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Amigo SofĂ­a Davies

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Cada año mi amigo Manu hacía una gran fiesta por su cumpleaños.

Tenía una casa preciosa con un bonito jardín y un estanque donde se bañaban los pájaros en verano.

Este año la fiesta iba de piratas.

Todos habíamos preparado nuestros disfraces y mis papás me habían ayudado a hacer un gran sombrero, un parche para el ojo y un loro verde de tela.

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La mamá de Manu dijo que habría un regalo especial. ¡Menuda sorpresa! De una cestita salió un precioso cachorrito de color caramelo y lengua rosada, tenía una mancha negra en la frente en forma de corazón.

Todos exclamamos: ¡Qué bonito es!

La fiesta fue muy divertida y el cachorrito al que Manu bautizó como Kino fue el centro de atención.

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Al regresar a mi casa, cansada y feliz, me lancé a los brazos de mis padres con la frase: “Yo quiero un perrito” –¿Y eso, cariño, cómo te ha dado por ahí? –preguntó mi madre con asombro. Yo nunca había mostrado mucho interés por tener un animalito en casa.

–A Manu le han regalado un perrito precioso por su cumple, de raza y del color de los caramelos, ¡es tan suave…!

Sin duda me había enamorado.

–Ya, Eva… pero un perro no es un juguete, hay que sacarlo a pasear todos los días varias veces, cuidarlo durante toda su vida…

–No me importa ¡Haré lo que sea!

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No fue fácil convencer a Mamá, pero después de unos meses de portarme muy bien y sacar buenas notas ¡lo conseguí!

Una mañana fuimos a la tienda de animales del Centro Comercial.

Siempre había mucha gente en el escaparate dando golpecitos y sonriendo a los cachorritos saltarines.

Pero hoy había un perrito diferente al resto, era más grande y estaba escondido al final del escaparate, con las orejas caídas.

Oí a una de las personas que se agolpaban frente al cristal decir: “Ese del fondo ya es muy grande, nadie le querrá y se lo llevarán… para traer a otro chiquitín”.

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De repente tuve una idea: – Mamá, y ¿qué hacen con los perros que nadie compra?

– Pues seguramente se los lleven a la perrera o algo así.

–Y en la perrera ¿qué hacen?

– Bueno, pues viven ahí, con suerte alguien les adopta y se los lleva a un hogar…

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–Y si no ¿qué Mamá?

– Nada, nada… no te preocupes por eso Eva… bueno, entonces ¿te gusta alguno?

De repente todo esto parecía estar mal.

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