar desaparece de la casa el día del cumpleaños de Patricia.

FEBRERO

Óscar aún no vuelve a casa. Claudia, Olivia y Patricia enfrentan a Keila. Esta les dice que sabe perfectamente dónde se encuentra su padre (condujo su vehículo hasta Florida) y que volverá a más tardar el siguiente domingo. De acuerdo con los pronósticos de Keila, Óscar vuelve a casa el domingo 7 de febrero. Olivia visita el Valle de la Muerte y ahí, en medio de ese extraordinario paisaje, recuerda la difícil experiencia que vivieron ella y Félix al intentar embarazarse por distintos medios. Gracias a esto, sabemos que le extrajeron 36 óvulos que más tarde fueron fertilizados con el esperma de Félix y preservados en una clínica de fertilidad. Dos de estos embriones llegarían a convertirse en Diana y Andrea. Olivia recuerda cuando dio a luz a sus primeros dos

hijos, Sarah y Elías, quienes nacieron muertos y cuyas cenizas fueron esparcidas precisamente ahí, en el Valle de la Muerte. Óscar y Keila van a terapia y, aunque esta no parece ser muy eficaz, comienzan a abrirse el uno al otro después de meses de silencio. Keila viaja a la Ciudad de México para discutir los detalles de su próxima exposición con Simón Brik, el dueño de la galería Brik & Spiegel, quien por años la ha cortejado a sabiendas de que está casada. Aprovechando su viaje a la Ciudad de México, Keila visita el cementerio donde están enterrados sus padres. Su mente y sus sentimientos son un remolino. Por primera vez, las insinuaciones de Simón le despiertan algo. Caminar por el cementerio y ver la tumba de sus padres le hace pensar en la relación que tuvo con ellos y en lo transitorio de la vida. Claudia y Patricia intentan descubrir el enigma detrás de la actitud de su padre. Un día van de compras y Claudia es arrestada por intentar robar unas gafas. El calor asciende a 90 grados Fahrenheit (32 grados Celsius) y no se ven nubes de tormenta en el cielo. Lola acepta cuidar a las gemelas.

MARZO

Los distintos pronósticos meteorológicos anuncian que el año, marcado por el fenómeno del Niño, traerá lluvias considerables; sin embargo, el clima de Los Ángeles cada día se vuelve más seco y caluroso. Óscar está preocupado ante la posibilidad de un incendio forestal de gran magnitud. Se revelan, en parte, los motivos del repentino cambio de carácter de Óscar: es propietario de un huerto de almendros. La relación de Félix y Olivia es cada vez más tensa. Para empeorar las cosas, un día este abre una carta de la clínica de fertilidad en la que preguntan si desean seguir preservando los embriones que restan o si quieren que sean destruidos. Félix prefiere esto último, pero Olivia no está dispuesta a dejarlos morir. Patricia sospecha que su hijo, Daniel, es gay. Mientras, Keila y Óscar comparten la casa pero se evitan todo el tiempo. Olivia expresa a Lola su deseo de divorciarse de Félix. Claudia olvida un evento de gran importancia, algo que es totalmente inusual en ella. Olivia la visita y nota algo extraño en su mirada y su comportamiento. Óscar intenta conseguir un préstamo para obtener agua suficiente para regar sus almendros. Patricia y Claudia, quienes viven en relaciones donde la convivencia es intermitente a causa del estilo de vida de sus parejas, sienten

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que algo les falta a sus respectivos matrimonios. El comportamiento de Claudia es cada vez más errático. La familia comienza a preocuparse.

ABRIL

La exposición de Keila en la Ciudad de México es un éxito, pero ella permanece sumida en sus pensamientos. Por primera vez se siente tentada a corresponder a las insinuaciones amorosas de Simón. Patricia y Daniel viajan a las Santa Monica Mountains para hacer senderismo. Es ahí donde hablan por primera vez de la orientación sexual de Daniel. A su regreso a Los Ángeles, Óscar le dice a Keila que no quiere volver a terapia, y prefiere que entre ambos traten de salvar su matrimonio. Olivia por fin anuncia a Félix que ya no lo ama y que quiere divorciarse. Durante una fiesta familiar, Claudia pierde el conocimiento y es hospitalizada.

