Las mujeres tradicionalmente mantenían un enfoque hacia el trabajo, pero desde una perspectiva de actividades hogareñas no remuneradas, posterior a esto se genera una integración al mercado laboral a partir del cambio hacia una sociedad mercantilista que requería mayor mano de obra sobre todo dentro de las acciones de la Segunda Guerra Mundial. En el caso ecuatoriano, las limitaciones hacia el trabajo de la mujer se sostenían bajo las perspectivas de la cultura católica, donde según Barreto (2017) se sostenía la idea de “que las mujeres deben quedarse en hogar y encargarse de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos” (p. 37). A esto se debe sumar que en Ecuador existe aún, una clara concepción machista y patriarcal, donde la desigualdad laboral entre hombre y mujer aún se denota.