En 1952, con la “Declaración de Santiago”, empezaron a cambiar las cosas, los países del Pacífico Sur, en forma específica Ecuador, Perú y Chile, establecieron la soberanía de 200 millas de mar territorial en sus costas. La mayoría de los Estados rechazó la medida y se inició una batalla jurídica internacional, en la que los tres países signatarios de la declaración tuvieron protagonismo y al fin consiguieron un notable éxito. Las cosas no fueron fáciles, pero se logró poner a las grandes potencias a negociar y lograr comprender dicho dimensionamiento a nivel geopolítico. Luego de años de reuniones internacionales, en las que Ecuador tuvo presencia activa, se aprobó la “Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar”, CONVEMAR, pero “no se aceptó la tesis de las 200 millas como mar territorial de los Estados ribereños” (Torre, 2006, pág. 251), de esta forma aún se mantenía las 12 millas.