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SEGUNDA SECCIÓN Sobre poesía, poetas y jurado

Sobre poesía, poetas y jurado

Esaú Márquez Espinosa

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Hoy leí un libro de poesía, actividad que por constante se ha vuelto cotidiana. Al leer la primera línea del primer poema que da entrada al libro volví a interrogarme sobre este asunto de la poesía y en qué nivel se encuentran los que escriben poesía, así como los que califican poemarios de concurso, tomando en consideración que la poesía de hoy es una tarea inclinada a competir y ganar convocatorias, escribir para grupos reducidos en su beneplácito. El libro al que hago referencia lleva por título Devoción por la piedad firmada por Jorge Ortega y ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2010. Aparte de estas consideraciones que no están de más, la tendencia es precisamente eso, elegir entre una determinada cantidad de posibilidades y donde las alternativas fluctúan entre aceptación o rechazo, queda apoyarlo o criticarlo, de toda suerte, ambas cosas circulan entre bendición o maldición, o quizá ese sentimiento encontrado de duda. El poema al que hago referencia lleva como título “Hacia el metro”, y dice en sus primeros versos:

La calle huele a calle

En el aire desierto gravitan los olores. Me asalta la desconfianza sobre a qué huele la calle. Tendrá la calle conciencia que es calle, así como aceptamos que los dibujos animados hablen. Al lector común, y como producto del ejercicio de este medio día, aceptaron los comensales que el poeta está construyendo una metáfora, y luego vino la discusión. Inicialmente habrá que identificar de qué calle está hablando el poeta, porque así, en general, partiríamos de la base, porque no cabe otra interpretación, todas las calles huelen a lo mismo, a calle; la calle, así, no es una construcción de lo humano, si no de sí misma, sin embargo, hay alguien que puede imaginar que efectivamente huele a calle, entonces, sí hay alguien que lo imagina y en este nivel interpretativo la calle no olerá igual para todos los seres pensantes y por ende tendremos percepciones diferentes de la calle; entonces, la calle no huele a calle, huele según quien lo perciba, complejizándose según el estado de ánimo, del clima, del suceso (que siempre serán diferentes), así, la calle jamás olerá a calle; incluso, habrá que preguntar a los animales si tienen conciencia que la calle es calle y si huele a calle.

En el segundo y tercer verso, separado del primer verso, el poema alude la existencia de alguien que se percata que hay olores, lo que bien puede mantener una concordancia entre los tres versos, así como interpretarlo por separado. Qué querrá decir el poeta cuando dice: En el aire desierto / gravitan los olores; desierto de qué es este aire, por contenido y por extensión no encuentro la concordancia entre aire y desierto, cada palabra está fuera del ámbito de la otra si no media algo que les de significación, eso bien podría ser los olores, pero, si el aire está desierto cómo pueden haber olores en el aire. Entonces, qué es lo que quiere comunicar y hacernos sentir estos versos. Queda una profunda vaguedad, queda el caos. Desde aquí el poema inicia mal. Veamos los versos siguientes:

Polvo, aserrín, ladrillo rociados por el alba y su lengua de vaho que pudre los cerrojos.

Estos versos nada tienen que ver con los versos anteriores. Ahora el poeta se detiene a referenciar a los edificios, las casas, pero no la calle. Me gusta la

imagen descrita, nos habla del tiempo y como este repercute sobre los inmuebles, lo que da significado para la comprensión. Efectivamente, el olor se distingue y da ese toque particular en su porción de calle que le toca, afectando de esta manera la noción de calle en abstracto, la calle es una contrastante multiplicidad de olores, hechura de lo viviente. Los versos siguientes, nuevamente, empiezan a complicar el poema:

Las puertas se abren solas al principio del mundo; de los talleres envueltos por las redes de la somnolencia salen los simulacros de un incienso humilde.

