José Zuleta y la renovación del cuento colombiano. Por Hernando Motato C.

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José Zuleta y la renovación del cuento colombiano: Una reflexión sobre “Todos somos amigos de lo ajeno” Hernando Motato C.*, jmotato@uis.edu.co Profesor Titular, Escuela de idiomas, Universidad Industrial de Santander José Zuleta aunque nació en Bogotá en 1960, desde los nueve años está radicado en Cali y es una de las voces más representativas de la literatura vallecaucana. Ha ganado varios premios nacionales de poesía y en el 2009 fue merecedor del Premio Nacional de Literatura a libro de cuento inédito del Ministerio de Cultura con el cuento Ladrón de olvidos. Su obra poética y cuentística la ha labrado con el tesón y firmeza de un verdadero escritor, esto lo confirma su labor de artesano de la palabra y de las metáforas con que el lector disfruta en estas historias diestramente narradas. La obra cuentística de Zuleta está compuesta por trece cuentos y uno de ellos da el título al libro, me refiero a “Todos somos amigos de lo ajeno” **. Una forma de entrar a ese maravilloso mundo de acertijos es a partir de lo que se propone en el desarrollo de las historias. Esto es: estrategias y tácticas en sus lecturas. Una de las sorprendentes estrategias es el humor, mientras que una las tácticas es la densa narración que embelesa, cautiva y sorprende en un final armónico con el entramado de la historia. El primero corresponde al velo que tiende la presencia de Anton Chejov. Es un humor calibrado en la atmósfera del cuento y su final. El otro aspecto del cuento corresponde a la destreza en la configuración de los personajes y el ambiente en que se mueven. De acuerdo con lo anterior empiezo comentando el magistral cuento “Fuego sobre el estanque”. Es una bella historia de amor entre el español Lino de Pombo y la esclava María Francisca; una historia de amor recreada en el siglo XIX, en donde el blanco se enamora perdidamente de la esclava y en esa idealización de la negra aparecen bellas metáforas sobre el cuerpo. Aquí es preciso resaltar que uno de los mejores aliados del escritor es la poesía, ya lo hemos visto en la narrativa de Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Pues bien, en este cuento de José Zuleta hay una de las tantas metáforas sobre esa mujer negra que desequilibra la vida de Pombo: “En la noche, mientras Francisca preparaba la comida, Lino la miró y le dijo: -Cuando te veo comprendo por qué la luz viene de la oscuridad” (2010; 73-74) De ahí es la poética de la mirada la que rige el desarrollo del cuento y esto es lo que hace más deleitosa la imagen. Esto en palabras de Raymond Carver cuando dice que escribir un poema o un cuento es hacer que éste produzca escalofríos en la espina dorsal del lector y efectivamente en adelante nos encontramos con la ensoñación con la palabra, como en las siguientes frases: “”Qué sería del recuerdo sin el olvido?” o “¿Qué 1


sería de mis ojos sin tus ojos?” Son las preguntas que no necesitan de respuestas y si se requieren estas se encuentran en la comprensión del final del cuento. En este cuento la poesía desborda las imágenes del erotismo, entendido éste en la limpieza de la imagen pues los cuerpos se desnudan sólo en la palabra no dicha, los cuerpos disfrutan la placidez del enamoramiento en la figura de la ausencia y es así cómo entendemos la carta en la cual se le otorga la manumisión a la esclava, decisión que toma Lino de Pombo en el éxtasis y la perdición que le produce la contemplación de ese cuerpo: todo luz, todo ensueño. Ahora bien, el tiempo de la historia tiene un magistral manejo en las cosas que suceden en la vida don Lino de Pombo. Por ejemplo, pasan los años sin darse cuenta que afuera de la mansión solariega de Bogotá ocurren muchas cosas, pero interesa el tiempo del amor. Fuera llovía y en Adriano helaba, nos diría ese gran poeta portugués Fernando Pessoa, afuera está una dama blanca trazando infidelidades, pero no importa