¡Es que aquí la gente saluda!

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Cuando ya estaba perdiendo las esperanzas de encontrar su palo, apareció Elsy, con el bordón en una mano y el turrón en la otra. “¡Esto se merece un abrazo!”, exclamó Germán alzándola con bordón y turrón, y abrazando a todos los que pasaban. Y en menos de media hora los caminantes ya habían llevado la historia a todos los rincones de la montaña, desde la puerta de entrada hasta el Bosque del Silencio y hasta la Virgen. Llevaron la historia aunque con pequeñas variaciones, que el teléfono roto siempre produce en estas ocasiones: Entre las múltiples versiones se dijo que una señora, sin querer, le había cogido el palo a Germán, que se lo había llevado hasta Monserrate, pero que después lo había tratado con mucho caramelo y que Germán había quedado muy contento. Andrés Plazas Noviembre de 2010


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