MAYO

Claudia es diagnosticada con un tumor cerebral de gran tamaño. Gabriel viaja de Nueva York a Los Ángeles al enterarse del estado de salud de su esposa. Olivia y Patricia van a la casa de Claudia a recoger algo de ropa para su estancia en el hospital. Estando ahí, descubren el estado de abandono en el que vivía: trastes y prendas sucios, periódicos y cartas no recogidas, restos de comida por todas partes. Claudia es sometida a una larga y complicada operación para extraerle el tumor. En las horas de espera afuera del quirófano se produce un gran desencuentro entre Gabriel y la familia Alvarado. Pareciera que Gabriel está deseoso de que Claudia muera para heredar sus bienes, de los cuales dice ser el único beneficiario en el testamento. No obstante, Claudia sobrevive a la enfermedad y comienza a recuperarse lentamente. Olivia confiesa a Patricia su decisión de divorciarse de Félix. Óscar confiesa a Patricia que son propietarios de un rancho de almendros moribundos, y que la preocupación de perderlos es la responsable de su aparente apatía e indiferencia. Keila corresponde por fin a las insinuaciones románticas de Simón y compra un boleto de avión para ir a verlo a la Ciudad de México. Olivia y Félix se traban en una amarga disputa legal. Él no deja de acosarla. Claudia despierta del coma, pero no puede ver.

JUNIO

Poco a poco Claudia va recuperando la visión; sin embargo, todo indica que ha perdido el sentido del gusto y del olfato. Confiesa a su familia

que, poco antes de ser hospitalizada, Gabriel le había dicho que tenía una amante en Nueva York, y que quiere divorciarse de él. Patricia tiene sexo casual con Benjamín, un cliente que desde hace tiempo la cortejaba. Olivia confiesa a toda la familia que se está divorciando de Félix. Los trámites del divorcio de Claudia y Gabriel se suceden con rapidez y sin grandes sobresaltos, a excepción de la casa en Malibú y la custodia de Velcro, el gato. Del mismo modo, Olivia llega a un acuerdo final con su exmarido sobre la repartición de sus bienes y la custodia de las gemelas. No obstante, el juez falla a favor de Félix en el caso de los embriones que aún permanecen en la clínica de fertilidad y ordena que sean destruidos pues, según dice, no se puede obligar a nadie a ser padre. Esto último sigue siendo tema de gran preocupación para Olivia. Keila confiesa a sus amigas que está teniendo un amorío con Simón Brik. Patricia lleva a Daniel a Lake Tahoe, a un campamento de dos semanas para adolescentes de la comunidad LGBTQ+, en el que podrá explorar y expresar libremente sus emociones y su identidad. De regreso a Los Ángeles, en un bar, conoce a Miguel, un estudiante mexicoestadounidense con el que tiene sexo. Esta aventura y la anterior con su cliente le hacen cuestionarse el sentido de su matrimonio con Eric. Óscar permanece atento a la sequía y a las noticias sobre los grandes incendios forestales en otras áreas del estado de California. Se da cuenta de que tiene una nueva responsabilidad para con su familia en peligro de perder su patrimonio, con dos de sus hijas en proceso de divorciarse, una de ellas recuperándose de una cirugía de tumor cerebral.

JULIO

Olivia, Patricia y Mabel, técnica de ultrasonido en la clínica de fertilidad, traman un plan para salvar los embriones antes de la fecha de su destrucción: en secreto, Mabel injertará estos en el útero de Patricia, quien será la madre sustituta de los hijos de Olivia. Keila viaja a la Ciudad de México para verse con Simón. El campamento de Daniel termina. Patricia va a buscarlo y vuelve a encontrarse con su amante. Daniel decide cambiarse el nombre a Dani, y ha descubierto que se identifica con el género fluido. El huerto de almendros ha llegado a un punto crítico y la situación económica es insostenible. A un paso de perder su patrimonio, a Óscar no le queda otra opción que confesarle a Keila toda la verdad. Mabel injerta los embriones en el útero de Patricia. Los incendios en los alrededores de la ciudad son cada vez más frecuentes y extensos.