que la negra Francisca labra otra esclavitud: la del amor. Esto es lo que George Orwell llama el “entusiasmo estético” en el cual las palabras crean firmeza en la prosa y un ritmo en la historia contada. De este modo nos aproximamos al final que ya se ha tejido a través de las metáforas. Doña Magdalena regresa al hogar, ya le fue infiel a don Lino, pero la negra Francisca queda esclava de las palabras que ambos compartieron en la soledad de los encuentros y ¿“Qué sería de Dios sin el pecado?, reflexión que justifica toda la atmósfera del cuento y el inventario de los hechos es el soporte para entender que “Fuego en el estante” es un cuento de antología. Otra posibilidad de aprehender la cuentística de José Zuleta es en la visión que ofrece de nuestra realidad. En tal caso sólo es posible la relación con otro gran cuentista colombiano y por ende renovador del cuento en este país: Álvaro Cepeda Samudio, conocido popularmente entre sus amigos del Grupo de Barranquilla como el Nene Cepeda. Si la comparación es posible y válida se logra a partir de la renovación de temáticas y espacios. Las ciudades de España y más concretamente Barcelona en algunos de los cuentos de José Zuleta es la apertura al nuevo cuento colombiano; hostigado éste de sicarios y demás pelambres de la peor catadura. También lo es en la relación con Cepeda en la ambientación de personajes sumidos en la soledad y la desesperanza. De este modo entendemos ese espíritu renovador en estos dos grandes cuentistas. Los amigos de lo ajeno y Todos estábamos a la espera recrean ambientes desprovistos de la violencia, como también mermados de la palabra fácil y esto es lo que fundamenta su renovación. Los cuentos de Cepeda Samudio muestran personajes vitales en la vida de la taberna, pero solitarios en la alegría descomunal de la gran urbe; asimismo los cuentos de Zuleta entregan personajes sumidos en el desamparo y el olvido de una tierra lejana o perdida, solo los enriquece la nostalgia y los recuerdos. Así son Gabriel y Aurelio, los personajes del cuento Barcelona. En la distancia atenúan sus penas con cañas y ron. No es el elogio a la dipsomanía sino la salida a ese dolor que da la vida en tierra ajena. Dolor de soportar la crueldad del anonimato y el desempleo y aunque a Aurelio consigue un trabajo en una taberna, este es una prueba más de la desesperanza. Juan Rulfo en la composición del cuento dice que uno de los principios de este es la intuición y qué es ella. Pues la difícil comprensión de la realidad, esa capacidad de penetrar profundamente a la esencia de las cosas o a la complejidad de la existencia 2


humana, de donde salen los arquetipos para los personajes y esa línea o continuidad determina la esencia de la creación. Pues bien, Aurelio consigue trabajo duro y humillante en una taberna y podría decirse que ya el cuento soluciona el problema de este personaje, pero el cuento no es para solucionar problema sino para complejizarlos y este trabajo es la puesta en escena de uno de los ingredientes del cuento: el humor. Tal parece que este oficio le da descanso y solaz, pero es sencillamente una prueba que consolida la fuerza narrativa del cuento. Aurelio asume el oficio después de que los clientes salen del lugar; ordena las mesas, asea los baños y lava todo lo sucio de platos y vasos. En esta labor encuentra las sobras de licor que dejan los clientes, pero Aurelio elige aquellos vasos pintados de carmín pues infiere o supone que son labios de mujer. Intuición y humor, lo primero en tanto nos hace saborear la vida de ese pobre personaje solo en una ciudad extraña y sumido en la tristeza y la dosis de humor llega cuando Aurelio descubre que trabaja en un bar de gays. De aquí en adelante el cuento toma un nuevo camino o salida y es la presencia de una mujer. Una madrugada, entra a limpiar el baño de las mujeres y allí encuentra dormida a Marina. Dicho encuentro posibilita una ligera relación con ella, relación que desemboca en otro encuentro clandestino, hecho