El laberinto que hoy nos convoca no exige que confrontemos nuestras fuerzas
y nuestra inteligencia con el Minotauro. El reto que se nos propone es
otro: preguntar acerca de la identidad personal del fotógrafo que hoy presentamos
y, en esa investigación, percatarnos que lo personal remite, necesariamente,
a lo colectivo.
Era lógico que, en el reto, el que lo asume y enfrenta se dote de los elementos
que juzgue más idóneos. En este caso, Pedro Tzontémoc le asigna
a su cámara fotográfica y a su fruto, las fotografías, el papel de verdadero
hilo de Ariadna.