Revista Artes y Oficios

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Revista Latinoamericana de saberes, pensamiento decolonial y literatura.


AÑO II - N°3 2015

EDITOR RESPONSABLE

Hugo Rodrigo Serra ASESORAS EDITORIALES

Magdalena González Almada María Lina Picconi Belén Rivero Ríos DISEÑO, ARTE, DIAGRAMACIÓN

Daniela Astrada ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN

Marcela Zarazaga Gabriela Pugliese IMPRESO EN

Boletín Oficial Provincia de Cordoba

CRÉDITO DE LAS IMÁGENES: Tapa, Rafael Delesderrier, Parque Nacional Los Cardones; Página 2, Victoria Agulla, Urubamba: Meseta de arañas; Página 12, Daniel Passarini, Reserva forestal Chaviyú, Federación Entre Ríos; Página 21, Natalia Dagati, Ongamira. La totalidad de las imágenes acreditadas fueron obtenidas en el marco de la III convocatoria fotográfica realizada por el Área Pensamiento Latinoamericano de la Agencia Córdoba Cultura en el año 2014 y su utilización en esta publicación se encuentra enmarcada en los usos autorizados previamente por los autores para publicaciones oficiales del Área.


Indice

La subversi贸n de los colores: Las tejedoras del arte textil Ranquel frente al r铆o robado y el Mercado

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Mat铆as Bonavitta

Lo que es la vida Maricel Palomeque

Artesanos afromestizos en C贸rdoba (siglo xix) Marcos Carrizo

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La subversión de los colores: L as T ejedoras del A rte T extil R anquel frente al R ío R obado y el M ercado. Matías Bonavitta

Introducción El Atuel es uno de los ríos más caudalosos de Argentina, brota de la Cordillera de los Andes atravesando la provincia de Mendoza. Antes de su sustracción, penetraba en La Pampa bañando 300 kilómetros de largo por un ancho superior a 10 kilómetros. Según Álvarez Bustos (1984) su saqueo comenzó en 1808, cuando el río Diamante fue desviado por el Comandante Meneses, para humedecer a las poblaciones mendocinas. Posteriormente, en 1918, se obstruyó otro importante brazo, llamado Atuel Viejo. Luego, en 1937, se construyeron los “Tapones de Ugalde”, que secaron otro cauce: el Butaló. Finalmente, en 1947, en San Rafael, se edificó “El Nihuil”, un dique que favorece exclusivamente a Mendoza. Completándose así el ciclo depredador que estableció en La Pampa una escenografía de desierto. No obstante, como señala Morisoli (2009), los habitantes pampeanos reclamaron el río, pero fue inútil. Pues La Pampa aún era Territorio Nacional, obligada a padecer la indiferencia de Buenos Aires. Una condición que benefició el saqueo hídrico mendocino. Ecocidio o Diáspora Saladina Cualquier viajero desprevenido que ande por el oeste pampeano, probablemente opinará que allí no hay nada o que solo se ve un salitroso desierto. Sin dudas, dichas apreciaciones están en lo cierto.

Pero, es necesario aclarar que aquello que se observa fue definido por la sustracción de un formidable reservorio hídrico que acogía a numerosas especies. En otros términos, dicho paisaje nos enfrenta a la dificultosa tarea de desnaturalizar el hecho de que nos hallamos confrontados con las transformaciones operadas por el proyecto político-económico mendocino; en donde los intereses del capital hídrico moldearon el ambiente, convirtiéndolo en un desierto. Pues, de no haber sido así, un espectáculo de vida seduciría nuestra mirada con coloridos esteros repletos de aves, truchas y hasta jaguares que habitaron aquellas tierras hoy desertificadas. Broswimmer (2005) apeló al concepto de “Ecocidio” (de ecología y suicidio) para explicar la destrucción humana sobre la tierra. En cambio, Morisoli (2009) se refirió a la tragedia pampeana como la “Diáspora Saladina”. Adherirse a uno u otro término no parece ser relevante, ya que ambos expresan que la salud depende del equilibrio medioambiental. Como dice el refrán: “Si no hay agua no hay vida”. Y eso sucede en La Pampa. Al no ingresar el Atuel, los colores de la vida se marchitaron, haciendo que la sed y el hambre violenten el paisaje. A pesar de que se buscaron jagüeles, acuíferos subterráneos, las sales se hicieron implacables envenenando a personas y animales. Muchos escaparon a otras provincias o a las ranchadas de General Acha, Santa Rosa y General 3


Pico, convirtiéndose en desocupados. Uno de los gritos de auxilio más extraordinarios fue el de un policía de Paso de los Algarrobos, que en su consternación le mandó una carta a Perón. A continuación se cita parte de su testimonio: “La gente se iba del lugar, se marchaban en jardinera, algunos con la ropa a caballo (...) el saldo de la larga sequía que atraviesa esta zona genera la muerte del ganado (...) en Mendoza se obstruye el curso de las aguas por el cauce de los ríos referidos (Atuel y Salado) por el regadío de campo en el paraje Loncovaca, del que se benefician sólo dos personas (...) Es de profunda tristeza, las familias enteras abandonan este lugar, no hay agua para tomar y donde la hay, sirve porque no hay otra. Era una gran sequía con epidemia; la gente que había era de los pueblos originarios y las casas estaban al borde del río”. (Fuente: Diario La Arena. Santa Rosa, L.P 17/12/2010). Ante esta situación, Perón dictó la Resolución Nº 50, que dispuso tres sueltas anuales de agua con destino a La Pampa. Pero, como indica Cazenave (2009), ésta fue rechazada por la Dirección General de Irrigación de Mendoza (integrado por Sotero Arizu y otros grandes viñateros). Condenando a los ranquelinos a ser deshidratados mendigos sin siquiera una limosna de agua. Paradójicamente, expone Cazenave (2011), las posibilidades que ofrecía el oeste pampeano habían sido promovidas por la Nación, que durante 1909, impulsó un próspero proyecto llamado: Colonia Agrícola Butaló. Santa Isabel también se valoraba, pues poseía una fértil Mesopotamia con islas que permitían diversas actividades. La más destacada era la isla Chalileo, que por su tamaño -grande como la quinta parte de Bélgica- alojaba a numerosas reses. Pero todo acabó en un desierto que hoy apenas nutre a unos escasos chivos, con4

