10A OPINIÓN
Sábado 16 de noviembre de 2019. Mazatlán, Sinaloa
NOROESTE.COM
DESDE LA CALLE
ETHOS
ILIANA PADILL A iliana_pr@hotmail.com
RODOLFO DIAZ FONSECA
De la estrategia bilateral a la comunidad
@rodolfodiazf rfonseca@noroeste.com
L
a estrategia global para el control de las drogas, centrada en la oferta y de corte conservadora, ha direccionado políticas restrictivas en los países productores desde principios del Siglo 20 hasta nuestros días. Los gobiernos mexicanos, además, en reacción a las estrategias de cooperación bilateral con los Estados Unidos, uno de los principales mercados de consumo de las drogas, han orientado el discurso y las medidas oficiales hacia reprimir la producción y el tráfico de drogas, así como en contender a quienes participan en esta actividad. Como parte de esas reacciones ante las demandas internacionales y de los Estados Unidos por combatir al narcotráfico desde las décadas de los 70 y 80y hasta nuestros días, y por la violencia que generan por sí mismos los mercados ilegales, el Gobierno mexicano ha transitado entre convenir, dominar y contener a los grupos de la delincuencia trasnacional en su territorio. El fortalecimiento, fragmentación y expansión de las organizaciones dedicadas a la producción y tráfico, en un pujante mercado de las drogas que se ha posibilitado en México ante la debilidad institu-
cional y un contexto donde ya convergían otras violencias, ha propiciado un mayor deterioro del estado del orden, coacción y colusión de las instituciones federales, pero sobre todo de las instituciones locales, generando importantes costos para la seguridad y la estabilidad social. Durante este año, en diversas ocasiones, López Obrador ha llamado a redireccionar la política bilateral de atención al narcotráfico, buscando que los Estados Unidos reconozca además su participación en cuanto al consumo, pero sobre todo respecto al tráfico de armas. El Presidente también ha llamado a reenfocar las medidas de la Iniciativa Mérida, que, como se ha identificado a través de diversos diagnósticos, las estrategias se han concentrado primordialmente en combatir a los grupos delincuenciales y en intentos por “afectar su capacidad operativa” (pilar 1) y muy poco en la capacidad para mantener el Estado de derecho (pilar 2) y en construir comunidades fuertes y resilientes (pilar 4). El jueves negro, del cual no podemos dejar de escribir, hablar y reflexionar, nos recordó que los municipios y las comu-
nidades tienen un rol clave en la atención del conflicto. Mientras los gobiernos locales no cuenten con capacidades financieras e institucionales para construir “comunidades fuertes…” en ciudades como Culiacán, se seguirán generando espacios donde los mercados ilegales tengan oportunidades para integrar a otros a sus estructuras y corromper y/o coaccionar a las autoridades. L os mu n icipios c a recen en su mayoría de recursos, y muchos además de capacidades institucionales para poder aprovecha rlos. Son dependientes de las aportaciones federales puesto que no han sabido y no se han atrevido a modernizar sus procesos de recaudación y siguen operando bajo esquemas similares a los de países africanos, cuando muchas ciudades en América Latina, entre ellas las colombianas, han dado ejemplos de que las localidades se pueden capitalizar con base en los propios recursos que generan las ciudades. Y para muestra, este fin de semana el Presidente Municipal de Culiacán anunció que tendría una reunión con el Secretario de Seguridad Pública en la que le pediría 200 policías para atender los problemas
de seguridad, pero, además, reconoció que tendrían problemas para pagar sus sueldos y capacitarlos. Y hablando de las ciudades colombianas, bien vale la pena recordar a Medellín, el reconocimiento que han hecho algunos personajes como Sergio Fajardo de que, más allá de las estrategias belicistas del Plan Colombia, lo que ayudó a que la ciudad avanzara en un camino hacia la paz fueron las medidas de construcción endógena, “gracias al sacrificio y esfuerzo de personas y organizaciones que enfrentaron lo peor”. Aunque algunos han planteado que las causas de la reducción de los homicidios están en la restructuración de los acuerdos entre los grupos delincuenciales, muchos identifican las obras y programas sociales que dieron otra vida y otra imagen a la ciudad, y que ha hecho que ahora vendan caras sus recomendaciones alrededor del mundo. ¿De dónde salió la plata y cómo se organizaron para los parques biblioteca, para las becas, para los programas de vivienda, para financiar agencias anticorrupción…? Son preguntas que los municipios mexicanos deberían hacer.
