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La séptima papeleta
Un movimiento crucial
@ natacarvajal_09 NATALIA ANDREA CARVAJAL RODRÍGUEZ
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@ valeron_99 ANDREA VALENTINA RONDÓN
A Luis Carlos Galán lo asesinaron el 18 de agosto de 1989 y tan solo una semana después casi 25.000 jóvenes colombianos protagonizaron la marcha del silencio, como manifiesto y mensaje desde una sociedad dolida por la guerra y la violencia que no cesaba de de-
rramar sangre y causar dolor. Lo que pasaba no podía seguir siendo ignorado ya que las vidas de campesinos, líderes sociales y dirigentes políticos se había visto apagadas, una tras otra, por la maquinaria del terror.
La guerra entre el Estado y el narcotráfico era más difícil que nunca y tal vez los muchos episodios que convulsionaron al país a lo largo de la terrorífica década de los 80 fueron los que motivaron a los jóvenes a salir a la calle para exigir un cambio y unirse hasta lograr conseguirlo. La marcha del silencio fue un momento de unidad: jóvenes estudiantes de universidades públicas y privadas manifestaban como nunca antes la voluntad de transformar un país que parecía desmoronarse. La idea de reformar la Constitución que en aquel entonces aún regía a Colombia y que ya tenía más de un siglo de antigüedad radicaba en el Foto: Tomada por El País




Foto: Revista C. elCOLOMBIANO Estudiantes que lideraron el movimiento de la séptima papeleta en la Plaza de Bolivar en 1990.

propósito de volver a legitimar las Instituciones y el Estado para así lograr solucionar la crisis y unificar el país: la creación de una Asamblea Nacional Constituyente que recogiera líderes de todas las ideologías posibles permitiría alcanzar esa meta y materializarla con una nueva Carta Magna que atendiera las urgentes necesidades que demandaba la sociedad.
La Constitución de 1886 parecía cada vez más desadaptada ante las crecientes necesidades de los colombianos. La nación otorgaba mucho poder al ejecutivo, a la Iglesia y muy poco, o nada, a los ciudadanos y a las minorías. Era necesario, por lo tanto, establecer un documento nuevo, más actual y dirigido a subsanar las profundas heridas que la guerra y el conflicto había dejado a su paso.
Los jóvenes que lideraron el cambio discutieron durante meses en sus universidades y cuando aterrizaron una propuesta más concreta decidieron darla a conocer y divulgar en medios de comunicación y en la prensa. Sergio Ocampo Madrid, periodista que entonces trabajaba para el diario El Tiempo bautizaría el movimiento como la séptima papeleta y desde entonces sentaría precedente para la divulgación de la iniciativa. Ocampo señala, en entrevista para este artículo, que el rol de la prensa fue fundamental para consolidar la Asamblea Constituyente y posteriormente la Constitución Política de 1991.
Al realizar un recorrido por los hechos que permitieron concretar la nueva Constitución podemos entender que así fue. Los distintos medios de comunicación de entonces fueron los encargados de dar a conocer a los colombianos la posibilidad de participar para reformar la Constitución y de hecho fueron también los que en sus editoriales incluyeron la famosísima papeleta que se convertiría en el símbolo y la expresión de los colombianos pidiendo un cambio.
Fue gracias a esta herramienta de medios de comunicación como la radio y los periódicos, que se logró difundir masivamente este movimiento. Sin la ayuda de esta, es probable que la séptima papeleta no generara el mismo impacto social, por lo tanto, habría bajado el número de papeletas en las votaciones y en las urnas, al igual que el apoyo y activismo de la gente.
La dedicación y el trabajo que se dio para que este movimiento se consolidara fue arduo. La falta de facilidad en la comunicación por la inexistencia de celulares y mensajes de texto hicieron que fuera más difícil el contactarse con otras personas, pero no fue impedimento para sacar adelante el objetivo. Tanto impacto tuvo que las reuniones realizadas por los coordinadores jamás tuvieron que ser canceladas porque siempre hubo personas dispuestas a apoyar y ayudar a fomentarlo.
Fue una iniciativa que involucró a todo un país. Gente de todas las ciudades luchando por querer hacer un cambio y dejar marcado en la historia colombiana un antes y un después para dejar atrás los ideales y normativas del conservadurismo y dar pie a una transformación de pensamiento liberal para nuevas generaciones. Así lo afirma uno de los grandes representantes de este movimiento, Juan Fernando Londo-
ño, periodista que estuvo en todo el activismo durante y después de consolidarse la séptima papeleta y quien por medio de una entrevista deja saber la gran aceptación y acogida que recibió este fenómeno por parte de los ciudadanos.
“Los jóvenes se convirtieron en los líderes y cabeceras de este. Ellos tenían sed de justicia y lucharon por un cambio social provocado por toda la corrupción que se presentaba”, asegura Londoño.
Hoy en día, con cabeza alta y pecho erguido, él cuenta con gran orgullo el haber podido hacer parte de uno de los movimientos más importantes de Colombia, y haber contribuido para dejar una huella que lograra opacar todas las inconformidades y corrupciones que estaba soportando el país. Todo lo anterior trajo consigo una reforma constitucional y no menos importante una reforma en pensamiento que prevalece hasta nuestros días y ha hecho de Colombia un país con libertad individual, igualdad frente al Estado y una democracia para sobreponer el bienestar individual al colectivo.
El fin de la Constitución de 1886 trajo consigo un cambio total y no sólo en la estructura sino en los fundamentos teóricos que quedaron totalmente reevaluados como el centralismo, el autoritarismo, los obstáculos para reformarse que no expresaban las realidades de la Colombia del fin del siglo XX. El objetivo de este movimiento se logró completamente al cambiar también el sentido de ¿qué es una constitución y para qué sirve? Gracias a este movimiento se transformaron los ideales y las normas, lo que generó un cambio social fuerte de mentalidad apalancado con un cambio de normatividad.
De las cosas más importantes que pudo dejar este movimiento estudiantil fue el cambio de ideología, ese cambio de chip en la mente que permitió avanzar y dar un paso más allá frente al estancamiento institucional que se venía presentando. Es gracias a este hundimiento en la

reforma constitucional que el país logró avanzar y dejó en la memoria de los colombianos este gran hecho histórico revolucionario que instaló los cimientos necesarios para construir un país mejor. TP
Propaganda para la Séptima Papeleta.
Foto: Archivo el Tiempo