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Zamuros y carroñeros

12/12/2012 Las noticias sobre la salud de Hugo Chávez, han desatado las lenguas y el comadreo de sus detractores, gracias a lo cual podemos medir cuántos y cuáles son los realmente fieles al comandante

Tras el anuncio de su nueva intervención médica, claro síntoma de la reproducción de su cáncer, los zamuros alzaron el vuelo para revolotear sobre su cuerpo enfermo, a la espera de un deseado fatal desenlace que dé paso al banquete y la pelea a picotazos y aletazos consabidos. Cuando las revoluciones se asientan en el culto a la personalidad del líder, traen estas desagradables situaciones, que en otros tiempos y en otros países se ven compensadas por la hegemonía del Partido único o el Partido de la revolución.

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Hugo Chávez ha tomado el camino del caudillismo, distante de ser el Gran Timonel, ha preferido ensalzar a partes iguales a los hermanos Castro, a Gregorio Hernández, María Lionza y a la Divina Providencia de Simón Bolívar. Abrazó el mito de la reencarnación, se ha presentado como la reencarnación de Bolívar, aquel que fuera desterrado por su compañero de armas José Antonio Páez, condenándole a morir en el olvido de Santa Marta (Colombia), mientras él (Páez) se permitió el lujo de gobernar Venezuela incluso, desde los Estados Unidos de América.

Un Caudillo popular en el siglo XXI

Páez gobernó durante más de 30 años de forma directa o indirecta, mientras que Bolívar se hundió en el olvido durante más de un siglo. Esta última lección es con toda probabilidad la mejor aprendida por Hugo Chávez, que se ha preocupado por construir en torno a su persona una trama de leyenda y mitología, asociada a todo cuanto elemento común conforma la iconografía venezolana de los próceres. Chávez seguirá recitando a su bisabuelo Maisanta, en compañía de Alí Primera, formará parte de los altares familiares entre María Lionza y Negro Primero, se le estudiará en las escuelas como el gran protector venezolano de Fidel Castro, el

presidente que regalaba petróleo a los pobres del Bronx neoyorquino, al pueblo de Nicaragua y a todos los desvalidos que se lo pidieran Subirá a los altares de la revolución, formará parte de los iconos, que venden carteles, camisetas y estampitas, para regocijo de los capitalistas que las explotan comercialmente mientras destinan buena parte de esos beneficios a financiar las hordas de la derecha fascista. Mientras tanto el PSUV, desaparecerá paulatinamente como los médanos de Coro, haciendo honor a lo que es, un mero decorado en el paisaje de Venezuela, algo sin raíces, falto de coherencia y de principios volátiles. Por cierto, que a los zamuros les resulta más fácil divisar a sus presas en los Médanos de Coro que en las florestas cubiertas por los árboles de profundas raíces, que pueblan las selvas venezolanas.