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AGOSTO

Para mantener vivos los almendros en medio de aquella sequía es necesario contraer más y más deudas. Óscar está al borde de la bancarrota. Por primera vez, Lucas, uno de sus trabajadores, expresa su preocupación sobre lo que podría pasar con los trabajadores ilegales si Trump (a quien no se menciona directamente) llegara a la presidencia y el discurso antiinmigrante se extendiera por todo el país. Patricia comienza a tener terribles pesadillas en las que revive su violación, y decide acudir a terapia. Claudia sale del hospital. Aún le falta un largo camino para rehabilitarse física y mentalmente. Por primera vez en muchos años la casa de los Alvarado vuelve a estar llena. Óscar sigue llevando la relación de los incendios, cada vez más numerosos y devastadores. Patricia se hace una prueba de embarazo y resulta positiva. El incendio Blue Cut provoca la evacuación de ocho mil personas en las afueras de Los Ángeles. Félix vende la casa a un precio muy inferior a su valor real. Como parte de su terapia, Patricia comienza a analizar su relación con los hombres. También conoce a Big Boy, un caballo con quien hace equinoterapia. Patricia le cuenta a Olivia cómo fue su violación.

SEPTIEMBRE

Patricia dice a Eric que está embarazada y que quiere divorciarse de él, pues el tipo de relación que mantienen no la hace feliz. Óscar lleva a Keila al rancho de almendros y le confiesa toda la verdad. Esto marca el inicio de su reconciliación. Patricia comunica a su familia su decisión de divorciarse. No obstante, aclara que Eric y ella seguirán siendo amigos y que incluso piensan organizar una fiesta de divorcio. Patricia le cuenta a Dani que está embarazada con los embriones de Olivia. Claudia continúa en rehabilitación. Para ello cuenta con la ayuda de sus hermanas, especialmente de Olivia. Poco a poco comienza a tramar un nuevo proyecto de vida: volverse escritora. Óscar lleva a toda la familia al huerto de almendros. Ahí, frente a todos, le pide perdón a Keila por no haberle dicho nada sobre la existencia de ese lugar.

OCTUBRE

Olivia siente gran temor ante la posibilidad de que Félix sepa que

Patricia está embarazada con los embriones que debían ser destruidos.

Patricia y Eric celebran su divorcio con una gran fiesta. Keila y Óscar comunican a sus hijas que han decidido continuar como pareja.

Comienza la temporada conocida como “los vientos de Santa Ana”. En las condiciones de sequía que atraviesa la región, dichos vientos pueden ser muy peligrosos por su potencial para expandir los incendios. La noche del 14 de octubre, los Alvarado son evacuados ante el peligro de que un incendio consuma su casa. Por fortuna, esto no sucede. Deciden ir a refugiarse donde Lola. El 17 de octubre, por fin, después de meses de incertidumbre, cae la primera tormenta importante sobre la ciudad. Keila viaja a la Ciudad de México para poner fin a su relación profesional y personal con Simón Brik. Finalmente, los almendros son destruidos mediante una moderna técnica desarrollada por la UCLA. Es una decisión triste, pero en ese momento es la única opción de Óscar para salvar su patrimonio.

NOVIEMBRE

Keila vuelve a crear esculturas. Esta vez, está decidida a mostrar al mundo la magnitud del desastre ecológico y la necesidad de tomar medidas para mitigar el impacto de las actividades humanas en el medio ambiente. Trump gana las elecciones presidenciales. El ánimo en la ciudad se vuelve sombrío ante lo que pueda pasar con los millones de inmigrantes que viven y trabajan ilegalmente en Estados Unidos. Claudia sigue adelante con su escritura y comienza una relación con Hiroshi, su amigo chef, quien llegó de Japón hace unos años con el propósito de desarrollar su arte culinario. Patricia y Olivia reciben la noticia de que los bebés son niños. Félix se traga el cuento de que Patricia recurrió a un banco de esperma para quedar embarazada después de su divorcio de Eric. Olivia suspira aliviada después de meses de incertidumbre. Las lluvias siguen cayendo abundantemente. Parece que después de varios años, la sequía ha llegado a su fin. Óscar se pregunta si acaso habría sido posible salvar los almendros.

DICIEMBRE

Félix se muda a Vancouver. Olivia está muy feliz. Keila confiesa a Óscar que vendió la casa de sus padres en la Ciudad de México y que tienen el dinero suficiente para pagar sus deudas y emprender un nuevo negocio: convertirán el antiguo huerto de almendros en una granja solar. Finalmente, cuando todo parece estar acomodándose, el 25 de diciembre, Keila confiesa a su familia que tiene un pequeño bulto en el seno y que tiene cita con el médico. La noticia sacude a todos. No obstante, están más unidos que nunca.

