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Sé que tu afonía y tu asma te impedirán hacer grandes predicaciones. Prepárate mejor para el ministerio de la confesión y para la dirección espiritual. Tienes grandes dones para ello... Y sobre todo, Bruno, ¡no te desanimes!

Bruno comienza los tres años de estudios necesarios para recibir la autorización de confesar.

A partir de 1785, el padre Lanteri se consagra enteramente a su ministerio sacerdotal. Pasa horas en el confesionario. Cada semana va a cuatro iglesias distintas para oír allí tanto las confesiones de los pobres como de los pudientes. Los recibe incluso en su casa… Comerciantes de la ciudad…. El padre los recibe en confesión.

¿Quién es esa gente que entra en casa del padre Lanteri?

Muchos vienen a pedirle consejo al padre Lanteri. Acoge a todos con bondad y cordialidad y gran misericordia.

La elección que usted debe hacer le traerá duras consecuencias… Dése tiempo. Y sobre todo pídale luz al Señor. Él le ayudará. Tenga confianza.

¡¿En su propia casa?!

Pero en agosto de 1784…

¡Mi Padre está muy enfermo! Me voy a Cúneo…

el Padre Lanteri dedica muchas horas al día a la oración.

¡Rezaremos por él, padre!

Visita y anima a los pobres, a los enfermos.

Un tiempo después, el padre Lanteri vuelve a Turín.

Bruno se queda tres meses muy cerca de su padre…

Gracias, Dios mío, por haberme dado un padre tan bueno…

Su padre ha sido un santo hombre. ¡Ha hecho tanto por la gente durante la terrible epidemia de fiebre de 1775!…

Es un trabajador incansable. Tengo que preparar todavía una charla para este retiro de las religiosas y debo leer estas tres revistas para la próxima reunión de la Amistad… ¡Mi jornada no ha terminado!

Pedro Lanteri muere en octubre de 1784.

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El Padre Lanteri está cerca de la gente. Un día, en la “Plaza delle Erbe”, un tiempo después de la muerte, en 1787, del obispo Alfonso de Ligorio...

Sí, es verdad.

Padre…

¿Señora?

Verano de 1789… La Revolución estalla en París…

¿Es verdad que Monseñor de Ligorio ha muerto?

En los años siguientes, Francia extiende su poder. Guiada por el general Bonaparte, el ejército se dirige hacia Italia. Con el apoyo entusiasta de las muchedumbres…

¿Una misa? ¿Usted conocía a este obispo?

¿Usted podría rezar una misa por él?

...conquista el condado de Niza y Saboya, después el Piamonte. Bonaparte se considera un salvador.

El ejército francés viene a liberarlos… Su religión y sus costumbres serán respetadas. Nosotros sólo queremos a los tiranos.

La anécdota hace reflexionar a Lanteri.

Un día, en Nápoles, lo encontré. Yo vivía en el miedo y el escrúpulo. Me dio uno de sus…

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…¡Me hizo tanto bien... Desde entonces estoy en paz!

Los libros de Ligorio ayudan a la gente sencilla tanto como a los sacerdotes. El Padre Diesbach tenía mucha razón en insistir en su difusión.

En 1804…

Napoleón Bonaparte se hace proclamar Emperador… Eso no presagia nada bueno para la Santa Sede. ¡Pero se vitorea al hombre que ha restablecido la paz con la Iglesia!

Sí, pero el Emperador ha publicado él mismo un nuevo catecismo... y sus principios anti-romanos se enseñan en los seminarios. ¡Hay que hacer algo!

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Es verdad, Padre, trabajemos para sostener a la Iglesia y la fe de la gente. Pero ¿cómo? Primero redactando unos folletos que repartiremos entre las familias, las parroquias, los seminarios, las Universidades…

El Padre Lanteri escribe y difunde numerosos libros para aclarar las ideas que, por toda Europa, atacan la fe y a la Iglesia… Ya verá… Lanteri le mostrará todo lo confundido que está el catecismo imperial.

