Lección de historia La historia tal vez dirá un día que yo, el Emperador Adriano, no pudo gobernar en su corazón: ese reino donde campeó el amor a sus anchas, inmisericorde, bajo el doloroso nombre de Antínoo. Y no habrá error al afirmarse tal hecho. Solo ese territorio tan íntimo, tan engañoso y diminuto, tan cruel en su vastedad, logra doblegar solitario -desarmado y desnudoaquel supuesto y débil poder que en vano ostenta la vanidad de los hombres.
Tempus
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