JORGE PIETRA - LIBRO

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Jorge

Pietra


Dirección editorial Fundación vittal Coordinación Dinah Schonhaut Diseño gráfico Estudio Cavallero Textos Natalia March, Eduardo Stupía Corrección de textos Dinah Schonhaut Fotografías Alfredo Heer Sergio Salama José Cristelli Verónica Gambini (fotos del video “Encuentro con Jorge Pietra“ de Pastor Mora) Estudio Pedro Roth Estudio Molinari Estudio Cavallero Agradecimientos Maria Teresa Costantin, Luis Felipe Noé, Eduardo Stupía, Mariana Povarché, Danilo Danziger, mis hermanos Gerardo y Elsa Pietrapertosa, Adrián Olivari, Ricardo Marmol, Sarita Tonazzi, Philippe Gorlin, Marcelo Pelisser, Sergio Mazza, Diego Perrotta, Graciela Henriquez, Alejandro Lafleur, Josefina Molteni, Felicitas Luisi, Daniel Briozzo, Alejandra López, Aníbal Cedrón, Susana Blanco, Eugenio Ramírez, Roberto Melillo, Ana Laplaza, Marta Iturriza, Raúl Santana, Rosa María Ravera, Susana Rodriguez, Duilio Pierri, Maggie Koenigsberg, Isabel y Julio Garutti, Roberto Elía, Coca y Felipe Pino, Félix Lorenzo, Estudio Cavallero, Natalia March y Alvaro Ares. Obra de tapa: El domador, 2011 acrílico sobre tela 180 x 180 cm Colección Privada Jorge Pietra / Jorge Mario Pietra ... [et.al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Fundación Vittal, 2013. 160 p. ; 30x23 cm. ISBN 978-987-20007-9-0 1. Artes Plásticas. I. Pietra, Jorge Mario CDD 759.82 Fecha de catalogación: 04/09/2013

Fundación vittal es una institución privada sin fines de lucro, dedicada a la producción de actividades de alto nivel académico, así como actividades artísticas y culturales dirigidas a la comunidad. En el año 2005 nace esta iniciativa editorial con la intención de difundir la obra de una serie de artistas plásticos argentinos. Esta impecable colección, tanto en su calidad formal como en sus contenidos, busca darle el merecido lugar a estos creadores, que sin duda, expresan una parte de nuestra historia reciente y de nuestra identidad. Fundación vittal Av. Álvarez Thomas 1154 (C1427CCY) Ciudad de Buenos Aires. (54 11) 4556-2000 int. 201 info@fundacionvittal.org.ar | www.fundacionvittal.org.ar No se permite la reproducción parcial o total de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión a cualquier medio, sea este mecánico, electrónico, por fotocopia, grabación u otros métodos sin el permiso previo y por escrito del titular del copyright.


Jorge

Pietra A la memoria de mis padres Claudia y Humberto y de mi madrina Delia Garutti “La Petisa�. A Cristina Caronni.


Apariciรณn, 1983 tinta - pastel sobre papel, 50 x 65 cm


C

onocí a Jorge Pietra en el año 1969. Eramos compañeros de primer año en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, y nos hicimos amigos inmediatamente. El vivía, creo, en Villa Urquiza, y yo en Vicente López, y cuando volvíamos de la escuela en el mismo tren yo lo abrumaba con obsesivas historias, relacionadas casi siempre con fallidos enamoramientos, que él disolvía con un infatigable sentido del humor, no exento de una cariñosa, y también caústica ironía. Y probablemente fuera tan eficaz para hacerlo, porque él mismo era un gran obsesivo, como se advierte en sus dibujos, que yo admiraba, y admiro, profundamente. La suya era una obsesividad no acumulativa, sino estructuralmente barroca, en cuanto a la espectacular y compleja estrategia de subdivisión del plano, rasgos que han subsistido enriqueciéndose a lo largo de su extraordinaria trayectoria de más de cuarenta años, tanto en el dibujo como, desde luego, en su fastuosa obra pictórica. Ya en esa época, Pietra se revelaba como un prematuro maestro en la libertad de su figuración, la sensibilidad , nitidez y diversidad de su línea, la capacidad de generar invariablemente sorpresa y embriaguez gracias a la funambulesca puesta en escena de sus motivos, y especialmente por una paleta que, aún incipiente, ya desbordaba de centelleante vibración y pasmosa audacia. Además de compartir taller –un único ambiente al frente en una Antigua casona de la calle Viamonte, con un enorme ventanal que parecía una vidriera– teníamos, naturalmente, apegos y fanatismos comunes: el pop, el llamado comic underground, Heinz Edelmann y sus dibujos de Submarino Amarillo, la Nueva Figuración, la psicodelia, el Surrealismo, más la rara convivencia de Carlos Alonso, Bobby Aizenberg y Francis Bacon. Como podrá verse recorriendo este libro imprescindible, todo eso se cocinó y combinó singularmente en la usina carnavalesca de Pietra, una inagotable caldera de imaginación y lírica expresividad de donde salen esos bizarros seres y personajes, esos ambientes imposibles, y ese clima de insalubres sueños y disolventes pesadillas que el artista convierte en una gozosa locura de color sinfónico. Un día antes del tenebroso 24 de marzo de 1976, Pietra inauguraba una excepcional muestra de dibujos en la antigua galería Carmen Waugh, un largo espacio blanco rectangular que se extendía en un primer piso de Florida casi Paraguay, y que después sería la Galería Jacques Martínez. La exposición se titulaba Espacio Añicos”, aludiendo a la explosiva manipulación compositiva con la que Pietra destruía y destruye las convenciones geométricas, perspectivistas y arquitectónicas del ilusorio espacio bidimensional. El título iba a ser, enseguida, desgraciadamente profético de la miserable tragedia que acechaba ahí nomás, en la aciaga noche del día siguiente. Aquí pueden apreciarse varios dibujos muy próximos a aquellos de Espacio Añicos”, y hay que remarcar una vez más que la virulencia situacional y climática, la proteica cualidad metamórfica y metafórica que destilaban orgánicamente esos pequeños poemas malditos han sido un leiv motiv persistente en la cuantiosa de producción del artista hasta la fecha. En el sistema de Pietra, hijo no renegado del arte moderno, se cruzan los ecos lejanos de Wilfredo Lam, Matta, Dalí, Picasso, Alechinsky, los dibujos de Macció, el aquelarre de la Nueva Figuración macerado con relámpagos del Expresionismo Alemán y del Expresionismo Abstracto. No obstante, es mas justo hablar no de influencias ordenadas sino de atemporales vasos comunicantes y resonancias, que el aluvional Pietra reconfigura con la naturalidad de su talento. Su presencia en aquel irrepetible triunvirato que se conoce como Las Tres P (junto a esos otros dos grandes pintores de su generación, Pino y Pirozzi) lo hizo cómplice de la virtual declaración de independencia que esos fauves locales lanzaron al irrumpir poderosamente en la década del 70, y que es inmediatamente detectable en la categoría e intensidad visceral de la paleta, en la construcción a la vez exacerbada y rigurosa de la imagen, en la desusada biología de sus bestiarios, en sus delirios objetuales y antropomórficos. Son datos de carácter, pompas estilísticas y marcas visibles de las congruentes afinidades selectivas que los juntaron a los tres, sin que esto signifique ni en Pietra ni en ninguno de ellos la menor inercia doctrinaria, y mucho menos, una adocenada profesionalidad. Es notable como Pietra maneja su economía de medios, la energía justa aplicada en la exigencia adecuada a cada pieza, tanto en el control como en el disparo gestual, y en la velocidad y dinámica del trazo y la pincelada, para que a la precisión 5


se le añada esa sensación de aireado contrapunto que corre entre las partes, como si la estructura, tan inconmovible en su corporeidad, revelara su espíritu mutante. A la vez, la impronta del color, a un tiempo rigurosa y ensayística, va sumando estratos de abrasiva modulación en la argamasa que configura y desfigura esas caras, cuerpos, y reductos de kermesse, esos fantasmas de entidad amorfa y descalabro anatómico, que parecen construídos en base a prótesis de un mazapán agónico, como si del viaje del pintor a México le hubiera quedado un enamoramiento secreto con los muralistas, quizás no en cuanto a la ambición historica o épica de estos, pero sí por su dimension operística, aunque en una monumentalidad proporcionalmente aplacada segun los formatos del lienzo. Y también el reflejo condicionado de las abarrotadas tiendas de artesanías, junto a la potencia mágica de las alucinatorias festividades del Día de los muertos, y el hiperreal cromatismo iletrado del DF, con sus chirriantes mezcolanzas. Como sea, Pietra invariablemente se impone por su afiebrado equilibrio, con esos elegantes rulos y garabatos leonardescos y esa lábil irisdiscencia con la que hace reverberar volúmenes y superficies, por cómo hace confluir las irrupciones de texturas y planos cromáticos con el feroz entrecruzamiento de grafismos, transparencias y rizomas espinosos, siempre con la lucidez técnica y la templanza suficientes como para ser expresivo sin amaneramientos, enfriando con la imprescindible aspereza esos recursos que siempre parecen sujetos a la mayor delectación. Curvas, diagonales, laberintos irregulares, retículas blandas, rayas y manchas llevan la aptitud perceptiva del ojo a palpar de manera casi táctil las materias y entidades inexplicables de un mundo hipnótico que se despliega, repliega y abisma hacia adentro del plano tambaleante y vertiginoso, como inscripto en los paneles caleidoscópicos de un gigantesco origami descoyuntado. Bosquejos de ornamentos, fósiles de volutas, adornos rancios y molduras desmembradas también se revisten de un ropaje exasperado, como si un virus íntimo afectara de deformidad y anemia su regularidad constructiva, todo lo cual queda sin embargo rigurosamente contenido en las ligaduras de un acorde perfecto. Las pinturas de Pietra son joyas planas esmaltadas, embalsamados vitraux de catedral pagana sumergidos en simulacros de luz negra policromática donde se deshace la tela suspendida bajo el enceguecedor efecto de un falso backlight. En uno u otro lienzo se siente la nostalgia sanguínea, la incontenible presencia refleja de un ámbito secreto muy afín a Pietra, el de los talleres de escenografía del Teatro Colón, donde el artista ha trabajado durante décadas, y en cuyos corredores y catacumbas novelescas ha aprehendido las subliminales voces húmedas de los apócrifos mascarones, de los palacios, paisajes e ídolos de utilería, que así como se acumulan en su guarida se atropellan en el imaginario del artista. El los revisita, lejos del verosímil narrativo de la ficción teatral, y los reconvierte según la iluminada artificiosidad y el encantador arbitrio de su ilimitada fantasia pictórica, sometiéndolos a la engalanada incongruencia de un lenguaje de luces crispadas y sombras magnéticas, como un sibarita que se deleita en el banquete de efectos, hallazgos, proposiciones inesperadas y desquiciados relatos al que lo empuja el devenir incendiario de su propia, golosa fruición pictórica. Generosamente, sin desmayos ni altisonancias, solo al amparo de su categoría como pintor, y por lo mismo también a la intemperie y en plena militancia recelosa contra las mañas sociales y las tentaciones estilísticas, Jorge Pietra llena las ansiosas ánforas de nuestra mirada con el ruido y la furia de su fiesta ensordecedora. Eduardo Stupía, agosto 2013