virtiéndose en un lugar desfavorable y con muy bajo puntaje en el Índice de Calidad Ambiental de Celemin y Velásquez (2010). Pues la falta de agua, su alta salinidad (evidenciada en los dientes manchados, un estigma que provoca vergüenza al sonreír), la desertificación, las temperaturas extremas, etcétera, disminuyen la calidad de vida, provocando condiciones de existencia insalubres. Artesanas del Telar Ranquel Bajo el imperio de este hostil desierto producto del saqueo, viven las artesanas del telar. Mujeres de origen ranquel que habitan el oeste pampeano, muchas en Colonia Emilio Mitre, Santa Isabel, La Humada y Chos Malal. Estas tejedoras aprendieron los secretos del arte textil de sus antepasadas. Algunas aún usan las antiguas estructuras de madera que han sido heredadas de sus madres, abuelas y bisabuelas, mientras que otras, construyen sus propios telares que algún día transferirán a las nuevas generaciones. Trabajan la lana artesanalmente, desde el vellón hasta el último fleco. Para ello, se valen del huso, un palito hecho con una rama seca que sirve para hilar. Éste, posee una piedra perforada que funciona como contrapeso para mantenerlo en equilibrio cuando se lo gira. Pues se estira la punta de la lana atándola al palo, girando el huso hasta que el primer plano queda retorcido. Momento en el que se enrosca la lana, se la anuda y se continúa con el tramo siguiente. Otras, en cambio, utilizan la rueca, que facilita el hilado incorporando la rueda junto a un pedal. También han heredado sus conocimientos sobre tinturas con el cual tiñen las guardas pampa que ornamentan los ponchos, mantas, etcétera. Todas las tonalidades


son obtenidas de la tierra: del caldén, de la jarilla, de la chilca, etcétera. Los colores suelen cumplir una importante función en la vida ranquelina. Pues, como señaló la Comunidad Epumer (2009), la coloración de la bandera ranquel posee un profundo significado: el azul representa el cielo, el verde la naturaleza y el rojo la sangre derramada en la Campaña del Desierto. Así, se infiere que los colores del arte textil ranquel no solo decoran, sino que también, proveen significaciones simbólicas que trasmiten identidad y sentido. Estas tejedoras constituyen la sangre de quienes resistieron y aún resisten no solo el incómodo legado de la Campaña del Desierto, sino que además, la dura ausencia del río, puesto que es difícil sobrevivir en un medioambiente que no permite mucho más que cazar algún peludo, recolectar plantas para leña o remedios, criar unos pocos chivos y cosechar algo de zapallo y tomate para preparar algunas sopas o pucheros, pues, como indica el INDEC (2010), el oeste pampeano posee una delicada posición socioeconómica, con el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas más alto del sur argentino. Bajo este panorama, la producción del telar representa uno de los escasos ingresos económicos que hay. Vale aclarar, que el comercio textil es posible gracias al Ministerio de Producción, que por medio de la ley 2108 (2004) creó el Mercado Artesanal de La Pampa. Cuya función es brindar apoyo económico mediante la compra de tejidos que luego son vendidos en Santa Rosa y Buenos Aires. Antes de este impulso las artesanías eran destinadas al autoconsumo, exceptuando algún intercambio esporádico con personas que pasaban por la zona. Asimismo, el Mercado no solo agregó el ingreso monetario del telar a la dificultosa economía del desierto. Sino que

también, situó el objetivo de “preservar las manifestaciones artísticas y culturales, fomentando la conservación de las técnicas artesanales de los aborígenes” (Mercado Artesanal de L.P, 2008). Requiriendo calidad artesanal, hilado y coloración natural que respete la tradición ranquel. Subversión y Mercado A través del surgimiento del Mercado Artesanal de La Pampa , se instaló una política tendiente al desarrollo de la economía de aquellos desfavorecidos por el desierto, aminorando las duras condiciones de vida del oeste pampeano al convertir el telar en una fuente laboral y posibilitando, además, que las tejedoras trasmitan su saber en ferias de otras localidades, como así también, dictando talleres textiles. Pero, a pesar del apoyo provincial, los avatares del desierto no cesaron. Una tejedora de Santa Isabel proporcionó una mirada esclarecedora sobre esta realidad: “Es difícil poner en palabras la tristeza que me da la sequía, yo usaría anilina para teñir mis telas, porque los colores ranquel son demasiado apagados como para estar en una tierra triste. Pero el Mercado solo nos compra con esos colores… Muchas están usando anilina de colores brillantes, claros, pero esos tejidos no compran, la usamos nosotras”. (Tejedora de Santa Isabel, 2012). Posiblemente este relato expresa una desidentificación con los colores tradicionales, junto a una extrañeza sobre la propia tierra, revelando que los requerimientos del Mercado se tornan demasiado ortodoxos. Porque en el afán de “preservar las manifestaciones artísticas y culturales, fomentando la conservación de las técnicas artesanales de los aborígenes” (Mercado Artesanal de Ley 2.108 de L.P, Art.3. Mercado. 2004.