En crisis
La CNDH y el currículum
MALAGÓN
JORGE C A S TA Ñ E DA @JorgeGCastaneda
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la clase política mexicana y quizás a la sociedad mexicana en su conjunto, los temas de procedimiento siempre son más interesantes y accesibles que los de sustancia. Parte de esto se debe al leguleyismo mexicano ya clásico, parte a la opción de confrontarse sobre temas secundarios y no esenciales, y parte porque es mucho más fácil entender temas de método que de fondo. Un magnífico ejemplo de esto se nos presenta con la cínica, desfachatada e inaceptable imposición de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la CNDH por la aplanadora de Morena en el Senado. No creo que alguien pueda dudar del fraude electoral -parecido al de 1988 en México, al de Bolivia en 2019, y al que López Obrador dice que sucedió en México en el 2006para elegir a Piedra. Simplemente las cuentas no salen. Pero en realidad eso es lo de menos. Ella no debe ser presidenta de la CNDH, no por que su elección fue ilegal o manipulada o simplemente falsa. No debe ser presidenta de la CNDH porque no tiene las credenciales para serlo. La primera objeción a su ocupación del cargo ha sido subrayada por muchos y es evidente. No solo es cercana a López Obrador y a Morena. Fue la secretaria de Derechos Humanos de Morena hasta hace poco. Y fue candidata de Morena a la cámara de Diputados el año pasado. Una cosa es que ni la ley -sólo las reglas de procedimiento de la CNDH- prohíban que alguien que pertenece o perteneció recientemente a un partido político pueda pertenecer a ese cargo. La moral, la eficacia, la sensatez, obviamente se contraponen con la designación de una funcionaria partidista para ocupar dicha presidencia. Ya hubiera querido ver si con Fox o Calderón, o Zedillo y Peña Nieto se hubiera designado a un militante panista o priista para el cargo. Sin por ello decir que algunos de los ocupantes de ese cargo han sido francamente funestos. Pero la segunda razón es que Piedra no tiene ninguna credencial, en su historial o currículum de vida, para ocupar el cargo. Salvo ser hija de su madre y hermana de su hermano. Lo cual puede tener un enorme valor emocional, puede incluso en su caso darle estatuto de víctima y un conocimiento diferente a los temas de derechos humanos que puedan tener otros. Pero nada más. En los buscadores de internet no encontré ninguna referencia a sus actividades académicas o de activismo -salvo Eureka- desde que salió de la universidad. No encuentro nada en su en su trayectoria -su formación, su activismo, su vida profesional, su bitácora de publicaciones, su participación en las grandes luchas de derechos humanos de los últimos 25 años, no sólo en los años 70- para justificar su nombramiento. Todos sabemos que la única justificación es su cercanía a López Obrador. ¿A quién nombraría como presidenta de la CNDH sino a la secretaria de Derechos Humanos de su partido?
La ‘inútil’ filosofía
L
a filosofía (y los estudios humanísticos en general) ha sido considerada una pasión inútil. La tecnocracia decidió que lo que se requieren son profesionistas y científicos competentes para impulsar el nuevo mundo. Ya Carlos Marx, en su famosa tesis 11 sobre Feuerbach, había dicho que lo que se requería era transformar el mundo, mientras que los filósofos sólo se encargaban de contemplarlo. Lo que estos críticos no logran entender es que la filosofía no tiene una utilidad utilitaria -valga la redundancia-, lo cual no quiere decir que sea una práctica totalmente inútil. En efecto, el filósofo no solamente observa cómo es el mundo, sino que atisba y anticipa cómo podría ser en realidad. Jean Guitton, en El nuevo arte de pensar, expresó: “He aquí al mundo ante ti, joven, ¿y qué le falta para que tú comprendas? Simplemente, falta que te admires. Para hacer el mundo más maravilloso, más habitable, sólo falta transformar los ojos que lo contemplan. No es el universo el que se esconde, ahí está: siempre ahí; silencioso, mudo, no es el universo el que se escapa y se desnuda: es a ti a quien se le escapa el universo”. No son novedad los sarcasmos que sufren los filósofos. Desde la antigüedad se cuestionaba que se dedicaran a contemplar las alturas cuando no atendían al terreno dónde caminaban. De hecho, este fue el reproche que se hizo a tales de Mileto cuando cayó en un pozo por estar inmerso en sus pensamientos. Sin embargo, Tales refutó lo falso de sus razonamientos y demostró su habilidad para los negocios. Pidió dinero prestado y compró a bajo precio todos los molinos de aceite de Mileto, previó una buena cosecha de aceitunas y comercializó el aceite al precio que quiso. ¿Considero inútil el pensamiento filosófico?