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El maquinista y la enana, 1984 tempera sobre papel, 87 x 65 cm



Jorge Pietra: pintura alquímica y planos dialógicos

“Ciertamente, no existe una sola imagen que no implique, simultáneamente, miradas, gestos y pensamientos. Dependiendo de la situación, las miradas pueden ser ciegas o penetrantes; los gestos, brutales o delicados; los pensamientos inadecuados o sublimes.” 1 George Didi-Huberman

Visiones (Serie 4), 1973 tinta sobre papel, 19 x 13 cm

Comenzar a indagar en la obra de un artista, su proceso de creación y sus búsquedas, nos incita a una acción: viajar, pero en este caso en un doble sentido, por un lado implica “cambiar” de tiempo y espacio profundizando en su historia, pero al mismo tiempo produce un crecimiento en y más allá de nosotros mismos. Hay una serie de principios básicos para poder ingresar en su producción: el encuadre y el espacio; la literatura, la música, el teatro y el cine; un interés espiritualista centrado en culturas prehispánicas, rescatando lo ritual y las reflexiones filosóficas, tanto como la psicología que se explicita en experiencias transmutadoras y la elección técnica del dibujo y la pintura. Inicios Jorge Pietra comienza su formación en la escuela Manuel Belgrano, durante los primeros años setenta, lugar donde se nuclea con amigos pintores que lo acompañan hasta el presente; Eduardo Stupía, Marcia Schvartz, Felipe Pino, Ricardo Longhini, Roberto Elía, Duilio Pierri, Majo Okner, Claudia Zemborain, más tarde conoce a Fermín Eguía y Jorge Pirozzi entre otros. La presentación formal de estos artistas en el ambiente artístico de Buenos Aires, se desarrolla en un panorama donde coexisten formas y estilos diversos. Desde el objetualismo, pasando por las manifestaciones conceptuales, obras que discuten en torno de la unión del arte y política, así como la pintura realista y la renovación escultórica, por solo nombrar algunos. Avanzando en la década2 e iniciando los años ochenta conformarán una multiplicidad de miradas y modos pictóricos consolidando un excelente panóptico del arte argentino. La producción plástica de todos ellos estará inscripta en tiempos históricos violentos -que producirá el exilio político de muchos artistas- que conjugan los últimos años de la dictadura de Lanusse, el regreso de Perón en 1973 a la Argentina -dando lugar a su tercer y último gobierno- y el comienzo de la mas sangrienta dictadura militar por el lapso de 1976 a 1983.

Visiones (Serie 4), 1973 tinta sobre papel, 19 x 13 cm

Para el artista, maestros como Xul Solar, Antonio Berni, Carlos Alonso, Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Jorge de la Vega y Rómulo Maccio del grupo neo-figurativo y Carlos Gorriarena, son sus principales referentes del arte nacional. Stupía rememora sobre esa época lo siguiente: “Además de compartir taller […] teníamos, naturalmente apegos y fanatismos comunes -el pop, el llamado comic 9


underground, Heinz Edelmann y los dibujos de submarino amarillo, la nueva figuración, Carlos Alonso, el surrealismo, Bobby Aizenberg, la psicodelia, Francis Bacon- que se combinaba en la usina carnavalesca de Pietra y salían convertidos en esos personajes raros y ambientes imposibles…”3 La primera exposición individual de Jorge Pietra se inaugura un día trágico para nuestra historia: el 24 de marzo de 1976 en la galería Carmen Waugh. Titulada “Espacio-Añicos”, presenta una serie de dibujos sobre papel que enlazan con la tradición del comic, en una yuxtaposición de puntos de vista, con arquitecturas entrelazadas y difusas, puntos de fuga superpuestos, dameros, escaleras, ventanas, figuras humanas con deformaciones, algunas antropomórficas utilizando trazos modulados, en correspondencia a su vez con la serie Alucinados en González Catán de 1974. Durante estos años el dibujo es medular, surge entre las hojas de cuadernos de apuntes, las grafías se presentan en blanco y negro entre las cuales se asoma el color utilizando pasteles y procurando romper con las enseñanzas tradicionales aprendidas en la academia. Recorridos Los viajes errabundos realizados por Latinoamérica, que comienza desde muy joven lo llevan a Brasil, el Amazonas, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y que terminan asentándose un tiempo en México, se pueden ponderar en paralelo a las lecturas que animan el pensamiento de Pietra: Antonin Artaud y William Bourroghs, Lewis Caroll y Kafka. Las cuales están en unión con las búsquedas por adentrarse en una naturaleza exuberante y a la vez, enlazar nuevas maneras de percibir “…una cultura encarnada, una cultura en carne, en sensibilidad, y no en concepto, una cultura con la cual los mitos no habían dejado de ser animados por las fuerzas subterráneas que los había engendrado, en la cual el hombre volvía a encontrar al instante su yo profundo”4. El artista logra esclarecer imágenes que están presentes desde su más temprana infancia y esto le permite desarrollar una fusión con aspectos esenciales de la vida. Al conectarse con formas no tradicionales de saberes distintos, como cosmogonías, religiones y alquimia, puede dejarse llevar por una multiplicidad libre de escenas sucesivas que aparecen en el proceso creativo y a través de las cuales construye su propia imagen y universo: “Después de todo puede verse como un diario, un recorrido por diferentes regiones internas, donde lo real y lo fantástico conviven en un mismo plano, vigilia y sueño. Un mundo incompleto donde siempre encontré nuevos espacios, registros de mi inconsciente”.5 Carl Jung en su libro Psicología y Alquimia, explica como la búsqueda de la piedra filosofal, que proponía la transformación de la materia más elemental en el metal mas preciado como el oro, lleva un correlato en la transformación filosófica del hombre “…de un lado, el trabajo químico práctico en el laboratorio; de otro, sin embargo, un proceso psicológico, psíquicamente consciente en parte y, también en parte inconsciente, proyectado, que era visto en los procesos de transmutación de la materia”.6 Durante su estadía en México observa con atención a los muralistas Diego Rivera, J. Clemente Orozco y D. Alfaro Si10

Alucinados en González Catán, 1974 lápiz, 36 x 51 cm


Sin tĂ­tulo, 1973 tinta sobre papel, 34 x 23 cm ColecciĂłn Privada 11


queiros, Rufino Tamayo como a Frida Khalo, y continúa desarrollando su pasión por el cine en las películas de Buñuel, Einsestein, Fellini y Bergman. Trabaja ilustrando libros de cuentos para niños y se dedica a la docencia como profesor de artes plásticas. Aumenta en cantidad notoriamente su realización. Luego se establece en España donde se sumerge en las salas museo del Prado a través de Goya, Velazquez y el Bosco. Ingresa como ayudante al taller del pintor y escultor Manolo Calvo y continúa su carrera docente. Posteriormente toma la decisión de volver a la Argentina llegando hacia fines de 1980. En sus obras, durante todo este período, aparecen ciertas abstracciones y formas cúbicas, que conviven en sus visiones prismáticas, dentro de arquitecturas laberínticas de mundos disímiles, habitadas con figuras que surgen de restos oníricos y diurnos, en dibujos sobre papel, a color, con tinta, pastel y técnica mixta. Al poco tiempo de regresar a Buenos Aires, gana el Premio Braque, que otorga una beca de estudio en la Ecole de Beaux- Arts, a través de la cual se traslada junto a su familia a París por un año y comienza una nueva etapa. El protagonismo del color crece, la figura se destaca en él, elige el gran formato, sobre papel o tela, sobre los cuales trabaja con tinta, acrílico u óleo. Su producción se hace más estable, se interesa expresamente por la obra de Pablo Picasso a quien reconoce como una de sus más grandes influencias. Frecuenta exposiciones de los neo-expresionistas alemanes y de la transvanguardia Italiana, así como reivindica a la fuerza de los pioneros George Grosz, Otto Dix, Henri Matisse, Claude Monet y Emil Nolde. También allí, sin ser un activo militante, se muestra comprometido con la historia y ésta se plasma en sus obras en varias etapas: “… creo que el núcleo del caos es lo social, con toda la complejidad que esa trama significa, lo social es algo que todos padecemos y gozamos, desde siempre… naturalmente no es la única dimensión… está también la interior… probablemente una dimensión más vasta… sin embargo, existe una zona donde se une lo íntimo con el entorno social y creo que desde allí surge lo auténtico…”7 Colonia Nápoles8 y Parque Hundido son series donde la imagen se carga de dramatismo, por momentos se sumerge en la monocromía, ahondando en los acontecimientos acaecidos, en algunos casos el espacio se hace más claro, y es allí donde el punto focal, se detiene una barcaza transportando un cuerpo descuartizado que sugiere y alude a la guerra de Malvinas. En la serie Recuerdo de colegiales y en obras como El punk o La muerte, pinta habitaciones con muebles antiguos, dressoir con espejos, reminiscencias familiares donde se manifiestan figuras, cuerpos muertos en sarcófagos, charcos de sangre, la imagen ominosa duplicada, el mundo que se vuelve sobre uno mismo, el reflejo de un tiempo detenido se filtra en un universo íntimo, propio: “el barrio de su infancia atravesado inequívocamente por sombras contemporáneas” 9 Habiendo estado un año en París, siente la necesidad de volver a la Argentina. Recuperar el sol y la luz típica del sur 12

D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta – Lápiz, 20 x 30 cm Colección Privada

D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta – Lápiz, 20 x 30 cm Colección Privada

Colonia Nápoles (Serie), 1982 pastel - tinta - tempera sobre papel, 118 x 82 cm


Recuerdos de colegiales, 1983 acrílico sobre tela, 138 x 140 cm

Escenografías en los andenes Carlos Espartaco No requiere demasiado esfuerzo elevar la vista al entrar en la estación Retiro del Ferrocarril Bartolomé Mitre y encontrarse de repente en los andenes frente a una serie de telones de dimensiones gigantescas, que relatan escenas que van desde visiones místicas hasta descripciones íntimas y urbanas. El Teatro Colón, presenta a seis artistas plásticos: Capano, García, Pietra, Mercado, Greco y Hararl, que han colgado sus telones como una verdadera “puesta en escena”, enfrentados a la marcha y contramarcha de los trenes y la espera de los pasajeros. Las esceno-pinturas suspendidas de los cinco primeros y el asentamiento del último, suerte de pintura-objeto anclada en el piso del andén, expresan de manera poco frecuente la ocupación de tan vasto espacio. Estas memorias de imágenes, han quedado patentizadas en cuadro-montajes que funcionan como expresión de una pluri-dimensión espacial y temporal. Los artistas prometen un suplemento imaginario de un viaje en tren, no un entretenimiento pasajero. A su vez, ellos también viajan por el territorio exclusivo del arte sin ninguna prevención hacia sus raíces propias, a los lugares de su infancia, a la exaltación de cierta cultura localizada en la ciudad. De este modo, celebran con sus imágenes acontecimientos imposibles de ubicar en espacios más privados.

