Antonio Ardón Su diseñador incondicional
Saca del baúl los vestidos que marcaron la trayectoria de la artista.
Nunca le tomé medidas porque un día de broma me dijo que eso daba mala suerte. Se lo hacía a ojo desde el principio.
L
a conocí en mis comienzos en el mundo de la moda. Una semana antes la vi en un reportaje y pensé: “¡Qué ilusión me haría vestirla algún día!”. Pero fue un pensamiento que creí que nunca se haría realidad... A los cinco o seis días me llamó su mánager proponiéndome que le hiciera unos diseños. Quedamos para comer en Chipiona. Cuando la vi me dejó impresionado, ¡se me nubló hasta la vista! Pensé que mis diseños no le habían entusiasmado pero aun así, llegué a mi taller con-
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tento de haberla conocido. Por la tarde me llamó desde el aeropuerto y me dijo: “¡Niño, hazme los diez que me has traído!”. Así empezamos una amistad preciosa hasta el día en que se fue… Es más, los vestidos de la última gala que hizo, la de Fin de Año, eran míos. Entre esos primeros vestidos estaba el que le hice para el Pregón de Cádiz, de tafetán negro, que tuvo muchísimo éxito y luego se lo puso en otros actos. Lo tengo en mi taller;
El primer vestido que le hice.
me lo dio para que se lo copiara en rojo y en blanco y le pedí quedarme con ése de recuerdo. Todavía tiene las señales de maquillaje, lo conservo intacto. De entre todos los vestidos que le diseñé, destacaría el vestuario de “Paloma Brava”, que me hizo especial ilusión, fue todo en blanco. Siempre me inspiré en ella misma, en su forma de cantar y de moverse. Nunca le tomé medidas porque un día de broma me dijo que eso daba mala suerte. Se lo hacía a ojo desde el principio.