RED DE PROFESORES Y PROFESORAS DE ARTES VISUALES

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Viernes 31 mayo 2019

DECLARACIÓN PÚBLICA Quienes suscribimos como Red de Profesores y Profesoras de Artes Visuales, en conjunto con estudiantes de pedagogía de la misma asignatura, queremos manifestar nuestro total rechazo y repudio a las reformas que se están implementando para el currículum de 3º y 4º medio, en las cuales la asignatura de Artes Visuales pasará a tener un carácter optativo, precarizando aún más las condiciones para su realización pedagógica y mermando gravemente a la ya mínima estructura teórico-didáctica que se ofrece, hasta ahora, en favor de la formación integral de los y las estudiantes.

La educación artística en las escuelas del país constituye un medio de expresión, permitiendo que las ideas y emociones tengan su espacio. Las AA.VV. acercan la cultura a los estudiantes, les permiten experimentar y cuestionar, aprender desde los errores, desarrollar habilidades que los potencian como seres únicos, aprender a compartir y convivir en comunidad, a ser flexibles entendiendo que hay múltiples formas para resolver una problemática y a desarrollar la creatividad. Las AA.VV. son además un lenguaje y como tal es un fenómeno comunicacional que debe y merece ser aprendido, de lo contrario estaremos propiciando analfabetos visuales. Esto resulta imperdonable para una sociedad donde cada vez las imágenes son un soporte comunicativo. Para lograr aprehender la realidad se hace necesaria además la construcción de una identidad individual y colectiva de un país, y ésta no puede formularse sin una reflexión del hacer artístico y el análisis del patrimonio cultural. Los estudiantes requieren continuidad y profundización para capacidades que siendo específicas del ámbito de las AA.VV., se caracterizan por desarrollarse en forma integrada. Nos referimos a la integración como praxis de los aspectos perceptivos: ejercicio de la percepción estética para desarrollar la capacidad de ver en contraposición a la potencia de lo observado; productivos: para generar propuestas visuales propias; y conocimiento: para un trabajo situado en su contexto cultural.

Observamos un fallido, y hasta mal intencionado, propósito en el discurso que ofrece “mayores opciones de elección a los alumnos”, pues quienes conocemos la práctica diaria de la

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enseñanza, la que en Chile se ha ido orientando hacia la búsqueda, desenfrenada, de mayores puntajes en Simce y PSU, sabemos que esa oferta vendrá solo a cercenar y condicionar, aún más, a las escasas opciones ofrecidas a los estudiantes. Esto seguirá ocurriendo y agravándose en la medida que la finalidad declarada de la educación pública chilena sustenta la formación de “mano de obra” y ciudadanos “consumidores”, con escaso sentido crítico y colaborativo. Si este paradigma fordiano que estructura a las políticas públicas educacionales no cambia, ningún elemento particular y experimental que las constituya podrá inspirar una formación integral, puesto que el objetivo final seguirá siendo el mismo. Esta “actualización” curricular sigue reproduciendo la lógica de apuntar a la manzana, sin observar ni considerar la importancia de todos los árboles que conforman el huerto. En un momento crítico de la historia, donde el individualismo y la competencia incluso han dañado gravemente al planeta en que vivimos, se hace urgente una proyección ecológica de la cultura y su desarrollo, donde cada elemento que conforma la sociedad recobre su valoración e importancia, puesto que de su existencia depende la de los otros cohabitantes. En este sentido, es la UNESCO quien nos exhibe el rol transversal de la educación artística en la construcción de las sociedades que queremos, puesto que: “desarrollan los valores ciudadanos, aportan a la igualdad de género, valoran la diversidad, promueven el conocimiento de la propia identidad cultural, y además facilita la dimensión terapéutica que se puede lograr gracias a una experiencia artística”.

Para poder seguir esas orientaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, es evidente la importancia de poner especial cuidado en las políticas públicas educacionales, puesto que pueden ayudar, o bien, entorpecer esta vocación social. Por consecuencia, nos preocupa esta propuesta de cambio curricular, máxime cuando sabemos que la educación entregada a las actuales generaciones, va construyendo el acervo y capital cultural de nuestra sociedad y del país.

Para destacar el valor de nuestra asignatura podríamos seguir mencionando múltiples beneficios que desde ésta son entregadas a los estudiantes para su vida adulta, y que pasan, por ejemplo, desde habilidades de la motricidad fina, sentido de la composición armónica, pensamiento abstracto y divergente, interés por el conocimiento, hasta los conceptos y ejercicios que enriquecen su experiencia estética cotidiana y trascendental, sin embargo, lo que

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honestamente nos preocupa es que los cambios propuestos provengan de equipos de trabajo que no conocen ni valoran las condiciones actuales para el desempeño docente, puesto que sus ideas son consultadas y consensuadas muy lejos de las salas de clases, que son los lugares donde la enseñanza y el aprendizaje se hacen praxis y realidad. Cuando nos dicen que los cambios propuestos siguen una tendencia mundial observada en países del primer mundo, quienes articulamos el currículum en las salas de clases nos sorprendemos por la indolencia con que se pretende “poner la carreta delante de los bueyes”, ya que en la práctica se nos encomendará pujar desde la precaria educación pública hacia la construcción de un país que se asemeje, al menos en lo cosmético, a países que recién al final de su consolidación económica han podido distribuir de manera equitativa el capital cultural expresado en currículums novedosos y de vanguardia. Vemos en esta propuesta de la CNED un disfraz de primer mundo, para un personaje que respira y vive en el subdesarrollo.

Quienes hemos observado los cambios curriculares de los últimos años, observamos en ellos cierto grado de improvisación y desorden. Es evidente en la reforma ya ejecutada en los programas de educación básica y media un eclecticismo que, paradójicamente, termina por empobrecer los contenidos y enfoques. Ahora esta propuesta de electividad para 3º y 4º nos deja aún más desconcertados, pues los argumentos que presenta no se ajustan a la realidad observada tanto a nivel micro como macro de las políticas públicas educacionales. Con pavor los profesores/as vemos que seremos los responsables de implementar esta política improvisada y fuera de contexto, mientras en paralelo seremos evaluados y “clasificados” con estándares primermundistas. Vemos el eufemismo del discurso presentado por el Mineduc y sospechamos acerca de la estrategia que instalará la modificación curricular propuesta. Queremos entregar una educación integral y humanizante a nuestros niños/as y jóvenes. No queremos esta reforma curricular.

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