Durante el verano, el Padre Lanteri se retira a ‘La Granja’ para estudiar y rezar, pero también para descansar y ocuparse de sus tierras. Se produce allí un vino famoso: el Freisa.

Ofrece generosamente hospitalidad a los sacerdotes y a los laicos que vienen a hacer retiro.

Estoy feliz, mi querido Guala*, de que frecuente usted nuestros retiros.

¡Tomen también este pan hecho en casa y frutos de mi huerta!

Las obras de Alfonso de Ligorio y de Francisco de Sales son editadas por el Padre Lanteri.

Aquí en Piamonte Bruno Lanteri es el gran defensor de las enseñanzas de la Iglesia.

En 1807, con la colaboración de Don Guala, Lanteri obtiene la reapertura del Santuario de San Ignacio**. Predica allí regularmente los Ejercicios espirituales. Y un día…

Pero el Padre Lanteri es sobre todo un guía espiritual renombrado. En Bardassano, un pueblo situado a veinte kilómetros al este de Turín, posee una espaciosa casa de campo, conocida comúnmente como “La Granja”. Él la convertirá en una casa de retiro espiritual.

Padre, la policía me pidió que lo espiara para saber lo que se tramaba aquí en Lanzo…

…pero sus enseñanzas sobre “las ventajas y la santidad de nuestra fe” ciertamente me han conmovido… Quiero cambiar de vida.

¡Y diré a mis superiores que sus “Ejercicios espirituales” no amenazan en nada la seguridad del Estado!

¡Felicidades! Sí, voy a poder reunir Usted ha reno- allí a las personas que vado bien sus vendrán a hacer los edificios. Ejercicios espirituales*

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* Los ‘Ejercicios espirituales’ de San Ignacio, fundador de los jesuitas, proponen un itinerario de meditaciones que ayuda a las personas a discernir la Voluntad de Dios en su vida.

* El teólogo turinés Luis Guala (1755-1848) ** En el valle de Lanzo

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Un día, un ferviente protestante entra en relación con el Padre Lanteri… ¡Usted ha sido tan acogedor conmigo que me permito ofrecerle esta obra. Es una excelente defensa del protestantismo!

¡Se lo agradezco! A cambio, le ruego que acepte esta obra que expone muy bien la fe católica…

En 1809, la tensión entre Napoléon I y el Papa Pío VII llega al extremo. En Viena, en el castillo de Schönbrunn, el 16 de mayo...

Y el 10 de junio en Roma.

Italia forma parte del Imperio. No hay ninguna razón para que los Estados Pontificios no se unan también. Miren, la bandera francesa ha sustituido a la bandera pontificia en el castillo de Sant’Angelo*.

Bastante tiempo después…

¡Eh! Padre Lanteri… ¿Me reconoce? Soy el protestante a quien usted ofreció un libro sobre la Iglesia católica…

Reflexioné, oré y, poco tiempo después, me convertí al catolicismo. ¡La alegría del Señor me desborda! Yo le estaré siempre agradecido, Padre.

Me alegro de todo corazón con usted, señor.

Pío VII se ve obligado a reaccionar… Señores, el Papa nos ha excomulgado. ¡Es un enemigo del Imperio! Basta de consideración: ¡Hay que detenerlo y apresarlo!

y en la noche del 5 al 6 de julio, el Palacio del Quirinale**… ¡Vuestra Santidad, por orden del Emperador, os pido que renunciéis a Vuestra soberanía sobre los Estados Pontificios!

¡No podemos. No debemos. No queremos!

El Padre Lanteri se ocupa con interés de las religiosas de Turín, especialmente de las Hermanas de la Visitación con quienes se reúne una tarde cada semana. Querido amigo, lo dejo ahora. Las religiosas me esperan. Pero lo que me ha dicho de las intenciones de Napoleón con el Papa me interesa. Me gustaría volver a verlo…

El Papa es llevado a una residencia vigilada en Savona***. El Emperador os ha dejado incluso vuestra gente de servicio.

