Esta familia de larga tradición vinícola, lleva cerca de 250 años cultivando la vid en esta paradisíaca Isla, pero no fue hasta 1956 que no fundan la actual bodega con el objeto de embotellar las esencias que sus manos moldeaban año a año. Pocas bodegas entiende su trabajo como un trabajo artístico que hay que mostrar, Bodegas Monje siempre ha tenido las puertas abiertas de su casa, su vocación hospitalaria y sus ganas de aliarse con la cultura y la innovación ha hecho que sea una de las bodegas precursoras del Enoturismo en la isla tinerfeña. Su vocación hace que su trabajo esté estrechamente vinculado al arte y la gastronomía, al turismo, para ellos el vino es un vínculo que permite a sus visitantes vivir nuevas experiencias, para ellos el vino es un instrumento de ocio, un vehículo para llegar al placer y a la sensibilidad de las personas. Lo cierto es que el paraje que les rodea es la mejor bienvenida, viñedos, montaña, sol… una forma de relajar la mente antes de iniciar cualquier viaje y la Bodegas promete grandes travesías. Las viñas como los hombres disfrutan de un entorno espléndido, el Teide y el mar Atlántico, el clima y la exuberante vegetación, son ambientes que ayudan a que la estancia sea realmente memorable y a que los vinos debido a las especiales características de los suelos, pedregrosos, ricos en nutrientes y como no, volcánicos, aporten a todos los vinos unos aromas realmente peculiares y muy característicos. La bodega fue una de las pioneras de la denominación de origen Tacoronte –Acentejo, su apuesta por la calidad es pura convicción, como convencidos están de la necesidad de innovar.