a su vez lo incentiva saber cerca la llegada de la democracia que se anuncia en los últimos días de una dictadura en crisis. Es invitado a exponer en la galería Alberto Elía en Buenos Aires y se presenta a concurso para ingresar a trabajar en el teatro Colón, puesto que mantiene hasta no hace muchos años. Trabajando en el teatro, el detrás de escena le enriquece la mirada10, es un mundo distinto oculto para el espectador. Artistas, maquilladores, utileros, escenógrafos ritmos frenéticos y el trabajo diario del taller para la preparación de la puesta, entrelazado con el texto literario y la música, funciona como detonante de imágenes potentes, que trabaja en grandes formatos casi como telones. Persiste en privilegiar el uso del color, mayor o menormente saturado, las figuras crecen en dimensión, se despliegan por espacios teatrales como en La fuerza del destino, Ensayo de luces o Viaje al averno. La continuidad de este tipo de representación, incluye el diseño de personajes particulares como el gaucho con facón, cruces y crucificados, el boxeador, y formas femeninas, completas o en fracciones diseminadas en distintas partes de la tela o el papel, de una sensualidad y erotismo explícito, dulcificado y o sarcástico. Algunas de estas figuras pueden leerse como símbolos críticos de la historia y la identidad. Exteriorizando y comprometiéndose con su manera de entender el rol del arte, entrecruza la influencia del muralismo con su actividad pictórica en el Colón, y realiza junto a A. Capano, R. García, D. Mercado, J.C. Greco y A. Harari -compañeros de trabajo con quien forma el Grupo Retiro- cinco telones y una escultura que instalan con gran dificultad para ser colgados del techo entre los andenes de la estación Retiro de la Ciudad de Buenos Aires, ocupando 225 metros cuadrados. Son realizados con setenta kilos de papel, cien metros de tela y trescientos litros de pintura, que se ven casi infinitos, llevando la producción plástica al espacio público. Jorge Pirozzi comenta: “Aquí las miradas alcanzan un destino hasta no hace mucho servil a voluntades autoritarias. Hoy por hoy, adivino la oportunidad de darle valor al curso del tiempo y al futuro, un lugar en el presente”11 Si bien su obra ha sido relacionada con el movimiento surrealista, y es indudable su vínculo, Jorge Pietra no solo crea a través de ensoñaciones, o vivencia místicas, dejando fluir la memoria, sino que sus protagonistas en sus lugares, poseen una carga de realidad, de sentido y de ética política. Esto podría explicitarse a través de las palabras de DidiHuberman de esta manera: “… siempre inquietar el ver, en su acto, en su sujeto. Ver es siempre una operación de sujeto, por lo tanto una operación hendida, inquieta, agitada, abierta.”12 Durante el transcurso de los 80’ el grupo de amigos que se conocieron en los primeros años de formación, en algunos casos van volviendo del exilio y en otros se fueron asentando en el campo institucional. Esto consolida distintas vertientes pictóricas, desde las más críticas a las mayormente expresivas, -asociadas al valor de la juventud- paralelamente a la producción conceptual, renovándose la escena artística con nuevos sitios de exposición mientras los espacios cotidianos cobran una densidad peculiar y se vuelven nuevos territorios públicos. En el inicio de la década siguiente Pietra debe atravesar por una serie de perdidas trágicas de sus más allegados 13


Federico y el รกngel, 1984, tempera, 87 x 81 cm (arriba) Utileros, 1984, tempera, 71 x 87 cm (abajo izquierda) La fuerza del destino, 1985, tempera sobre papel, 50 x 70 cm (abajo derecha) 14


seres queridos, que plantea en imágenes sumamente dolorosas en la serie de “El ascensor y otros viajes” y al tiempo detenido lo atrapa en dibujos con plumín, acuarela, birome y tinta china sobre papel. Se destaca en un esbozo la siguiente frase: cambiando de piel, mudando de cuerpo. En Avión Negro de 1995 elabora en imagen un relato cercano, el cual se basa en el secuestro y la posterior desaparición de una compañera, pinta cuerpos en un avión, intentos desesperados por no caer, atados, vivos y muertos, crucificados, poniendo en evidencia el conocimiento de los vuelos de la muerte. Fin de la noche, es quizás la obra que preanuncia un notable cambio en sus composiciones, en este caso yuxtapone formas que funcionan como cuadros dentro del cuadro, rostros repetidos en una figuración mayormente picasiana. La casa de Susana, 1990 tinta - acuarela sobre papel, 70 x 101 cm

Últimos “El suyo es un planteo dramático, denso, donde las situaciones –a las que no les tiene miedo- parecen suceder por el encuentro, el ensamble, el encastre (en esa graduación) de formas plásticas que reelaboran elementos cotidianos” 13 Miguel Briante

El hijo y el padre, 1994 collage - técnica mixta sobre papel, 57 x 76 cm

Apaciguando y despejando las formas y el espacio, el barroquismo cede su lugar a una pintura más serena, no por ellos menos densa en significados, podríamos decir que comienza su última etapa. Sus composiciones concuerdan con los mecanismos cinematográficos, montaje, plano y contra plano, profundidad de campo. Elabora algunos paisajes e introduce la naturaleza, perfiles de ciudades donde sobrevuelan figuras, recorte de planos, puertas y restos de grafismos de otras épocas, árboles de cargas simbólicas, formas geométricas, objetos de consumo cotidiano. Dibujos y pinturas sobre papel y sobre tela, trabaja en conjunto como un palimsesto mancha, diseña, deja secar y continúa dibujando, tapa y vuelve a comenzar. En el lenguaje reside un enigma, Pietra le pone títulos no solo a las obras sino también a las exposiciones; nos interesa profundizar en ellos: “El tren del Espacio”, “Algunas imágenes sobre mi gravedad interna”, “El alma vuela”, “Dado vuelta”, “En mitad del camino” y “El ojo en la cornisa”, es notable como cada uno da cuenta de una síntesis precisa. En las algunas obras podemos analizar sus últimas propuestas: La Piedra tiene una composición extraña, en un primer momento parece un horizonte citadino, sobrevolado por la forma de una cerámica de iconografía primitiva, y una figura humana intentando alcanzarla, pero el cielo no es lo que parece ser, es un doble, de otra tierra. El Pantano un díptico donde trabaja con mucho contraste de color, traza un dinamismo arremolinado que parece accionar una fuerza centrípeta donde se va sumergiendo la tierra misma, que arrastra con rostros humanos, restos y objetos en árboles quemados con un dejo apocalíptico. En el milagro, superpone territorios, la naturaleza se presenta con bifurcaciones en un pastiche de ensueños. Para Se viene la parca, una nave llena de huesos, observa y controla la ciudad que se pierde entre las nubes preanunciando futuros tétricos. 15


Hablando por telĂŠfono, 1997 tinta - acuarela sobre papel, 50 x 65 cm 16


Se destaca en Frutos del Bosque, un paisaje que resuelve híbrida con arquitecturas, la traza de las ramas de un árbol subdivide la escena en plataformas donde aparecen las figuras frente a un espejo en una habitación un hombre de espalda ingresando por una puerta, sombras, un caballo en el eje y destacado por la luz. Dice el artista “No se trata de visiones oníricas sino de lo que veo, hechos cotidianos, la lectura de ciertos textos, la violencia, los fenómenos naturales, sus miedos, como si se tratara de los frutos indigestos de lo contemporáneo”14 Entrelazamiento social “Emancipación: el borramiento de la frontera entre aquellos que actúan y aquellos que miran, entre individuos y miembros de un cuerpo colectivo” 15 Jacques Rancière

El pozo, 2004 acrílico sobre tela, 200 x 200 cm

Entretanto comienza a participar como coordinador artístico del proyecto Arte sin techo, donde vuelve a tomar el espacio público a través de la pintura mural, interviniendo paredes de la ciudad, nucleando artistas, desocupados y estudiantes de bellas artes. Pietra junto a Jorge González Perrin, Félix Lorenzo y Ernesto Pesce conforman esta asociación civil que comenzó a trabajar en 2002, compuesta por profesionales de la cultura, permitiendo el acercamiento al arte de personas en situación de calle. En pasaje Rojas pintan Sacando clavos, un mural de 220 metros y algunos puentes en el barrio de Almagro. En el 2008 organizaron una exposición en el Centro Cultural Recoleta con sillas intervenidas por artistas para recaudar fondos. Pintura pintada

Jorge Pietra frente al mural “Sacando clavos”, 2003

Realizando el mural, junto al grupo de pintores de “Arte sin techo”, 2003

Pensar el por qué hoy sigue siendo una elección para el artista la pintura; es plantearla como forma de pensamiento, como lugar de reflexión, por ser el inicio de la expresión del hombre y pudiendo lograr sostener su continuidad durante toda la historia del arte y en especial en el período contemporáneo. A su vez se señala al oficio como el mayor de los placeres creativos por permitir el contacto con la materia. A pesar de que desde hace unos años durante el proceso de desmaterialización del arte, posaron sobre su cabeza una corona funeraria, la misma ha logrado sobreponerse de alguna manera asumiendo todos los cuestionamientos que el arte planteó. Podemos definir el lenguaje plástico: “como campo de saber, como sistema de conocimiento, como capacidad imaginaria, como emisora de señales de aproximación y ejercicios de seducción”16 Hay en sus últimos trabajos un color que se presenta más diáfano, el espacio se reordena, en Un lugar fuera del tiempo y del espacio, nos exime del mundo real, crea un universo en movimiento continuo estamos al mismo tiempo en un lugar y en todos simultáneamente, figuras abstractas se entrelazan con formas figurativas, para Afrodita Cautiva, elige ubicar en el centro un cuerpo femenino de color amarillento con algunos personajes de rasgos extraños a su alrededor, de igual 17


manera a través de Alma vuela, presenciamos una realidad o sueño ubicuo, fragmentos de escenas que entrelazan relatos acompañados de seres con siluetas transparentes o alados, visiones en alto de una ciudad y un paisaje surgen alrededor de la profundidad remarcada en un punto de fuga central. En los cuadros de Pietra hay metáfora y metonimia en un denso mundo simbólico, contiene, retiene y reúne al espectador frente a la obra, dado por el alto contenido conceptual de sus pinturas, ésta provoca una reflexión sobre el tiempo y la historia. A través de una sutil sucesión de escenas nos propone un silencio crítico, éste se produce en el ingreso al mundo que el artista traza, iniciamos el recorrido subimos a un puente que no nos es ajeno y afectados por el propio reconocimiento en la imagen cooperamos con él. Destacando que sus espacios no son de seres individuales, sino de un plural de sujetos en un colectivo social que nos permite un intercambio a través de su propia mirada. Miedos, recuerdos y alusiones a futuros imperfectos observamos en sus cuadros en una experiencia hermenéutica que nos pide el autor, para no salir nunca más intactos. “El cuchillo con el que se destruye una obra te libera tanto como su propia realización. Es un impulso irracional de igual intensidad […] mi utopía sería meterme en el espacio de mi última obra “.17 Natalia March

