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El PRM no debe olvidar el propósito

Está por verse si el pueblo, que es quien quita y pone, le da la bendición a un Presidente de la República que ha sabido manejar y administrar bien su imagen y que mantiene niveles importantes de aceptación.

EMELYN BALDERA @emelynbaldera EDITORA DE MUJER & POLÍTICA

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El 2023 apenas se estrena. Han pasado de este año unos 38 días exactamente en el que se deben definir muchos puntos con relación a los próximos procesos electorales: municipales, congresuales y presidenciales.

Por ejemplo, este año debería ser para el partido de gobierno, el Revolucionario Moderno, retador, en el entendido de que el Presidente Luis Abinader debe al concluir este mandato presentar con hechos una rendición de cuentas que será, sin dudas, su mejor carta de presentación para optar por una reelección. Aunque desde ya, hay gritos que aseguran «cuatro años más», entre sus seguidores y funcionarios, aunque faltaría saber cuál es el sentir del pueblo.

Todas las fuerzas de la maquinaria perremeísta debe estar concentrada en que su Gobierno tenga un rendimiento importante y muchas luces que mostrar, sin embargo, hay quienes en lugar de entender la importancia política del momento, prefieren actuar desde el desco- nocimiento y unilateralmente, lejos de asumir una línea de acción y compromiso.

Algunos funcionarios, en lugar de trabajar para descargar al mandatario de sus tantos compromisos, le ponen un peso mayor al que supone dirigir una nación con problemas acumulados de más de 30 0 50 años, esto sumado a las expectativas que tiene el pueblo que acudió a las urnas en 2020, con la única esperanza de ver hecho realidad ese cambio prometido.

Por otro lado, están las divisiones internas que nunca han obrado para bien, y pese a que Abinader, supo sortear con excelente tacto el lugar que debe darle a veteranos políticos como expresidente de la República, Hipólito Mejía, que han jugado un papel importante en el seno del partido y a su gente, no es ajeno el hecho de que esas fracciones que se gestan a lo interno de las agrupaciones políticas siguen vigentes latiendo a pulso lento, pero una vez llegado el momento propicio, aceleran los latidos con la única intención de dejarse sentir y establecer su territorio y hasta pueden ser capaces de trancar el juego.

El pensamiento perremeísta predominante es que ellos podrán, tal como lo hizo el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), gobernar por 16 años consecutivos República Dominicana, olvidando que ha sido mucho lo aprendido y vivido de esos períodos del peledeísmo que han marcado la historia reciente de hechos para nada gratificantes, poniendo de manifiesto hoy más que nunca el calificativo de que ser político es ser corrupto, entre muchas otras cosas.

Deben ser 11 meses para pensar y repensar los pasos a seguir y aunque no es un sueño imposible aquello de gobernar por 12, 16 o más años, está por verse si el pueblo, que es quien quita y pone, le da la bendición a un Presidente que ha sabido manejar bien su imagen y que mantiene niveles importantes de aceptación, pero que aún su partido no lograr los números para en sollitario y sin alianzas lograr ganar en primera vuelta en 2024 las elecciones presidenciales. Mientras tanto, los perremistas deberían dejar de pensar como perredeístas, tal y como sugirió hace poco una dirigente de alto perfil de esa organización en una oportunidad, nombre que prefiero mantener en anonimato –«así poder escoger el que mejor condiciones políticas y de relacionamiento social tuviera. es que actuán de los perredeístas»–, se lamentó en referencia al momento en que se disputaban la vocería de las cámaras legislativas y no ponerse de acuerdo entre todos los aspirantes, para

Verse en el espejo de lo sucedido en el 2020 en el partido morado, podría ser importante en este punto, asumir con humildad las críticas constructivas sería de igual manera otro elemento valioso para quienes esperan continuar gravitando en el escenario político, tan importante como no despegar los oídos del pueblo.

Las candidaturas electivas para la primera contienda electoral es otro de los dolores de cabeza que tiene la cúpula de los partidos, sobre todo el de gobierno, en una reunión de alcaldes, diputados y regidores que se llevó a cabo en un hotel de la ciudad, el tema recurrente, es que todos quieren aspirar, o sea, los dirigentes políticos, «el que tiene dos otros personas cree que ya es un líder», comentó un diputado de Santo Domingo Este, presente en el lugar.

La canibalización interna en el afán de alzarse con una candidatura no deja de ser uno de los grandes problemas que afectan a los partidos en este momento en que se definen muchas cosas. Pensar que el Presidente de la República debe también involucrarse en ese tema es una gran dolor de cabeza.

Luis Abinader ha iniciado algunos cambios en su gabinete, ya vimos nombres nuevos en las gobernaciones de algunos pueblos, nombramientos de funcionarios que se estrenan en posiciones de primer orden.

Los que logren imponerse, saldrán contentos y otros guapos y furiosos por no contar con la bendición de la cúpula para asumir una posición o mantenerse en la que conquistó en 2020. Mientras tanto, la oposición se frota las manos esperando que en el partido oficial –el que hay que vencer– los desacuerdos sean más que los consensos.