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CONOCE A LOS PERSONAJES

Keila Alvarado

Judía mexicana naturalizada estadounidense. Ronda los sesenta años. Vive en Los Ángeles y está casada con Óscar Alvarado desde hace cuarenta años. Sus padres huyeron de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y ella nació y creció en la Ciudad de México, específicamente en el barrio de Polanco. En un viaje de estudios a California, a los diecisiete años, conoció a Óscar. Se enamoraron y poco después ella emigró a Los Ángeles, donde se casó y se quedó a vivir definitivamente. No obstante, mantiene fuertes lazos con su país y su ciudad, adonde vuelve con frecuencia, y con los que se mantiene conectada, principalmente a través del arte y la comida.

Óscar Alvarado

Estadounidense. Sesenta años. Empresario y agricultor. Descendiente de los primeros colonizadores españoles del área de Los Ángeles y heredero de un patrimonio de generaciones. Está casado con Keila, a quien conoció en la escuela y de quien se enamoró desde el primer instante. Desde hace siete años es propietario de un huerto de almendros: el Happy Crunch Almond Orchard. Por algunos años el negocio fue bien, pero la sequía lo ha trastornado todo y los almendros están en peligro de morir de sed, invadidos por plagas o arrasados por algún incendio. Desde entonces, su principal preocupación es el clima, y la lluvia su única esperanza.

Claudia Alvarado

Es la mayor de las hermanas Alvarado. Prestigiosa chef angelina. Casada recientemente con Gabriel, cazatalentos literario que vive entre Nueva York y Los Ángeles. Ha escrito libros de recetas, tiene un canal de cocina en YouTube y ofrece grandes banquetes a empresas y particulares. Posee una gran condición física y ha corrido varios maratones. Un rasgo curioso de su personalidad es su cleptomanía: comete pequeños e insignificantes hurtos en casas, centros comerciales, hospitales; compra la ropa, se la pone una sola vez y luego la devuelve a la tienda, etcétera.

Olivia Alvarado

La segunda de las hermanas Alvarado. Exitosa arquitecta dedicada a comprar, remodelar y revender

casas viejas en la ciudad. Esposa de Félix, mediocre corredor de bienes raíces. Es madre de las gemelas, Diana y Andrea. Durante varios años, ella y Félix intentaron embarazarse sin éxito. Luego intentaron la fertilización in vitro. Antes que Diana y Andrea, ya había dado a luz a un par de bebés, niño y niña, que nacieron muertos. A pesar de su éxito profesional es víctima de la violencia psicológica que Félix ejerce hacia ella.

Patricia

La menor de las hijas de Óscar y Keila. Mercadóloga e influencer. Veintisiete años. Es madre de Daniel. Quedó embarazada a los catorce años, producto de una violación. Actualmente está casada con Eric Remillard, experto en tendencias que reside en San Francisco mientras ella vive en Los Ángeles con su hijo Daniel y sus padres.

Daniel

Hijo de Patricia. Doce años. Vive con su madre y sus abuelos. Luego de asistir a un campamento para adolescentes de la comunidad LGBTQ+, decide cambiar su nombre por Dani e identificarse como de género fluido.

Lola

Antigua nana de las hermanas Alvarado. Vive en Highland Park, una zona histórica de la ciudad.

Simón Brik

Vive en la Ciudad de México. Es dueño de una galería de arte en una de las colonias más exclusivas de la ciudad y uno de los principales promotores de la obra de Keila, a quien intenta seducir desde hace muchos años.

Los Tres Primos (Lucas, Saúl y Mario)

Jornaleros mexicanos ilegales. Trabajan con Óscar en el Happy Crunch Almond Orchard. Son expertos en almendros. Temen ser deportados.

Las gemelas (Diana y Andrea)

Hijas de Olivia y Félix. Tres años. Fueron concebidas in vitro.

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PASAJES DE LA NOVELA

“La heladería estaba a unos minutos de distancia, pero Lola, en el asiento del pasajero del coche de Olivia, tomó el camino largo, pidiéndole a Olivia que rodeara el barrio mientras señalaba las casas recién remodeladas.

—¿Tienes idea de cuántos amigos he perdido por gente como tú? ¿Ves esa casa? Mi amiga Elisa vivió ahí por años. La echaron y ahora vive en Victorville, donde le alcanza para la renta. No la he visto desde que se fue.

Pasaron enfrente de otra casa con una fachada moderna.

—¿Ves esa? Era la de mi amiga Rosario. Ahora vive hasta Hemet. ¿Y esa otra de la esquina? Ahí vivía David. Un viejo novio. No lo volví a ver nunca. No es fácil ignorar todo esto y trabajar para ti.