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L.P, 2008), se excluyen otras expresiones. Quizás, el conflicto está en que intentando salvaguardar la tradición de quienes habitan un inhóspito paisaje, se obstaculiza el complejo proceso de simbolización de un pueblo que se enfrenta diariamente a los problemas del desierto. Riviere (1976) afirma que el medioambiente no es ajeno al psiquismo, pues éste integra la identidad, configurando la manera de comprender el mundo. Los objetos naturales tales como piedras, animales, ríos, los matices del paisaje, etcétera, asumen significancia simbólica, puesto que el sujeto los transforma consciente o inconscientemente, expresándolos en sus producciones culturales. Una evidencia de ello lo refleja el hecho de que el arte de todas las culturas simboliza elementos de la naturaleza: el arte babilonio simbolizó a sus dioses en forma de escorpión, toro, etcétera; los egipcios representaron a Amón con cabeza de carnero; Cristo aparece como el cordero de dios; los incas realizaban estatuillas en forma de sol para figurar a Inti, etcétera. Es decir, la transferencia con la naturaleza es un hecho humano universal de gran relevancia, que posiblemente, es revelado por la tejedora de Santa Isabel al manifestar la tensión que existe entre lo que sucede ambientalmente, lo que el Mercado exige y lo que su psiquismo busca simbolizar. Pues, a pesar de la normativa mercantil que establece comprar productos tradicionales , apela a la necesidad de exteriorizar otro tipo de expresiones, quizás compensando la alegría corrompida por la desertificación, restableciendo los colores arrebatados al paisaje, para no vivir tan aquejada por una tierra que evoca tristeza. Otras tejedoras también sugieren que sería mejor usar anilinas, pues el proceso Ley 2.108 de L.P, Art.6. Mercado. 2004.

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tradicional cuesta mucho: lavar el vellón con un yuyo “tupe”, engrillar e hilar. Juntar las plantas para preparar las tinturas, calentarlas hasta desprender las pigmentaciones, para finalmente, luego de realizar diferentes hervidos, ovillar, armar el telar y diseñar lo que se va a tejer. Hay que tener en cuenta que, mientras tanto, la vida cotidiana del desierto sigue: cuidar los chivos, mantener el gallinero, conservar la casa poniéndole adobe a las paredes, juntar leña, extraer agua de los médanos, cocinar, etcétera. Todo ello entrelazado al frío, el calor y el dolor corporal entre otros pesares. Así, se observa una significativa tensión entre la dificultad de sobrevivir y la satisfacción de los requisitos del Mercado exteriorizándose dos polaridades: Por un lado, el Mercado proporciona trabajo, logrando que los tejidos sean valorados en la cultura citadina -asociado a ciertos capitales económicos, simbólicos y culturales- componiendo una especie de “identidad pampeana” que legitima a sus aborígenes, estableciendo las características del arte ranquel, mientras que, por otra parte, las tejedoras reniegan del Mercado, subvirtiendo los colores de acuerdo a sus propias motivaciones. Bleichmar (2005) diferencia dos conceptos claves para entender como impactan ciertos acontecimientos socioambientales en la subjetividad. Por un lado, la “autoconservación” que implica la conservación de la vida y la realización de tareas necesarias para ello, y, por otra parte, la “autopreservación” que constituye aquello significativo para el sujeto, no sólo lo material, sino también, lo simbólico que conforma su identidad. Estas nociones muestran que en momentos de prosperidad, se puede conservar la vida sin perder lo que uno es. Pero que en tiempos adversos (como vivir sin agua) ambos ejes colisionan, pues


la supervivencia biológica puede contraponerse a la vida psíquica representacional, obligando a sobrevivir a costa de dejar de ser. Quizás, en este sentido marcha el conflicto que existe entre tejer bajo los cánones del Mercado -que posibilita sobrevivir- y la subversión de los colores -que expresa la vida psíquica real-. Conclusiones Hipotéticamente, podemos pensar que si Mendoza no hubiera obstruido el río, la subversión de los colores no habría emergido. Pues, el desierto que agobia la vida ranquelina no existiría. Así, podríamos inferir que la sustracción hídrica incluye diversas consecuencias. No solo ambientales, sino que también subjetivas, transformando al pueblo ranquel. No obstante, el Mercado parece no contemplar que los avatares medioambientales inducen nuevas costumbres e identidades como las manifestaciones artísticas por medio de otros colores. Es decir, éste, a la vez que brinda trabajo para atenuar los rigores del desierto, también irrita estableciendo lo permitido y prohibido en el modo de elaboración textil. Procurando una imagen estática del arte ranquel. Kusch (2012) señala que el arte auténtico no anda lejos de la verdad, incorpora todo lo que ocurre (por más nocivo que sea) y confiesa. Si no lo hace miente. Pero, para confesar es necesario estar apremiado por las inclemencias. En este sentido, las tejedoras conocen muy bien las dificultades para subsistir sin agua. Posiblemente, por ello, entienden que la subversión trae salud, porque a pesar de la adversidad ambiental se alivia lo psíquico -usando colores claros de anilina para calmar la tristeza del desierto-. De hecho, esto no es desconocido por la neurociencia, pues

estudios como los de Suzuki (2009) demostraron que los colores son un tratamiento eficaz para las depresiones ligadas al clima. Incluso, se puso en práctica en una estación de trenes japonesa, colocándose alumbrados de colores claros que disminuyeron notablemente los suicidios. Quizás, la subversión de los colores funciona como un paliativo frente al iatrogénico desierto que instaló Mendoza, pero que colisiona con los objetivos del Mercado, pues ingresa una dimensión telúrica indigerible para la formalidad establecida. Según Kusch (2012) “la historia del arte americano tiene que ver con la sustitución de un arte defensivo y comprometido del indígena por el arte ofensivo y neutro de la cultura europea”. Esto significa que habría una oposición entre un arte en función del comercio y la ciudad. Y un arte vivencial, de lo que se es. Que al no poseer el aspecto adaptable que demandan los ojos occidentalizados, se niega o corrige. ¿Ocurrirá esto con el Mercado pampeano? que al pretender conservar la tradición ranquel termina otorgando reconocimientos “legítimos” desde unayposición dominante. posibilita sobrevivirla subversión de los Probablemente, es como señala Pizzorcolores -que expresa la vida psíquica real-. no (2000): “En los 30´ lo importante era cómo las instituciones alemanas definían a los judíos, y no cómo éstos se definían”. Acaso, ¿nosotros podríamos decir algo similar?: “En el siglo XXI lo primordial es como el Mercado define al arte ranquel, y no como éstos lo sienten”. En fin, el daño producido por la sustracción del Atuel no solo alteró el medioambiente, sus recursos y el equilibrio de los ecosistemas, sino que también, incidió sobre la subjetividad de sus pobladores. Modificando ciertas costumbres, como los colores del arte textil. No obstante, a pesar de que la subjetividad no está detenida en el tiempo como una pieza de museo, el 7


