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OPINIÓN

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Iluminada Muñoz

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Feuerbach, Mao, Tetta y Totó

tres períodos constitucionales, y jugó un papel fundamental en mantenerlo en el poder por otros dos mandatos.

Danilo Medina, sin duda todavía un político con la cuota de poder que conserva un expresidente de la República con poco tiempo fuera del ejercicio y, presidente de uno de los tres partidos mayoritarios de gran arraigo, volvió al ruedo hace poco con las denominadas «visitas sorpresas» que le retribuyeron un envidiable capital político, pero mientras era Presidente. Ahora sorprende la discrecionalidad y el impacto que provocan estos recorridos de Danilo, reuniones en la que predomina un contacto cara a cara con productores agrícolas de todas las regiones del país.

No se puede obviar el implacable impacto que han provocado los casos judiciales contra algunos de sus hermanos y ex funcionarios de alto perfil de sus Gobiernos. Sobre sus espaldas, Danilo Medina salió cargando pesado, en su trayecto a una nueva cita electoral, con un PLD que se enfrenta a una nueva encrucijada, con dirigentes municipales electos que abandonan sus filas sistemáticamente, con un virtual candidato presidencial en desventaja frente a quienes ya son sus virtuales contrincantes y sin tener a disposición el «aparato estatal que lo venció en las primarias internas del 2007», recursos privilegiados que facilitaron, posteriormente, el triunfo de lo que con certeza consideró «su Congreso». Su liderazgo se enfrenta, ineludiblemente, a si en el 2024 podrá incidir de manera directa en una victoria en las primeras elecciones presidenciales del alcalde Abel Martínez.

ESTRATÉGIKA

ROSARIO

MEDINA GÓMEZ » @ROSARIOMEDINAG

Dembow como adormecimiento social

Es una pena que la música, una expresión tan hermosa y espontánea producida por el ser humano, en países donde existen altos indicadores de pobreza como la República Dominicana, sea utilizada para el condicionamiento social y político de los jóvenes, a través del dembow con malas letras.

Antes, perseguían a los jóvenes por sus posturas políticas y cuestionadoras, ahora no tienen que invertir en bala y persecución, los adormecen con música basura y alienante.

Es la suerte de América Latina. El dembow, que es un ritmo como cualquier otro, y que es una expresión popular, nacida en las entrañas de la marginalidad, lo convierten, sin que sus públicos objetivos se enteren, en un arma política de adoctrinamien- to, condicionamiento y adormecimiento social.

En la actualidad ya no tienen que perseguir a los jóvenes por sus ideas contestatarias, los van enajenando con unas letras sin mucho esfuerzo creativo y llevando a una «desesperanza aprendida», que los programa para que crean, que no deben adquirir movilidad social con esfuerzo, porque el narcotraficante o quien le lava su dinero, no tuvo que hacer esos esfuerzos y goza de prosperidad económica sin tanto afán.

Es un condicionamiento social y político, porque el joven nacido en las entrañas de la miseria pierde toda motivación de seguir los valores positivos, y se vuelca a desplazarlos, quedando sin orientación estatal ni familiar, a expensas de la dirección de los que le venden que solo debe ganar dinero y notoriedad. Entonces, no hay que encarcelarlos como era una práctica antidemocrática durante los años 70 y 80, cuando en los centros educativos enviaban escuadrones a tirotearlos. Ahora, a esos que podrían ser útiles a la sociedad le limitan el crecimiento, convirtiendo a La 42, calle popular del país, en un centro de reunión y encuentro con personajes que utilizan como anzuelo. Ahí está ahora el centro que lleva a muchos de estos a no pensar, y solo querer imitar el antivalor, seguirlo incondicionalmente, y hasta a hacer movimientos parecidos a los de los primates, sin ninguna reflexión. El dembow de mala calidad es el arma política contra los jóvenes.

Ley injusta no es ley y con frecuencia la injusticia es sutil.

El debate sobre las leyes injustas viene desde la Antigüedad. Muchos ubican su inicio en los libros proféticos del Antiguo Testamento. Isaías 10:1 dice «¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía!».

Se dice que el término Lex iniusta non est lex proviene de San Agustín («Lex iniusta non est lex» en Wikipedia.org).

Pero entre decir que la ley injusta no es ley y materializar esa cita hay un camino largo, como demuestra la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.

Porque para el ciudadano la consecuencia de la ley injusta es desobedecer y para el Estado la consecuencia de la desobediencia es preservarse.

La encrucijada fue expuesta por Thoreau en Desobediencia civil: «Existen leyes injustas: ¿nos contentaremos con obedecerlas, o nos esforzaremos por enmendarlas y obedecerlas hasta que lo logremos, o las transgrediremos de inmediato?».

Mucho antes que Thoreau, el Sócrates platónico prefirió morir a desobedecer y Hobbes aconseja obedecer en el contrato social (G. Cavero C. y M. Martínez-Bascuñán R., «¿Debemos obedecer las leyes incluso cuando nos parecen injustas?», revista ROED, número extra 2, año 2012).

Se aprueban leyes injustas a diario. A veces la sutileza o la tiranía les permiten pervivir golpeando a una comunidad. Es el caso de la penalización del aborto en República Dominicana y de las normas y jurisprudencia sobre migración.

Una norma sutil acaba de llegar a la lista. El artículo 74 de la Ley 4-23 de la ley dominicana sobre actos del estado civil dice que «Los nombres que se le otorguen a una persona no podrán atentar contra la dignidad ni objetivamente perjudicar ni crear confusión en cuanto a la identificación del sexo de la persona».

Hasta ahí todo parece estar bien.

