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El justicia mayor ¹
Roberto Chanona
El Justicia Mayor es el último libro de Mercedes Camacho Calvo, referente a la vida de don Ángel Suarez Torres. Se trata de una biografía de este ilustre hombre de origen chiapacorceño, que no solo fue su compañero, sino uno de los grandes pilares que hemos tenido en materia justicia en México. Por eso, es un honor presentar este libro.
Conocí a Mechita Camacho, como le decían sus amigos, gracias al poeta Enoch Cansino Casahonda. Ella se presentó en mi oficina una mañana, recuerdo muy bien ese día, porque me dijo: "vengo a verlo solo porque mi amigo Noquis, el poeta, me recomendó con usted. Quiero que sepa que yo también sé de impresión porque tuve a mi cargo una revista en 1948 que se llamaba Amanecer; y luego, fui la editora de esta Antología de la Marimba que traigo conmigo para hacer una reedición".
Inmediatamente me di cuenta que la señora, no solo tenía carácter, sino que sabía de edición y que tal vez no iba a ser tan fácil trabajar con ella. Agradablemente me equivoqué rotundamente, y editamos la Antología de la Marimba. Luego, hicimos un trabajo del cual estoy orgulloso: una edición facsímil de las nueve revistas de Amanecer. Solo que incluimos el número diez, que no salió a la luz en aquel entonces, pero que ya se había hecho la portada. Así que le propuse a Mechita que la complementáramos con artículos recientes. Participó el maestro Eliseo Mellanes que era el jefe de redacción en 1948; Enoch Cancino Casahonda con un artículo de la Fiesta de Chiapa de Corzo; el poeta Óscar Oliva con la primera intervención quirúrgica en Tuxtla; Socorro Trejo Sirvent sobre la obra del poeta Armando Duvalier; Roberto López Moreno con un poema a Zeferino Nandayapa; y su servidor, con un artículo sobre El Teatro en Chiapas. Así nació una amistad que la recordaré siempre. Continuamos trabajando a orillas del Río Grande y editamos posteriormente El Muñeco de Trapo, un libro que recopila sus novelas breves y una selección de poemas. Por último, hicimos el libro: Sola con mi Soledad.
El día que Mechita partió al encuentro de su amado Ángel Suárez, el gran amor de su vida, yo no estaba en Chiapas. Por eso no puede asistir al velorio, por eso no pude llegar al entierro. Por eso estoy ahora preguntándole, como decía el poeta: "Cómo la vas pasando, Mechita, en esa oscuridad que brilla, más allá de nuestras lágrimas". Por eso decidí presentar tu libro, como presenté todas las ediciones que hiciste conmigo. No podía fallarte, no podía olvidar nuestras discusiones acaloradas, pero manteniendo siempre en alto nuestra amistad. Siempre hablándonos por teléfono en las tardes; siempre con la dolencia de tu pierna; luego te resignabas y me decías, que algo te tenía que doler. Y yo te contestaba: Mechita el día que nada te duela, es porque ya estás muerta. Y por eso estoy aquí, y por eso no podía fallarte amiga del alma.
De este libro que presentamos, El Justicia Mayor, vida de don Ángel Suárez Torres, muchas veces lo comentamos; me decía que ya lo estaba escribiendo, y que lo íbamos a revisar antes de irse a la imprenta; luego me dijo que la UNICACH lo iba a editar y le comenté: adelante Mechita. Así llegué un día a esta Casa de Estudios y vi terminado el libro en el 2009. Me dio mucho gusto. Por la tarde le llamé para decirle que había quedado muy bonita la edición y la felicité. Con un tono sarcástico, típico en ella, me contestó: "ya ves como no quisiste editarlo, otros lo tuvieron que hacer", y me reí y le dije que me daba mucho gusto. Inmediatamente me respondió: "Ya estoy trabajando en otro libro, luego lo platicamos". Y jamás imaginé que esa sería nuestra última plática por teléfono.
Referente a don Ángel Suarez Torres tuve la fortuna de conocerlo a través de Mechita; ella me platicó a lo largo de los años, muchas anécdotas de este ilustre chiapacorceño, llamado el Justicia Mayor. Muchas veces tomando el aperitivo, nos sentábamos frente al "río a sacar nuestros recuerdos a jugar a los barcos". Así me enteré que cuando lo nombraron juez de Distrito en Michoacán, la gente humilde que llegaba a buscarlo a su casa, preguntaban por el justicia mayor, no por el juez y de ahí el título del libro; me platicó de sus días cuando era estudiante de derecho, y de cómo conoció a don Ángel; de la manera tan rápida como se casaron y de los padrinos improvisados; de la rebelión de los Pollinos y el arresto de su esposo por hablar en un acto público; de cómo iba al panteón cada domingo a dejarle flores a su amado. Y yo la escuchaba y me daba cuenta del gran amor, y así fue creciendo una amistad profunda.
Ahora los lectores podrán conocer gracias a Mercedes Camacho, a este hombre ejemplar que dedicó su vida a impartir justicia como ministro de la Corte de Justicia de la Nación, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Chiapas, magistrado de Circui- to del Poder Judicial de la Federación, entre muchos cargos que tuvo a lo largo de su vida. También encontrarán artículos de algunos periódicos que hablaron de la carrera de don Ángel Suarez. Personalmente llamó mi atención este párrafo que publicó La Voz de Michoacán en su editorial allá por 1967 y que me permito reproducir para ustedes:
"Lo insólito del asunto, radica en que Suarez Torres se convierte en el funcionario federal, con calidad de magistrado, más joven de la República. También era el juez de distrito más joven del país. Ni siquiera lo habían ratificado como juez de distrito "cuatro años de ejercicio se necesitan" cuando de pronto la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo hace culminar, nombrándolo magistrado, con una carrera judicial brillante, en la que ha puesto empeño, esfuerzo creador y honestidad a prueba”.
Estas palabras nos dejan ver la grandeza de este hombre que, viniendo de extractos muy humildes, llegó a desempeñar grandes puestos para la Nación. Para Chiapas, es un honor tener a un hijo con está calidad moral, un "soldado de la justicia" que tenía como destino ayudar a la gente humilde, a los ancianos, a las mujeres desprotegidas y a los niños. Ojalá que la vida de don Ángel Suárez Torres sirva de ejemplo a otras personas para cuando levanten la balanza de la justicia, no pese más el lado del egoísmo, o el de la conveniencia, o el del soborno; sino el de una causa justa, porque la Ley no debe distinguir ni a ricos, ni a pobres, sino debe de ser igual para todos.