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El sonido ordinario que afianzó la bachata

Blas Durán, que murió a los 82 años el 28 de marzo, le dio un giro a la bachata, música que a mediados de los 80 todavía no había conquistado en el mainstream del espectáculo.

MÁXIMO JIMÉNEZ @máximojimenezrd

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Un día de mediados de 1979, el locutor curazoleño Stanley Palm, de visita en el país, compró en la avenida Duarte un disco que incluía la canción No te voy a rogar, que compuso y grabó Blas Durán. Regresó a la isla y lo estrenó en la emisora Radio Caribe, convirtiéndose en un gran éxito que favoreció la contratación del artista, a cuenta del empresario «El Gordito de Oro», presentaciones que también garantizaron dividendos positivos para las partes.

Para entender la proyección internacional de los cantantes que no estaban firmados por ninguna discográfica importante, hay que analizar con lupa fenómenos como el que inició en Curazao en Radio Caribe –turistas que a su paso por el país comproban discos para su consumo personal– y que luego favorecían su popularidad en mercados emergentes.

Pocos recuerdan los inicios de Blas Durán. Grabó coro para Johnny Ventura y el Combo Show, junto a Joseíto Mateo y otros merengueros que apreciaban su calidad interpretativa. Pudo hacerse un espacio en el grupo Juan Luis y sus Mulatos. En 1967, José Manuel Calderón acepta grabarle su composición Te equivocas y dos años después graba una versión del éxito Clavelito, en el estilo de los tríos de guitarra que predominaban en esos años, con la tutela de su primo, también guitarrista y cantante Edilio Paredes. Cuando viajó como solista para presentarse en Curazao todavía era integrante de La Típica Dominicana, orquesta liderada por el arreglista y pianista Aníbal Bravo que brilló con luz propia y forjó un repertorio de éxitos en los 80, los años dorados del merengue.

En los finales de la década del 70, se registran diez canciones

Pocos recuerdan que antes de alcanzar la popularidad en los años 80, Blas Durán componía para otros artistas en los 60. Luego era contratado para hacer coro y pasó por La Típica Dominicana de Aníbal Bravo.

DISCOGRAFÍA (SELECTA)

Lo que es la vida (1977)

Blas Durán (1979)

La Nueva Fuerza de Blas Durán (1980)

Conquistando (1981)

El peligroso (1983)

Blas Durán y Sus Peluches (1988)

De Nuevo (1989)

De nuevo (1990)

El carnicero (1991)

Bachata pueblo (1992)

El piogán (1993)

Bachata dulce (1996) en un elepé publicado por el sello Madely, que abre con el merengue El doctorcito y sigue con una bachata tradicional, No le hagas caso a ese hombre. El cantante mantiene la esencia del estilo que abrazó en sus primeros años, con un repertorio que recoge en esta obra, como Vivo mi vida, Me importa poco buscarte, Pero no me morí y Tráigame la cuenta

No te voy a rogar es una bachata con letras «limpias», posiblemente una de las primeras canciones que le abrió las puertas, además, en la colonia hispana de los Estados Unidos. Durán «se ha convertido en uno de los cantantes criollos que mayor cantidad de discos vende en el extranjero. Tanto así, que su empresario disquero internacional, Rafael Díaz Gutiérrez, se encuentra en el país gestionándole la formación de un conjunto», escribió Joseph Cáceres el 2 de agosto de 1980 en su columna Arte Nacional del vespertino El Nacional de ¡Ahora!

Cierra un ciclo como cantante y corista de otras agrupaciones para conformar su propia

Bachata «eléctrica» orquesta, le llamó La Nueva Fuerza de Blas Durán, también título de su primer elepé publicado en 1980 con Audiorama Records. En esta producción se aprecia su versatilidad artística, interpretando todas las canciones, como compositor de la mayoría de los temas y abordando el merengue tradicional, la salsa y el son montuno. En esta etapa se circunscribe en la línea de los merengueros que iban surgiendo como parte del movimiento de los años dorados. Durán irrumpe en los medios debutando en noviembre de 1980 en el popular programa «Wilfrido en vivo», de Wilfrido Vargas, que se transmitía cada domingo. Antes de darle un giro de 360 grados a su música –y a su carrera– publica en el 1981 Conquistando, segundo elepé que grabó con La Nueva Fuerza y con el mismo sello discográfico. Sigue en las mismas aguas: graba el son montuno Nadie me quiere, la salsa Tu afán y otros temas como La gorra no se me cae, Rosa, Hipocresía, De qué estás privando y Mil flores.

