Artesanos de Toquihua y alrededores

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pregunté lo mismo a un negociante que cómo se podía hacer un chamanto que me habían mandado hacer, y entonces ellos me dijeron cómo lo hiciera y todo”.77 Para las artesanas el valor estético de sus textiles está puesto en la combinación de colores y en la fineza del tejido, devenida de un hilado fino. Ellas se esfuerzan por conseguir esta calidad ya que el cliente busca y paga más por un textil fino y liviano. Lograr que la lana se transforme en un delgado hilo requiere de mucha destreza y las artesanas lo reconocen. Cuando se les pregunta por sus tejidos y los de sus pares señalan que la diferencia está en el hilado: “Sí… sí, porque hay personas que hilan más fino, otras más grueso, yo no… no me queda fino. Mi hermana hacía unos más finitos, yo no los hago tan finitos”.78 Estéticamente, desde el punto de vista de las artesanas, es más bello el textil delgado, “el tejido

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era más bonito igual más finito”.79 La tejedora más ampliamente reconocida entre las mismas artesanas por su fineza en el hilado y el tejido es Hardy Ojeda. “Hay una niña que teje más finito… la Hardy… parece hilo de coser, delgadito…”80; “es que comparado con lo que hace, lo que hila la Hardy y todo. ¡El mío yo lo encuentro grueso! Es que ella hila finito. Después con el tejido, igual no me quedan gruesos, pero yo, comparado con los de la Hardy…”.81 De las artesanas que culturalmente están ligadas a Toquihua, las únicas que actualmente viven en ese sector rural son (activas e inactivas) María Modesta González (1942), Elvira Ortiz (1948) y María Ortiz (1964). Las demás se movilizaron a San Carlos y otros sectores rurales en las cercanías de la ciudad. Generalmente, las hijas de artesanas emigran al casarse y mientras más grande sea la ciudad de destino, más se desligan de su herencia familiar.


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