Habla de los cerrojos que se pudren y por eso las puertas se abren solas, pero a saber, de qué principio del mundo habla, del mundo de la calle, del origen del mundo, o lo que quiso decir es: al principio del mundo de los talleres / envueltos por las redes de la somnolencia; lo que nos permitiría pensar que se trata de una casa semiderruida, habitada por una familia que vive de un taller de carpintería, que se levantan cotidianamente de madrugada, en un despertar lento para iniciar las actividades y donde aún quedan residuos humeantes de un incensario, esto se deduce con mucha imaginación, porque el poema no me dice eso, lo que me crea es una confusión. Luego continúa:

El tiempo restablece en la mañana los ruidos olfativos: indicios, emisiones de un futuro que cruza despa ciosa mente como el gradual despliegue de una flor el ancho pergamino de una nueva jornada.

El primer verso me confunde, el tiempo no puede restablecer nada, en tanto que el tiempo, en cuanto percepción del mismo, es tiempo pasado, y luego, los ruidos olfativos me confunde más, reconozco cinco sentidos y cada uno de ellos cumple una función específica, pero ¡ruidos a través del olfato!, y luego, un futuro que cruza, por un presente que cruza despa / ciosa / mente, y concluye como se infiere debe terminarse, porque es lo que quiere finalmente decir. Transpolar los sentidos y el tiempo como figura literaria no da ni belleza ni cualidades superiores, al contrario confunde y dan ganas de tirar el libro a la basura; tales facturas metafóricas terminarán creando un caos poético. El poema concluye de esta manera.

Nada me consta, arquitectura efímera.

Invisible sobre lo invisible.

En esta parte nos enteramos, que, efectivamente hay un ser omnisciente, y que lo que se describe es su percepción, que la calle no huele a calle, huele lo que él olfatea, lo logra no con la vista ni con los oídos, sino con lo que él mismo niega al trastocar la función de los sentidos. Tampoco le consta a pesar que lo sabe, y lo afirma sin miramientos; y luego de negarlo todo, vuelve a afirmar lo efímero de la arquitectura, cuando lo central del poema no es la arquitectura, ni siquiera la calle, es sobre el trabajo de una familia humilde. Cierra el poema con un verso bastante complicado, utiliza la preposición sobre en vez de en, con esta estructura no logro ni remotamente imaginar algo invisible sobre lo invisible y, por otro lado, a qué invisibilidad se refiere, al trabajo de los inquilinos, el universo de la calle, el efecto del tiempo sobre la vida, o todo a la vez.

En conclusión, qué ha conseguido esta obra. Dudo que Jorge Ortega haya imaginado lo que sucedería con el poema, detonante para decidirme a mandar una crítica ácida a los que escriben y cómo escriben la poesía de hoy. Es relevante considerar, también, a los poetas que dan su voto como en este caso, ya que con ello otorgan un Premio que se place tener cierto renombre a un poemario como Devoción por la piedra, mismo que utilizo por puro accidente. ¡Libros como éste los hay al por mayor y con pre-

mios! Poetas que piensan que tergiversar los significados es ya una metáfora aceptable, y entre más incomprensible mejor, qué equivocados están.

La tendencia es preocupante, ya que el trabajo literario que bien pudiera incidir como contraparte en la toma decisiones de la clase dominante sobre la cultura, resulta ser controlado por la misma. En este entendido es inaceptable que el trabajo de un creador se vea corrompido, esto en cuanto a lo social corresponde. Pero además está la responsabilidad del creador con la obra, suya mientras ésta no sea socializada, pero una vez puesta a la circulación es un compromiso con la sociedad y ésta de ponerla donde merece estar. Hay que aprender a decir no, cuando es necesario, pero no ese no burocrático, entorpecedor.