Olivia guardó silencio todo el camino, asimilando el punto de vista de Lola, pero después de pedir el helado y encontrar una mesita para sentarse con las gemelas, dijo:

—Lo entiendo, Lola. No he puesto atención. Yo veo una casa donde otros ven un hogar. Lo siento mucho.

Lola ajustó el babero de Andrea y le dijo:

—No comas tan rápido, mi niña.

Sentó a la pequeña en sus piernas, sacó un pañuelo desechable de su bolsa y le limpió la boca. Luego se inclinó del otro lado de la mesa para subirle las mangas a Diana y limpiar un poco de helado de la mesa.

—Cuidado, preciosa —dijo—. No creo que quieras ensuciar este vestido tan lindo.

Olivia pensó en los incontables momentos en que encontró cariño y seguridad en los brazos de Lola. Primero fueron los raspones en las rodillas, los piquetes de abeja, los juguetes perdidos. Luego fueron las peleas con amigas y las traiciones de los novios, los castigos de sus padres y el constante bullying que Claudia le infligía.

—Yo te voy a cuidar a estas niñas —dijo finalmente Lola—, pero tú me tienes que prometer algo.

—Solo pídelo.

—No vas a remodelar nada al este de La Ciénega.”

“A lo largo de su matrimonio, Óscar había demostrado ser extraordinario para resolver problemas y pensar rápido […]. Pero ahora Keila esperaba encontrar a Óscar donde lo había dejado: sentado frente al televisor, viendo The Weather Channel, ignorante de la crisis que había tenido lugar a su alrededor. Se había pasado horas ponderando qué había podido cambiar en la vida de Óscar, pero no se le ocurría nada. Su descenso a la apatía había sido vertiginoso e inexplicable. Fue entonces que la palabra “divorcio” penetró en su mente como un anuncio de YouTube que no podía omitir.

Óscar bajó la vista hacia su ropa: una vieja mancha de café corría por el bolsillo de su pijama y su manga tenía un hoyo en el codo. Tenía un sabor amargo en la boca. ¿Se había lavado los dientes? No recordaba la última vez que se había cortado el cabello ni las uñas. Se rascó la barba crecida y se preguntó si esa punzada atrás del esternón era un nuevo problema de salud no diagnosticado, o algo peor: vergüenza.

—Quiero el divorcio, Óscar. —“Palabras extrañas de decir después de treinta y nueve años de matrimonio”, pensó Keila al hablar. Pero allí estaban, sus sentimientos vueltos palabras flotando con desgano en el aire atrapado de la habitación.

Óscar se sentó en su silla y no dijo nada al principio, pero, en un arranque de fuerza, logró murmurar:

—Haz lo que tengas que hacer.”

“Escribió el último mensaje manejando a dieciocho millas por hora y guardó rápidamente su teléfono justo antes de que una patrulla pasara a su lado a toda velocidad con la torreta encendida y la sirena aullando. Se sintió aliviada cuando el oficial detuvo a otro conductor. Ya la habían multado por usar el teléfono manejando, pero, como cualquier otro

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angelino, no podía acatar esa ley en particular. Era imposible estar incomunicado durante los largos trayectos en el coche. La regla se tendría que actualizar para cubrir las necesidades cambiantes de la sociedad. Eso, o la tecnología se tenía que apurar para ofrecer los tan anticipados autos que se manejan solos, no solo para la élite sino para las masas; para que la gente se pudiera enfocar en otras tareas mientras iba de un lugar a otro. Esto, por supuesto, no era un concepto tan novedoso para la gente que vivía en ciudades como Nueva York, donde el transporte público había permitido hacer varias cosas a la vez mucho antes del boom tecnológico. Patricia imaginaba un futuro muy próximo en que la transportación se realizaría a través de servicios corporativos, no privados, de flotas de autos sin conductores que uno podría solicitar. Podrías pedir un viaje a través de una aplicación y llegaría un vehículo sin conductor que se adaptara a tu necesidad específica en dicho momento: un pasajero, dos, cuatro o más. ¿Vas a transportar algo pesado? ¿Será una distancia larga, o solo unas cuantas cuadras? Los automóviles particulares serían tan obsoletos como las máquinas de escribir. Los estacionamientos se volverían departamentos, ya que los autos estarían operando 24/7 sin descanso.”

