Bogotá fílmica

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CINE Y PATRIMONIO_

por Alberto Aguirre, uno de los críticos más agudos y fundamentados del país, aunque con una labor muy discontinua; o como la revista Ojo al cine (párr. 8). En Bogotá también se promovió este debate desde los Cuadernos de cine, de Jorge Nieto. Sin embargo, esta publicación no logró tener la contundencia de Ojo al cine y el Grupo de Cali liderado por Andrés Caicedo, ni el aporte de la antioqueña Cuadro. Es en este período cuando toman distancia las aproximaciones particulares sobre cinematografía generadas en Bogotá, Medellín y Cali, las cuales se profundizarían en los años posteriores. La fuerza categórica que en 1974 le impuso Ojo al cine al tema de la crítica desde Cali, si bien tuvo contrapeso en Bogotá y Medellín, más que debate lo que generó fue complementariedad. “A diferencia de las posiciones categóricas de Ojo al Cine, los Cuadernos pretendían proporcionar material de análisis para el lector y dejarlo en libertad de hacer sus elecciones” (Zuluaga, 2005, p. 39). Nieto venía de trabajar como columnista diario de El Tiempo cuando en 1975 lanzó los Cuadernos; esa experiencia lo sitúa más del lado del expositor que de quien busca la defensa de una posición como en el caso de Caicedo. Para Martínez Pardo (1978) fueron importantes estas dos revistas pues avivaron la discusión intelectual, aunque agudizaron una cierta separación: Su identidad o personalidad radica en la forma explosiva, estimulante a la discusión, como organiza el material informativo. Las dos han abierto sus páginas a críticos nuevos, con ideas nuevas, que sin lugar a dudas traerán un aporte a la reflexión sobre el cine. Hay que lamentar que las dos revistas no se hayan encontrado. Cada una trabaja como si no existiera la otra (p. 48).

En Medellín, Orlando Mora y Alberto Aguirre lideraron todo el tema de crítica cinematográfica y, después de Cuadro, siguieron estando presentes en este ámbito a través de sus columnas en periódicos como El Colombiano y El Mundo. Esta constancia también influyó en años posteriores a que el tema en Bogotá fuera perdiendo protagonismo, pues muchas de las figuras que florecieron en esa época de posiciones férreas, no continuaron. En el ambiente de los periódicos el tema del cine siguió siendo habitual, pero fueron una serie de nuevas revistas de índole política que propendían por ideales en su mayoría liberales, las que incluyeron en sus páginas temas de cine, tales como Nueva Frontera, Guión, Consigna o Manifiesto. Acota Zuluaga (2005) que “eran sobre todo los periodistas, provenientes de las facultades de comunicación social de las universidades, o los cinéfilos de todas las procedencias, quienes remozarán los equipos de redacción” (p. 37). Esta época ideológica en contenido haría pensar en un futuro de la crítica más consolidado, pero en el caso bogotano las plumas forjadas en esta etapa se diluyeron, lo cual no sucedió en Medellín y Cali. De aquellos días, el único exponente que aún publica y quien participó en la revista Guión, es Mauricio Laurens. Martínez Pardo (1978) destaca de aquella época el aporte de la única mujer figura en este campo, la cartagenera Margarita de la Vega Hurtado, quien para 1973 ya había sido columnista en El Tiempo y El Espectador4. “Su 4 Fundadora en 1960 del Cineclub de la Universidad de Cartagena. Colaboradora del Magazín Dominical de El Espectador y de la página de cine de El País de Cali, escribió sobre cine igualmente en El Siglo y El Tiempo. Hizo crónicas sobre cine en directo para el Noticiero Nacional de Arturo Abella, y muy especialmente sobre cine colombiano. Estuvo vinculada igualmente al Cineclub de Cali antes de la era Caicedo y Caliwood, y al Cineclub de Colombia


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