Al otro extremo como contraste al poema anterior, está el trabajo poético de Sergio Briceño González, quien en 2011 se hizo acreedor del mismo Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines con el poemario Insurgencia. Para referenciar el interés tomo parcialmente el poema titulado Cónclave, digo parcial, porque inútil sería transcribirlo totalmente, ya que no se persigue un análisis semántico, sino, mostrar cómo el poeta con una gramática sencilla, clara, construye este particular oficio de la poesía. Ustedes habrán de preguntarse entonces, qué de particular tiene preocuparse de tal poesía. Mi interés radica en mi disgusto por este tipo de escritura, en tanto que para muchos poetas hacer una arquitectura de la sintaxis es ya en sí poesía, vemos el siguiente verso:

Cinco adolescentes conspiran en un rincón de la piscina

Qué de extraordinario tiene esta oración que la convierte en poesía, o se convierte en tal por el hecho que, haciendo los cortes, desde la experiencia del poeta, se consigue un énfasis mayor y modifica la intencionalidad; sin embargo, tales pausas acuciosas no cambian el contenido ni el significado, tan solo modifica la entonación por el ritmo de la lectura. Qué de malo sería escribir: Cinco adolescentes, conspiran, en un rincón de la piscina. Otros autores esgrimirían el verso de esta manera: Cinco / adolescentes / conspiran / en un rincón / de la piscina, lo que sería, evidentemente mucho peor. De dónde parte esta racionalidad. Qué escuela, qué corriente enseña esta estructura poética. Pregunto, dónde radica la originalidad de la poesía para poder afirmar que cada libro de poesía es una experiencia renovadora, a la idea inversa, ya leí tres o cuatro libros y todos quedan incluidos en ellos. Continuando con el poema, luego agrega:

En secreto al oído giran instrucciones determinan tácticas y discuten la estrategia de la insurrección

Irán de una en una al otro extremo de la alberca

Hasta aquí no encuentro lo poético, no es más que una narrativa cualquiera, de un cuento, de una novela. Sin restarle significado bien pudo escribir: En secreto, al oído, giran instrucciones / determinan tácticas / y discuten la estrategia de la insurrección // Irán de una en una al otro extremo de la alberca. Y no satisfecho, separa el discurso a doble espacio como lo ha hecho entre el primer verso y el segundo, y esa será la tesitura de todo el libro. El poema tal como se presenta tiene una extensión de cinco páginas, escrito sin este subterfugio no abarca las dos páginas.

Lo sitiarán

Le dirán que son de otra ciudad y vienen hasta aquí de vacaciones

Son menores de edad

Quince dieciséis catorce años

Solo una de veinte

Buscan romper la dictadura del silencio y de la timidez

Quieren sublevarse contra el hábito de no hablarle jamás a los desconocidos

Insisto, qué de poético, qué trascendencia, qué novedad, qué aporta al arte de la poesía una escritura como esta. Escrito de manera “normal” se vería así:

Lo sitiarán Le dirán que son de otra ciudad y vienen hasta aquí de vacaciones

Son menores de edad Quince, dieciséis, catorce años Solo una, de veinte

Buscan romper la dictadura del silencio y de la timidez

Quieren sublevarse contra el hábito de no hablarle, jamás, a los desconocidos

Si usted lo escribe de corrido, utilizando los signos de puntuación tendrá el verdadero resultado, narrativa. Finalmente la palabra es libre y cada quien la escribe como quiere, estoy de acuerdo, pero no me quieran pasar “gato por libre”. Sobre lo que es poesía, eso lo definimos los lectores y su trascendencia depende de ello. Pero, hay un asunto que salta nuevamente. En estos casos, quienes tienen la autoridad para decirnos esto es lo mejor y por ello le damos un Premio. Pareciera ser que tales Premios depende en mucho del jurado, de su formación, de su estado de ánimo, incluso de su ética que ya se pone en duda, lo que se asemeja a la tradicional actitud de aquel docente para evitarse fatiga arroja las pruebas de los alumnos al aire, las que caen sobre la mesa aprueban la materia, los del piso reprueban, todo parece ser una cuestión de azar y no de un verdadero análisis en la selección. Aquí he presentado dos modelos diametralmente opuestos, ambos ganadores del mismo Premio. Cuál es la lógica para dictaminar: éste gana, aquéllos pierden. ¡Si el jurado hubiese sido otro, estos poemarios hubiesen sido los ganadores! Sometamos a votación pública ambos poemarios, por quién nos inclinamos, por claridad y sencillez a pesar del truco malicioso, o por el rebuscamiento con sentido dudoso. Queda como tarea, entonces, recapitular sobre el objetivo de la poesía.

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