de propósito y aquí el final se precipita en humor y desazón. Ellos se emborrachan, hacen el amor y al otro día el administrador de la aberna los encuentra dormidos y desnudos y el local más sucio que antes. Aurelio no vuelve a recibir los veinte euros diarios ni tampoco vuelve a ver a Marina. Aurelio solo y desempleado encuentra a su amante ocasional, ella abre la puerta de su Renault Fuego y le envía un beso; cuando éste se aproxima a la ventanilla y le pide el número del teléfono ella tiene una respuesta lapidaria en la existencia de Aurelio: “-No le doy mi teléfono a desconocidos-dijo, al tiempo que ponía en marcha el motor. Aurelio quedó atolondrado por la frase, mientras la miraba alejarse.” (2010; 24) Este es un final muy al estilo del cuento “Autopista del sur”, de Julio Cortázar y precisamente tomo de él la idea de la intensidad o sea la manera cómo el autor nos va acercando lentamente a lo contado. En otra dimensión de la cuentística de Zuleta pasamos de Europa a la marginalidad de una ciudad colombiana. Un hombre encuentra una caja de embolar y asume este oficio, este le genera muchos hallazgos, uno de ellos, muy significativo en la existencia de los personajes en ausencia, como es el caso del encuentro de un zarcillo. Esto ocurre en un terminal de transporte en la despedida de unos amantes. Él lo encuentra y lo guarda y desde allí empieza a contemplar eso que Baudelaire llama la estética de lo feo. Sí, él les ve algo precioso a los objetos encontrados, pues en el zarcillo un atisbo de amor, encuentra la posibilidad de sentir el olor de un perfume en una bufanda abandonada, vive lo grato de la música clásica en el encuentro de un pequeño radio de pilas abandonado en la silla de una capilla y la voz de esa mujer que conduce el programa lo sume en la melodía jamás escuchada. Un día vio a un niño perdido, sintió deseos de acogerlo y quedarse con él, pero aquí llega lo más intenso del cuento: “Recordó lo poco memorable de su infancia, que su padre y su madre se separaron cuando tenía cuatro años, que el padre se quedó con los hijos y la madre nunca más volvió, que en tercero de primaria el padre olvidó matricularlo en el colegio y desde entonces vivieron como animalitos 3


de monte subidos en los árboles, bañándose en las quebradas, cazando pájaros y pescando peces de colores. Y la vida prosiguió de la manera menos pensada. En la adolescencia sus hermanos se fueron desgranando a lugares lejanos y desde entonces quedó cada uno a su propio cuidado. (2010; 31) Esta es una de las condiciones de un cuento: insinuarnos el final a lo largo del mismo. Ya podemos intuir el final, es decir el olvido en que ha estado sumido este personaje. Efectivamente, él vive en un sótano y este como metáfora de soledad y abandono un día lo sellan y allí queda este personaje envuelto en el desamparo, se sume en un sueño como una salida certera al cuento y en la ensoñación siente “que no éramos más que briznas olvidadas en la vasta extensión del universo y ya no quiso despertar” (Zuleta, 2010; 33) Esto sí es darle solución a una temática de lo popular, como el problema social del presente, esta es la dura realidad de los personajes marginados que encuentran una solución a su cruel existencia a partir de soñar la muerte. El sueño ocupa el espacio infinito de la desolación, tal como ocurre en ese personaje tuberculoso y enamorado del magistral cuento de Roberto Arlt: Ester Primavera. El cuento no necesita desgajar la escritura en la crueldad de la existencia humana y evita el masoquismo de un lector ingenuo; esto es precisamente lo que logra Zuleta con su escritura: tener pudor con el lector y esto lo logra en “Ladrón de olvidos” Ahora bien, un cuento crea ambiente y este se logra en la armonía entre el personaje y el espacio. En tal sentido el cuento “vinieron a despedirse” es donde Zuleta materializa esos “secretos obsesivos”, como diría Vargas Llosa en un aparte de La verdad de las mentiras y aquí está la originalidad de la