Mercado desautoriza la transformación de la identidad del arte ranquel. Al contrario, las oprimidas por la Campaña del Desierto y el saqueo hídrico -que arduamente sobreviven el ecocidio- sienten la necesidad de alterar el arte textil. Posiblemente, como forma de resistencia. Porque en aquellas tierras desertificadas, las tejedoras están diariamente.Y en ese “estar” conocen el camino de la salud. O sea, de un arte que excede las reglas impuestas, y enfrenta los conflictos de vivir en una arenosa extensión de oscurecidos y sedientos colores.

Bibliografía Álvarez Bustos, P. (1984). Interprovincialidad del Río Atuel. Rosario: Desalma. Bleichmar, S. (2005). La subjetividad en riesgo. CABA: Topía. Broswimmer, F. (2009). Ecocidio. Madrid: Pamplona. Canuhé, G. (2008). El agua debe volver. Toay: Alihuen. Cazenave, W. (2011). La ciudad que no fue. Santa Rosa: C.D.F. Celemin, J & Velásquez, G. (2010). Calidad Ambiental en la Argentina. CABA: Conicet. Chadileuvú. (2009). Nuestra lucha. Santa Rosa: Chadileuvú. Comunidad Epumer. (2009). La Nación Ranquel. Victorica: Epumer. INDEC. (2010). NBI. CABA: INDEC. Kusch, R. (2012). Planteo de un arte americano. Rosario: Ross. La Arena. Publicado el 17/12/2010, www.laarena.com.ar. Ley 2108 de L.P. Recuperado el 2/3/2014, www.produccion.lapampa.gov.ar. Mercado Artesanal de L.P. (2008). Artesanías pampeanas. Santa Rosa: Gobierno de L.P. Pizzorno, A. (2000). Identidad y saber mutilado. Roma: Revista Italia8

na de Sociología, año 30, núm.3. Suzuki, T. (2009). Psicología y color. Japón: Keio. Zito Lema, V. (1976). Conversaciones con Pichón Riviere. CABA: Cinco.


Lo que es el destino Maricel Palomeque Culpa de la plancha ahí empezó todo quién diría que una plancha podía traer la desgracia y nosotras tan contentas como dos criaturas escondiendo el secreto para que la señora Inés no se enterara la que se armaba si sabía la señora Inés ven que no se puede hablar y planchar al mismo tiempo a ver si prestás más atención Raquel y vos Matilde ponéte con esos vidrios esmerilados de la mugre están y no te olvidés que viene gente a cenar el comedor impecable por favor todo tiene que estar impecable para la doña impecable la baranda del balcón impecable la alfombra del living impecables el descanso de la escalera las cortinas del baño los maceteros de la entrada las juntas de los azulejos las manijitas de las alacenas las perillitas de la cocina los mantelitos individuales el pupito de plata de la azucarera que la parió con el impecable esa manía le viene porque está sucia sucia con dios con la virgen con la Quela y con todos los santos por más que vaya a misa y ande repartiendo estampitas bendecidas por el Papa va a seguir estando sucia porque en el fondo es una perra cochina la señora Inés varias veces quise contarle lo de la plancha un accidente estúpido si es como usted dice señora Inés lo material no tiene importancia qué importancia puede tener una plancha una plancha de mierda como ésta pensar que si no se quemaba las cosas serían distintas ahora la Raquel estaría en el lavadero y yo refregando la bañadera como todos los días un accidente pavo un descuido nomás la Quela que planchaba cuando le suena el celular atiende y es el Lucas preguntando por un número de teléfono vaya a saber cómo

se engancha con el cable la plancha se da contra el piso y ahí se le prende fuego un julepe nos pegamos no sabíamos qué hacer la Quela lloraba y se reía lloraba y se reía la zonza mientras echábamos desodorante para sacar el olor a quemado por suerte se salvó la camisa del Andrés creo que era esta misma camisa blanca con broches plateados al Andrés le gusta la ropa clarita los vaqueros chupines y todos los calzoncillos negros con botones se compra yo no voy a permitir amanerados en esta casa le dijo el señor Juan José se creen que no los escucho por más que hablen bajito calláte querés ahora no vas a hacer un escándalo porque parezca gay la señora Inés dice gay en vez de puto pero el Andrés no parece es puto se le nota cuando habla y esos pelos chuzos peinados para adelante horas con el secador peor que las hermanas cuando se encierra en el baño lindo chico rubito como la madre el Lucas se dio cuenta ahí nomás yo por las dudas no me agacho cómo me hizo reír el desgraciado cuando les conté de la última pelea soy puto y qué soy puto y qué soy puto y qué a grito pelado y el señor Juan José le da un cachetadón y lo amenaza con echarlo de la casa si no se arrepiente y se hace hombre y ella dice que como hermano mayor tendría que dar el ejemplo casarse formar una familia decente pobre Andrés si es el único decente de la familia el que menos trabajo me da siempre la ropa ordenada la cama arregladita los zapatos en su lugar nada que ver con los hermanos parece que lo hicieran a propósito mocosos de mierda todo hecho una mugre y encima hablan en inglés para que yo no 9


