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OPINIÓN UNA LLAMADA DE FUEGO
Cuando Michael Ignatieff, reconocido historiador canadiense, autor de una monumental biografía sobre el filósofo liberal Isaiah Berlin, luego de asentarse en el mundo intelectual estadounidense como una de sus mentes más preclaras, recibe una propuesta para entrar a la política de su país a la cabeza del Partido Liberal, en el poder en ese momento, hablamos del año 2005, pero sumido en el descrédito por imputaciones de corrupción jamás pensó que estaba a las puertas de tener una de las experiencias más aleccionadoras de su vida.
Así lo cuenta en Fuego y cenizas, el libro en el que narra sus peripecias durante los cinco años que duró su aventura política. Aunque conocía la obra de Ignatieff, confieso que durante años pospuse constantemente su lectura porque intuía que aquello se trataba de una catarsis, similar al Pez en el agua de Mario Vargas Llosa.
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¡Cuan equivocado estuve! Más que unas mini memorias acerca de su paso por la política, Fuego y cenizas es todo un manual práctico en donde se abordan de manera sencilla y precisa cuales son los verdaderos desafíos a los que se puede enfrentar un ciudadano que decida participar en este complejo mundo. Resulta admirable cómo Ignatieff transforma su fracaso como político en un ejemplo aleccionador, evitando ceder a la tentación de exponer allí las heridas emocionales que, seguramente, les fueron propinadas por sus adversarios y más bien le muestra al lector las cicatrices y su consejo para evitarlas.
Una de las cosas más difíciles para Ignatieff fue conciliar su perfil de académico e intelectual, de hombre de grandes ideas y sólida formación filosófica con el truculento juego que, las más de las veces, debe ser la política en medio de una campaña electoral: «Tienes que adoptar un perfil estratégico, lo que significa que no tienes por qué decir lo que piensas pero debes decir lo que te propones hacer. Si te posicionas con éxito, lograrás apoyos sin que