ficción. En este aspecto la recuperación de un pasado y el poder de la memoria hacen que la infancia se vuelva a disfrutar. Todo aquello inconmensurable se hace fácil y asequible desde la adultez, aquí ejerce presencia el poder de la palabra. Los chocolatines, los juegos con los hermanos y en algunos apartes de la niñez el sentir el temor ante la mirada amenazadora del padre hacen parte de la evocación que se vive en este cuento de José Zuleta. Aquello tan popular como es la Vuelta a Colombia se ensueña en la evocación posible en este cuento, pues a partir de la figura de Cochise Rodríguez nos precisa una época en Colombia: aquellos años sesenta, como también la llegada de Apolo Once a la luna. Es la recreación de la infancia, “Con el recuerdo vago de las cosas/ que embellecen el tiempo y la distancia” tal como diría José Asunción Silva en aquel hermoso poema Infancia, asimismo Zuleta nos interna en los laberintos de la memoria. En este cuento con la dificultad de la palabra esculpida en el oficio del artesano y en la difícil tarea de la minucia “Vinieron a despedirse” nos recrea esos bellos y tormentosos años de la niñez. Dos hermanitos descubren que los vecinos que han viajado a Bogotá dejaron abandonados en el patio de la casa un par de canarios metidos en una jaula. Lo más intenso del cuento es la palabra jaula, pues ella mueve el sentido y el afecto de los niños y aquí está el poder de la minucia, tal como uno la vive en los cuentos de Edgar Allan Poe. El placer de la aventura y el temor de ser descubierto por los padres es lo que mueve a estos niños a penetrar en lo prohibido. Ya sabíamos que los grandes no aceptan lo que los niños quieren. Un día vimos que unos pintores entraron a la casa. Muy preocupados fuimos al patio, subimos la escalera y con un gancho de ropa tratamos de bajar la jaula. Por estar pendientes 4


de no contarnos con los filos del vidrio, se nos zafó la jaula del gancho y se estrelló contra el piso. La pequeña jaula se abrió y los canarios volaron al muro de la otra casa. (2010; 51) Temor, aventura, desafío y tensión son buenos ingredientes en este cuento y que hacen parte de la configuración del mismo. son un buen soporte para este propósito. Los canarios requieren la palabra que zambulla al lector en la esencia de la historia. Aquí no se necesita la truculencia y por eso se apela al artificio: los canarios no se van, por el contrario se quedan en la casa y vuelve a tomar presencia el humor. Resulta que los niños bautizan a sus “mascotas”. Uno lo llaman Pajarito Buitrago y al otro Apolo 11. Dosis de humor en la desacralización de un personaje legendario del ciclismo colombiano en la década del sesenta y lo otro es hacer cotidiano y elemental un acontecimiento histórico como fue el viaje a la luna; sencillo en tanto detrás del viaje está la sentenciosa frase de hemos dado un paso para el hombre, pero grande para la humanidad, esto es palabras más o palabras menos lo que dijo Neil Amstrong cuando bajo de la nave espacial a la superficie de la luna. Bueno, ocurre que el cuento debe terminar y el cuento nos muestra cómo se logra ese final. La clave es que los canarios deben irse y un día los canarios se aproximan a los hermanitos y uno de ellos entiende que vinieron a despedirse, tal como el título del cuento. Solo a partir de la ficción es posible que ese final sea rico en lo deseado, soñado en la dimensión de esa etapa de nuestra vida, como es la niñez. Esto es como dice Coleridge que cuando las ideas son intensas y existe la posibilidad de modificarlas entonces las emociones son la parte íntima de la creación literaria y esto es lo que logra este cuento de Zuleta. La sonrisa trocada es un cuento sobre la muerte de Carlos Gardel. Está bien, de Gardel se ha escrito mucho y en la ficción merecen nombrarse novelas de la valía de Aire de tango (1973) del excelente escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo (1923-1998) Es la novela, cuyo personaje –Jairo- idealiza la vida de Gardel, pues