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SINÓPSIS
Durante el invierno septentrional de 2015-2016, los meteorólogos pronosticaron fuertes precipitaciones en el sur de California por efecto del fenómeno conocido como El Niño. Se esperaba que estas pusieran fin a la sequía que por quinto año consecutivo afectaba aquel estado; sin embargo, el clima desafió dichas predicciones y las lluvias tardaron varios meses más en llegar. La situación se volvió desesperante para muchos agricultores, como Óscar Alvarado, que estaba a punto de perder su patrimonio.
El clima de Los Ángeles cuenta, por un lado, la historia del delicado ecosistema de la familia Alvarado a lo largo de casi doce meses, con su torrente natural de penas, alegrías, desafíos y desencuentros. Por otro lado, narra la historia de la ciudad de Los Ángeles durante el año 2016, marcado por enormes incendios forestales y la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, entre otros eventos catastróficos.
Desde hace un tiempo, Óscar vive ensimismado, indiferente a lo que sucede a su alrededor. Pasa los días sin decir gran cosa, sentado frente a la televisión, pendiente del reporte climatológico y preocupado por algo que nadie logra adivinar. Lo cierto es que desde hace años ha ocultado a su familia que es el propietario de un extenso huerto de almendros, ahora en peligro de desaparecer por culpa de la sequía.
Este secreto y el silencio que conlleva abren un enorme vacío entre él y Keila, su esposa. La brecha termina de abrirse la tarde del 10 de enero, cuando sus dos pequeñas nietas, Diana y Andrea, caen por accidente a la alberca semivacía de su casa en Rancho Verde, y casi mueren ahogadas sin que nadie estuviera ahí para impedirlo. El accidente colma la paciencia de Keila, quien, harta de la aparente apatía de su marido, le pide el divorcio. Sus tres hijas, Claudia, Olivia y Patricia, proponen a Óscar y a Keila esperar un año para tratar de resolver sus problemas.
Se crea así un doble suspenso: en la casa y en la atmósfera. La tensión aumenta a medida que los meses avanzan con su cadena de eventos: separaciones, nuevos romances, una cirugía de alto riesgo, el robo de unos embriones. Todo esto enmarcado por el recuento minucioso del clima y por la esperanza de que las lluvias lleguen un día a conjurar el infierno que se cierne sobre la ciudad y sus habitantes, demasiado ocupados con sus problemas, tratando de saber quiénes son y adónde van sus vidas.
La gran sequía de 2011 a 2017, en la que se ubica la historia, es considerada la peor que se haya registrado jamás en California. Causó la muerte de 102 millones de árboles y de incontables animales, pérdida de cosechas, desaparición de ríos, lagos y otros acuíferos, el desplazamiento de cientos de familias a causa de los incendios, desempleo, severas medidas de ahorro de agua. Actualmente, en 2022, California enfrenta una nueva sequía, al parecer más severa que la anterior, y esta, según los expertos, es la nueva realidad climática a la que millones de personas deberán adaptarse. Por ello, la novela intenta sensibilizar a sus lectores en torno a los efectos más dramáticos del cambio climático y a la necesidad de transformar profundamente nuestra relación con el medio ambiente.
Al mismo tiempo es un homenaje a la ciudad de Los Ángeles y su vitalidad: importante punto nodal del mundo globalizado en el que converge gente de todas partes. Mancha urbana que se extiende desde las montañas hasta la costa, complicado centro neurálgico de enormes vialidades por donde circulan millones de personas y se entrelazan las vidas más dispares.
Otro elemento fundamental de este libro es la comida que condensa las historias familiares, la convivencia entre distintas culturas, el amor que une y divide, lo que persiste y lo que cambia. A lo largo de esta historia se mencionan más de cincuenta platillos de distintas tradiciones, desde tamales de elote hasta sashimi de atún cola amarilla con salsa ponzu y rajas de jalapeño, pasando por los tacos de carnitas, el pollo con mole de pistache y chile poblano, y la sopa de bolas de matzá.