Cansado de recorrer en línea recta una carrera con poco éxito comercial, graba en el 1986 Consejo a las mujeres –conocido más como Mujeres hembras–, un merengue fusionado con el sonido «electrizante» que marcó un punto de inflexión con el estilo tradicional. Con esta canción, Blas Durán consigue ampliar la base de los seguidores del género, sustentada en un público de clase baja, conquistando un segmento de clase media con mayor poder adquisitivo. El periodista Carlos Batista Matos recuerda en su libro Bachata: historia y evolución que «la boca del desconocido Blas Durán libera las primeras groserías sexuales y el efecto alcanza cobertura epidémica».

Este ritmo acelerado en el que mezcló con efectividad ambos géneros dominicanos, entiende la investigadora norteamericana Deborah Pacini en su grandioso libro Bachata: historia social de un género musical dominicano, que Blas Durán al incorporar con éxito el merengue y la bachata no estaba más que desafiando a las orquestas tradicionales, de las cuales él provenía.

A partir de la popularidad que alcanzó con el éxito de Consejo a las mujeres, el artista se aferra a una bachata que iba en franco crecimiento. Pero la mayoría de sus canciones estaban prohibidas en las pocas emisoras que la programaban, debido a sus letras crudas, con un doble sentido, con una marcada referencia a la mujer, al sexo, a la infidelidad y al desamor. La censura cerró el cerco para evitar su difusión por radio y televisión.

Pero esto no mermó que su música lograra posicionarse en el gusto de la gente, en una década de los 80 en la que fue el rey absoluto de lo que todavía se conocía como música de amargue o música de guardia cobrao Blas Durán trascendió como un referente para otros exponentes que estilizaron un poco más el ritmo, sin dejar a un lado del todo el doble sentido o las líricas crudas que no entraron al mainstream comercial. Le siguieron artistas como Luis Vargas, otro gran fenómeno de los ochenta, y juntos abrieron puertas a escenarios que pocos años después sería conquistado por una nueva camada a la que pertenecen Anthony Santos, Raulín Rodríguez y Frank Reyes.

Esa generación que lo sucedió tiene una deuda con este talentoso músico, compositor, arreglista y cantante que también tuvo en la década de los 80 sus años dorados. Murió el pasado 28 de marzo. Tenía 82. Será recordado, eso sí, como un exponente que enarboló la bandera del doble sentido, forjando una discografía que se impone sobre cualquier posibilidad de que sus composiciones «limpias», sus merengues tradicionales, salsas o son montuno no puedan apreciarse en su justa dimensión.

MÁXIMO JIMÉNEZ @maximojimenezrd

En las listas de las canciones más populares de cualquiera de las décadas del siglo pasado, en cualquiera de los géneros de la música popular dominicana, aparecen poquísimas creaciones de compositoras, de mujeres que hayan logrado superar o igualar a sus pares masculinos. En un arte que a lo largo del XX estuvo dominado por los compositores, saca discretamente la cabeza Mercedes Sagredo de Rincón, autora de Mi Quisqueya, por mucho su canción de mayor reconocimiento.

Sagredo enrumbó con su esposo, el poeta Frank Sánchez Reyes, viaje a Nueva York en 1929 y desde allí compuso la mayor parte de su obra. Una mujer de la socialité, considerada como «la primera compositora de categoría», dueña de una belleza admirable que ocasiolmente regresaba a su tierra natal en la Era de Trujillo. En estos días, el canal en YouTube del sello Ansonia Records estrenó la versión digital del elepé La cita (ALP 1274 – 1960), de la cantante panameña Sylvia DeGrasse, que incluye el porro Ponte la faja Francisco, un tema jocoso que manifiesta el buen sentido de humor que predominaba en la época.

Mercedes era una mujer de la alta sociedad, pianista y profesora, nació el 14 de febrero de 1911 y murió en Nueva York el 31 de agosto de 1998. Madre de Mariem Sánchez Sagredo, esposa del reconocido violinista dominicano Carlos Piantini, quien para principios de los años 1950 era solista concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional. Cada vez que viajaba al país traía sus nuevas creaciones para ponerlas a disposición de los artistas nacionales. Buscaba mantener el vínculo con los intérpretes que aspiraban afinar su próximo éxito radial, gracias a su gran talento que se puede apreciar a lo largo de su obra. Ovaciones y admirable prestigio logró con ese himno a la patria que fue Mi Quisqueya, grabado por la casa Víctor con una orquesta dirigida por Carlos Piantini en el teatro de Puerto Rico de Nueva York, y actualizado en 1979 en una vibrante versión de Wilfrido Vargas interpretada por el incomparable Sandy Reyes.

La canción-bolero dominaba en los años de mayor creación de la compositora. Volví se inscribe en este género, que se grabó una primera versión en los años 1950, y el bolero Imposible olvidarte, que también fue grabada por el maestro Alberto Socarrás, doctor en música y reconocido arreglista de Nueva York. En 1962, un LP que recoge Sus mejores interpretaciones, Sylvia DeGrasse se decanta con La solterona, otro de los

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