los entienda, el Andrés es amable cariñoso por mí que haga de su culo un florero el único que juzga es dios por eso la señora Inés se siente sucia porque una madre tiene que aceptar a los hijos como son y no andar mintiendo cuando las amigas le preguntan si tiene novia y ella dice parece que el año que viene se casa lo dice con esos ojos azules casi transparentes qué bárbaro cómo puede mentir con esos ojos aunque a esas zorras no las arregla fácil por algo siempre le preguntan, tanto misterio como si no supieran que las chicas lo buscan por la plata y él anda de novio con otro puto por eso no está nunca en la casa y ya ni juega al golf como antes que iba todos los sábados odio los sábados la casa con gente hasta las orejas culpa de las chinitas que invitan medio mundo a la pileta Matilde traénos las toallas y algo para comer plis y yo preparando sanguchitos sirviendo galletitas secando el piso embarrado en vez de rascarme la argolla en mi casa como si esta yegua cochina me pagara horas extras cuándo te vamos a ver en bikini Matilde se me ríen en la cara el día que me agarren cruzada las surto de un sopapo fueran hijas mías caminarían derechito criaturas son y ya andan mostrando los pechos con esas mallas que no les tapan nada no sé cómo les permiten cada vez más atrevidas todas cortadas por la misma tijera seguro hoy no hay pileta en cualquier momento se larga dios me oiga así me voy más temprano aunque con todo lo que falta por planchar difícil que chancho silbe lo de la plancha fue un sábado justo no había nadie porque había un torneo en el club y con la Quela nos escapamos más temprano para ir al super a comprar una plancha nueva la más parecida había que comprar para que la señora Inés no se diera cuenta qué perejiles qué se iba a dar cuenta si jamás de los jamases viene al lavadero me 10

acuerdo y me vienen ganas de llorar calmate Matilde calmate Matilde si sigo llorando entre las lágrimas y los mocos voy a manchar la ropa parece que tuviera el rociador en los ojos qué injusticia dios mío decíme si no es una injusticia un corazón de oro tiene la Quela cómo pudo pasarle esta desgracia una pérdida irreparable dijo el cura como si fuera una taza rota qué porquería esta camisa la plancho de un lado y se arruga del otro por lo menos esta plancha es más liviana tendría que comprarme una así para mi casa pero ahora le agarré idea a ver si también me trae una desgracia qué estúpida las cosas que pienso qué me puede pasar si es una plancha nomás la voy a sacar en cuatro o cinco cuotas no como hicimos con la Quela doce cuotas de ocho con setenta me quedó grabado el ocho con setenta a mí no me gustan los planes largos aunque estábamos a fin de mes y ella no tenía un peso la Quela antes tenía la Credicord hasta que el Lucas sacó el dividí y el televisor y anduvieron dos años pagando la deuda los intereses los abogados y la mar en coche después no quiso saber más nada juró que en su perra vida volvía a comprar con tarjeta la Quela no sabe decir que no por eso le debe a cada santo una vela qué chico este Lucas no había forma de hacerlo laburar y la Quela que le daba con todos los gustos grandote pavo hasta cuando se puso de novio con la Jimena le pedía plata para ir al baile para comprarse ropa para tomar cerveza ni lavarse los calzoncillos sabía y ya andaba de novio igualito al bolas tristes del padre que en paz descanse que trabaje Quela así valora un poco si le gusta la joda que trabaje medio se ofendió cuando le dije seré metida pero algo de razón tenía porque al tiempito le llenó el bombo a la Jimena se quería morir la Quela tres bocas para alimentar encima el quilombo que armaron los padres lo


querían linchar al Lucas como si la culpa fuera de él solo claro la nena volvía a cualquier hora a la casa no me van a decir que no se daban cuenta las vírgenes solamente en las estampitas después los hicieron casar quién los entiende si al Lucas no lo podían ni ver no sé de cómo le consiguieron la changa del remis un rato a la mañana otro rato a la noche con eso no les alcanzaba ni para alquilar una pieza y ella que quería terminar la escuela y además con esa panza quién le iba a dar laburo si no es por la Quela los comen los piojos la Jimena no tenía idea de cómo agarrar la criatura tan jovencita con esa cara de yonofui parecía la hermana en vez de la madre el Tomasito le salió igual un calco a ella el mocoso ojos redonditos cachetes gordos medios colorados tan buenito ni se lo sentía mi ángel no me puedo acordar si ya había cortado los dientes cómo puede ser que no me acuerde parece que pasaron años desde el día que compramos la plancha y llenamos los cupones para el sorteo del día de la madre mirá Quela si te ganás la moto vos que sos de suerte y ahí nomás se la ganó a los dos días la llamaron al celular para darle la noticia ¡me gané la moto! ¡me gané la moto! lloraba y se reía la Quela yo no entendía nada no me acordaba del sorteo del super cuando compramos la plancha la señora Inés la abrazó parecía contenta qué suerte tenés Raquel yo nunca en la vida me saqué nada como si le faltara algo a la perra cochina una de esas motos ordinarias le dijo después al Andrés por teléfono pedazo de yegua con nosotras pura fiesta nos dio la tarde libre y nos adelantó plata por si queríamos comprar algo rico para brindar seguro que en el fondo se moría de envidia ¿qué fue lo que comimos? sí empanadas árabes y pizzas buenazas estaban el Lucas

