Serra Grossa completo castellano

PARADA 1. La Sangueta.

Nuestro primer punto se sitúa en la parada del tram de la Sangueta. Este enclave pertenece a la sierra de Santa Ana o del Molinet, el bloque más pequeño de la Serra Grossa. En esta parada vamos a diferenciar dos puntos de observación, A y B. Comenzamos en el punto A, justo en el andén del tram en sentido a Alicante, con el objetivo de observar la pared frontal. Esta pared fue tallada de forma artificial para albergar una Refinería de petróleo que funcionó desde 1875 hasta 1966. Como curiosidad, decir que las instalaciones fueron ampliadas después de la Guerra Civil, creando en el interior de la sierra, grandes depósitos de crudo que hoy en día, aunque vacíos, siguen existiendo (ampliar información en Alicante vivo).

Ahora la pared está desnuda y expuesta a nuestros ojos, resaltando de forma excepcional tanto los estratos de calcarenitas como la red de fracturas que los afectan.

Desde el Burdigaliense hasta el Serravalliense (aproximadamente 18-10 m.a.) la zona debió ser una cuenca de sedimentación alargada y muy activa. La bibliografía relaciona la formación de esta cuenca con la actividad de la Falla de Crevillente, quizás el accidente tectónico de mayor envergadura que existe en nuestra provincia (Estévez et al. 2004). Esta falla es una falla de desagarre, con importante movimiento en la horizontal, que al romper y estirar, creó una depresión o cuenca, llamada técnicamente, cuenca de pull-apart. La cuenca fue rellenándose de sedimentos marinos en varios episodios sucesivos.

Posteriormente, ya durante el Mioceno superior (Tortoniense), comenzó una actividad principalmente compresiva que ha ido levantando, plegando y fracturando los materiales hasta la actualidad.

Las fracturas que observamos forman una red tupida de fallas normales de pequeño salto que a veces se cruzan entre sí (son las fallas principales y sus conjugadas). Las fallas normales se producen porque la compresión no es continua en el tiempo y cuando cesa, el macizo fracturado se relaja, produciendo los desplazamientos que observamos. Se puede seguir la traza y el orden de formación de las fallas en la pared y también se podría calcular el desplazamiento que suponen todas juntas y cuánto se ha “estirado” el macizo. Por todo ello constituye un afloramiento de alto valor didáctico (Gambín et al., 2003).

Además de las fallas es interesante observar los estratos. En esta pared vemos una alternancia de calcarenitas amarillas más o menos gruesas y más o menos sobresalientes de la pared, ricas en algas rojas, fragmentos de briozoos, restos variados de conchas (moluscos, equinodermos, dientes de peces) y glauconita.

Si seguimos los estratos con la mirada, vemos que algunos se acuñan y desaparecen. En la parte inferior de la pared este fenómeno forma una superficie inclinada que parece bastante continua.

Para terminar de realizar la observación de esta estructura nos desplazaremos hasta el punto B. Salimos del andén a través de un túnel amplio y unos 80m más allá, llegamos a una explanada grande llamada “la Cantera”. Desde aquí podemos contemplar con mayor perspectiva toda la pared. La superficie inclinada se puede seguir a través de todo el acantilado, así como la red de fracturas. Esta superficie se denomina “onlap” y es un tipo de discontinuidad estratigráfica que separa dos episodios de sedimentación diferentes de forma que los estratos de la unidad superior se van acuñando sobre un relieve previo a medida que sube el nivel del mar. (Pina y Cano, 2004).

Por último, queremos señalar que de esta y otras canteras de la Sierra se obtenía la llamada “piedra de San Julián” de la cual están hechos edificios emblemáticos como el Ayuntamiento o la Concatedral. Sin embargo la explotación ha creado todos estos escarpes que aumentan la inestabilidad natural del macizo y constituyen un riesgo geológico importante (Gambín et al., 2003).

PARADA 2. Plano de falla.

Para completar nuestras observaciones sobre los diferentes tipos de fallas en el macizo de Serra Grossa nos dirigimos hacia la parada 2. Desde la Cantera cruzamos a la acera contraria de la avenida de Villajoyosa y tomamos en dirección playa de La Albufereta (norte), caminando alrededor de un kilómetro hasta llegar a una desviación hacia la derecha que cruza sobre las vías del tram. Andando un poco más por esta carretera que baja hacia los espigones costeros, vemos a mano izquierda y al otro lado de las vías, una pared estriada que es el objetivo de esta parada.

Esta pared es uno de los planos de falla que cortan y limitan los materiales del Mioceno Medio de Serra Grossa, dando lugar a todo el acantilado costero (Pina y Cano, 2004), de unos 160 m de altura.

La exposición excepcional del plano nos permite analizarlo.

Es aproximadamente vertical y de trazado algo ondulante. La fricción ha pulido la superficie hasta el punto que casi no se distingue la estratificación. Es lo que se denomina un espejo de falla. El rasgo más llamativo del plano son las estrías inclinadas unos 45º en el propio plano y hacia la derecha. Estas bandas nos indican, como si fueran arañazos, la dirección del último movimiento del bloque levantado, hacia el oeste, mientras que el bloque hundido, ha quedado bajo el mar.