Testigo de Gehova, 1997 acrílico sobre tela, 250 x 71 cm

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George Didi-Huberman, “Cómo abrir los ojos”, en Harum Farocki, Desconfiar de las imágenes, Buenos Aires, Caja Negra, 2013, p.13. 2 Para profundizar sobre el desarrollo del arte argentino en la década señalada ver: María Teresa Costantin, Cuerpo y Materia Arte Argentino 1976-1985, Buenos Aires, Fundación Osde, abril-junio 2006. 3 Eduardo Stupía, Jorge Pietra 1970-1980, Buenos Aires, La estrella del Sud, octubre-noviembre 2007s/p. 4 George Charbonier Essais sur Antonin Artaud, citado en: L. M. Schneider “Artaud y México”, Viaje al País de los Tarahumaras, Fondo de Cultura Económica, México, 1984, p.10. 5 Jorge Pietra Jorge Pietra Panorama de panoramas, Buenos Aires, Centro Cultural Borges, La línea que piensa, 2008, p2. 6 Carl Jung, Psicología y alquimia, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1989, p.180. 7 Jorge Pietra-Alejandro Lafleur, libro inédito, archivo del artista. 8 María Teresa Costantin “…un sitio real de la ciudad de México, pero cuyo nombre evoca los centros clandestinos de tortura.” en Cuerpo y Materia, Buenos Aires, Fundación Osde, 2006, p.15. 9 Costantin, op. cit. p.15. 10 Jorge Pietra comenta “Allí hay trastos…telones, carros, la fosa de los músicos y otros espacios que todavía me producen las mismas emociones que cuando los recorría de chico….” Libro inédito op.cit. 11 Jorge Pirozzi, “Estación Retiro”, Art Inf, Buenos Aires, nro. 50/51, enero-febrero-marzo, 1985, p.43. 12 George Didi-Huberman, Lo que vemos, lo que nos mira, Buenos Aires, Manantial, 2010, p.47 13 Miguel Briante, “Jorge Pietra rastrea en espacio propio”, Diario Pagina/12, Buenos Aires, 28 de agosto de 1990, sección: plástica. 14 Jorge Pietra, en María Teresa Costantin “Sabiendo el bien y el mal”, en: El alma vuela, Buenos Aires, galería Rubbers International, abril de 2011, s/p. 15 Jacques Rancière, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010,p.25 16 Tulio de Sagastizábal y Andrés Labaké, ¿Por qué Pintura?, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, octubre 2007, s/p. 17 Jorge Pietra, en: Carlos María Casasco Drago, En la mitad del camino, Buenos Aires, Galería Zamora, octubre/noviembre 2000, s/p. 1

Con la sangre en el ojo, 2005 acrílico sobre tela, 138 x 117 cm

Abismos Serie dibujos (10) , 2004 tinta - lápiz - acuarela sobre papel, 74 x 110 cm

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DIBUJOS, TÉCNICAS MIXTAS Y ACUARELAS


(arriba izquierda) Espacios añicos -1-, 1975 lápiz color sobre papel, 55 x 35 cm (abajo) Alucinados en González Catán, 1974 lápiz color sobre papel, 37 x 55 cm 22

(arriba derecha) Espacios añicos -2-, 1975 lápiz color sobre papel, 55 x 35 cm


Espacios añicos -3-, 1975 lápiz color, 35 x 55 cm

Espacios añicos -4-, 1975 lápiz color sobre papel, 35 x 55 cm 23


Espacios añicos (Serie),1975 lápiz color sobre papel, 55 x 35 cm Colección Privada 24


Espacios aĂąicos (Serie),1975 lĂĄpiz color sobre papel, 55 x 35 cm 25


La vida continua, 1976 lรกpiz - color sobre papel, 50 x 35 cm 26


El MarakamĂŠ, 1973 tinta sobre papel, 23 x 34 cm ColecciĂłn Privada 27


D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta - lรกpiz, 30 x 20 cm Colecciรณn Privada 28

Pรกgina siguiente: D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta - lรกpiz, 30 x 20 cm Colecciรณn Privada


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D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta - lรกpiz, 20 x 30 cm Colecciรณn Privada 30

D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta - lรกpiz, 30 x 20 cm Colecciรณn Privada


D. F. Madrid (Serie), 1977 tinta - lรกpiz, 20 x 30 cm Colecciรณn Privada 31


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Página anterior: El jardín, 1977 lápiz - grafito sobre papel, 46 x 68 cm 34

Catedral de insectos luminosos, 1981 tinta sobre papel, 66 x 110 cm Colección Privada


Catedral de insectos luminosos, 1981 tinta sobre papel, 66 x 110 cm 35


MĂŠxico, 1977 lĂĄpiz color - tinta sobre papel, 41 x 48 cm 36


El hombre barca (3, 2, 1), 1981/1982 tinta - collage sobre papel, 65 x 100 cm 37


(Serie) La noche frĂ­a, 1982 mixta sobre papel, 70 x 100 cm 38

(Serie) La noche frĂ­a,1982 pastel oleo - tinta sobre papel, 70 x 100 cm.


(Serie) La noche fría, 1982 mixta sobre papel, 70 x 100 cm

(Serie) La noche fría, 1982 mixta sobre papel, 70 x 100 cm Colección Privada 39


(Serie) La noche fría, 1982 mixta sobre papel, 70 x 100 cm

Pietra y su panorama de panoramas Luis Felipe Noé Desde hace más de treinta años soy un admirador de los dibujos de Pietra. Después conocí sus pinturas como otra forma de ser de sus dibujos. Lo muy particular de todas sus obras, y desde entonces, es la doble dimensión espacial que revelan. Por un lado, la complejidad de una imagen que se concreta invadiendo la superficie plana; por el otro, la profundidad escalonada que nos invita a acceder Así nos presenta un mundo en espiral hacia el abismo. Los otros elementos constitutivos de la imagen cumplen claramente su función: la línea la va definiendo y el color la adjetiva. El sentido de profundidad y el ritmo caótico caracterizan las obras de Pietra desde siempre, y, sin embargo, cada una de ellas es una propuesta singular y bien diferenciada de las otras. Pietra siempre está en un mismo tren creativo, pero éste -como todo tren en marcha- visita distintas estaciones. Lo que llama la atención es que se subió a ese tren siendo muy joven. Algo así como que hubiera nacido con ese mundo propio. Por ello tiene un gran sentido que La Línea Piensa presente un panorama de sus obras. Este es, en realidad, un panora40

ma de panoramas, ya que cada uno de ellos nos hace asomar a un complejo universo en permanente movimiento a pesar de la imagen estática. Los dibujos que aquí se exhiben hablan por sí solos porque son poesías esencialmente visuales. Por ello, juntos adquieren una dimensión poética digna de una Divina Comedia, o mejor dicho, de una escéptica comedia con su correspondiente humor trágico. Los espectadores de esta exposición se irán, estoy seguro, llevándose encima la imago mundi que nos propone este gran artista que es Pietra.


Colonia Nรกpoles (Serie), 1982 pastel - tinta - tempera sobre papel, 82 x 118 cm

Colonia Nรกpoles (Serie), 1982 pastel - tinta - tempera sobre papel, 82 x 118 cm Colecciรณn Privada 41


Colonia Nรกpoles (Serie), 1982 pastel - tinta - tempera sobre papel, 82 x 118 cm 42

Colonia Nรกpoles, 1982 pastel - tinta - tempera sobre papel, 82 x 118 cm Colecciรณn Privada


Colonia Nรกpoles, 1982 pastel - tinta - lรกpiz sobre papel, 82 x 118 cm

Colonia Nรกpoles, 1982 pastel - tinta sobre papel, 82 x 118 cm 43


Parque hundido (Serie), 1982 pastel oleo - tinta sobre papel, 118 x 82 cm 44


Parque hundido (Serie), 1982 pastel oleo - tinta sobre papel, 118 x 82 cm

Parque hundido (Serie), 1982 pastel oleo - tinta sobre papel, 118 x 82 cm 45


Cambio de piel -1-, 1991 tinta - pastel - sobre papel, 82 x 119 cm 46


Sin tĂ­tulo, 1991 tinta, 59,5 x 82 cm

Cambio de piel -2-, 1991 tinta - pastel - sobre papel, 82 x 119 cm 47


Sobredosis de T.V., 1996 tinta - collage - grafito sobre tela, 150 x 150 cm 48


ClĂ­toris, 1999 tinta sobre papel, 56 x 82 cm 49


Gallinazos,1999 tinta - acuarela, 50 x 65,5 cm Colecciรณn Privada 50


Mirando TV con la abuela, 1999 tinta - acuarela, 50 x 65,5 cm Colecciรณn Privada 51


Vidrios rotos, 2006 tinta - collage sobre tela, 190 x 158 cm 52


Abismos Serie dibujos (10), 2004 tinta - lรกpiz - acuarela sobre papel, 74 x 110 cm 53


Abismos Serie dibujos (10), 2004 tinta – låpiz - acuarela sobre papel, 74 x 110 cm 54


Abismos Serie dibujos (10), 2004 tinta – låpiz - acuarela sobre papel, 74 x 110 cm 55


La sombra, 2004 tinta - lápiz sobre papel, 75 x 110 cm Colección Privada 56

Energías hermanadas, 2004 tinta - lápiz sobre papel, 75 x 110 cm


Fantasmas, 2009 tinta - carbonilla - lรกpiz color sobre papel, 91 x 116 cm 57


Semilla, 2006 tinta - acuarela sobre papel, 82 x 119 cm 58

El sepulcro de mis yo, 2007 acuarela, 70 x 100 cm


El martillo, 2006 tinta - acuarela sobre papel, 82 x 119 cm

La fuente del olvido, 2007 collage - tinta - acuarela sobre papel, 70 x 100 cm 59


Un viaje en ascensor Inés Katzenstein En la muestra de Jorge Pietra, dos series de dibujos confirman su recorrido por los modos expresionistas del arte. En su obra, el modo halla su carácter particular al transponer las cosas del mundo mediante una contundente alteración emotiva: ajustarse a una imagen interna a sus desajustes; hurgar la forma de los adjetivos, ya no de las cosas. Describir el espíritu de sus recientes trabajos incita a adjetivar, a recurrir al “cómo” -a eso supuestamente agregado que, al fin, tantas veces, termina por definir el “qué”-, porque su fuerza radica en que son visiones absolutamente personales, fisionomías y espacios trastornados, vulnerables. En la planta baja de la galería, el tema que recorre las obras, una a una, es la muerte, absorbida por los rituales modernos del hospital, la ciencia y el crematorio aunque guardando, inevitablemente, lo atemporal: la tragedia.

El secreto, 2006 tinta - acuarela sobre papel, 81,5 x 118 cm Colección Privada

Con lazos pletóricos pero decisivos, desordenadamente, Pietra ahonda en una atmósfera tragicómica cercana al delirio, en una expresión descarnada -aunque no falta de humor- de la muerte. “Los que ven el testimonio -escribe Luis Felipe Noé en el catálogo- pueden pensar en el drama, para él, justamente, por transmutación plástica, ya no lo es. Es un exorcista.” En la serie presentada en el entrepiso de la galería, la imagen se apacigua y se ordena. Los dibujos de Pietra –para él, como secuencias de una película- aluden a casuales encuentros en el marco de un antiguo ascensor en donde los personajes -aquí, cercanos a la caricatura- destilan sordidez. Más allá de la ironía: pesadumbre. Esta serie, realizada sobre papel madera, recurre al pastel y a colores vibrantes -fucsia, amarillo, turquesa- que remarcan la mirada cáustica del artista. “Sobredosis de imagen” es el título de una de las obras expuestas y también su estigma, la marca que define la serie. Ésta convoca vivencias en un torbellino de imágenes, materiales superpuestos y trazos exaltados que perturban las figuras y desencajan el espacio -dinámico, circular- sistematizado el caos.