Desde ya el Presidente ha demostrado que tiene claro qué significa el 2023 para él. Ha iniciado algunos cambios en el tren gubernamental, ya vimos nombres nuevos en las gobernaciones de algunos pueblos, nombramientos de funcionarios que se estrenan en el tren gubernamental como Roberto Ángel Salcedo, que tiene deseos de demostrar que su llegada al PRM es un paso decidido y para hacer carrera política y se esperan más anunciones en los próximos días. Así como se habla de cambios, sobre todo de gente cercana al Presidente, a quienes Luis Abinader necesita ver en roles más protagónicos para el buen funcionamiento de su gestión.

Sin dudas, es importante sobre manera no olvidar el propósito, ese que los llevó al triunfo, en este momento en el que un paso en falso puede volver a mandar al mejor jugador a la banca o trancar el juego, sin tener seguro una alianza que tendrá un costo político importante, no importa de qué lado venga.

Quedan 11 meses para pasar balance, sumar y multiplicar, pero nunca restar, porque en la política será siempre más contundente aglutinar voluntades que separar.

PALABRAS, SILENCIO Y DISCURSO

LUCIVEL ÁVILA » @SLUCIVELAVILA

¿Telegenia u oratoria?

Desde siempre, los políticos se ven compelidos a participar en medios de comunicación o a disertar sobre temas de interés delante de considerables audiencias. En televisión, algunos de ellos no se perciben tan agradables a la vista ni al oído. Esto sucede, entre otras cuestiones, por la falta de telegenia o de oratoria, pero aun cuando no se posee la primera de estas dos, la segunda salva las intervenciones.

Uno de los más avezados oradores de la historia lo fue Demóstenes, quien tenía problemas para pronunciar el fonema «erre» e incluso era tartamudo. Con entrenamiento y práctica logró vencer esos escollos y trascender hasta nuestros días. No en vano Winston Churchill dijo: «El arte de la retórica ni se otorga, ni se adquiere, se cultiva». Eso significa que quien se lo propone, lo puede lograr. Atendiendo a este fin y dejando de lado la telegenia para centrar este escrito en la oratoria, se presentan las siguientes recomendaciones:

¿Palabras o imagen? Todavía se discute mucho sobre la principalía entre el mensaje y la imagen. Para liderar con el discurso es imprescindible un buen mensaje, amén de que esa impresión general de la solvencia del orador (seguridad, aplomo, victoria, talento, capacidad, etc.), es de valía también. Una virtuosa presencia ayuda muchísimo a comunicar con eficacia, mas no debe ser el enfoque principal. ¿Qué hace alguien elegante físicamente que al hablar «lo dañe todo»? Lo primero es estructurar muy bien lo que se va a decir, combinando tácticas de comunicación verbal y no verbal.

Simplificar el mensaje. A veces se piensa en solo hablar para quienes están presentes en el auditorio o para el entrevistador y no; en ese momento la persona se está dirigiendo a miles o millones de individuos, a causa de la difusión mediática del mensaje, por tanto, es apreciable reforzar los componentes más emocionales del discurso. Agradar, conectar con el alma de la audiencia y revelar cercanía son acciones infalibles. Además, rescatar lo dicho por Unamuno: «la palabra sabia es aquella que, dicha a un niño, se entiende siempre aunque no se explique».

Las categorías deben estar ilustradas. Seleccionar los datos que sustenten las afirmaciones, de modo que estas queden constatadas es vital. Por ejemplo, en un debate electoral que uno de los candidatos presente un recorte de periódico y exponga «usted dijo hace cuatro años que… mire aquí el titular». Ese sería un mensaje poderoso y seguro que atraería la atención. Ahora bien, hay que escoger «con pinzas» esos ejemplos, datos estadísticos, etc. puesto que durante una alocución o una entrevista, la gente tiene una capacidad limitada para atender, retener y memorizar. No se debe abrumar.

Tecnicismos para demostrar sapiencia. En ocasiones el entrevistado o conferenciante desea con vehemencia evidenciar que sabe mucho de un tema determinado, con el uso de palabras complicadas. Craso error. Se mata la comunicación con un lenguaje muy técnico. Al verificar las disertaciones más memorables de la historia, se descubre cuan sencillas han sido. Un buen orador confía en sus ideas y no tiene que añadir rimbombancia. Luther King solo significó «tengo un sueño» cuando pudo haber manifestado «existen circunstancias indiscutiblemente difíciles que no hacen presagiar un buen entendimiento entre las comunidades blanca y negra, aunque deberíamos intentarlo».

Para los medios de comunicación. En el caso de una participación en un programa de radio o de televisión, un noticiario por ejemplo, es raro que el corte difundido exceda los 30 segundos y debe ser una frase con lo más interesante. Mostrarse fluidos pero concretos y certeros es el reto de los oradores.

Un buen discurso pensado para los medios tiene necesariamente que incluir cuatro o cinco de esas frases potentes, consideradas dignas de un titular. Para una entrevista televisiva, hay que preparar las respuestas a posibles preguntas, y en un acto entregar notas de prensa a los periodistas y así prever un poco lo que se pueda dilucidar.

¡Un buen orador no nace, se hace! El político debería serlo.

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