“Para cuando llegó a Vermont Avenue —donde casi todos los letreros comerciales estaban escritos en coreano y español— juró nunca usar tales palabras inexactas y trilladas como “fusión”, “global” o “local”, “sincrético”, “nicho”, “asimilado”, “mezcla” y, la peor de todas, “gastronomía californiana”, que era tan amplia y tan manoseada que ya no significaba nada. En su eterna búsqueda de los mejores alimentos sin importar la tradición culinaria, explorando la vasta cornucopia a su disposición, se había dado cuenta de que en los restaurantes manejados por parejas en locales dentro de pequeños centros comerciales se encontraba la mina de oro de la exquisitez. ¿Por qué? Porque los operaban inmigrantes. Habían traído los sabores de su tierra en maletas y los añadían al experimento gastronómico interminable que se daba a diario en Los Ángeles. Claudia amaba observar, pero, sobre todo, participar en la superposición frecuente de distintas gastronomías, dando como resultado un continuum infinito de delicia y sorpresa. Multiplícalo por más de ciento cincuenta países, y tienes la cocina angelina.”

“Nadie va a Death Valley entre semana, así que estaba segura de tener todo el desierto para ella sola. Esperaba ver los grises y marrones de su textura perenne, las rocas y la arena de la tierra árida y el limo agrietado en la superficie de la playa; un paisaje al que se había acostumbrado después de años de visitar el parque. Sin embargo, se encontró rodeada de un mar

amarillo. Las flores silvestres del desierto —variedades que Olivia no sabía identificar— miraban hacia el sol, luciendo pétalos morados y rosas y anaranjados. Recordaba cuando su padre le contó de una súper floración, inusitada en Death Valley, que había visto de niño durante unas vacaciones familiares; y aquí estaba de nuevo, tantos años después. Qué irónico, pensó, que mientras los frondosos jardines de Los Ángeles se secaban, drenados por la sequía, el lugar más seco del planeta florecía de manera exuberante. ¿Podía ser efecto de El Niño, el fenómeno meteorológico del que hablaba su padre, o simplemente un regalo de la naturaleza para calmar su dolor? Desaceleró el coche para contemplar aquella vista. Le parecía como si un arco iris de vidrio soplado se hubiera estrellado en millones de pedazos y se hubiera regado por la tierra. Más abajo, el viento suave levantaba pequeñas nubes de arena de las crestas de las dunas blanqueadas por el sol. Olivia había subido por esas dunas y había rodado las suaves pendientes arenosas varias veces cuando era más joven, pero estas montañas en constante movimiento significaban mucho más para ella ahora... ahora que sus hijos se habían vuelto parte de ellas. […]Ahora, de pie en la cima de la duna en Death Valley, en el preciso lugar donde cinco años atrás había venido en secreto a esparcir las cenizas y los diminutos fragmentos de hueso de sus hijos, Olivia se preguntaba si podría reconfigurar los eventos dándoles otra perspectiva, una realidad distinta, como la arena del desierto, cambiando su historia con el más ligero soplo de viento. Pero no podía. Su historia parecía estar escrita en otra parte del desierto, cincelada sobre bloques macizos en las montañas que rodean el valle. Esos, pensó, no se han movido ni lo harán.”

“Se levantó, se sacudió la ropa y dejó el panteón, deteniéndose brevemente en la tumba del ídolo musical Pedro Infante. Seguía siendo tan famoso que todos los años, durante sesenta ya, justo el día de su cumpleaños, incluso si este caía entre semana, la administración tenía que tirar tres toneladas de basura de los fanáticos que le llevaban flores, hacían picnics, cantaban sus canciones y celebraban. Qué raro es trascender, pensó Keila. En cien años —ni un triste pestañeo en la historia de la humanidad— a nadie le importaría su suplicio ni lo recordaría. Era fundamental permanecer humilde y sencilla. Al ser hija única, se tenía que recordar a sí misma que no todo giraba en torno a ella. Sintió unas ganas terribles de regresar a su casa.”

“—Hay gente por todo el país que lo cree. La gente de la costa este, la gente del medio oeste. Dicen, ‘No hay clima en Los Ángeles. Siempre están a setenta y dos grados y soleado’, pero no es cierto. Pocas personas consideran que nuestras cinco estaciones no se

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parecen, pero así es. Tú lo sabes. Yo lo sé, porque hemos vivido aquí desde siempre. Ah, pero dile eso a alguien de la costa este. Nuestra época de lluvias en invierno se sobrepone con nuestra primavera templada y soleada, luego con la época de jacarandas, nuestro verano terriblemente caluroso, y la temporada de los vientos de Santa Ana. Nada más ahí hay cinco estaciones. Claro, algunas personas de la ciudad incluirían la temporada de premios, pero esa no está relacionada con el clima a menos de que les llueva en la alfombra roja de los Óscares. Y luego, ¿qué hay de la sequía, los vientos, la bruma, los incendios, los megaincendios, los deslaves, los deslizamientos, las inundaciones, los ríos atmosféricos, los domos de calor, los anticiclones persistentes, la posibilidad muy real de una megatormenta ARk, El Niño, La Niña, La Nada?”