Página siguiente: Zabala esquina Ganesha, 2012 carbón - tinta china - pastel, 218 x 170 cm Gran Premio Adquisición Dibujo Salón Nacional 60



(Serie tres sueños italianos) Venecia, 2009 tinta – acuarela sobre papel, 92 x 120 cm 62

(Serie tres sueños italianos) Nápoles, 2009 tinta - acuarela sobre papel, 92 x 120 cm


(Serie tres sueĂąos italianos) Roma, 2009 tinta - acuarela sobre papel, 92 x 120 cm 63


La petisa, 2010 tinta - pastel sobre papel, 50 x 65 cm 64

Las chicas, 2010 tinta - lรกpiz color sobre papel, 50 x 65 cm


El dictador, 2010 tinta - acuarela sobre papel, 55 x 65 cm

Retrato de un reprimido, 2010 tinta - acuarela sobre papel, 55 x 65 cm 65



Ensoñaciones, 2011 tinta - acrílico sobre papel, 150 x 150 cm 2do Premio Salón Nacional de Dibujo 67


EnsoĂąaciones, 2011 tinta - acrĂ­lico sobre papel, 150 x 150 cm 68


Vibraciones en el laberinto de la mente Mariana Robles Exaltación, abandono, sobre todo confianza: Es lo que hace falta para acercarse al infinito. Henri Michaux Las pinturas de Jorge Pietra se parecen a una música psicodélica, hecha con vibraciones estridentes de la mirada o con fragmentos alucinados de muchas visiones y emanaciones quiméricas. Cada pintura compone un micro-universo que nos recuerda los avatares de otras épocas. Como sí la conciencia pudiera atravesarlo todo y manifestarse en eclosiones superpuestas de colores y formas. La inversión de la referencia espacial se descompone en desviados puntos de vista, a la deriva del orden establecido. Los entramados del paisaje son laberínticos y se reiteran en algunos espejos incandescentes, la perspectiva se fragmenta pero a su vez permanece conectada en los márgenes de una centralidad ausente. Allí, la mirada puede perderse en las retóricas de una arquitectura exquisita y perversa, en un sueño infinito y sin retorno. Lentamente, las convenciones quedan anuladas y las coordenadas petrificadas de la mente, se derriten en versiones caleidoscópicas de una experiencia sensorial extrema. En la obra de Pietra la epidermis de la visión eclosiona en corpúsculos habitados, en anatomías abyectas y enredadas construcciones siderales. En el horizonte de su obra las cosas parecen flotar o subsistir en una atmósfera circular que nunca se detiene sobre la línea de superficie. También el ojo puede ver más allá de su cuerpo, salirse de sí, evadirse de los propios límites de la corporalidad y volar. La humedad ocular se derrite, se expande y eclosiona. Las sombras vaciadas y los organismos abiertos anuncian las cavernas mentales, las pinturas de la conciencia al borde de los sentidos. Algunas de las imágenes de Pietra, poseen una cualidad reversible entre el adentro y el afuera: la exterioridad se manifiesta en la concavidad de las cosas y la interioridad se proyecta como un reflejo incesante. Mientras que lo sólido puede ser atravesado y la materia ablandada con el rayo de la percepción. Así, las pinturas son la totalidad, un tumor radiactivo de sus propias visiones.

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PINTURAS


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Página anterior: (Díptico) El deseo, 1982 pastel - acrílico sobre papel, 108 x 150 cm Recuerdos de colegiales, 1983 acrílico sobre papel, 135 x 150 cm 74

Recuerdos de colegiales, 1983 acrílico sobre papel, 135 x 150 cm


Intersticios espaciales Maria Teresa Constantin, abril de 2005 La obra de Jorge Pietra (1951) refiere a la ardua subjetividad de mundos internos. Su pintura es la exploración permanente de lo onírico cargado de tensiones afectivas. En ocasiones hace uso de una fragmentación del espacio, próxima a los comics, en la que cada escena se cierra sobre sí misma. Otras veces instala un espacio central cuya dinámica parece multiplicar una constelación de escenas menores en las que, lo que se cuenta, se enuncia siempre a medias. Los espacios ambiguos, las diferentes perspectivas o perspectivas forzadas cobran así un enorme protagonismo. El uso del color, unido a su preocupación espacial, contribuye a generar climas de fuerte carga expresiva. La obra de la presente muestra fue realizada entre 2001 y 2005, es decir entre la caída de las torres gemelas y la crisis de diciembre, en Argentina, y la actualidad. Así, los dibujos corresponden a una serie de 40 obras producidas en “un arrebato dibujístico”, como señala el artista, y aparecen como el eco agitado de la tensión del periodo. En ellos, la línea avanza al ritmo de la mano, en un gesto semiautomático de rápida realización que responde a un impulso primario frente al soporte. A veces, ese proceso se completa días después cuando, luego de un asentamiento de la obra, el artista puede retomar los trabajos e intervenir sobre ellos. Cuando esto sucede, se trata de modificar algunas líneas, acentuar algunos valores en las tintas o reforzar un sombreado. Es decir: operar desde la técnica pero sin modificar la espontaneidad del primer impulso. Así, blancos y zonas oscuras en las que se concentra la tinta crean una dinámica de caos.

dor quien sería ahora el decapitador. El humor negro latía en el proyecto y hacía más llevadera la “noticia”. Entre el inicio del objeto, del que solo realiza la plantilla, y su realización se produjeron los hechos de Cromañón. La cercanía de las mujeres jóvenes hacía inaplicable el recurso irónico, el objeto no se realizó y la plantilla fue utilizada en la pintura. La obra aparece aquí insinuando una manera nueva, en la que la imagen se depura y las escenas simultáneas desaparecen: la obra se aquieta y la preocupación pictórica se acentúa en el nocturno azul, entrevisto entre la maestría de verde de los árboles. En Pietra, el soporte se plantea como un mapa de disímiles pistas: lo real contemporáneo, lo urbano y la multiplicación de imágenes visuales, la cita a los mitos de la antigüedad -Las tres vueltas a la fortaleza- o rearmando una nueva balsa de Medusa -Se viene la parca- en un avioneta cargada de despojos humanos. En definitiva las obras parecen tensarse entre la presencia de mundos imaginados y la insistencia en la pintura como acto expresivo. Como la figura meditativa de La fuente, una moderna melancolía, que parece debatirse entre un torpe monigote cuyos ojos reflejan un mundo pintado y la sugerencia espacial hacia una angosta abertura hacia lo incierto.

En las pinturas, el artista inicia el trabajo con el mismo proceder pero luego corrige, modifica o rehace hasta lograr la imagen deseada. De manera similar el frenesí de dibujos automáticos, color, formas, ritmos y figuras se van entretejiendo sin control racional. Como si se tratara de diferentes vías, obras como En un cielo de Antibióticos parecen construidas sobre la dinámica de secuencias historiadas en las que el color actúa de manera protagónica. En otras obras, como Las Tres Vueltas a la Fortaleza, el acento está puesto en una singular libertad expresiva. Mientras que en unas es el desplazamiento de las formas de color el que genera su propia dinámica al interior del abismo espacial, otras obras parecen reafirmarse en la energía monocromática y el trazo. En estas últimas el artista trabaja incorporando recursos adquiridos en su labor en escenografías del teatro Colón: dispone la tela sobre el piso y, utilizando el mismo sistema de largos pinceles con los que se trabaja en el teatro, dibuja sobre la tela con una distancia mayor y la línea se hace más espontánea y expresiva. Desde otro ángulo, este procedimiento permite pensar al soporte como receptáculo de una carga diferente, en la que se ha incorporado el peso de una gestualidad corporal, como si recibiera la energía rápida del gesto del artista. Pietra opera desde lo contemporáneo y en obras como De aquí para allá, el motivo de una cabeza humana cercenada evoca acontecimientos recientes. Ese motivo había sido pensado como un objeto que podía ser activado por el especta75


(Cuatríptico) La máquina del tiempo, 1981 acrílico sobre tela, 105 x 302 cm 1er Premio George Braque 1982 76


(Cuatríptico) La máquina del tiempo, 1981 acrílico sobre tela, 105 x 302 cm 1er Premio George Braque 1982 77


El punk, 1983 acrílico sobre tela, 120 x 170 cm 78

Sarcófagos, 1983 acrílico sobre tela, 125 x 170 cm


Fausto criollo, 1984 acrĂ­lico sobre tela, 167 x 167 cm 79


El Marakamé, 1985 acrílico sobre tela, 155 x 195 cm 80

El loco por las paredes, 1987 acrílico sobre tela, 90 x 192 cm


Pintura Violenta Ana María Battistozzi Los trabajos de Jorge Pietra que se exponen en la nueva galería La Estrella del Sud son a la vez poesía y testimonio de los dramáticos años 70 y 80 en la Argentina. Al caer la tarde, cuando disminuye la luz, la vidriera del impecable local de Humberto 1º al 1200 -hasta hace mucho, la carnicería del barrio, hoy, la galería La Estrella del Sud- conjuga en sus reflejos un raro encuentro entre interior y exterior. En ese plano espejado se funden imágenes de cajones de naranjas y zapallitos de una verdulería, con las ruedas de la gomería de al lado y las pinturas de Jorge Pietra. El curioso y saludable encuentro parece concretar en la delgada superficie una de las máximas aspiraciones de las vanguardias: unir arte y vida. Jorge Pietra, uno de los artistas de los 70/80 que el dueño de la galería, Carlos Briosso, se ha propuesto reunir, expone aquí trabajos de aquellos años. Son dibujos y pinturas marcados por ese momento del arte argentino, que lo tuvo como uno de sus protagonistas. Ganador en 1982 del prestigioso premio Braque que le permitió una estadía en Francia, su obra ya expresaba entonces ciertos signos básicos que habrían de definir la estética de los años pos dictadura, pero que en su caso habían asomado casi diez años antes. Los dibujos y tintas papel de los años 70, que aquí se exponen, dan cuenta del carácter anticipatorio de esas imágenes en relación con el drama que sobrevino después del 24 de marzo del 76. Un drama que Pietra preludia en la configuración del espacio, caótico, arremolinado y laberíntico de sus trabajos de entonces que se fueron volviendo cada vez más densos en sensaciones de encierro y vértigo a la vez.

