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Te acordás hermano qué tiempos aquellos
from 04-07-2023
by El Pinguino
Te acordás hermano qué tiempos aquellos, cuando independientemente de quiénes fueran los parlamentarios o el Presidente de la República, por el que se podía o no haber votado, del que se podía o no ser partidario, respecto de cuyas políticas se podría o no estar de acuerdo, que fuera agradable o desagradable, que incluso se le podía criticar, pero que de cualquier forma te podías enorgullecer, más aún cuando mirábamos a nuestras autoridades y las comparabas con los demás países latinoamericanos, se trataba entonces de autoridades respetables y que inspiraban respeto.
La frase que sonaba frecuentemente era que al servicio público se viene a servir y no a servirse; y, era cierto, porque al servicio público se ingresaba a servir a los demás, a servir al país y no a los propios bolsillos ni a los bolsillos de los amigos o de las colectividades a las que se pertenecía, era la época en que pertenecer a una fundación otorgaba prestigio, porque normalmente estas instituciones servían a un fin de carácter altruista y quienes las dirigían o administraban, lo hacían ad-honorem, sacrificando su tiempo en beneficio de los demás o en favor de una finalidad a menudo de carácter benéfico, siendo por cierto esa una buena forma de colaborar con las personas más necesitadas o que requerían de la colaboración de una organización para solucionar graves problemas que aquejaban a mucha gente, como en el caso de aquellas que tenían por objeto la solución de graves problemas médicos o conseguir medicinas o tratamientos para determinadas dolencias o enfermedades.
Lamentablemente hoy no es así, desde hace años que este país y su política se ha ido transformando y quienes ingresan al “servicio público”, a menudo lo hacen con la finalidad de simplemente ganar dinero y algunos ese afán de ganar dinero lo han llevado al extremo de extraer fondos del Estado de cualquier forma, con la finalidad de engrosar sus propios bolsillos, instalando gravemente el germen de la corrupción, ideando formas para quitarle fondos al Estado y no para utilizarlos con fines altruistas, sino para satisfacer la propia codicia; y, lamentablemente manchando con ello el concepto de lo que son las fundaciones, que esencialmente y aunque parezca hoy una paradoja, son personas jurídicas sin fines de lucro, es más, a ella el fundador o los fundadores dotan y/o dotaban de un patrimonio destinado al cumplimiento de un fin de carácter altruista. Incluso por estos días, hay personas, incluso comunicadores que están asentando el concepto de cleptocracia, vale decir, aquella forma o sistema de gobierno que en lugar de propender al bien común, se centra en el enriquecimiento de sus propios dirigentes por medio del aprovechamiento de los recursos públicos, señalando a la creación y explotación de fundaciones, como la forma ideada para extraer recursos del Estado, vale decir, para quitar recursos que son de todos los chilenos y que deberían estar destinados a satisfacer las necesidades de la gente, pero en pos del bien común, a fines de interés general, como son salud, viviendas, educación y con ello asegurar los sueldos y pago de la deuda que se tiene con ese sector, trasladándolos a los bolsillos de algunos amicus curiae y sin dar cumplimiento a la satisfacción de las necesidades de la gente, no buscan dar solución a la pobreza, no buscan mejorar la educación, no buscan dotar a la población de mejor salud, no buscan mejorar las pensiones, no buscan dar solución al problema de viviendas, sino que buscan el enriquecimiento de unos pocos “apitutados”, mientras la gente sufre con las alzas permanentes de precios, con la escasez de viviendas, con paros en la Educación porque no se les ha cumplido, sin tener satisfechas sus necesidades de salud como se aspira que sea, lo cual es simplemente injustificable e intolerable y no basta con que una parlamentaria diga que tal o cual persona que se sindica como artífice de la situación ya no viva con ella, no basta una simple explicación, no basta decir que se equivocaron, no basta pedir perdón. A todas las personas se les exige un mínimo de honestidad en su actuar, pero a quienes detentan cargos públicos, sean o no de elección popular, se les debe exigir un máximo de honestidad, porque en estos casos, la falta de honestidad en el actuar afecta a todos los chilenos, por ello mientas no se aclaren todas estas situaciones, no es posible en modo alguno que se apruebe ninguna clase de Reforma Tributaria, que esté destinada a sacar más dinero a la gente para entregarlo al Estado, porque primero se debe contar con la más absoluta seguridad que los fondos no irán a pasar por manos porosas, sino que van a llegar efectivamente a satisfacer necesidades de bien común.
gOnzALO VALDéS LUfI, ADMInISTRAcIón y gESTIón PúbLIcA