“¿Era ese un sentimiento profundo de amor filial brotando en el interior del pecho de Olivia? De pronto comprendió que detrás de esa plática hollywoodense por lo demás banal, se sentía el peso de las preocupaciones de su padre. Todo giraba en torno al clima. La forma como la Tierra extendía el calor y el agua sobre toda su superficie podía salvarte o matarte, determinar dónde vivías, si la casa de tu vecino, y no la tuya, se salvaba de las llamas, si salía volando en un huracán contigo adentro, o si te electrocutaba un rayo. Recordó la clase de historia en la preparatoria sobre la misteriosa caída del imperio de Teotihuacán, al parecer causada por la sequía, seguida del hambre. ¿Cuántas civilizaciones colapsaron por causa del clima?

¿Cuántas migraciones humanas han sido provocadas por hambrunas? ¿Cuántas culturas aniquiladas por inundaciones? Y ahora esto en Los Ángeles, en pleno siglo XXI. El barómetro glorificado de su padre, sus constantes registros en su libreta del clima de pronto cobraron sentido y un nuevo significado. Mirar The Weather Channel sin cesar no era el comportamiento de un lunático. Lo que hasta ese momento había comprendido como una excentricidad inexplicable, una obsesión que estaba poniendo en riesgo el matrimonio de sus padres, en realidad era una alarma perfeccionada y justificada. Una vez que las reservas que mantenían a la ciudad viva se acabaran, ¿el agua se volvería un preciado lujo que nada más los ricos podrían permitirse pagar a precios exorbitantes y conservar en sus albercas ahora transformadas en tanques de almacenamiento? ¿Acaso habría un éxodo masivo? ¿A dónde?

Olivia se estiró para tomar la mano de su padre por encima de la mesa del desayuno y la apretó con fuerza.

“Cuando [Óscar] estaba en la preparatoria se había prometido a sí mismo caminar por todos los barrios de Los Ángeles para ser capaz de comprender su ciudad en toda su complejidad. A medida que continuaba cumpliendo su objetivo con los años, se dio cuenta de que el ejercicio era imposible. En cada zona por la que deambulaba, confirmaba lo que ya antes sospechaba: había cientos de ciudades dentro de su ciudad, cada una contando una historia diferente. Necesitaría varias vidas para comprender sus múltiples encarnaciones. Una de ellas, la más obvia, perpetuada por muchos foráneos, era la de la meca del entretenimiento, con calles y parques con nombres de estrellas de cine, locaciones conocidas y vecindarios que estaban prohibidos por la industria cinematográfica pues ya se habían filmado demasiado. La gente que sabe poco de L.A. imagina a todos caminando por ahí con un guion húmedo de sudor bajo el brazo. Después, de todo, esta ciudad era la cuna de Hollywood. Pero lo cierto es que Los Ángeles era lo que tú quisieras que fuera, y eso se debía al constante flujo de migrantes que llegaban con sueños, no solo de otros países, sino de otros estados de la nación. Hasta sus famosas palmeras venían de otra parte. Se imaginó a un presentador de un reality show vendiendo Los Ángeles a un público en vivo: ‘¿Eres un surfero en busca de olas? Este es tu lugar. ¿Qué tal un hípster lanzando una marca de galletas sin gluten o una nueva religión? Por supuesto. ¿Y hay lugar para una familia joven criando niños pequeños? Sin duda. ¿Qué tal una pareja retirada que quiere jugar bingo todo el día? Claro. ¿Ejecutivos de alto rango? ¡Sí! ¿Abogados, doctores, agentes y mánagers? El mejor lugar para triunfar. ¿Fanáticos del ejercicio, jóvenes estrellas, chefs, maestros de yoga, estudiantes, escritores, sanadores, inadaptados, entrenadores, enfermeros? Por aquí, por favor. ¿Te interesa el cosplay, el improv, el porno, el Roller Derby, el voyerismo, las proyecciones de películas en cementerios, carreras de taco trucks, AA, recaídas, rehabilitación, micrófonos abiertos, cirugías plásticas, catas de vinos, encuentros de motociclistas, karaoke, ir a clubes, S y M, o las salas de escape? ¡Vente!’”.