el día que murió el cantante nació Jairo y fue por eso que le cogió queredera a esa música, pero más allá de los tangos la novela nos suministra esa vida de la ciudad desde la marginalidad de sus personajes sumidos en el reconcomio de los odios políticos y el desplazamiento de unos personajes que llegan a Medellín llenos de temor y embalados en el miedo de una ciudad que se desborda caóticamente hacia las orillas. Jairo se pasa contemplando sus cuchillos y en el encierro desafía esa ciudad que le es esquiva y ajena. Otra novela sobre el tango es Boquitas pintadas, (1968) de Manuel Puig. jóvenes que ven la vida desde el encanto del amor y de la frivolidad hasta la desazón de la vida matrimonial; de ahí que los epígrafes de cada capítulo sean versos de tangos, música que define el espíritu de esa pareja: Nélida-Juan Carlos en la sensación de una vida de pareja y el hastío de la cotidianidad, el cual se cierra con la muerte de los esposos. También son necesarias otras referencias para el explicar el porqué de este cuento de Zuleta. De igual modo, están las novelas El sueño de los héroes (1954), de Adolfo Bioy Casares; El cantor de tangos (2004) de Tomás Eloy Martínez y Errante en la sombra (2004), de Federico Andahazi (Buenos Aires. Las referencias a estas novelas es poder mostrar el poder de síntesis que se maneja en “La sonrisa trocada”, pues en él está la esencia de la muerte de Gardel, vista desde el dolor, la nostalgia, el vivo interés por el tango, la época, es decir todo aquello que se 5


llama “Gramática del cuento” para que el cuento contenga una cuidadosa observación de los momentos más precisos de la vida de sus personajes; así el cuento es la interpretación de una vida a partir de nuestros recuerdos o vivencias. En este sentido, se infiere el enorme conocimiento que tiene el escritor para mediar entre la ficción y la música. Cuanto más se esconde esa otra expresión –la música- más me demuestra el saber. Miremos El túnel (1948) y por el discurren muchos tangos, pero la maestría de Sábato no nos permite ubicarlo, se requiere una lectura paciente y acuciosa para desentrañarlo. Igual ocurre en “La sonrisa trocada”. Uno podría especular diciendo que está “Volver”, “La cumparsita” “Sangre maleva”, entre tantos, pero no, está la letra del tango que debe estar: “Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, su boca que era mía, ya no me besa más, se apagaron los ecos de su reír sonoro, y el cruel este silencio que me hace tanto mal”. Esto en términos de Henry James se llama lo auténtico del cuento, o sea la tragedia que viven ambos personajes de “La sonrisa trocada” se hace más intensa a partir de las letras del tango el cual se cierra el cuento. Retomo el motivo del cuento: un monólogo desde la tumba, monólogo referido por los recuerdos del narrador del cuento. Éste, desde el cementerio de La Chacarita evoca aquella tarde fatídica: “El 24 de junio de 1935, también fue mi último día. Esa mañana tenía una cita con Fernando González en la librería Dante para recoger los ensayos de Montaigne, que habíamos pedido a la editorial Garner Hermanos, de París” (2010; 143) El narrador, con una amplia cultura, juzga de una mirada el ambiente pacato de la ciudad de Medellín y luego se adentra a los sucesos de esa tarde, como eran las agrias peleas entre los pilotos de las dos únicas compañías de aviación: Scadta y Saco, peleas por la guerra de los pasajeros y, en especial, por el orgullo de transportar y viajar con el mejor cantante de tangos: Gardel. Guy de Maupassant plantea que un escritor serio: “Debe componer con tal sagacidad, con tal disimulo y aparente simplicidad que sea imposible descubrir su plan o percibir sus intenciones” (1995; 69) Efectivamente, “la sonrisa trocada” asimila y cumple con lo anterior. En apariencia es un cuento sencillo: el encuentro con Fernando González, el almuerzo en la casa de Paulina Velásquez, el viaje en carro al campo de aviación de Guayabal, la llegada de Gardel, las implícitas ofensas entre los pilotos y luego la muerte. Hasta aquí un cuento bien organizado, tal como lo podemos ver en lo siguiente: “-¿Cómo están hoy las cosas?