Al enfrentar el problema del terreno, dos principales dificultades surgen la vista: no sólo es necesario colonizar los 700 m2 con solo 100m2; sino que también, aparece el espacio de los retiros como dos grandes vacíos no construibles en los extremos del mismo. A su vez, teníamos como intención previa proponer una lógica del habitar que se contraponga a nuestra interpretación del habitar contemporáneo y su lógica de alienación. De esta situación es que surge el concepto “casa-parque”, en donde la idea estructurante que mueve al proyecto es la omnipresencia de lo natural en lo cotidiano. Al recorrer la casa se genera una experiencia cotidiana diferente a lo que nosotros llamamos el “pasillo baño-dormitorio” de una tipología convencional. Habitarla diariamente permite vivir el entorno natural sin perder las cualidades intrínsecas del hogar.
Sacando partido de la situación de los retiros enfrentados, es que surge la idea de la casa como un cuerpo transparente que articule perceptivamente estos dos vacíos parquizados. Para ello es que planteamos como operación organizar el espacio intermedio mediante una serie de muros paralelos, que no solo dirijan visuales, sino que actúen en una suerte de interfaz entre la naturaleza y el hombre. Para ello, desde nuestro imaginario, los tratamos como preexistencias, objetos casi arqueológicos que siempre estuvieron ahí. Es a través de la apertura de vanos, que se califica al espacio intramuros dotándolo de diferentes relaciones espaciales como lo son la conexión visual, la relación transitable, el uso de los espesores, la apertura de patios como naturaleza domesticada, etc. Es de aquí de donde surge el lenguaje de la casa, en el cual, el muro de hormigón rústico oficia como mediador entre la naturaleza salvaje y la naturaleza antropizada. El hecho de relacionar el espacio habitable con su contexto inmediato, hace material la idea de calificar la cotidianeidad aferrándose de los fenómenos de la percepción. El imaginario de las personas vincula el parque, a ciertos elementos de frecuente aparición como pueden ser jardines, esculturas, estanques, etc. Es por eso que en el remate visual de la casa, y abrigada en una suerte de bosque doméstico, se encuentra una réplica de “El Alba” de George Kolbe, no sólo en un gesto de introducir el exterior al interior; sino a modo de reinterpretación y continuidad imaginativa de la espacialidad miesiana del Pabellón alemán.
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