“Algunos lo llamaron un remolino de fuego. Otros, un tornado de fuego. Pero lo que provocó la evacuación de ocho mil personas a las afueras de Los Ángeles en realidad se conoció como el incendio Blue Cut. Óscar miraba las noticias horrorizado mientras el restaurante histórico de la Ruta 66, el Summit Inn, quedaba reducido a cenizas y los residentes de la zona huían. Se necesitaron mil trescientos bomberos, cuatro aviones para combatir incendios —conocidos por la gente común como aviones cisterna—, tres aviones anfibios y quince helicópteros para contener las llamas. Óscar pensó en todos los evacuados, dejando atrás sus álbumes de fotos y sus pasaportes y

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—Te entiendo, papi.”

sus mascotas. Era fácil juntar a los perros, pero ¿y los gatos? En el último simulacro de evacuación familiar, unos cuantos días atrás, Velcro se escondió detrás de la estufa, un lugar imposible de alcanzar, ni siquiera con una escoba. Si hubiera sido una verdadera emergencia, lo hubieran tenido que abandonar para quemarse junto con la casa. No puedes correr por todas partes buscando al gato cuando las llamas están abrasando tu techo.”

“¡Lluvia!

El agua golpeando el techo le sonó a Óscar como una ovación de pie en una sala de conciertos. Pensó en los bomberos que seguían apagando pequeños incendios y persiguiendo chispas en los vecindarios circundantes. La sequía había matado más de sesenta millones de

ACERCA DE LA AUTORA

María Amparo Escandón (Ciudad de México, 1957) es una escritora bilingüe naturalizada estadounidense. Vive en Los Ángeles desde hace cuatro décadas. Ha escrito guiones cinematográficos y libros de gran éxito, como Santitos y Transportes González e Hija, S. A.

árboles por todo el estado desde enero. Por fortuna, sus almendros probablemente se salvarían de ser tragados por las llamas, ya que los caminos ayudaban a detener los incendios; sin embargo, había visto el valle cubierto de ceniza y humo por incendios forestales en bosques lejanos. Casi setecientos mil acres de la interfaz urbano-forestal, donde la ciudad se encontraba con el pie de las colinas cubiertas de arbustos, se habían quemado en los incendios. Óscar se sabía las cifras. Las había registrado meticulosamente en su cuaderno como el orgulloso pirogeógrafo que creía ser. ¿Era esta lluvia el principio del fin para la peor sequía en California de los últimos mil años? El arroyo de lodo serpenteando por el jardín rumbo a las coladeras lo indicaba, pero no había manera de estar seguros. Bien podría ser una mera burla, cortesía del cambio climático, ese pequeño bufón.”

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PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN

¿Crees que Óscar hizo lo correcto al mantener en secreto el hecho de ser propietario del huerto de almendros? ¿Por qué? ¿Tú qué habrías hecho?

¿Tú y tu familia cuentan con un plan de qué hacer en caso de desastre?

¿Hay incendios forestales en la zona donde vives?

¿Has tenido que ocultar algún secreto? ¿Cómo te sentiste? ¿Qué consecuencias tuvo tu silencio?

¿Te identificas con algún género no binario?

¿Qué repercusiones tiene esto en tu vida?

¿Conoces a alguien que se identifique con géneros no binarios? ¿Cómo afecta esto su vida?

¿Has vivido algún desastre natural? ¿Cuál o cuáles fueron? ¿Cómo te afectaron?

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Cuando vas al campo, ¿sabes qué hacer para prevenir un incendio y cómo proceder en caso de encontrarte con uno?

¿Has comido alguno o algunos de los platillos que se mencionan en la novela? ¿Cuál o cuáles? ¿Sabes cocinarlo? ¿Dónde los probaste?

¿Sabes qué es la gentrificación? ¿Existe en tu comunidad? ¿Cómo la ha cambiado y cómo te ha afectado a ti?

¿Cómo ha afectado el cambio climático a tu comunidad?

¿Qué acciones han tomado tu familia o tu comunidad para reducir su huella ecológica? ¿Qué nuevas acciones propondrías?

¿Eres inmigrante o conoces a alguien que lo sea?

¿Cómo le ha afectado la política antimigratoria?

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