- le pregunté. -Muy molestos con el dueño de la Saco, ha publicado un aviso en un periódico para humillarnos a Thom y a mí por habernos quitado a Gardel” (2010; 145) y esta aparente sencillez conduce a ese final inesperado e imposible de percibir, pues el narrador está muerto y desde su sepultura en el cementerio de Chacarita y los cuerpos trocados confunden a los seguidores de Gardel y a los familiares en Medellín. Ahora estoy aquí en el cementerio de Chacarita. Me visitan miles de seres desconocidos. Estoy rodeado de placas y mármoles alusivos a una voz que ni siquiera conozco. Me dicen cariñosamente “Morocho”, “Mudo”, “Zorzal”. Entristece mortalmente que hace más de setenta años, allá en Medellín, Margarita Velásquez, mi esposa, le lleva flores, le reza, le pide consejos silentes a ese señor, tan elegante, que a decir de todos los que me visitan, cada vez canta mejor. (2010; 148) 6


No es el final para la risa por el supuesto engaño que nos ofrece el narrador, sino que el cuento propone conmovernos y ante nuestros ojos mantiene con sorprendente exactitud ese largo monólogo en el que el muerto narrador lamenta la ausencia de su esposa, la distancia, el desarraigo con profundo dolor y añoranza; dolor por el engaño que sufre su esposa cada vez que visita esa tumba y cree hablar con él, añoranza que siente desde esa “Lejanía tierra” como el título de un tango, por ese Medellín de sus amigos. Pero lo menos expresivo del cuento es el humor que se impregna en el consenso de una cultura del tango y de idolatría por el Zorzal criollo y allí donde se percibe esa fuerza narrativa y expresividad estética de “La sonrisa trocada”, tal como lo diría Maupassant: “Para que las cosas parezcan reales en la página se debe procurar se debe procurar la más completa ilusión de la realidad a través de seguir un orden lógico de los hechos y no mediante la transcripción rigurosa de la desordenada sucesión del acontecer cronológico de la vida” (1995; 72) Hay un principio muy válido sobre el cuento, del cual Ricardo Piglia es un gran exponente. Dice este escritor argentino que “El cuento es un relato que encierra un relato secreto” (1995; 57) Desde este planteamiento retomo la estructura del cuento La última carta. Es uno de los cuentos más extensos de este libro de Zuleta. Este comprende las vidas azarosas de una mujer que llega a la ciudad, muy nuestra y según las referencias espaciales se infiere que es la ciudad de Cali, pues en el relato hay unas referencias a la Colina de San Antonio, la Avenida del Río, el museo de La Tertulia y el cerro de las Tres Cruces. La historia trata de una mujer joven que llega a la ciudad de una manera muy inusual y se conoce con el narrador a partir de que éste le cede la dirección de su apartamento para el remite de un envío fuera del país. Por la manera de hablar de infiere que puede ser gringa, aunque más adelante en la relación que mantiene con el narrador se entera que es rusa. El motivo por el cual está en la ciudad es el juego de azar en un casino en donde la tienen cautiva. El narrador quiere intimar más con ella y según las referencias que ella le suministra sabemos que trabaja en un casino del Hotel Intercontinental. Bajo estrictas medidas de seguridad el narrador llega a ese lugar, pero fracasa en el intento de comunicarse con ella porque unos rudos guardaespaldas lo golpean y lo obligan salir de este establecimiento ¿Por qué está en esta ciudad?, ¿Cuáles son la razones o motivos para que ella esté cautiva en ese casino? Las respuestas las obtenemos a partir de las cartas que ella recibe y envía a Moscú. Su padre ha contraído una enorme deuda y ella asume el pago de la misma. La estrategia para el pago es el juego y hacer que los clientes pierdan enormes cantidades de dinero, pero lo perentorio para ella es que alguien gane. El narrador cumple esta