Estados afiebrados, 1987 collage - acrílico sobre tela, 139 x 140 cm

El texto del catálogo que escribió Eduardo Stupía, otro testigo y actor de aquellos años, recuerda la muestra integrada por dibujos “próximos a éstos” que Pietra inauguró en la galería Carmen Waugh el 23 de marzo de 1976 y llamó sugestivamente “Espacios Añicos”. Una foto, tomada en aquella ocasión en la que aparece Maria Schvartz, Felipe Pino, Stupía, Majo Okner, Claudia Zemborain, Roberto Elía y Alberto Heredia, da idea del calibre del grupo que lo rodeaba en aquella escena que empezaba a hacerse añicos. Ni la fotografía ni la evocación de Stupía son arbitrarias con relación al sentido que hoy proyecta esta muestra. Tanto desde la producción pictórica del artista -esos grandes lienzos vinculados a su trabajo en el teatro Colón o la serie Colonia Nápolescomo desde la recepción, esos trabajos expresan la violencia que fue enrareciendo y tensando las formas al ritmo de una acción cada vez más definitiva de la materia en la construcción de la imagen. Inevitablemente asociada al famoso trío de las tres P, (Pietra, Pirozzi y Pino) que marcó el arte de los 70 e impactó poderosamente en los 80, la obra de Pietra reunida en esta muestra reaparece como Poética y como testimonio de un momento de cumbres y abismos sobre el cual sería interesante reflexionar. Sobre todo por los cruces que propone entre problemas del arte y problemas de la historia. 81


Equilibrista, 1985 acrĂ­lico sobre tela, 200 x 190 cm 82


Por los pasillos del Teatro ColĂłn, 1985 acrĂ­lico sobre tela, 190 x 190 cm 83


Ensayo de luces – 1er. Acto, 1985 acrílico sobre tela, 178 x 188 cm 84

Ensayo de luces - 2do. Acto, 1982 acrílico sobre tela, 200 x 210 cm


El retorno, 1988 oleo sobre tela, 200 x 200 cm Colecciรณn Privada 85



Zapateo y media vuelta, 1987 acrĂ­lico sobre tela, 186 x 206 cm 87


Todos los caminos van al cielo, 1988 acrĂ­lico sobre tela, 189 x 240 cm 88


CaĂ­da luminosa, 1988 oleo sobre tela, 180 x 180 cm 89


El río volcán, 1988 acrílico sobre tela, 185 x 136 cm 90


Noche serrana, 1988 acrĂ­lico sobre tela, 165 x 137 cm 91


La olla, 1988 acrílico sobre tela, 135 x 194 cm

Jorge Pietra rastrea en espacio Miguel Briante Jorge Pietra es un pintor sólido, hace tiempo que encontró su espacio -los rastros centrales de su espacio-, y se afianza ahí, para adentro. Raros ensambles entre despliegue gozoso de materia y angustia por ir más allá, su obra a partir de algunos signos claros, muy “Pietra”, se cierra y se abre sobre sí misma, es su medida y su propio comentario. Aun cuando utilice distintas técnicas -dibujo, pinturas-, el sentido de quiebre, de transgresión de lo dado -de lo establecido en las conversaciones contemporáneas, de lo encontrado y ya elaborado por sí mismo-, se convierte en el leitmotiv unificador de todas sus muestras. El suyo es un planteo dramático, denso, donde las situaciones -a las que no les tiene miedo- parecen suceder por el encuentro, el ensamble, el encastre (en esa graduación) de formas plásticas que reelaboran elementos cotidianos. Aun cierta carga ritual -que en color y en movimiento parecen evocar ceremonias religiosas sudamericanas, con todo su desafuero imaginativo- se encauza en imágenes despojadas de exotismo folklórico. Una máquina de carpintería, circular, se hace una gran matraca de funcionamiento siniestro; con ella 92

se cortará en dos un cuerpo -el de cristo, el del pintor en la cruz-, con ella se cortará la pintura. Y la pintura, el pintor, es precisamente el punto central de esta muestra donde pintores deambulan (como en un via crucis) por lugares y horas extrañas, o las telas a ser pintadas (como en las cajas chinas) aparecen como un presagio de una nueva aventura. Barroco, Pietra cuenta la búsqueda del tema en elipsis que, como en los laberintos propuestos a los niños, tienen una rigurosa salida, un final. Tal vez una palabra para definir esta presentación de Pietra sería “mordaz” mordaz sobre el ocio, mordaz sobre la vida que se empeña; con éxito, en no olvidar.


Otello club, 1991 acrílico sobre tela, 120 x 140 cm Colección Privada 93


Explosión, 1994 acrílico sobre tela, 159 x 198 cm 94

Borracho de luna, 1988 acrílico sobre tela, 100 x 130 cm


Se lo llevaron?, 1990 oleo sobre tela, 190 x 185 cm 95


Tres espíritus, 1995 mixta - acrílico sobre tela, 140 x 190 cm Colección Privada 96


Caronta, 1995 acrĂ­lico sobre tela, 200 x 200 cm 97


Fin de la noche, 1995 acrĂ­lico sobre tela, 178 x 187 cm 98


AviĂłn negro, 1995 acrĂ­lico sobre tela, 158 x 200 cm 99


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Página anterior: El pibe cabeza, 1994 óleo sobre tela, 180 x 245 cm Primer Premio Pintura Salón Municipal de Artes Plásticas 102

El ascensor de Ayacucho, 1997 acrílico - oleo sobre tela, 180 x 180 cm


Mal de ojo, 1998 acrĂ­lico sobre tela, 150 x 180 cm 103


Membrillo amargo, 1996 acrílico sobre tela, 140 x 168 cm Colección Privada 104

Doblado en la playa, 1998 acrílico sobre tela, 150 x 150 cm


Dado vuelta Rosa María Ravera* Hay en Jorge Pietra cierta manera habitual de entendérselas con el mundo. Es la decidida intención de transformarlo, darle vuelta e inventarle su revés. Para él es normal una visión irrealizante. No una fuga a un objetivo impreciso más o menos lejano, sino una mezcla de lo cotidiano con lo extraordinario. Dos caras de una misma moneda, una sola, pero lo que alienta y hace crecer es tanto. Lo visualizable “en obra” no responde en consecuencia a una (presunta) realidad, no se refiere a objetos situados en un espacio homogéneo y limitado. De lo limitado Pietra pasa muy rápidamente a lo ilimitado fabuloso, a la unión de las contradicciones, a la exhibición inversa de lo que es adentro y afuera, lo que es vigilia y sueño. Diminutas figuras en sus cuadras trepan y saltan sin leyes de gravedad que las compliquen, ni otros condicionantes de los que se libera un vendaval de movimientos alocados. Apreciamos cómo el imaginario del artista ahonda diferencias entre lo cerrado y lo abierto, entre ciudades y puertos, lugares y tránsitos. Le parece natural agujerear el espacio, abrir paredes y traspasarlas, poder ir siempre más allá, tal vez hacia a una nueva Jerusalén. Los trabajos que exhibe la Galería Rubbers con la dirección de Mariana Povarché responden a visiones que le fueron familiares a Pietra desde chico. Imágenes transparentes, brillantes, aparecieron y desaparecieron, obsesivas para la mente joven. Pero como se sabe, todo artista posee un medio excepcional para liberarse de sus fantasmas, para amigarlos, entretenerse con ellos y, fundamentalmente, convertirlos en color, línea, plano, orquestación simbólica. Aquí como pocas. Las estrategias pictóricas que presiden este balanceo de ideas y su bulliciosa multiplicidad ofrecen el despliegue de una energía circulante que ocupa el espacio y lo interviene, de vez en vez, con formas frecuentemente diferenciadas. Es la dinámica del sentido, circulación sígnica de la que se ocupan las investigaciones pertinentes, y el artista con sus propios estudios. A veces, ese proceso ha sido pensado por rondas sucesivas, en danza tríadica que inicia y reinicia las redes de la significación. Y hay también, en Pietra, devenires semejantes que ostentan puntos firmes, clausuras momentáneas prestas a reinventarlos nuevamente. Las posibilidades de engarce son, en este contexto, puertas y ventanas. Facilitan el traslado de los signos. La puerta suele cerrar un acontecer plástico, poniendo el enigma de lo que sigue más allá, eventualmente. Este trabajo artístico se caracteriza por crear una rica diversidad de relaciones espaciales interconectadas, determinando, con alógica coherencia, diferentes líneas de articulación de planos. El armado geometrizante es una de las iniciativas frecuentes a lo largo de los años. Pero no es la única estrategia compositiva, dado que suele prevalecer el tumulto de los desplazamientos y su rapidísimo devenir. Tal, por ejemplo, “Potosí” pero es en otra compleja composición donde emergen sugerencias hasta cierto punto ejemplares. Una lluvia de pequeñas unidades (¿balas?) se desplazan vertiginosas hacia un objetivo alejado, en la parte inferior una forma rojiza es quizá un charco de sangre, en el aire una plantilla ondulante es quizá un corazón, un rostro asiático pendu-

la emblemático y vinculando la totalidad de configuraciones una línea verde entra y sale, alía y une. El título algo aclara (bien lo sabía Duchamp): “Un cielo de antibióticos” Nos enteramos que los posibles proyectiles son una guerrilla de antibióticos considerados, por el artista, reales enemigos a combatir. Se abalanzan hacia un blanco lejano, impertérrito: una puertita verde, cerrada. En el tipo de obra mencionada -como no menos en las restantes- la función de la línea es prioritaria. Promueve, en el desarrollo de los elementos figurales, una precisa red distribuida. Pietra, de procedimientos por lo general muy intuitivos, elabora distingos plásticos-ideativos muy importantes. Hace, al respecto, una clara discriminación entre la línea vinculante, colectora, cuyo significado es la comunicación a través del enlace de los símbolos, y otro tipo de línea que proviene de un concepto organicista. No extraña entonces comprobar, en esta interesante muestra, por lo menos dos modelos de construcción plástica, geométrica y, justamente, organicista. La complementariedad lineal-cromática define la estructuración de un sentido que se torna cósmico, que entrañablemente penetra en lo más íntimo, el corazón (la cuadrícula ortodoxa de “Boxeando”), y en lo más distante y aéreo a lo que no se llega nunca, porque el devenir sígnico es infinito, y porque hay siempre, en esta producción, una puerta que se cierra. Y que también, lo vemos, se vuelve a abrir. Observamos que las invenciones no se dejan tentar por esquemas de conocidos protocolos. Lo que Pietra realiza es dar concreción estética a un mundo interno que tenazmente varía sus relaciones, fiel a una bandada de signos que va y viene trastocando combinatorias. Corresponde todavía insistir en un mecanismo que no deja de estar presente, muy incorporado a la forma mentis del autor. El surgimiento de la imagen inesperada, según la visión surrealista. De esto da cuenta una bella obra de título clave, “Ocho y medio”. Aparece la mujer con una silla en el regazo, el rostro ahuecado con dos ventanas luminosas, dos brazos impertinentes que saliendo de un ámbito acuoso se posan en ella, azules, el seno abierto en flor, con una oscura mirada que nos inquieta. Se diría que Jorge Pietra ha ensayado, con desenvoltura audaz, algo que también persigue parte o buena parte del pensamiento contemporáneo, la eliminación de un concepto “objetivante” de lo real. Dos caminos, una meta. * Presidente de la Asociación Argentina de Estética Miembro de Números de la Academia Nacional de Bellas Artes

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En la cornisa, 1998 acrĂ­lico sobre tela, 130 x 151 cm 106


Flotando en lo profundo, 1998 acrĂ­lico sobre tela, 180 x 180 cm ColecciĂłn Privada 107


Yo soy la realidad, 2000 acrĂ­lico sobre tela, 100 x 100 cm 108


Cabeza roja, 2001 acrĂ­lico sobre tela, 83 x 86 cm ColecciĂłn Privada 109


El miedo Inca - talibán, 2001 acrílico sobre tela, 205 x 200 cm Colección Privada 110