La vida es un laberinto ÓSCAR DE LA BORBOLLA @oscardelaborbol
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Sinembargo.MX
ay una enorme diferencia entre reflexionar despierto, en un estado de supuesta lucidez y reflexionar durante un sueño. Cien veces me he despertado a mitad de la noche para escribir en un cuaderno lo que consideré una idea genial, y otras tantas veces al releerlo en la mañana he constatado que se trataba de una sarta de incoherencias que no valía la pena. Anoche sin embargo soñé con laberintos y descubrí lo que ahora sigo considerando una analogía iluminadora: la semejanza de los laberintos con la vida. Pero vayamos por partes: lo primero es aclarar lo que entraña un laberinto, su sentido perverso, al margen de su complejidad. Todo laberinto es un camino que traiciona lo que en el fondo significa “camino”, pues los caminos sirven para conectar dos puntos, para llegar del uno al otro; así, a lo que une dos puntos lo llamamos “camino”. El laberinto, en cambio, es un camino para no llegar, para que erremos confundidos sin lograr salir de sus pasillos. Los caminos son para andarlos y dejarlos; el laberinto es para caminar y
caminar y no poder salir de él: es un camino diabólico. Y lo segundo es caer en la cuenta de que la vida va haciéndose con cada una de nuestras decisiones, haciendo o no haciendo o como quien dice, yéndonos por alguna de las disyuntivas que la vida nos ofrece. La primera decisión de cada día es: me levanto o no me levanto, pues aunque, por lo general, nos levantamos en automático, bien podríamos no hacerlo: nos levantamos, porque así lo decidimos. Y de igual manera a lo largo del día vamos topando con disyuntivas, con bifurcaciones. Así, los días, los meses, los años: la vida entera de cada quien es el resultado de los sí y los no que uno fue manifestando para llegar a donde ha llegado; porque todos somos el resultado de lo que hemos elegido (no olvidemos la enseñanza sartreana: hasta el esclavo eligió ser esclavo, porque pudo haber elegido morir y prefirió la vida sometida). Como podrá comprenderse con facilidad, la vida es una suerte de laberinto, pues cada decisión nos enfila por una de las disyuntivas, la elegida, que
se nos convierte en camino, y nos vamos por él disfrutando o padeciendo las consecuencias, hasta que nos topamos con otra bifurcación, con otra elección, y necesariamente tenemos que elegir, siempre tenemos que elegir, por lo menos entre tres opciones: sí, no y no quiero elegir (que también es una elección, pues trae consecuencias), cuando elegimos no elegir nos quedamos estacionados y la pregunta es ¿cuánto tiempo?, pues hasta que se pierda la oportunidad, lo perdamos todo o tengamos que decidirme entre el sí y el no. Todo ocurre igual que en un laberinto. Si la vida es un laberinto, saquemos de esta metáfora algunas consecuencias. ¿Existe alguna receta, fórmula, algoritmo para salir del laberinto? Sí, cuando se trata de un laberinto simple. En éstos basta con elegir tocar la pared que nos queda la la derecha o a la izquierda, da igual, y, sin soltarla nunca, llegar al final. Hay laberintos, en cambio, en los cuales si seguimos dicho procedimiento una de dos: volvemos a la entrada o nos quedamos atrapados dando vueltas en círculo. Éstos son los
laberintos complicados. En ellos no basta elegir una pared y no soltarla, hace falta un procedimiento más complicado: marcar con una señal de entrada cada vuelta y una de salida en cada vuelta. De este modo, si regresamos ahí lo sabremos y tomaremos otra opción, siempre y cuando no hayamos visto, dentro de ese tramo, que existe otra opción. Si la hay, uno se va por ella y si, acaso, regresa adonde dejó la primera marca de entrada eso le permitirá cancelar esa zona y buscar otra. Con este procedimiento se encuentra la salida de los laberintos complejos. La vida se parece unas veces a los laberintos simples y otras a los complejos. La ventaja es que, si uno quiere salirse de ese laberinto que es la vida, basta con considerarla un laberinto simple y decir siempre sí o permanentemente no ante cualquier opción que se presente. Ejemplo: si se elige el no: ¿Me levanto? No. ¿Desayuno? No. ¿Respiro? No: fin del laberinto. Si se elige el sí: ¿Me levanto? Sí. ¿Desayuno? Sí. ¿Desayuno más? Sí. ¿Desayuno más? Sí. Aquí también uno revienta y fin del laberinto.