labor y así ella puede enviarle a su padre los primeros diez mil dólares, asimismo ellos se hacen amantes. Irina es el nombre de la mujer. Un día misteriosamente desaparece y deja en la orfandad y la duda a su amigo. El efecto maestro del cuento es cuando el narrador recibe una carta que el padre le envía a su hija Irina en la cual le dice toda la verdad. “Querida hija de mi corazón, sé que estás en dificultades por mi culpa. No es verdad lo que te dije de la deuda, mi vida es un nudo ciego de mentiras, soy un adicto, un esclavo del juego, tú no sabes la verdad de mi tragedia. No quiero que te pase nada malo, necesito ayudarte y no encontré otra manera. Lo que te dije sobre el trabajo de los chinos en Colombia, no era cierto, no te conseguí un empleo: te perdí en una apuesta y por eso estás allá. El dinero que me mandaste lo he perdido jugando. (2010; 119)

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Es el núcleo del cuento y todo lo gira alrededor de la historia compensa la crueldad que hay en la carta. Ella viaja a Pereira, juega con mafiosos a quienes les gana enormes cantidades de dinero y una noche en que el narrador amante de la rusa leía Wint de Chejov y tomaba una cerveza aparece Irina. Este cuento de Chejov es el soporte en la narración del cuento de Zuleta. Precisamente, El vint o wint se trata de juego de cartas. Los funcionarios de un organismo del Estado juegan con cartas cuyo valor son los mandos del gobierno: consejero de estado, instrucción pública, consejero de la corte. Los jugadores encerrados en una oficina nunca imaginan que el jefe, Peresolín, aparezca de repente. Intimidados le explican el motivo del juego y la sorpresa es que el mismo jefe amanece jugando con sus subalternos. “¡Ya! …Es original… ¡Vamos a jugar un poco! Siento curiosidad… Peresolín se quitó el abrigo y, sonriendo con cierta desconfianza, se sentó a la mesa. Los funcionarios, por orden suya, también se sentaron y empezó el juego” (1974; 207) La jerarquía se degrada, se pierden los valores ante la igualdad que implica el juego, la presencia del jefe se degrada y es allí donde el humor cumple su papel fundamental: la reflexión; actitud que implica una actitud cultural en donde lo complejo radica en la comprensión y el efecto de la risa. En “La última carta” el ambiente del humor se aclara en la desacralización del padre, en la pérdida de jerarquía de éste ante su hija que asume el juego como una pasión o un dolor porque ella seguirá la misma pasión de su padre: “Salió casi volando sobre el piso ajedrezado de la escalera. No sé de ella, sólo aguardo. Me consuela saber que tiene un remite para sus cartas” (2010; 123) Este es un cuento de silencios, donde la escritura cumple el ritual de esconder entre pliegues y sinuosidades la esencia del mismo. Por último debo confesar sin el temor al despropósito que estamos ante un gran cuentista en Colombia y que el tiempo, que es el gran crítico de todo escritor, se encargará de darme la razón. Bibliografía. Carver, Raymond. (1996) “Lo que en esencia se requiere para escribir” en El placer y la zozobra. El oficio de escritor. México D.F; Universidad Nacional Autónoma de México. Chejov, Anton. (1974) Obras selectas. Barcelona; ediciones Nauta. Maupassant, Guy. (1995) “El objetivo del escritor” en Zavala, Lauro (compilador) Teorías del cuento I. Teorías de los cuentistas. México: UNAM. Zuleta, José. (2010) Todos somos amigos de lo ajeno. Bogotá; Editorial Alfaguara. ----NTC … Enlaces: * Sobre el autor de este ensayo: http://losimpresentables.wordpress.com/2009/01/29/ellugr-donde-solo-van-los-dioses/ ---** Sobre José Zuleta: http://www.josezulor.blogspot.com/ ** Sobre el libro: "Todos somos amigos de lo ajeno". José Zuleta Ortiz. Alfaguara. Mayo 2010. http://ntc-narrativa.blogspot.com/2010_05_21_archive.html --------------------Difunde: NTC … Nos Topamos Con … (Año 10) http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Dic. 24, 2010

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