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Neighborhood Inc. ayuda a las personas sin hogar a encontrar refugio en Battle Creek y en el condado de St. Joseph.

Por Jane Parikh para Southwest Michigan Second Wave

Este artículo fue escrito por Second Wave Southwest Michigan y ha sido editado por motivos de espacio para su publicación en esta edición.

Durante casi cinco meses, Briette Ramos, su esposo y sus tres hijos vivieron sin techo adecuado. Su hogar era una camioneta y una pequeña estructura con cuatro paredes improvisadas en Marshall, Michigan. Allí dormían, comían lo que podían —sobre todo comida rápida y sándwiches— y se duchaban en el Life Improvement Center, donde Ramos había comprado una membresía solo para poder mantener la higiene familiar.

Esta situación crítica comenzó en agosto, luego de ser notificados por el arrendador de que debían desocupar el apartamento donde vivían. Un vecino se había quejado del ruido generado por su hijo menor, un niño con necesidades especiales que no habla, y la familia fue obligada a dejar el lugar antes del 31 de ese mes. A pesar de tener un empleo estable, el esposo de Ramos no ganaba lo suficiente para cubrir el depósito y el alquiler inicial de una nueva vivienda. Ramos, quien antes trabajaba como asistente médica, dejó su empleo para cuidar a su hijo y otro de sus hijos diagnosticado con una enfermedad digestiva crónica. La familia quedó atrapada en un ciclo sin salida.

Hoy, la historia es diferente. Desde enero, viven en una casa de tres habitaciones en Marshall. El hijo menor tiene su propia habitación, donde puede hacer el ruido que necesite sin miedo a ser desalojado, y el resto de la familia cuenta también con un espacio digno y privado. Este cambio fue posible gracias a la intervención de Neighborhoods Inc. of Battle Creek (NIBC), una organización de desarrollo comunitario que trabaja para ofrecer viviendas seguras y estables a personas en situación de vulnerabilidad.

En la casa de su familia en Marshall aparecen, de izquierda a derecha, Greg Ramos con su hijo Skyler, y Briette Ramos, con su hija Serenity.
Foto: John Grap

La familia recibió asistencia de la Agencia de Evaluación de Vivienda y Recursos (HARA), un programa administrado por NIBC que opera en los condados de Calhoun y St. Joseph. A través de este programa, Ramos y su familia recibieron el equivalente a tres meses de renta, lo que les permitió saldar deudas y estabilizarse. “Nos ayudaron cuando ya no teníamos opciones”, dice Ramos, visiblemente emocionada. “Esa noche lloré al saber que íbamos a tener nuestro propio hogar”.

Cada mes, cerca de 100 personas y familias buscan la ayuda de NIBC. Según Whitney Wardell, presidenta y directora ejecutiva de la organización, el mayor reto que enfrentan muchas de estas familias es mantenerse al día con los pagos de renta en un mercado donde los alquileres han superado la capacidad económica de quienes viven con ingresos bajos o moderados. “Cuando piensas en lo que hay disponible y lo que cuesta, la gente simplemente no puede permitirse vivir en esos lugares”, comenta.

Wardell explica que NIBC no solo ofrece asistencia temporal, sino que también gestiona más de 50 propiedades en alquiler, muchas de ellas a precios accesibles, y mantiene alrededor de 40 hipotecas activas. Para 2025, lanzarán el programa Path to Purchase (Camino a la Compra), una iniciativa de alquiler con opción a compra, acompañada de formación en educación financiera y preparación para compradores de vivienda.

La historia de Quinton Bozell refleja otra cara de la misma crisis. Tras regresar a Battle Creek desde Denver por una emergencia familiar, Bozell gastó su último sueldo en un hotel y terminó durmiendo en su carro durante dos meses. Trabajaba en dos empleos, pero no tenía cómo cubrir el depósito y el primer mes de renta. NIBC intervino y logró ubicarlo en un apartamento estable, permitiéndole reencontrarse con sus hijas los fines de semana. “No quería que supieran por qué iba de hotel en hotel, así que les decía que estaba en transición. Si no hubiera sido por NIBC, no sé qué habría hecho”, cuenta.

Para calificar a la asistencia de NIBC, las personas deben cumplir con la definición federal de “persona sin hogar” del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), que incluye a quienes viven en la calle, en automóviles, en refugios temporales o que salen de instituciones como hospitales o cárceles sin un lugar a dónde ir. Sin embargo, Wardell advierte que hay muchas personas que viven “de sofá en sofá”, y aunque no encajan en la definición técnica, enfrentan una situación igualmente precaria.

La falta de refugios en áreas rurales como el condado de St. Joseph complica aún más la identificación de personas sin hogar. “No tenemos los mismos puntos de contacto que en Battle Creek. Allí podemos detectar necesidades a través del SHARE Center o Inasmuch House, pero en las zonas rurales, muchas personas están ocultas a la vista del sistema”, dice Wardell. La organización ha asumido la administración de HARA en ese condado, tras un acuerdo con la Michigan State Housing Development Authority (MSHDA), con el fin de fortalecer los servicios locales.

Además del trabajo en campo, NIBC participa activamente en mesas de trabajo con la ciudad de Battle Creek, MSHDA, fundaciones como W.K. Kellogg y Miller, y organizaciones comunitarias como Washington Heights United Methodist Church. Estas colaboraciones buscan estrategias sostenibles para ampliar el acceso a viviendas asequibles y mejorar la calidad de vida de las personas que se encuentran en el umbral de la pobreza o la inseguridad habitacional.

“Muchos de nuestros clientes están dentro del grupo ALICE —personas que tienen trabajo, pero cuyos ingresos no alcanzan para cubrir necesidades básicas—. A veces están justo por encima del umbral para recibir asistencia, pero no lo suficientemente estables para vivir sin ayuda”, explica Wardell. En 2023, el ingreso medio en el condado de Calhoun fue de $34,581, y en St. Joseph, $34,397.

NIBC también implementa programas como la Subvención para Soluciones de Emergencia (ESG), cuyo objetivo es prevenir desalojos y brindar apoyo inmediato a personas sin hogar. Además, una trabajadora de la organización asiste regularmente a audiencias judiciales para asesorar a inquilinos en riesgo de perder su vivienda y guiarlos hacia recursos disponibles.

“Con un presupuesto anual de 2.8 millones de dólares, podemos ofrecer una red amplia de servicios que va más allá del refugio. Se trata de dar estabilidad, dignidad y esperanza”, concluye Wardell. Y para familias como la de Briette Ramos, eso hace toda la diferencia.

Esta historia es parte de la cobertura del Southwest Michigan Journalism Collaborative sobre el desarrollo comunitario equitativo. SWMJC es un grupo de 12 organizaciones regionales dedicadas a fortalecer el periodismo local. Visita swmichjournalism.com para obtener más información.

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