Boletín Pastoral N.4 Semana del 25 diciembre al 01 enero del 2018
IV Domingo de Adviento
“Cantaré eternamente tus misericordias, Señor” “Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será hijo para mí”. Esa es una parte muy importante de la promesa de Dios, que el profeta Natán transmite a David (2 Sam 7, 12.14). Dios promete estar con el rey, plantar a su pueblo en el territorio y asegurar la paz al reino. No era poco. Pero, además, el profeta se refería a los tiempos que habían de seguir tras la muerte del rey. Dios prometía la estabilidad de la dinastía davídica. Y se comprometía a reconocer como hijo al futuro descendiente del rey. Esa promesa es recogida por el salmo responsorial que hoy se canta en la misa (Sal 88). Es grande la misericordia de Dios, que se muestra fiel a su alianza. Ante tal muestra de su providencia solo es posible dar gloria a Dios por Cristo Jesús, revelación del misterio mismo de Dios (Rom 16,25-27). El evangelio de este domingo cuarto del Adviento recuerda una vez más el relato de la anunciación del ángel Gabriel a una doncella de Nazaret (Lc 1,26-38). Junto a la profecía de Isaías y el mensaje de Juan el Bautista, ella aparece como la figura más importante del Adviento. En ella se hace realidad la antigua profecía de Natán: • “Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Su nombre es ya un grito profético. Significa “Dios es Salvador”. Por él viene la salvación. • “Se llamará Hijo del Altísimo”. El hijo de María será Hijo del Dios Altísimo. En él se encuentran lo humano y lo divino, el pecado y el perdón, la necesidad y la dádiva. • “El Señor Dios le dará el trono de David su padre”. El niño que va Adviento Ciclo Pero B 1 él se cumple la alianza de Dios. a nacer pertenece a la dinastía real. En su reino supera al reino de David.