En estas condiciones me niego, a partir de ahora, a aprobar a los obispos franceses que nombre el Emperador.

Ciertamente, Señor Prefecto, pero me priva de mis consejeros. Y todos mis cardenales han recibido orden de ir a establecerse a París.

* Fortaleza pontificia

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** Residencia del Papa *** Puerto piamontés al oeste de Gênes

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La indignación es general entre todos los católicos del Imperio.

En Turín, el Padre Lanteri no está inactivo.

La generosidad de los fieles me da la posibilidad de no depender del Emperador… Puedo ahora trabajar con más libertad…

El Santo Padre quiere mantener su independencia. Ha rechazado la pensión de 2 millones de francos que quería concederle Napoleón...

Pero necesitaría las informaciones y los documentos en los que puedo apoyarme para rebatir las mentiras de Napoleón.

¡El Santo Padre encarcelado, es un escándalo!

Han sido consagrados obispos sin su aprobación…

Ha decidido vivir sólo con la ayuda de sus fieles... ¡Bien, podrá contar con nosotros!

Se dice incluso que Napoleón proyecta hacer de París la sede del papado.

Se forman numerosos comités. El Padre Lanteri recurre con urgencia a todas sus influencias. ¡Las más importantes familias de Turín, de las que ustedes forman parte, señores, han respondido ya a mi llamada. ¡Seamos generosos!

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Señor, las asociaciones católicas desarrollan una gran actividad. En cuanto al Papa, rechaza toda negociación mientras usted lo tenga prisionero. ¡Si es preciso, convocaré yo mismo un Concilio de obispos en París!

Gracias a las redes francesas e italianas de ‘La Amistad cristiana’, agrupadas alrededor del Padre Lanteri, los informes sobre la situación de la Iglesia llegan en lo sucesivo a Pío VII. Interesante, muy interesante… Napoleón parece estar muy agobiado. ¿Pero qué va a idear todavía?

Un humilde portero fuera de toda sospecha las hace llegar a su secretario. ¿Y cómo recibe el Papa estas donaciones?

Nuestras cadenas de corresponsales funcionan de maravilla. ¡Hasta el jefe de la policía de Roma reconocía la eficacia extraordinaria de nuestra red!

¡Ya ve, querido amigo, conseguimos asegurar, a pesar de todo, la autonomía del Santo Padre

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El Emperador conoce bien la fuerza de la organización. ¡Señor, este movimiento no es más que una moda extendida entre la juventud católica, un invento de niños pequeños!

Esta es la copia de un decreto del segundo Concilio de Lyon* concerniente a la institución canónica de los obispos. Este texto es indispensable para que el Papa pueda justificar sus derechos. Usted se lo llevará personalmente.

Yo le digo que son peligrosos. ¡Libéreme de esta red!

En Turín… Caballero d’Agliano, tengo que confiarle una de las misiones más importantes. Será arriesgada…

¡Estoy dispuesto a todo para servir a la Iglesia!

Unas copias de estas cartas se han difundido entre el público. El Papa cita explícitamente los decretos del Concilio de Lyon. Está claro, sólo la Iglesia puede nombrar a los obispos.

Napoleón reacciona violentamente. El ministro de la policía, Savary, ejecuta sus órdenes.

En Savona, unos días después…

¿Qué responderá Napoleón?

Se multiplican los controles y los arrestos. El Padre Lanteri es prudente.

Vuestra Santidad.

El Emperador exige que se disuelvan inmediatamente estas redes católicas. Los que transmiten los documentos al Papa serán ejecutados. ¡En marcha! El 24 de enero de 1811, el Padre Lanteri recibe la visita de la policía: ¡Muy bien!... ¡Excelente! Escribamos ahora a nuestros cardenales y obispos más fieles.

