01 . Beber y leer el arcoiris,
02 . Laberinto de pájaros, Edgar Calel, 2008.
Naufus Ramírez-Figueroa, 2012.
que crean nuevos sonidos, “lo característico de los poetas es no ver la realidad. En vez de actuar, sueñan”, decía Martin Heidegger en la misma conferencia.³ Lo poético entonces, se encierra en la imagen que afecta, que conmociona, que desgarra. La imagen poética tiene el poder para abrir el cuerpo sin tocarlo. Se manifiesta en los efectos que produce: la resonancia y repercusión para Bachelard. “Las resonancias se dispersan sobre los diferentes planos de nuestra vida en el mundo, la repercusión nos llama a una profundización de nuestra propia existencia. En la resonancia oímos el poema, en la repercusión lo hablamos, es nuestro”, agrega. Por eso, la imagen poética una vez liberada y percibida crea resonancias en nuestra mente que transcriben lo leído y lo conectan con otras esferas personales como experiencias, pre-saberes e imágenes pasadas que nos ayudan a comprenderlo, pero en la repercusión la imagen vuelve a nosotros y nos ata, nos da conflicto, nos afecta la carne, los sueños y la vida. Cuando vista, una obra de arte entonces libera estas imágenes y las constituye como poéticas.
Pero para poder hablar de espacios sensibles y poéticos, la primera cuestión es la definición de lo poético en sí, lo poético fuera de la literatura y el género literario de la poesía, pues la confinado a la literaridad no limita a la poética de su existencia fuera de ella. Podríamos comenzar por afirmar que la poesía acontece en el plano de la palabra y depende de ella parar formarse y decirse, es por ello que la poesía pertenece a la literatura, porque está restringida por el lenguaje y solo cabe dentro de él. Mientras lo poético excede la posibilidad de lo dicho o lo escrito y es justo su ambigüedad lo que está más allá de la palabra, lo que está en el plano de lo metafísico, lo sensorial, lo corpóreo. Martin Heiddeger en su conferencia Poéticamente habita el hombre, se cuestiona si en nuestras atareadas y banales rutinas diarias queda espacio para lo poético, o si este ha sido limitado a la poesía, que “queda entonces negada como un inútil languidecer o un revolotear hacia lo irreal y es rechazada como fuga a lo idílico, o bien se cuenta entre la literatura.” ¹ Si la poesía existe en la literatura y es tangible en cuanto a visible en palabra, la poética excede lo leído y pasa a lo imaginado. Es por eso que cuando Gaston Bachelard trata de definir la “imagen poética” acude a la fenomenología y la imaginación y le atribuye un carácter ontológico, en vez de acudir a la lingüística o a la teoría literaria. “En la resonancia, la imagen poética tendrá una sonoridad de ser”, dice Bachelard.² Por lo que la imagen poética no habla con palabras, sino con vibraciones que resuenan. Por supuesto no estoy tratando de probar que la poética no emplea el lenguaje, pues nada puede no emplear ese sistema, pero lo que hace que el cielo pueda guardarse en una caja y el arcoiris se forme en un cuerpo, es solo la poética manifestándose, la infinita posibilidad de creación de metáforas sonoras y vibrantes que tiene la palabra. Más de lo posible ha ahondado Bachelard en el fenómeno de la imagen poética, que la constituye como un cuerpo simple, “que es propiedad de una conciencia ingenua”, la del poeta. Pero para ser un Ser poético no es requisito ser poeta. Hay algo que nos excede, como los sueños que provienen del deseo o los lapsus
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E L GE STO P O L Í T I C O Una vez indagamos en la poesía y lo poético, la palabra que queda suelta es “gesto”. El gesto como acción, como verbo, como suceso. El gesto como elocuencia o estado, como intención o como acto. Para Mika Hannula, en su texto The Politics of Small Gestures, “un pequeño gesto es un acto político que ya sea está visible o incrustado en la obra de arte (…) Son gestos que no son la obra de arte en sí y no son un tema o problema de la obra en cuestión,” ⁴ ⁵ son más un hecho dentro de la obra, una forma o un acto que explota su significado y vuelve la experiencia ante la obra trascendente. En otras palabras, el pequeño gesto es lo que libera la imagen poética y nos permite preguntarnos y reflexionar, ser parte del problema o la solución. Un pequeño gesto, continúa Hannula, se diferencia de un gran gesto, porque el gran gesto, “quiere tener un excelente, eterno y universal efecto,” ⁶ mientras que el pequeño gesto va acompañado de otros y “sale de una visión del mundo, según la cual no hay respuestas claras, cortes significativos o decisiones fundamentales,” ⁷ el pequeño gesto entonces se concibe poético y allí radica su política. El pequeño gesto es político porque acciona a nivel personal, ocasiona cambios en el sujeto, abre puentes, puertas y palabras, se pregunta, pregunta y no responde, le responden. El pequeño gesto, dice Hannula, es político porque “genera oportunidad de pensar, sentir y escuchar alternativas (…) es acerca de la belleza de actos ordinarios,” ⁸ y allí radica lo universal de sí. La obra de Naufus Ramírez-Figueroa y Edgar Calel entonces se constituye como una serie de pequeños gestos políticos y poéticos. Interesante es notar que tanto Ramírez como Calel tienen una relación con los sueños como punto de partida y la poesía (como literatura) como espacio de inspiración, aunque esto no precisamente dictamina lo poético de su obra. No solo ambos escriben poesía, sino que además muchas de sus referencias son también poetas.
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