Cabo de la Huerta castellano

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PARADA 4. Discordancia angular. El principal objetivo geológico de esta parada es la espectacular discordancia angular situada al pie del Faro del Cabo de la Huerta y los estratos que la conforman. Para llegar hasta aquí hemos cogido el autobús nº 22 desde la parada anterior, hasta la playa de San Juan y desde allí hemos andado por la playa en dirección sur hasta llegar al Faro. En el punto de observación nuestras coordenadas son 38°21’15.7”N / 0°24’16.7”O. Nos situamos de espaldas al mar, dejando la playa de San Juan a la derecha y el Cabo de la Huerta a la izquierda, de tal manera que vemos unas casitas blancas arriba a la derecha. Una vez aquí, podemos apreciar la discordancia angular. Una discordancia angular es una superficie de separación entre dos series estratigráficas, entre las cuales se ha desarrollado una fase de plegamiento. En nuestro caso, la discontinuidad separa una serie inclinada de estratos del Tortoniense superior (8 m.a.), de una terraza marina horizontal formada durante el Tirreniense (0,1 m.a.), existiendo entre ambos conjuntos un vacío temporal de 7.9 m.a., Alfaro et al. (2003). Los materiales plegados del Tortoniense superior son estratos de calcarenitas amarillas con fósiles marinos de briozoos ramosos, erizos irregulares completos, bivalvos fragmentados, etc, lo que nos indica que estos materiales se depositaron en una plataforma marina somera, que fue haciéndose más profunda (Gianetti et al. 2018). Como consecuencia de los últimos episodios de aproximación de la Placa Africana y la Placa Euroasiática, estos estratos del Tortoniense, sufrieron una deformación dúctil, plegándose 30° hacia el norte y formando el flanco sur del sinclinal de San Juan. Desde entonces no hubo sedimentación debido a la elevación de los materiales al plegarse y sí una progresiva erosión, Alfaro et al. (2003) Más tarde, durante el Tirreniense tuvo lugar una última transgresión marina y la zona quedó de nuevo bajo la influencia litoral. La nueva sedimentación horizontal se caracteriza por el depósito de tres unidades de diferentes materiales. Los primeros son areniscas y microconglomerados de playa con laminación inclinada hacia el mar que, en su parte superior, muestra una gran cantidad de fósiles de invertebrados marinos similares a los que podemos encontrar en la actualidad (Gianetti et al. 2018). Después se depositaron limos con gasterópodos continentales y, sobre ellos, arenas eólicas débilmente cementadas llamadas eolianitas, que presentan una estratificación cruzada ligeramente borrada por bioturbaciones debidas a raíces. Estas dos últimas unidades son ya continentales, indicando que el nivel del mar comenzó a bajar, lo que puede relacionarse con el comienzo de la fase de glaciación que siguió al Tirreniense (Gianetti et al. 2018). Uno de los aspectos más interesantes de esta parada radica precisamente en los fósiles, son de fauna muy mezclada. El ejemplo más llamativo lo constituye la coexistencia de abundantes fragmentos de algas rojas, corales y vermétidos. Las algas rojas y los corales provienen de diferentes lugares del ambiente submareal, mientras que los vermétidos se desarrollan en zonas donde rompe el oleaje. Su presencia conjunta implicaría algún evento de gran energía, como una tormenta, que los arrastró y mezcló, sedimentándolos juntos sobre la parte alta de la playa, (Gianetti et al. 2018). La discordancia sirve como punto para comparar dos paleoambientes litorales muy diferentes y para reflexionar sobre la escala de los procesos geológicos, por lo que se considera que este punto es de gran importancia educativa, científica y patrimonial.