Sobre lo que no se puede tomar, 2001 acrĂ­lico sobre tela, 95 x 150 cm 111


Un cielo de antibiĂłticos, 2004 acrĂ­lico sobre tela, 180 x 180 cm 112


Se viene la parca, 2004 acrílico sobre tela, 88 x 120 cm Colección Privada

El bosque, 2004 acrílico sobre tela, 90 x 120 cm Colección Privada 113


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Página anterior: Un lugar fuera del tiempo y del espacio, 2006 plantilla - acrílico sobre tela, 200 x 230 cm 116

De aquí para allá, 2005 plantilla - acrílico sobre tela, 180 x 198 cm


Las tres vueltas a la fortaleza, 2006 acrĂ­lico plantillas sobre tela, 180 x 180 cm 117


Boxeando, 2005 acrílico sobre tela, 80 x 120 cm

Ruptura Elena Oliveras Consecuente con la aceptación del concepto de arte como experiencia de lo no-dogmático, Jorge Pietra construye el espacio de sus obras a partir de la acumulación de figuras y de situaciones que invierten todo ordenamiento codificado. Tanto las pinturas como los dibujos expuestos en Alberto Elía, Azcuénaga 1739, reflejan una condición nómade interior que insistentemente altera jerarquías aceptadas. La diseminación es el rasgo prevalente de su estilo. Encuentra esta su fundamento en la ruptura de la línea, la disgregación del punto y la estridencia del color. De allí al juego de entradas múltiples que caracteriza la lectura visual del conjunto. La movilidad del espacio plástico responde a una visión vehemente que ignora la distancia entre los primeros planos y la superficie de fondo. Más que la tercera dimensión ilusoria cuenta la energía envolvente de los elementos del sistema. Cuenta, en particular, la capacidad de esa energía de neutralizar un escalonamiento jerárquico hacia los últimos planos para abrirse a nuevas modificaciones, por lo que cada obra podría ser vista como un fragmento de un conjunto mayor. 118

La pintura, la muerte y el sentido agonístico de la vida son temas centrales de los trabajos expuestos. El artista parece identificarse con su obra y esta con el mundo. En consecuencia, la superficie plana de la pintura y del dibujo se transforma en un campo de batalla donde compiten el arte y las fuerzas oscuras del entorno. Lejos de suavizar el conflicto, el arte impone una imagen ejemplar de la diseminación derivada de aquella relación tensional, en un espacio plástico no continente, metáfora del espacio social.


Potosí, 2006 acrílico sobre tela, 100 x 100 cm 119


Sueño blanco, 2007. acrílico sobre tela, 140 x 176 cm 120


La vida nocturna, 2007 acrĂ­lico sobre tela, 160 x 200 cm 121


8 1/2, 2009 acrĂ­lico sobre tela, 150 x 150 cm 122


Fragmentos de realidad, 2007 acrĂ­lico sobre tela, 135 x 197 cm

Un obrero en el infierno, 2009 acrĂ­lico sobre tela, 95 x 150 cm 123


Zonas limĂ­trofes, 2009 acrĂ­lico sobre tela, 185 x 190 cm 124


La batalla sin estrategia, 2008 acrĂ­lico sobre tela, 150 x 190 cm 125


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Página anterior: La rebelión del instante, 2011 acrílico sobre tela, 135 x 175 cm Colección Privada 128

El domador, 2011 acrílico sobre tela, 180 x 180 cm


Mermelada de la Sra. S, 2009 acrĂ­lico sobre tela, 82 x 119 cm ColecciĂłn Privada 129


Afrodita cautiva, 2011 acrĂ­lico sobre tela, 180 x 180 cm 130


El ĂĄrbol del huerto, 2011 collage - acrĂ­lico sobre tela, 200 x 200 cm 131


Una noche cualquiera, 2010 acrílico sobre tela, 180 x 180 cm Primer premio pintura Salón Nacional Colección Palais de Glace 132



El salar, 2009 acrĂ­lico sobre tela, 90 x 120 cm 134


Entre la razón y el inconsciente Mercedes Perez Bergliaffa

Bruma del morro, 2012 acrílico sobre tela, 120 x 150 cm

El pantano, 1999 collage - acrílico sobre tela, 100 x 200 cm

En la nueva galería Central Newbery, las pinturas de Jorge Pietra abren la puerta hacia un territorio gobernado por la imprevisible lógica de lo onírico. Pietralandia, llama él a su mundo, espiral profundo de memoria, imaginación y estrategia técnica de la que resultan sus obras. Es Jorge Pietra y ésta es su muestra Ensoñaciones, en la galería Central Newbery. “Llamé a la exposición así porque las pinturas surgieron en un momento determinado, ése en que uno se relaja y deja que las imágenes, fluyan -comenta el pintor-. Entonces aparecen lo racional y lo inconsciente” Ocurre en su obra “Afrodita Cauriva”: Un cuerpo amarillo de mujer (¿enfermo, muerto?), recostado sobre una cama, en el centro de la escena. La corona de hojas verdes contorneando la cabeza. Un gaucho con facón la mira, de espaldas al espectador. Personajes imprecisos, de rasgos sinuosos, laxos, inhumanos y orgánicos, más otras formas, merodean: no todo es figuración, acá. Tampoco espacio ni perspectiva a la usanza tradicional, renacentista y occidental. En “Afrodita...”, “Zonas limítrofes”, “Fragmentos de realidad” y en la mayoría de los trabajos, el espacio de las escenas -extrañas, con personajes bizarros- no es plano, no es cúbico y a veces está partido: por las líneas, por el trazo, por la misma masa de pintura y por cierta asociación en cadena de figuras geométricas que, a la larga, se deshacen, pero que siempre logran ese efecto buscado: un espacio extrañado, que no nos es habitual, que es ajeno. Y que en seguida remite a la sensación de caer dentro de un pozo durante un sueño, o despertar de golpe y no saber bien dónde se está apoyando el primer pie de la mañana, tarde o noche. Por eso resulta difícil, al observar estas obras, situar la narración que sugieren en algún lugar reconocible: ninguno de estos lugares existe. Sí existen algunos personajes. Y muchos tienen clave grotesca: sus rasgos están acentuados. Los trabajos podrían agruparse en varias líneas: dibujos en blanco y negro realizados sobre el papel; otros -también en papel- en los que Pietra incorpora color; acrílicos sobre tela, de gran tamaño; y esa obra sola, única, que se separa del resto tanto por su factura como por su tema: “un lugar fuera del tiempo y del espacio” La pintura usada de otra manera -chorreada con la tela ubicada horizontalmente-; la perspectiva muy acentuada; profundizando el campo de acción, y la presentación de una escena en la que los protagonistas son huracanes, turbinas que irrumpen en un espacio teatral (no en vano Pietra trabajó tantos años en el taller de arte del Teatro Colón). Aquí tenemos la clave: en estas obras el espacio ni termina ni empieza: continúa. La narración de sus obras, también.

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Frutos del bosque, 2011 acrĂ­lico sobre tela, 165 x 165 cm 136


La búsqueda, 2011 acrílico sobre tela, 80 x 120 cm 137


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Página anterior: El alma vuela, 2011 acrílico sobre tela, 195 x 220 cm 140

La visita, 2011 acrílico sobre tela, 80 x 120 cm


Piano - Piano, 2011 acrĂ­lico sobre tela, 180 x 180 cm 141


En la boca del lobo, 2012 acrĂ­lico sobre tela, 170 x 185 cm 142


La isla de los sueños, 2012 acrílico sobre tela, 180 x 180 cm Colección Privada 143


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Página anterior: La vida cotidiana en Pietralandia - Díptico, 2013 acrílico sobre tela, 200 x 300 cm 146

Una tarde, 2011 acrílico sobre tela, 90 x 110 cm


Vuelo nocturno, 2011 acrĂ­lico sobre tela, 150 x 150 cm 147


La piedra perforada Horacio Safons* La eterna noche del ciego circulando en la aún más oscura noche de los videntes, con su carga de ahorcados, mansiones tenebrosas y extraños pliegues de pesadas telas de escenario (“El Milagro”); el íncubo en su caverna vaginal, vínculo inexorable entre el sexo y la muerte (“El Tío”); la silueta ominosa que remite al cadáver, al lugar del crimen y al crimen mismo, luego encarnado y vestido con ropa de calle para que flote en el cielo a la manera de un ángel de Chagall (“Último día del milenio”); el ojo de Dios (como máscara tragicómica) en el azul travestido en mar impiadoso, el cactus fálico como candelabro de siete espinosos y crueles brazos, la larga fila de impávidos espectadores de la nada, ordenados en el triángulo de una Trinidad inexistente, señal urbana y blasfema, en ese no espacio celestial sin entrada ni salida (“San Pedro”); rincones desposeídos de todo, meditaciones obsesivas, edificios cuya única justificación es mostrar el espacio anónimo del infierno, la caja boba tan llena de materia descompuesta como los mismos nichos... Pietra descarna sin pudor y en trazos tallados como esquemas, a veces en paleta asordinada y otras en agrio y estridente cromatismo, una expresión convulsa, una imaginería de sombras, un escenario en el cual los hechos y las historias se superponen, se potencian y anulan mutuamente, remiten unas a las otras, atisban tanto lo obsceno como lo patibulario, lo místico, lo folclórico, el humor despiadado, la exaltación sin origen y hasta el escarnio; pinta con sentido de friso narrativo y también como horadando el espacio, como si lo abriera a empujones para introducir la escena. Jorge Pietra, pintura de riesgo, fuerte, singular. * AICCA-AACA

(Díptico) Ramas, 2012 acrílico - oleo sobre tela, 180 x 100 cm

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Dio la luz, 2013 acrílico sobre tela, 150 x 150 cm

Ganesha, 2012 acrílico sobre tela, 91 x 110 cm 149


AnunciaciĂłn, 2012 acrĂ­lico sobre tela, 210 x 197 cm 150



Una estrella al espacio vacĂ­o, 2013 acrĂ­lico sobre tela, 191 x 195 cm 152


AlegrĂ­as y pasiones, 2013 acrĂ­lico sobre tela, 150 x 185 cm 153



BIOGRAFÍA



JORGE PIETRA Nació en Buenos Aires en 1951, ciudad en la que actualmente vive y trabaja. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Para conocer diferentes culturas americanas, viajó por Bolivia, Perú, recorrió el Amazonas, Brasil y México. Vivió también algunos años en Madrid y París. Trabajó en los talleres de Escenografía del Teatro Colón y fue director artístico del proyecto “Arte sin techo” desde el año 2002 hasta el 2005.

