Reciclaje de edificaciones en contextos patrimoniales

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XIX y comienzos del XX. El complejo está compuesto por una gran cantidad de edificios muy disímiles, entre fábricas, conventos, una cárcel y una casa de hacienda, entre otros, que fueron integrados en 1949 y adaptados para las distintas facultades, complementadas con nuevos y modernos edificios como resultado de un plan de expansión bastante ambicioso.

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En la ciudad de Bogotá hay una gran cantidad de intervenciones de reciclaje, que no han sido del todo clasificadas como tales. Una construcción moderna muy interesante, el Edificio Vengoechea de 1939, uno de los primeros edificios de apartamentos verdaderamente modernos en el centro de Bogotá, declarado bien de interés cultural, fue integrado a la ampliación de la Biblioteca Luis Ángel Arango en los 90, y hoy es ocupado por oficinas del Banco de la República. De otro modo, los antiguos talleres de la Volkswagen, construidos en la década de 1950 frente a la calle 26 por el arquitecto italiano Bruno Violi, habían sido abandonados cuando la empresa se trasladó, pero, en lugar de ser derribados, fueron adaptados en los años setenta como supermercado por Dicken Castro. En la capital antioqueña el arquitecto Laureano Forero llevó a cabo un par de reconversiones a comienzos de los 80, en estructuras diversas, pero destinadas ambas a centros comerciales. Una es el antiguo Seminario Conciliar de Villanueva, original de Giovanni Buscaglione, ubicado a espaldas de la Cate-

dral de Medellín, que había sufrido un recorte por la ampliación de la Avenida Oriental y se hallaba prácticamente abandonado. Por fortuna fue adaptado para la actividad comercial, de uso público, conservando la parte frontal, los patios y espacialidad de la histórica edificación republicana, complementada por una ampliación contemporánea que sigue las líneas generales y utiliza también el ladrillo en el área que había sido demolida. En la misma época, Forero interviene también una antigua fábrica para el centro comercial Almacentro, reciclando el volumen industrial caracterizado por la cubierta ‘dentada’, con la adición de una nueva torre de oficinas. En el barrio de La Candelaria en Bogotá, existen otras obras que muchas veces ni siquiera intuimos, realizadas con el espíritu del reúso. El espacio tras el conocido Camarín del Carmen, en la calle 9 con carrera 5, que no es otra cosa que el ábside de la antigua capilla de la comunidad de las Carmelitas y que fue preservado a pesar de la construcción en los años 30 del Colegio Salesiano León XIII, pasó de ser una especie de galpón que se utilizaba para usos deportivos de los estudiantes, a convertirse luego, en 1985, en el Teatro Camarín del Carmen. Así mismo, la Casa Medina en la carrera 7 con calle 70, obra del arquitecto Santiago Medina, construida con materiales tradicionales en 1942 y por lo tanto bastante apar-


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