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Lengua materna como visión de mundo
Emiliano Villatoro Alcázar
En el mundo se hablan cerca de siete mil lenguas, el 50 por ciento con riesgo de desaparecer. En México existen 69 lenguas, incluyendo el español; ubicando a nuestra nación tan sólo después de Brasil, respecto de la cantidad de lenguas originarias existentes en la actualidad. El sureste del país es el más prolífico respecto del número de personas que se reconocen como indígenas, siendo la lengua maya la que tiene más hablantes.
Chiapas posee, de acuerdo a la Constitución Política del Estado de Chiapas, doce lenguas indígenas: tseltal, tsotsil, CH’ol, zoque, tojolabal, mame, kakchiquel, lacandón, mochó, jacalteco, chuj y kanjobal, repartidas en toda la geografía chiapaneca y hermanadas desde la cultura maya y zoque con Centroamérica.
El investigador Daniel Ochoa Nájera, en su obra “Las lenguas de Chiapa”, nos comparte que “las lenguas son dispositivos que trascienden a la estructura, a los sistemas dados; es en esta trascendencia en donde cabe la posibilidad de que los sistemas lingüísticos se abran dándose en las relaciones de y con sentido humano, en ellos se teje la subjetividad, la existencia de las personas y de las comunidades mediante la transmisión y reinvención de los saberes. Por tanto, una lengua existe en tanto existan personas que se dejen ‘habitarla’, y comunidades que hagan uso de ellas”.
El contexto actual nos obliga irremediablemente a considerar la situación que viven las lenguas originarias en Chiapas. Los procesos religiosos, políticos, de expulsión y necesidad económica han ge- nerado que la población de las comunidades indígenas migre a las zonas urbanas, con el objetivo de establecerse en nuevos escenarios de vida. Como consecuencia evidente, su inserción a una dinámica ajena a la propia se da de manera forzada a través del uso del español como vía de comunicación.
En muchos casos la búsqueda de mejores condiciones de vida ocurre tras el “sueño americano”. En ambas circunstancias, el retorno de quienes tratan de asentarse nuevamente en sus comunidades, luego de un fenómeno de aculturación, genera una especie de alteración hacia su cultura madre. La hibridación resultante da una mezcla de costumbres, modos de expresarse y hablar.
Así es como se han visto afectadas las lenguas originarias en Chiapas, que se ubican en la actualidad en una lucha constante por sobrevivir. Aunque no se descartan otros factores que directa o indirectamente repercutan de modo negativo en su preservación. En conjunto se suman circunstancias sociales, de grupo o particulares, que influyen en que el día de hoy estemos hablando de la decadencia de muchas de las lenguas originarias en el estado.
Las políticas de desarrollo han pasado a ser de preservación, y rescate en algunos casos específicos como el mochó con menos de cincuenta hablantes en la Sierra chiapaneca; particularmente en Motozintla. En contraste, hay regiones cuyo número de hablantes pueden presumir de bastedad; como el caso de la región Altos de Chiapas, en donde el tseltal y tsotsil poseen un número con- siderable de adeptos. Aún en el caso de estas lenguas, su esencia es cada vez menor puesto que tienen innumerables influencias de una lengua dominante; lo cual genera una mezcla recurrente en el modo de expresión, con la presencia de varios préstamos lingüísticos del español e incluso del inglés.
A la existencia de instituciones, federales principalmente, que trabajan en la promoción de las lenguas originarias, también debe resaltarse el esfuerzo sobre el que se sostienen diversas expresiones artísticas sustentadas en la cultura indígena. Mención especial merece la literatura, que en Chiapas se abre paso ante la dificultad de hacerse florecer. Hay, en la actualidad, escritoras y escritores que circulan su creación a partir de sus lenguas madre. La poesía y la narrativa han aparecido en tseltal, tsotsil, zoque, CH’ol, primordialmente.
Ante ello la escritura bilingüe se erige como una herramienta que ofrece la posibilidad de rescatar las lenguas originarias. El reto al que nos enfrentamos es entonces crear lectores en lengua indígena, lenguas que son en esencia orales y no escritas. Como se ve, el asunto sí es de voluntad; pero también de mucho trabajo para atacar transversalmente el problema de raíz. Sirva la celebración del Día Internacional de la Lengua Materna para recordarnos que su cuidado es también la protección de nuestro modo de ver el mundo, y reflexionar su importancia es una tarea que no debe esperar.
Jo Nesbø