trajo un cajón de cervezas y dos sidras hacía un calor de morirse llegaron las cuñadas dos o tres vecinos y nos quedamos hasta tarde hablando pavadas qué manera de hablar pavadas la Quela cuando se chupa con la fresca fuimos a buscar la moto al super estábamos la Quela la Jimena el Lucas el Tomasito y yo lo primero que vimos fue la moto con un cartel gigante Raquel María Ochoa Feliz ganadora era espectacular plateada brillante apoyada sobre unas tablas de madera con un moño violeta en el asiento salió a felicitarla el gerente y el que nos había atendido cuando compramos la plancha todavía se acordaba de nosotras ustedes eran las que tenían que reponerle la plancha a la patrona ¿no? por qué se habrá acordado capaz le dimos lástima nos sacó un montón de fotos la Quela y el Tomasito la Quela y los chicos la Quela y yo súbanse las dos así les queda de recuerdo ay qué risa ella que en su vida manejó no sabía por dónde agarrar el manubrio y yo que con el casco no veía un pito casi nos caemos de la tentación llorábamos de la risa dónde guardé la foto del super a dios gracias la vendieron enseguida después de lo que pasó no la podían ni ver a la moto tanto que la cuidaba la usaba solamente para venir a trabajar increíble lo rápido que aprendió a andar el Lucas le enseñó y la cagaba a pedos si hacía algo mal por eso al principio andaba con miedo pero cuando le agarró la mano pasaba las lomadas por el costadito y esquivaba los pozos con una cancha siempre iba despacio siempre despacito lo que es el destino justo ese día me terminó de pagar la última cuota de la plancha los ocho con setenta un golpe tan pavo la Quela esquiva el auto y frena de golpe el Tomasito se le escapa de los brazos ella apenas un moretón en la rodilla y el nene muerto antes de llegar al hospital. 11


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Artesanos afromestizos en Córdoba (siglo XIX) Marcos Carrizo

“Como en estos lugares por la preocupación radical de que el oicio mecánico envilece a las personas que lo ejercen, se halla vinculada la artesanía en la gente de condición vil, de esclavos, negros, mulatos y zambos, es de ordinario, escasa, cara y defectuosa y lejos de progresar con el aumento de la población, se conserva obstruida y en la decadencia más lamentable.” *

Introducción En el presente trabajo se pretende analizar algunos aspectos ligados a los afrodescendientes y el mundo del trabajo en Córdoba durante el siglo XIX en particular sobre el trabajo artesanal en la ciudad de Córdoba. Una mirada de algunas fuentes primarias como el Censo Provincial de 1840, el Censo de la ciudad capital de 1832 y documentos de las secciones “Crimen” y “Gobierno” del Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, nos permitirán constatar la presencia vital y numerosa de afrodescendientes ligados al sistema productivo cordobés y al mundo del trabajo. Si el espacio urbano americano durante los períodos colonial e independiente fue un ámbito específico de desarrollo de la población afroamericana donde milla res de esclavos africanos y afroamericanos vivían, trabajaban y morían, nuestra ciudad no fue una excepción a esa regla. Para mediados de la primera mitad del siglo XIX la ciudad de Córdoba presentaba desde el punto de vista socio-étnico características similares a otros espacios del in-

terior de la Confederación Argentina pues contaba con una importante presencia de población afroamericana .Los esclavizados afromestizos, los manumitidos y libertos eran utilizados como mano de obra forzada, alquilados por un salario o jornal, o en otras modalidades de explotación , y tenían un papel preponderante en actividades específicas como el servicio doméstico, la venta ambulante y fundamentalmente (como veremos) en el artesanado. Con origen en los instantes mismo de la fundación de la ciudad, las actividades artesanales cobrarían con el tiempo gran importancia. Se destacaban en particular las relacionadas al trabajo del cuero, la madera y los metales. En las primeras décadas del siglo XIX, los gobiernos revolucionarios que necesitaron producir pólvora y armas blancas recurrieron a la capacidad del trabajo artesanal que encerraba la sociedad cordobesa. Por ejemplo la primera fábrica de pólvora que tuvo el país fue localizada en la ciudad y otra que producía armas blancas fue instalada en la ex estancia jesuítica de Caroya. Además, en todo el período de las guerras de independencia (hasta 1820) Córdoba proveyó gran cantidad de ponchos y calzado para los distintos ejércitos revolucionarios que se organizaron. En una sociedad cuyos sectores domi les. El investigador Hugo Moyano señala: “A los esclavos en Córdoba se los ocupó en el servicio doméstico, en las tareas de campo y en la producción de mercaderías para la venta. Estos últimos se valorizaron más por sus conocimientos y habilidades 13


en cualquiera de los oficios, oscilando los precios según la edad, el sexo, el estado de salud y la capacidad profesional. La venta de esclavos calificados era un negocio fructífero que dejaba al propietario buenos dividendos, recuperando el dinero invertido en un plazo de 3 a 5 años”.

Tanto Hugo Moyano como el norteamericano Robert Turkovic coinciden en señalar el peso numérico de los llamados pardos libres en el artesanado, en particular en algunos gremios como el de zapateros, carpinteros y sastres (Moyano 1984;Turkovic, 1998). Como producto del desarrollo de las distintas actividades, algunos pardos libres habían podido consolidar con el tiempo una posición económica algo mas holgada que la mayoría de los artesanos: “...así formaron el embrión de una pequeña burguesía artesanal, integrada por los españoles y por una gradación de las castas: los pardos libres. La importancia social de este último grupo merece, por su magnitud, relevancia y empuje, serios estudios de investigación. Digamos, por ahora, que su trascendencia comienza probablemente, desde antes de la creación de las corpo* Citado en Cabrera, Pablo. 1945. Cultura y Beneficencia en Córdoba. tomo II, pp.329, 330. Córdoba. Carrizo, Marcos. 2011. Córdoba Morena (1830-1880), Cooperativa de la Facultad de Ciencias Económicas, UNC, Córdoba. Arcondo, Aníbal. 1983. Notas para el Trabajo compulsivo en Córdoba. Córdoba, 1983. Frigerio, José Oscar. 2007. Modalidades de los esclavos alquilados o jornalizados. Aproximaciones al caso de Córdoba, Actas de las VI Jornadas de Historia de Córdoba, Junta Provincial de Historia de Córdoba. Moyano, Hugo. 1986. La organización de los gremios en Córdoba. Sociedad artesanal y producción artesanal 1810- 1820. Centro de Estudios Históricos, Córdoba, pp. 112-127. Ibid, p. 88.

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raciones y se continúa en el tiempo”.

