Uno de los debates relevantes de inicios del siglo XXI, ha sido el fenómeno global del cambio climático. Para ello, actores estatales y no estatales se han congregado en la Conferencia de París de 2015, para evidenciar la reestructuración de lo previamente acordado en cumbres climáticas. La gran dificultad estructural se concentró en la replantación de políticas medioambientales producto de la preocupación de naciones desarrolladas y subdesarrolladas, bajo la premisa de asumir el interés estatal y la adaptación de un conjunto de valores, ideas compartidas o una dificultad cultural inminente que no vinculaba jurídicamente a la responsabilidad internacional del Estado.