No.27 Parroquia San Joaquín de Flores Diócesis de Alajuela Semana del 03 al 09 de junio del 2013
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Solemnidad del Corpus Christi “Haced esto en memoria mía” “Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor. ¡Dios está aquí! Venid adoradores; adoremos a Cristo Redentor”. Durante más de un siglo hemos cantado una y mil veces este himno del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid, debido a la inspiración del P. Restituto del Valle. Un himno que cantaron algunos de nuestros mártires antes de caer acribillados por las balas. Un himno que refleja los grandes “encuentros” a los que aspira nuestro corazón. - En primer lugar, en la celebración de la eucaristía presentamos sobre el altar el pan y el vino, “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”. La naturaleza y la cultura se encuentran y se unen en nuestra celebración. El mundo cósmico y el esfuerzo de toda la humanidad se convierten en ofrenda a Dios. Y en signo de la presencia de Cristo en la tierra y en la historia humana. - En esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo recordamos el pan y vino que Melquisedec ofreció a Abraham (Gén 14,18-20). El primero era rey-sacerdote de los cultos cananeos. El segundo iba siguiendo los pasos del Dios que lo había llamado. Dos pueblos, dos culturas y dos creencias se encontraban en la ofrenda. La eucaristía es signo de la unidad por encima de fronteras y prejuicios. San Pablo recuerda una tradición que se remonta al Señor y que él trata de transmitir con toda fidelidad (1 Cor 11, 23-26). Al celebrar la eucaristía hacemos memoria de aquella tradición. La “re-cordamos”, es decir, pasamos por nuestro corazón los gestos y palabras de Jesús y de su Apóstol: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros”. El evangelio que se proclama en este día (Lc 9, 11b-17) nos propone una vez más la meditación sobre el relato de “la multiplicación de los panes y los peces”. Ante la necesidad de la gente y la perplejidad de los discípulos sobresale la decisión de Jesús: “Dadles vosotros de comer”. Estas palabras no reflejan una opinión personal. No son una simple llamada a la generosidad personal. Tampoco son solamente una indicación para cambiar un sistema económico-social. Son mucho más. Son una interpelación y un mandato. Están dirigidas a los discípulos que siguen a Jesús. Pero se extienden a todos los cristianos de todos los tiempos. Desenmascaran nuestro egoísmo y nos llaman a la responsabilidad. Son un grito profético que anuncia un mundo de bienes compartidos y denuncia nuestra insolidaridad. La Eucaristía que celebramos nos exige hacer nuestra la entrega de Jesús. Vivir un amor sincero a los demás. Y promover una caridad generosa y una justicia eficaz. Pbro. José-Román Flecha Andrés
Año de la Eucaristía y Año de la Fe
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Corpus Christi Ciclo C