Un análisis del Censo de 1832 nos sugiere la continuidad y permanencia de afromestizos en las actividades artesanales, en particular si se realiza un análisis cuantitativo. Categorías utilizadas por los censistas que brindan indicios de un probable origen afro, como por ejemplo: negro libre, esclavo, liberto, pardo, pardo libre, pardo liberto, pardo esclavo . Por otra parte el profesor Aníbal Arcondo también había realizado un análisis del mencionado censo. De acuerdo a los registros censales y a las conclusiones de los estudiosos del tema se puede inferir el notable porcentaje de zapateros afros (85 %, 215 de los 253 individuos registrados) . Por lo tanto una década después de 1820, los zapateros de Córdoba seguían siendo mayoritariamente afromestizos y esto se correspondía con el alto porcentaje de población de castas que había en la ciudad capital por aquellos tiempos. La otra gran actividad artesanal de la época fue la de carpintero. Según se desprende del censo, entre los carpinteros, las castas afromestizas también eran mayoría. Otra actividad de peso en el artesanado corresponde al trabajo de sastre. En el caso de esta actividad, he podido rastrear la presencia de 98 sastres, de los cuales 85 fueron censados como afromestizos (87% del total). Otra profesión importante, pero que tenía menos peso numérico, era la de los sombrereros, otra de las actividades artesanales donde se hubieron de desempeñar los afromestizos. Como algunas profesiones ya señaladas, parece haber una cierta localización espacial de los sombrereros de Córdoba, en particular, son mayoría en el cuartel Nº 2 correspondiente a la zona que abarcaba las calles Constitución (actual Deán Funes), Ancha (actual Gene-


ral Paz- Vélez Sarsfield), Marte (actual Bolívar- Jujuy) y la zona de Quintas al norte. En el caso de los lomilleros, plateros y herreros, parece haber una distribución algo más proporcionada entre los afromestizos y los artesanos blancos (registrados como “nobles” o “españoles”). De todas maneras el número de artesanos abocados a estas actividades era sensiblemente menor a la de los zapateros, sastres o carpinteros (de un total de 37 lomilleros, 20 fueron registrados como afromestizos). Entre los herreros, solo se registraron 21; de ellos, 10 corresponden a la categoría “pardos libres”. Los cambios ocurridos en las Guerras de Independencia y las Guerras Civiles con la desestructuración del sistema de la economía regional habrían de relegar al otrora poderoso sector artesanal cordobés a una expresión menor luego de la década de 1810-20. No obstante para nuestro período, aún permanece un estrato significativo de artesanos cordobeses y como se sugiere los afromestizos bidem, p.131.UNC, Córdoba. No pretendo tomar estas categorías como una totalidad epistémica, sino como construidas socialmente en un tiempo y espacio colonial entrecruzado por el llamado Régimen de Castas colonial, donde la “incertidumbre fenotípica” complica los distintos análisis que podamos realizar sobre una determinada realidad social. Ver Guzmán, Florencia. “Perfomatividad social de las (sub)categorías coloniales. Mulatos, pardos, mestizos y criollos en tiempos de cambios, guerra y política en el interior de la Argentina”. En Guzman, Florencia y Geler, Lea. 2013. Cartografías afrolatinoamericanas. Perspectivas situadas para análisis transfronterizos. Editorial Biblos, Buenos Aires. Arcondo, Aníbal. 1992. El censo de la Provincia de Córdoba de 1832, Serie material de trabajo, Instituto de Economía y Finanzas, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Córdoba. pp. 32-33.

eran mayoritarios en algunas actividades artesanales destacándose el caso de zapateros, carpinteros, sombrereros y sastres. Artesanos afromestizos en el Censo de 1840 En 1840 se llevó a cabo otro censo en la provincia de Córdoba; en esta fuente nuevamente se registra una importante porción de trabajadores afromestizos ligados a las tareas artesanales; por ejemplo en los gremios de zapateros, sastres, carpinteros y sombrereros. Luego del censo de 1840, comienza a manifestarse cierto “silencio” de las fuentes sobre la condición jurídica o étnica de los individuos. Como sugieren las fuentes los artesanos afromestizos, tenían una importante presencia en Córdoba, y su aparente desaparición tiene mucho que ver con la forma de registrar a la población. Pero no sólo en los censos se encuentran registrados los artesanos. En otras fuentes, como los archivos de la sección Crimen y los registros de escribanos se señala la presencia de artesanos afromestizos (Carrizo, 2011). De los datos expuestos se desprende que existía una correlación entre condición jurídica, condición étnica y actividad laboral, y como vimos, sobre todo en estas actividades manuales que eran despreciadas por los sectores dominantes (Harris, 1973). Durante el gobierno de Manuel López (1835-1852) se continuó reclutando sis temáticamente contingentes para los cuerpos de milicias y las fuerzas regulares como había sido habitual durante el período colonial e Independiente (Andrews, 1989; Carrizo, 2011; Meisel, 2002). Es importante señalar también la presencia de los grupos afromestizos en 15


las fuerzas militares del período que nos ocupa y su continuidad en el tiempo por ejemplo participando en las fuerzas policiales que se van a conformar en Córdoba hacia fines del siglo XIX. Temáticas que aún no han sido abordadas por los especialistas desde el punto de vista de los trabajadores y su condición étnica. Cambios y continuidades La relación entre categoría étnica y estructura laboral seguramente estuvo sujeta a algunos cambios hacia mediados y finales del siglo XIX por las transformaciones operadas en la ciudad capital con la llegada del ferrocarril (1870) y la modernización; un arribo cada vez más numeroso de nuevos migrantes internos y aún de trabajadores extranjeros; perono se puede inferir de estos procesos un cambio estructural en cuanto a la composición étnica del artesanado cordobés. Si analizamos los datos del Primer Censo Nacional (1869), vemos que registra 1.067 zapateros en la ciudad de Córdoba, entre maestros, oficiales y aprendices; no obstante, no se registraron datos que refirieran a una categoría étnica o condición jurídica. Por el contrario, las categorías utilizadas fueron “nacionales” o “extranjeros” ., siendo la proporción de estos últimos muy pequeña y no habiendo otra migración importante que cambiara el panorama étnico de los cordobeses, no hay motivo real para creer de que alguna manera los artesanos afromestizos estaban desapareciendo, excepto la siempre mencionada (y nunca comprobada) hipótesis de que las levas en masa para los ejércitos de las guerras civiles o la del Paraguay habrían disminuido el número de A.H.P.C., Censo 1840, tomo 299, folios 43 recto al 60 vuelto.

