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3. Sistemas electorales y sistemas de partidos políticos: enfoques

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Aristocrática

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Obviamente existen requisitos para poder elegir y ser elegidos, como por ejemplo el tener determinada edad. Sin embargo, el hecho de que todos podamos, en última instancia, tener la posibilidad de elegir y ser elegidos es pieza clave de las democracias modernas.

2. El siguiente principio tiene que ver con el que sufragio es igual. Ello implica que todos los votos valen lo mismo, independientemente de variables como ingresos, raza, religión, etc. Esto es importante porque pone en igualdad a los ciudadanos y hace que sus decisiones sean respetadas y tomadas en cuenta por igual, a la hora de decidir quiénes serán los representantes políticos.

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3. El tercer principio es que el sufragio es secreto. Este principio busca que no exista coacción para la emisión del voto, con el fin de proteger la libertad de los ciudadanos.

4. Finalmente, el último principio es que el sufragio es directo. Salvo casos excepcionales (como el caso de los colegios electorales), ya no existe la elección indirecta. Los electores eligen directamente a sus representantes.

A estos principios subyace uno fundamental: el sufragio es libre. Hay una libertad para elegir. Ello no implica que votar no sea obligatorio. A lo que se alude, más allá de que el voto sea facultativo u obligatorio, es que existe un verdadero margen de elección.

3. Sistemas electorales y sistemas de partidos políticos: enfoques

Los sistemas electorales, entendidos en sentido estricto (tal y como los estudia la ciencia política contemporánea), son los mecanismos y

procedimientos que permiten convertir los votos en escaños, así como el derecho electoral es entendido de manera restringida como los requisitos legales para elegir y ser elegido. Los sistemas electorales pueden clasificarse como mayoritarios o proporcionales. Dicha diferenciación responde a objetivos políticos concretos.

El contexto socio-histórico y las variables estructurales son esenciales para ver los posibles alcances, límites y efectos que los sistemas electorales vayan a tener sobre los resultados políticos. Como en las democracias representativas modernas son los partidos los que canalizan los intereses políticos, las elecciones relativas a las reglas tendrán que ver con los intereses de cada una de las fuerzas políticas. Un partido pequeño no tendrá la misma opinión de las reglas que un partido grande, si es que las fórmulas para convertir los votos en escaños favorecen a los partidos grandes, o si es que las circunscripciones favorecen a los partidos grandes y viceversa. Unos buscarán “representación justa”, otros buscarán “estabilidad” o “gobernabilidad”. Aquí se ve que los intereses de los diversos partidos políticos, así como la correlación de fuerzas existente entre ellos, es clave para poder comprender cómo van desarrollándose y evolucionando los diversos sistemas electorales.

Ahora bien, para poder estudiar a las instituciones políticas se han desarrollado diferentes enfoques. Nohlen pasa revisión a los tres más importantes en la ciencia política:

1. El primero de ellos es el enfoque normativo. Dicho enfoque está dirigido por valores e ideales. Tiene un carácter deductivo y busca demostrar y conocer a priori qué tipo de sistema, diseño e institución es el mejor “sin más”. Este enfoque tiene, pues, pretensiones universalistas. El normativista sería alguien que optaría por el sistema mayoritario o proporcional de manera categórica, buscando demostrar que uno es mejor que el otro “siempre”. En

lo que respecta a las formas de gobierno, puede considerarse que los intentos de Linz y Valenzuela (Linz y Valenzuela 1998) por demostrar que el parlamentarismo es superior al presidencialismo serían de este estilo. Nohlen (Nohlen 2007) cree que es el enfoque más débil por obvias razones: el contexto importa y las circunstancias y procesos particulares generan diferentes efectos. No pueden funcionar las mismas instituciones igual de bien siempre, ni en todo lugar, ni en todo momento.

2. Los dos últimos enfoques no son normativos, sino empíricos. El primero de los enfoques empíricos es el empírico-estadístico. Como su nombre lo indica, dicho enfoque busca elaborar modelos explicativos fundamentalmente cuantitativos. La gran ventaja de estos modelos es que pueden abarcar una gran cantidad de casos, lo cual implica tener una gran cantidad de datos e información. El problema de dicho enfoque es que omite muchas particularidades que son difíciles de cuantificar y ello puede hacer que los modelos explicativos puedan ser, en varios casos, simplificadores. Y es que, es difícil poder operacionalizar toda la complejidad de los casos. De ahí que muchas inferencias puedan ser cuestionables, al mismo tiempo que se pueda decir que muchos casos son difíciles de comparar por las grandes diferencias que posee.

3. El último enfoque, que es el que suscribe Nohlen (y el que seguiremos nosotros), es el enfoque empírico-histórico. A diferencia del empírico-estadístico, este otro enfoque abarca menos casos, pero prestando atención a la historia y procesos particulares de cada caso. La información cualitativa es esencial y la comparación entre contextos similares puede enseñar mucho sobre los efectos de las instituciones, así como también sobre los límites y las posibilidades de reforma institucional.

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