Una vez se visita esta bodega muchos son los que piensa que este dulce matrimonio, Estrella y Carlos, propietarios y artistas de esta obra maestras que es su bodega, han descubierto el elixir de la eterna juventud. Su ímpetu, su entusiasmo, su pasión por lo que hacen es contagiosa, no les importa inocular con su sabia todos aquellos que se acercan hasta su pequeño proyecto, un proyecto de vida, un proyecto cargado de vitalidad. Lo cierto es que son pocos los que se pueden explicar con la razón como un matrimonio con casi todo resuelto deciden emprender una nueva aventura en sus vidas y embarcarse en algo tan arriesgado como producir vinos en una de las Denominaciones de Origen mas pequeñas de nuestro país y tal vez una de las mas olvidadas, incluso por sus propios conciudadanos. Sólo el corazón puede dar las explicaciones pertinentes, el amor que sienten por todo lo que hacen y el cómo lo hacen les ha llevado a consagrarse a sus viñedos, a sus vinos y a su bodega. Un proyecto vinícola singular situado en la subzona vinícola de Arganda del Rey, un pueblo, como tantos otros agasajado por la especulación urbanística y cuyas tierras están presionadas por la urbe que les circundan. Con este escenario un piloto de aviación retirado y su esposa, cansados de trotar por el mundo deciden comprar unas tierras para en un futuro no muy lejano construirse una casa donde pudieran pasar el resto de sus días sin agobios, laxamente, en armonía con sus propias vidas y con el medio que les rodeaba. Mientras no construyen ese proyecto de vida un amigo les anima a sacar provecho de estas tierras y les recuerda a Carlos y a Estrella que a principios del siglo pasado estas tierras que ahora estaban en un barbecho permanente habían estado plagadas por extensos viñedos. Hombre inquieto como es Carlos acoge la idea con ilusión y decide aprovechar esa noticia para plantar cepas , serian la excusa perfecta para aprender viticultura y enología, una buena forma de afrontar su retiro manteniéndose activo. Lo cierto es que hoy son una bodega modélica, un proyecto donde esa pasión y ese amor por la vida y lo que la tierra produce se trasmite en cada sorbo, en cada espacio que se recorre, en cada explicación que Carlos da o en cada actividad que Estrella acoge. Un placer en todos los sentidos. Sus vinos son ecológicos desde sus inicios abrazaron esos principios, son respetuosos con el medio ambiente y con sus clientes, algunos años a pesar de las dificultades económicas que una decisión de tal trascendencia produce han optado por no recoger la uva si ésta no estaba en las condiciones para ideales para acabar en sus botellas. Son honestos, humildes, transparentes, amables y sumamente conscientes de todo lo que hacen. Su cariño se trasmite por el aire como por el aire se trasmite su mensaje de amor por todo aquello que viven y sienten. Puro romanticismo en un mundo poco romántico. Un oasis que merece la pena visitar para saber que existen pozas donde poder beber y vivir el elixir de la eterna juventud
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