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afrocordobeses. En 1858, el gobierno aún estaba preocupado por la reglamentación y organización que debían poseer los gremios, por la calidad y el precio de los productos. Para ello, se ordenó nuevamente el agrupamiento de los artesanos en gremios, lo cual nos habla de su importancia en la estructura productiva de Córdoba . Hacia finales de la década de 1870 comenzaron a operarse cambios en el proceso productivo de algunas actividades artesanales, siendo los más significativos los que se operaban entre los zapateros. En su estudio de los sectores populares en Córdoba, el investigador Luiz Felipe Viel Moreira, ha señalado el caso particular de los zapateros cordobeses. Según este autor la organización gremial de los artesanos estaba retrocediendo para dar paso al sistema fabril. Además de la presencia de fábricas, como la de la empresa Farga (fundada en 1881), que indicaba cambios en la propiedad de los medios de producción, surgían otras actividades específicas como alpargateros, aparadores y cortadores, siendo las mujeres la mayoría de las aparadoras. Los patrones de asentamiento de los zapateros en la zona del Abrojal y Pueblo Nuevo nos indican de la permanencia de un sustrato afromestizo importante. Si bien los talleres y las fábricas se mantuvieron en la seccional primera, los zapateros de castas debieron radicarse en una de las zonas marginales que poseía la ciudad en aquellos tiempos. Las actividades artesanales aún resistían, protegidas por el acceso a un mercado local y regional, y los altos costos de los transportes; pero con la llegada del ferrocarril en 1870 comenzó el principio del fin para muchas actividades artesanales, que comenzaron a desaparecer, como el oficio de platero, aunque otras como la de los zapateros se mantuvieron en plena actividad.


Los cambios operados guardan relación con la lenta conformación de un mercado capitalista mundial, encabezado por Gran Bretaña, y la consecuente especialización de la zona rioplatense como productora de productos agropecuarios. No obstante lo anterior, para 1880 y aún más avanzado el siglo XIX, las producciones de tipo industrial de Córdoba se encontraban en transición entre las etapas artesanal y manufacturera, como ha observado Waldo, Ansaldi En su investigación sobre la industria en Córdoba, y a pesar del silenci de las fuentes censales sobre las categorías étnicas, Waldo Ansaldi, señaló la presencia de afromestizos en las zonas marginales de la ciudad para finales del siglo XIX, como los zapateros del Abrojal o Pueblo Nuevo: “El espacio marginal donde se despliega la sociabilidad de los pobres es territorio étnico de mestizos, mulatos, morenos y pardos, a los cuales se añaden algunos blancos inmigrantes. Allí se destaca el compadrito, la forma modernizada del antiguo chino suburbano, es decir, el mestizo de la ciudad”.

El fenómeno de trabajadores afromestizos no se reducía sólo a Córdoba, otras ciudades del interior e incluso en Buenos Aires para mediados y fines del siglo XIX también contaban con trabajadores de color: “Además existía, particularmente en Buenos Aires, un sector de trabajadores negros y en el interior del país diversas capas de

Viel Moreira, Luiz Felipe. 2005. Las experiencias de vida en el mundo del trabajo. Los sectores populares en el interior argentino (Córdoba, 1861 - 1914). Centro de Estudios Segreti, Córdoba. p. 243. Ver: C.LD.P., 1810 a 1870, Tomo 2º, p. 70. Viel Moreira, op. Cit. p. 245. Waldo, Ansaldi. 1994. Industria y Urbanización, Córdoba, 1880-1914. UNC. p. 137.

obreros agrícolas o artesanos insertos en industrias de tipo precapitalista, en gran medida “criollos”, es decir mestizos o indios, mezclados muchas veces con descendientes de españoles” .

Conclusiones En el presente trabajo intente señalar la presencia de grupos de artesanos afromestizos en la ciudad de Córdoba durante parte del siglo XIX y su importancia numérica en algunas actividades artesanale. A partir del trabajo con las fuentes se pudo deducir la presencia de los mismos durante la década de 1830, complicándose luego el análisis cuantitativo debido a que el Censo de 1840 no incorporó datos completos sobre ocupación laboral de los habitantes. Por otros documentos se pudo señalar que el sector artesanal cordobés dependía en gran medida de la mano de obra afromestiza ya fueran esclavizados, libres o libertos. Existen muchos datos e indicios sobre la estructura artesanal cordobesa de finales del siglo XIX pero aun adolecemos de sendos trabajos historiográficos que analicen profundamente los cambios y continuidades a las que se vio destinado este sector. Una cuestión importante es que en otro trabajo (Carrizo, 2011) he podido registrar y analizar la presencia vital de comunidades afros en Córdoba, lejos de extinguirse estas tenían un gran protagonismo en la vida económica social y cultural de la época; pero entiendo que esta problemática del trabajo artesanal y

Waldo Ansaldi. p.37. Falcón, Ricardo. 1999., “Los trabajadores y el mundo del trabajo”, en Nueva Historia Argentina, Liberalismo, estado y orden burgués (18521880). Tomo IV, Editorial Sudamericana, Buenos Aires. p. 486.

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como ya señalamos está lejos de agotarse. En Córdoba necesitamos a la brevedad investigar la transición desde el trabajo artesanal hacia la proletarización y formación de la clase obrera, el investigador Felipe Viel Moreyra (Viel Moreyra, 2005) ha trazado algunas sendas en ese sentido pero Edward Thompson parece no haber hecho escuela todavía por estos lugares.

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