PARADA 5. Geomorfología. Desde la parada anterior continuamos unos 100m. por la costa en dirección SE (Alicante), hasta alcanzar el extremo del cabo, justo debajo del Faro (coordenadas 38º21´10.48´´N/ 0º24´11.90´´W). En esta parada nos situamos en una amplia explanada desde donde vamos a observar los elementos geomorfológicos ocasionados por la acción del mar. Lo primero que resalta, es que aquí, los estratos inclinados de calcarenitas Tortonienses están completamente erosionados, formando una superficie de suave pendiente conocida como plataforma de abrasión. Esta plataforma tiene dos bordes costeros diferentes Por un lado está el borde costero que tiene una morfología aserrada, con entrantes y salientes, controlada por la composición de los estratos. Aunque en principio todos son calcarenitas, en detalle podemos observar que algunos niveles tienen un tamaño de grano más grueso y duro por lo que resisten mejor el oleaje. Los entrantes corresponden, sin embargo, a los materiales más blandos y por tanto, fácilmente erosionables, creando pequeñas playas rectangulares entre los niveles duros (Alfaro et al., 2003). Por otro lado, a partir del cabo hacia el W, la costa se dispone paralela a la estratificación y por tanto las formas erosivas cambian, siendo más evidente la relación entre la plataforma de abrasión y el microacantilado. Aquí observamos socavaduras debidas a la acción continuada de las olas. Éstas van aumentando la profundidad hasta que las rocas del acantilado se desploman produciendo su retroceso. Con el tiempo se desarrolla una plataforma de abrasión. Si observamos con detenimiento podemos distinguir socavaduras y plataformas situadas a diferentes niveles. Este fenómeno nos indica que el nivel del mar ha ido cambiando a lo largo del tiempo, o bien que la costa se ha elevado (Alfaro et al., 2003). También encontramos formas ocasionadas por meteorización kárstica. Sobre zonas planas y horizontales, principalmente en la plataforma de abrasión es corriente observar pequeñas depresiones circulares denominadas Kamenitzas o microdolinas. Su formación se relaciona con la acumulación duradera de agua en zonas con escasa pendiente (Perica & Marjanac, 2004). Además en todo el borde de la rompiente (zona intermareal) observamos lapiaces, muy desarrollados gracias a la presencia de organismos que viven pegados a la roca (cianobacterias, algas, lapas, bígaros) y que contribuyen a aumentar la disolución ya que acidifican el medio. (Alfaro et al., 2003). También en esta franja se desarrollan pequeños arrecifes consecuencia de la asociación entre un alga calcárea y pequeños gasterópodos coloniales llamados Vermétidos (género Dendropoma), que viven fijos al fondo. Estos arrecifes separan una pequeña laguna que queda protegida del oleaje. En ella se asienta una flora y fauna típica de ambientes resguardados lo que aumenta la biodiversidad. Los vermétidos son muy sensibles a la contaminación y están protegidos por la legislación (Fernández-Terradas, 2018). Por último, en las paredes de los acantilados también se produce la haloclastia. La calcarenita se humedece con el agua marina cuyas sales precipitan dentro de los poros de la roca, produciendo una presión capaz de disgregarla. Este proceso se ve aumentado por la acción geológica del viento. Las partículas meteorizadas que éste transporta, bombardean la superficie y la corroen. Ambos procesos generan estructuras alveolares que reciben el nombre de alveolos y taffonis (Geogyncana 2018). En todo este entorno están presentes las evidencias que explican la formación del paisaje que observamos y que es de gran belleza.


PARADA 6. Formación de calas. Para llegar a nuestra última parada continuamos caminando a lo largo de la costa del Cabo de la Huerta, desde el faro hacia Alicante. En general esta costa es bastante recta debido, como ya se describió en la parada anterior, a que coincide con la dirección de los estratos. El esquema geomorfológico plataforma de abrasión y micro-acantilado está muy desarrollado. Sin embargo, cada cierto espacio aparecen entrantes, a veces profundos, en los que se desarrollan calas más protegidas del oleaje. Nuestro objetivo en esta parada es explicar el origen de estas calas. La parada se sitúa aproximadamente a 850 m. de la anterior (coordenadas: 38º21´10.38´´N/ 0º24´46.23´´W), un poco más allá de Cala Palmera. Nos situamos en un pivote de hormigón ligeramente más elevado, con el número 21 y mirando hacia el mar. Debajo de nosotros encontramos un pequeño entrante que parece estar en formación. ¿Qué características podemos destacar que puedan explicar su origen y su posible desarrollo? Lo más evidente es que existe un mayor número de grietas (diaclasas) y fracturas (fallas) que en las zonas adyacentes. Las direcciones de las fracturas se reúnen en dos grupos de diferentes direcciones (Alfaro et al., 2003). Estas fracturas, por tanto, se cruzan entre sí y técnicamente se denominan fracturas conjugadas. Ambos grupos están asociados a la dirección principal de la compresión que ha sufrido el Cabo, por la que los estratos están inclinados, debido al acercamiento progresivo entre la placa Africana y la Euroasiática (Alfaro et al., 2003). Es por esta red de diaclasas por donde se introduce el agua del mar, que golpea sobre un material que se meteoriza más deprisa gracias a una mayor proporción de superficie expuesta. El oleaje retira y tritura el material suelto de modo que la acción erosiva es siempre algo más rápida en los pequeños entrantes. A medida que crece la cala, el oleaje en ella va perdiendo energía. Finalmente la cala se estabiliza e incluso se convierte en una zona de depósito que puede desarrollar pequeñas playas. Con el tiempo, todas las zonas con fracturas irán abriendo calas y estas calas acabarán por unirse y formar playas de mayor envergadura, quedando expuestas solamente las zonas menos fracturadas y más resistentes. Por supuesto que si la tectónica continua comprimiendo y levantando el cabo aparecerán nuevas familias de diaclasas o bien las que existen se reactivarán, facilitando aún más la labor de la erosión. La importancia de esta parada reside en que la forma de la costa viene determinada por las estructuras tectónicas: donde hay más fracturas se favorece la acción erosiva del mar. La disposición actual de las calas está determinada por un control estructural (Alfaro et al., 2003).


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