Ningún documento sospechoso, señor Inspector.

Pasará usted a disposición judicial, señor cura. Su nombre se menciona con demasiada frecuencia en los papeles de personas sospechosas de complot.

A partir del 15 de marzo de 1811, al Padre Lanteri se le ordena permanecer en su casa de campo ‘La Granja’. Se quedará allí hasta 1814 en compañía de su amigo el padre Joseph Loggero.

* 1274

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Durante este “retiro forzoso”, Lanteri medita la Escritura y profundiza en las obras de Santo Tomás de Aquino y de San Buenaventura. Redacta más de 30 articulos sobre la Eucaristía, exhortaciones y escritos de teologia.

Se firmó un Concordato el 25 de enero de 1813. El Padre Lanteri se indigna. Han extorsionado al Santo Padre para que firme. Este Concordato no es válido. Esto es lo que acabo de escribir sobre este asunto, mi querido Loggero. Difúndelo.

Recibe muchos visitantes que buscan dirección espiritual o comentar los sucesos del día. Napoleón ha perdido absolutamente en Rusia. Una catástrofe... ¡No se recuperará!

Ha hecho venir incluso al Santo Padre a Fontainebleau y lo hostiga para hacerle firmar un nuevo Concordato sobre el nombramiento de obispos.

Desde 1815, la Amistad sacerdotal reinicia su vida. Sacerdotes y seminaristas se reúnen allí para estudiar y rezar juntos. Animados por un ferviente espíritu apostólico, están cerca de los enfermos, de los presos, de los pobres…

Hermanos míos, ¡Dios nos ama! Nos ofrece su gracia a todos. Recibámosla. ¡Ella nos guiará y nos sostendrá!...

Dos meses después, Pío VII se retracta. Los sucesos políticos se precipitan. Vencido, Napoleón es obligado a abdicar, y el 20 de abril de 1814 es exiliado en la isla de Elba.

¡Es extraordinario! La gente se conmueve con nuestra predicación de la Palabra. ¡Cuánta sed de Dios!

El 24 de mayo, Pío VII vuelve a Roma y es acogido por una muchedumbre entusiasta.

Anuncian sin descanso la Palabra de Dios...

Nuestro grupo podría dedicarse enteramente a la predicación de los Ejercicios espirituales y de las misiones populares*.

La Amistad cristiana renace en 1817, bajo el impulso del caballero Louis de Collegno y del escritor Joseph de Maistre. Pero algo ha cambiado… Tenemos que trabajar para restaurar la autoridad del Rey y el espíritu anterior a la Revolución. Este debe ser el objetivo de la difusión de libros

¿Y la formación espiritual?

Estos tres años pasados en ‘La Granja’ me han devuelto fuerzas físicas y espirituales.

Parece que de ahora en adelante podremos trabajar en Turín con total seguridad.

De hecho habría que crear una nueva asociación que podría llamarse la Amistad católica. No estaría compuesta más que de laicos y ya no sería clandestina. ¿Están de acuerdo?

Señores, ustedes harán seguramente un buen trabajo. Pero sepan que el espíritu de la Amistad cristiana era muy distinto.

En efecto, Señor De Maistre. Y si nuestra influencia ha de ser política, habría que excluir a las mujeres.

Primeramente restaurar ‘La Amistad sacerdotal’: Formar a los jóvenes sacerdotes, es esencial… Y después ‘La Amistad cristiana’, las publicaciones, la predicación… ¡Nos espera un inmenso trabajo, Joseph!

La Amistad cristiana, en efecto, privilegiaba la vida espiritual de sus miembros (sacerdotes y laicos, hombres y mujeres). Además, se mantenía al margen de intrigas políticas. Sin embargo, la Amistad católica colaborará aún eficazmente con Lanteri en el campo de la edición.

* Algunos sacerdotes visitan una parroquia durante diez días: Predican, confiesan, visitan, reparten libros.

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