Yuyo Noé y Jorge Pietra en la Galería Rubbers Internacional, 2009

Miguel Briante, Jorge Pirozzi y Jorge Pietra en el Centro Cultural Recoleta, 1991

Jorge Pietra junto a Cristina Caronni, su mujer, en Frankfurt, Alemania, 1997

Exposiciones individuales 2013 “Ensoñaciones” Central Newbery - Buenos Aires, Argentina. 2011 “El alma vuela” Galeria Rubbers - Buenos Aires, Argentina. “Melodías Temporales” MAPDA - Olavarría, Buenos Aires, Argentina. 2010 “El tren del espacio” Museo Emilio Caraffa - Córdoba, Argentina. 2009 “Dado Vuelta” Galería Rubbers - Buenos Aires, Argentina. 2008 “Panorama de panoramas” La línea piensa, Centro Cultural Borges - Buenos Aires, Argentina. 2007 “Pintura Salvaje“ Galería La Estrella del Sud - Buenos Aires, Argentina. 2005 “Algunas imágenes sobre mi gravedad interna” Centro Cultural Recoleta Buenos Aires, Argentina. 2000 “En la mitad del camino” Zamora Arte - Buenos Aires, Argentina. “La piedra Perforada“ Galería Fra Angélico, La Boca - Buenos Aires, Argentina. 1998 “El ojo en la cornisa” Centro Cultural Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 1993 “El Ascensor y otros viajes” Galería Julia Lublin - Buenos Aires, Argentina. 1990 “Un paso grande, se va a ver menos” Galería Elía - Buenos Aires, Argentina. 1988 “Papeles” Galería Elía - Buenos Aires, Argentina. 1986 “Telones Repintados” Galería Elía - Buenos Aires, Argentina. 1985 “Dos jóvenes valores” Fundación Unión Carbide - Buenos Aires, Argentina. 1984 “Número Vivo” Galería Elía - Buenos Aires, Argentina. 1983 Hall Du Centre Chatelet - París, Francia. “Recuerdos de Colegiales” Galería Elía - Buenos Aires, Argentina. 1980 Fundación San Telmo - Buenos Aires, Argentina. 1976 “Pintura sobre papel”, ASPAP- Lima, Perú. “Espacios añicos” Galería Carmen Waugh - Buenos Aires, Argentina.

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Principales exposiciones colectivas 2013 “Celebración” La línea piensa 2006-2013 C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. 2012 ArteBa Galería Rubbers - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Dibujo Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura Banco Nación 2012, Casa del Bicentenario - Buenos Aires, Argentina. “Paladar Negro” con Emilio Reato, Juan A. Videla, Julio Lavallen, Marcelo Bordese. Galeria Perotti - Buenos Aires, Argentina. 2011 ArteBa, Galería Rubbers - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Dibujo, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. “Zapatillas intervenidas” Caminando la vida con Arte sin Techo, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 2010 4° Premio Nacional de Pintura Banco Central, Museo Sívori - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura, Fundación Banco Nación, C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. 2009 Fundación Alberto Trabucco (Dibujo), C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. “Los Caminos de Arte sin Techo” C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 2008 2° Premio Pintura Banco Central, Museo Nacional de Bellas Artes, Argentina. “Pinturas Salvaje “ Galería La Estrella del Sud - Buenos Aires, Argentina. “Sillas intervenidas una exposición y algo más” a beneficio de Arte sin Techo, C.C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 2007 “¿Por que pintura?” Fondo Nacional de las Artes - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Dibujo, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. 2006 “Cuerpo y Materia” Fundación OSDE - Buenos Aires, Argentina. 2005“Premio Trabuco” Dibujo, C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. “Caballos en Libertad” C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 2004 “Imágenes de los Ochenta” Colección Elía - Robirosa, Museo Nacional de Bellas Artes - Buenos Aires, Argentina. “Las Camitas” C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. “Argentine Alchemy” Schopf Gallery on Lake. Con Felipe Pino y Jorge Simes - Chicago, Estados Unidos. 2003 “Escenas de los ‘80” Fundación Proa - Buenos Aires, Argentina. “Manos en la masa” C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. “Premio Trabucco” (Dibujo), C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. 2002 “Pinturas” Con Felipe Pino y Félix Lorenzo, Galería Beckett - Buenos Aires, Argentina. 2000 Artistas junto a Memoria Activa, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 1999 Siglo XX Argentino Arte y Cultura, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina.

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Jorge Pietra en un bar de San Telmo

Jorge Pietra en el taller de Escenografía del Teatro Colón, 1997


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1. Tía de Jorge, Delia Garutti 2. Arriba de izquierda a derecha: Eduardo Zeitlin, Eduardo Stupía, Jorge Pietra, Luis García, Felipe Pino, Claudia Garutti (madre de Jorge Pietra), Félix Lorenzo, Roberto Elía, Alberto Heredia, Majo Okner, Claudia Zemborain, Edgardo Ibañez, Rolando Yankelevich, Daniel Salvado. Abajo de izquierda a derecha: Magüi, Bichi, Marcia Schvartz, Hilda Fernández. En la exposición de Jorge en la Galería Carmen Waugh, 1976 3. Foto familiar, con sus hermanos (arriba) Gerardo, Elsa y Jorge, y sus padres (abajo), Claudia y Humberto 4. Los Biancuzzo en el montaje de los telones en la estación de trenes Retiro, 1985 5. Colgando telón en la estación de trenes Retiro, 1985 6. Jorge Pietra con su hermano Gerardo, 1961

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1998 “Israel 50” C.C. Borges - Buenos Aires, Argentina. 1997 “Veinte Artistas Argentinos” Museo de Arte Kumho - Seúl, Corea “PietraPino-Pirozzi” Consulado Argentino en Frankfurt, Alemania. 1996 ”El Ojo en la Palabra” Homenaje Miguel Briante, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. “Sangre Italiana” Duilio Pierri, Felipe Pino, Jorge Pirozzi, Eduardo Stupia y Marcia Schvartz. Museo de Arte Moderno - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura, Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. Salón Nacional de Pintura - Santa Fé, Argentina. Salón Nacional de Pintura - Rosario, Argentina. 1995 Pietra – Pino - Pirozzi, Galería Liberarte - Buenos Aires, Argentina. “Arte al Sur” 1° Encuentro de Arte Contemporáneo, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 1994 Pintores Latinoamericanos, Gallery Develin - New York, Estados Unidos. Salón Consejo Deliberante - Buenos Aires, Argentina. Salón Municipal de Artes Plásticas (Pintura), C. C. Borges - Buenos Aires, Argentina. 1993 Salón Nacional de Pintura - Bahía Blanca, Argentina. “Cinco de acá” con Ricardo Longhini, Felipe Pino, Jorge Pirozzi, Eduardo Stupía, C. C. Recoleta - Buenos Aires, Argentina. Salón Municipal de Artes Plásticas (Pintura) - Buenos Aires, Argentina. 1991 “P 3” Pietra, Pino, Pirozzi. Centro Cultural Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 1990 “Arte por Artistas” Museo de Arte Moderno - Buenos Aires, Argentina. “Individuos S.R.L.” con Fermín Eguía, Roberto Elía, Ricardo Longhini, Alicia Marano, Felipe Pino, Jorge Pirozzi y Eduardo Stupia. Palais de Glace - Buenos Aires, Argentina. “Pietra, Pino, Pirozzi” Galería Alberto Elía - Buenos Aires, Argentina. Homenaje a Antonio Berni, Jornadas de la Crítica. Galería Alberto Elía - Buenos Aires, Argentina. 1989 Salón Municipal de Artes Plásticas - Buenos Aires, Argentina. 1987 Premio Fortabat - Buenos Aires, Argentina. “5 Pintores” con Felipe Pino, Jorge Pirozzi, Marcia Schvartz y Pablo Suarez. Museo Sívori - Buenos Aires, Argentina. “El Pensamiento lineal” Fundación San Telmo - Buenos Aires, Argentina. 1986 “Salón Municipal de Artes Plásticas” - Buenos Aires, Argentina. “Entretelones” Centro Cultural Recoleta - Buenos Aires, Argentina. 1985 ”Telones” Grupo Retiro intervención en la estación Retiro, con Adrián Harari, Angel Capano, Carlos Greco, Daniel Mercado y Raul Garcia - Buenos Aires, Argentina. “Cinco años una línea” Galería Alberto Elía - Buenos Aires, Argentina. “Murales en Subterráneos” - Buenos Aires, Argentina. 1983 “Muestra de becarios internacionales” Cité des Arts - París, Francia. “Pintura fresca” con Frangella, Kuitca, Kusnir, Maccio, Noé, Pierri, Renzi y Schvartz. Galería del Buen Ayre - Buenos Aires, Argentina. “Realismo tres vertientes” Madrid, París, URSS.

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Roberto Elía - Jorge Pietra Fundación San Telmo, 1980

Numero Vivo, Galería Alberto Elía, 1984

Carnet de estudiante Beca Premio George Braque, 1982

Afiche Pintura Fresca, Galería del Buen Ayre, 1983


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1. Espacios Añicos - tarjeta invitación, 1976 2. Galería Arte Múltiple - 1980 3 y 4. Individuos SRL - Palais Des Glace, 1990 5. P3 - Galería Alberto Elía, 1990 6. 5 pintores - Museo Sivori, 1987 7. El ascensor y otros Viajes - Galería Julia Lublin, 1993 8. 5 de acá - Centro Cultural Recoleta, 1993

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1982 Premio “Georges Braque”, Museo Nacional de Bellas Artes - Buenos Aires, Argentina. 1981 Premio “Banco del Acuerdo” Museo Nacional de Bellas Artes - Buenos Aires, Argentina. 1980 Con Eguía, Elía, Grippo, Lorenzo, Marano, Monferran, Mosca, Pietra, Pino, Pirozzi, Porto, Rearte, Stupía, Zeitlin. Galería Artemúltiple - Buenos Aires, Argentina. 1977 “Pintores en el exilio” Universidad de Puebla, México. 1970 Fundación Lorenzutti - Buenos Aires, Argentina. Distinciones 2012 Gran Premio Adquisición Dibujo, Salón Nacional de Artes Visuales - Argentina. Premio Konex Pintura, quinquenio 2002-2006. Fundación Konex - Argentina. 2011 Primer Premio Pintura, Salón Nacional de Artes Visuales - Argentina. Segundo Premio Dibujo, Salón Nacional de Artes Visuales - Argentina. 1994 Primer Premio Pintura, Salón Municipal de Artes Plásticas - Buenos Aires, Argentina. 1993 Segundo Premio Pintura, Salón Municipal de Artes Plásticas - Buenos Aires, Argentina. Segundo Premio Salón de Bahia Blanca - Buenos Aires, Argentina. 1991 Mención Dibujo, Salón Municipal Manuel Belgrano - Buenos Aires, Argentina. 1990 Mención Pintura, Swissair - Buenos Aires, Argentina. 1982 Premio Georges Braque, Beca a L’Ecole de Beaux Arts - París, Francia.

Jorge Pietra Galería la Estrella del Sud, 2007 (fotografía por Eduardo Grossman) 162


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1. Jorge Pietra con su hija Florencia en la entrega del premio Municipal, 1994 2. Ricardo Roux, Jorge Pietra y Diego Perrotta en la Galería Central Newbery, 2013 3. Oscar Smoje, Jorge Pietra, Felipe Pino, Jorge Pirozzi y Yuyo Noé, en la Galería Julia Lublin, 1994 4. Roberto Elía, Jorge Pietra, Fermín Eguía y Tito Perez en la Galería Central Newbery, 2013 5. Duilio Pierri, Jorge Pietra y Eugenio Ramirez en la Galería Central Newbery, 2013 6. La pintora Susana Blanco y Jorge Pietra en el Centro Cultural Recoleta, 1991 7. Mariana Povarché (directora de la Galería Rubbers Internacional) junto a Jorge Pietra, 2011 163


Este libro se terminรณ de imprimir en Grรกfica Pinter en septiembre de 2013.


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