Los problemas comienzan con la interpretación subjetiva de lo que es un nombre atentatorio contra la dignidad o confuso en la identificación del sexo.

La decisión dependerá de variables como la cultura general del oficial del estado civil.

¿Qué le parecerá, por ejemplo, el nombre Feuerbach para un niño o una niña? ¿O el nombre Mao? ¿O Tetta o Totó?

Feuerbach es el nombre de un filósofo y significa ríos de fuego.

Mao podría objetarse por la anécdota según la cual un político dominicano dijo: «El que no me ama a mí, no ama a Mao (localidad dominicana)», de donde los dominicanos retuvieron un «no ha mamao» como chiste de doble sentido ajeno al Mao histórico que se pretende tributar con el nombre.

Tetta es una santa del catolicismo y Totó ha sido usado como nombre y apellido.

La mayor carga de injusticia de una ley injusta procede muchas veces de la indefensión de la víctima. Si un ciudadano se viera ante la negativa del oficial del estado civil a registrar el nombre de su hijo, ¿qué recurso le queda?

La ley habilita un paso legitimador... ¡a favor del oficial del estado civil! Tras negar el registro de un nombre, este “pondrá en conocimiento sobre el particular a la Dirección Nacional de Registro del Estado Civil para dirimir y resolver el conflicto”, dice el citado artículo 74.

Luego no sabemos qué ocurre. ¿Se podrá posponer la inscripción del niño hasta obtener una decisión de esta dirección nacional?

La siguiente vez que el padre intente registrar al niño, ¿tendrá que hacerlo por declaración tardía por haberse vencido durante la impugnación los plazos de la declaración oportuna?

Por sutiles que sean las normas injustas, en ellas no encajan algunas piezas.

Surgen los lamentos, las acusaciones y las condenas a las «compras» de alcaldes de la oposición por parte del Gobierno, como si alguna novedad hubiera en ello, como si en los pasados gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) jamás incurrieron en esa práctica en sus 20 años al frente del Ejecutivo. Y escuchando las quejas, he recordado un artículo que publiqué en febrero de 2008.

Como ejercicio para la memoria publico este fragmento de mi artículo viejo, para recordar que esto, aunque desde el sector ahora afectado se quiera hacer creer como algo nuevo, no es cosa de ahora.

«Lo escuchaba en la radio local y no me lo creía. Se trata de la confesión y “autocrítica” de cuatro exfuncionarios y ex-perredeístas que habían pasado a apoyar las aspiraciones reeleccionistas del presidente Leonel Fernández. Explicaban las causas por las que habían decidido abandonar su partido: no les prestaban la atención necesaria, tenían contradicción con el método de trabajo del candidato blanco, y accedieron a una propuesta de José Francisco Francisco Peña Guaba, director de Inespre, y de Félix Bautista, director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, para reunirse con el Presidente, aceptar cargos, pagos de deudas personales, yipetas, contratas y demás bendi- ciones. Pero como no les cumplieron, entonces se dieron cuenta de que en el Gobierno existe “falta de transparencia en el manejo de los préstamos públicos como el caso Sun Land, el manejo irresponsable de la Presa de Tavera y el enriquecimiento exhibido por algunos funcionarios públicos, así como un incremento en la delincuencia, la pobreza y otras yerbas aromáticas”, por lo cual no podían “formar parte de un gobierno que cierra los ojos ante la situación planteada”.

Asimismo, reconocieron que “cometimos un gran error al negociar con el Gobierno”. ¡Y lo hicieron en público! ¡Qué bieeeen!

Esos funcionarios son, para fines de pool y banca:

Dr. Domingo Porfirio Rojas Nina, secretario de Estado sin Cartera y Asesor del Poder Ejecutivo en Materia de Derechos Humanos; Dr. Aníbal Sánchez Santos, subsecretario de Estado de Interior y Policía; Lic. Franklyn Cruz, Cristian Encarnación, subdirector de INAPA; subsecretario de Interior y Policía.

Hace tiempo que conozco de los tránsfugas políticos, de todos tintes y medio tonos, los que se montan en los carros que tienen más gasolina, es decir, con quien está en el poder, y cuando se agota esa gasolina, entonces saltan al siguiente. Y sé también en base a qué se amarran los acuerdos: posiciones, negocios, contratas, impunidad, y claro, algo de metálico. Pero siem- pre uno escucha las justificaciones, las alabanzas, las razones piadosas y patrióticas que les motivaron a hacer el “sacrificio” de abandonar su partido y sus “ideales” para apoyar al contrario. Jamás había escuchado un mea culpa en público, nunca los había escuchado confesarse con tal desenfado sobre el modus operandi de los “aliados”. Lamenté no grabar aquello, porque sé que cuando un día me siente a contarle mis anécdotas a mis futuros nietos, no me creerán, dirán “ahí está de nuevo el abuelo con sus historias fantasiosas”. ¡Aquello era de antología! Había que escucharlos, convertidos en víctimas, pidiendo perdón al país, a su partido, por el error que habían cometido, que el PRD es su partido y que aquello había sido un pleito de familia, por tanto debían recibirlo de nuevo en su casa. ¡Vaya forma! Por un momento me parecían hasta honestos, autocríticos, gente que abandona sus puestos-cheques y da marcha atrás, pero pronto me di cuenta de que ese es el propósito que buscaban, engañar otra vez, pues es ya una cultura electoral el político rana, aquel que salta de rama en rama, en busca de la que le da mayor ventaja para sobrevivir».

15 años han pasado de esa publicación. Aún espero a que un día los partidos, todos, decidan aprobar una verdadera Ley de Partidos que acabe con el transfuguismo.

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