Además las pequeñas grietas de tensión paralelas entre sí, que vemos a la derecha del plano y transversales a éste, son debidas al desgarre de los materiales al desplazarse.

El plano es grande y puede seguirse por la carretera hacia Alicante (Sur), aunque en dicha dirección, justo encima de la boca del nuevo túnel del tram, gira hacia el SW. Esta falla es diferente y de mayor envergadura que la red de fallas observada en la parada 1. Lo primero es la dirección, claramente paralela a la costa actual, lo segundo el salto de más de 160 m. Esto nos hace pensar que la sierra está limitada por fallas como la nuestra, de dirección NE-SW que provienen de la actividad de la falla de desgarre de Crevillente.

Raramente puede observarse a simple vista un espejo de falla en medio de una ciudad. Sin embargo en este caso y curiosamente, gracias a la acción antrópica podemos contemplarlo. Se sabe que Serra Grossa es aún tectónicamente activa, de modo que cualquier temblor o pequeño sismo en la zona afectaría de forma dramática a la estabilidad de los acantilados.

PARADA 3. Dunas rampantes.

Seguimos nuestra ruta por la carretera que nos baja hacia el edificio Albahía. Nos metemos por detrás del mismo y vamos subiendo de nuevo hacia la avenida de Villajoyosa. Por el camino podemos observar las medidas que son necesarias para proteger todas estas edificaciones de los posibles desprendimientos. A mitad de subida y junto a un túnel del tram, vemos una masa de areniscas rojizas que son ya totalmente diferentes de las calcarenitas amarillas del macizo principal. Subimos hasta la Avenida de Villa Joyosa y la cruzamos. Siguiendo por esta acera hacia La Albufereta, hallaremos un solar utilizado como parking, entre la urbanización “Monte y Mar” y el edificio “Mariola”. Aquí volvemos a encontrar esas mismas areniscas que son el objeto de la parada. Las coordenadas son: N 38° 21'44.0”/W 00° 26'57.9”.

La bibliografía describe estos depósitos como eolianitas formadas por dunas rampantes adosadas a la Serra Grossa durante el Cuaternario Tirreniense (0,1 ma) (Gambín et al., 2003). Pero vayamos por partes: Las dunas son estructuras formadas por depósitos de partículas de tamaño arena transportadas por el viento, al encontrarse éste con un obstáculo. Estos depósitos están internamente ordenados en láminas inclinadas hacia sotavento, lo que nos indica la dirección del viento en el tiempo en el que se acumularon. El cambio en la dirección de las laminaciones en la duna fósil significa, por tanto, que durante el depósito se produjeron continuas variaciones en la dirección del viento, originando el aspecto general que observamos en este talud.

Después de la sedimentación de las partículas arenosas, los procesos de compactación y cementación las transforman en areniscas. Estas areniscas de origen eólico reciben el nombre de eolianitas. En nuestro caso, este proceso de litificación o formación de la arenisca no ocurrió debajo del mar sino como consecuencia del agua de lluvia infiltrada en el subsuelo cargada de carbonato cálcico. Estas aguas meteóricas carbonatadas provocan la cementación de las partículas.

Ya no es una estructura dinámica sino estática: una eolianita.

Por otro lado, el término “rampante”, alude a la escalada o ascenso de las dunas por una pared, en este caso la ladera de la Serra Grossa. Es decir, que las dunas se debieron desplazar hasta encontrar la pared del acantilado y fueron ascendiendo hasta su posición actual. A medida que las dunas “trepaban” por la ladera del acantilado, los desprendimientos de su pared dejaron caer bloques de calcarenita que observamos incluidos y como flotando en su interior. Sobre las eolianitas se observan materiales de ladera que fueron cubriendo el depósito eólico tras el cese de su actividad, (Pina y Cano, 2004).

Si miramos alrededor cabe preguntarnos ¿de dónde proceden las arenas que formaron estas dunas?

Esta arena debe proceder del fondo del mar ya que contiene trocitos de conchas. En la última glaciación bajó el nivel del mar más de 80 m. dejando al descubierto los fondos arenosos de la plataforma continental de la bahía de Alicante. En las glaciaciones el clima se hace más seco y ventoso. Este cambio climático movilizaría la arena, formando dunas en toda la zona costera y provocando que parte de los depósitos llegaran a ascender sobre la ladera de San Julián. Este proceso continuó hasta la subida de la temperatura del planeta que fundió el hielo, y los fondos arenosos fueron cubiertos (Geolodía 2010).

Estos depósitos tan curiosos no son los únicos de la provincia, en la ladera del acantilado del Albir los encontramos mucho más extensos y mejor conservados y son considerados un tesoro patrimonial conocido a nivel internacional (Geolodía 2008). Las dunas rampantes de Serra Grossa están, sin embargo, en claro peligro de desaparición ya que solo quedan algunos retazos entre las construcciones humanas.