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Drones del narco: la violencia que ahora cae del cielo
from Ed.583
Redacción - New/Nueva Opinión
En México, la violencia del narcotráfico ha encontrado un nuevo aliado en el aire. Los drones, antes utilizados para transportar pequeñas cargas de droga, ahora se han transformado en armas de guerra capaces de lanzar explosivos sobre comunidades enteras. La amenaza no solo afecta a grupos rivales y fuerzas de seguridad, sino también, y cada vez con más frecuencia, a la población civil.
En estados como Michoacán, el impacto ha sido devastador. Solo en marzo de este año, unas 500 personas fueron desplazadas por enfrentamientos entre grupos criminales. Ya no se trata solo de balaceras: ahora, el terror desciende desde el cielo en forma de bombas lanzadas por drones.
“Los drones nos tiran bombas así… ¡pum!”, relató un niño desplazado de Tierra Caliente al medio Animal Político.
De herramienta de transporte a arma de combate
Según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), al menos 42 soldados murieron por ataques con drones en los primeros siete meses de 2023. En la frontera con Estados Unidos, las autoridades han detectado más de 155,000 drones asociados al crimen organizado desde 2022.
Su facilidad de adquisición explica en parte este fenómeno: con menos de mil dólares se puede comprar un dron en línea, sin ningún control ni restricción. Mientras tanto, cárteles con mayor poder adquisitivo, como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), utilizan drones agrícolas de gran tamaño, adaptados para transportar explosivos.
En Michoacán, el uso de drones es tan frecuente que ya tienen apodos: se les llama “mosquitos” por el ruido que emiten antes del impacto. Y la gente ya ha inventado una nueva palabra: “dronazos”.
Unidades especializadas y operadores identificados
El CJNG no solo fue pionero en el uso de drones explosivos: también ha creado estructuras operativas específicas. Existen registros de un grupo denominado “Operadores Droneros”, cuyos miembros usan parches con calaveras y las siglas CJNG. Incluso se ha identificado a una mujer apodada “Lady Drones”, señalada como responsable de coordinar ataques contra el Ejército.
Estos grupos no necesitan un entrenamiento militar para operar los dispositivos. Basta con un control remoto y un blanco claro. El dron libera la carga —granadas, morteros o explosivos caseros— con solo apretar un botón.
No solo para atacar: también para vigilar
El uso de drones por parte del crimen organizado no se limita a la agresión directa. También funcionan como herramientas de espionaje: detectan matrículas, movimientos térmicos y señales de comunicación, todo sin exponer a sus operadores.
En lugares como Culiacán, los tradicionales “punteros” —vigilantes callejeros del narco— están siendo reemplazados por drones, más discretos y efectivos.
La respuesta oficial: ¿suficiente?
Ante esta nueva amenaza, el Estado ha comenzado a reaccionar. Sedena ha reforzado su Escuadrón Aéreo 601, especializado en operaciones con drones, y trabaja con la Universidad Aeronáutica de Querétaro en el desarrollo del primer dron mexicano para fines de seguridad.
En Michoacán, el gobierno estatal ha desplegado un sistema antidrones capaz de detectar y neutralizar aparatos a una distancia de hasta 1.5 kilómetros. Aunque se han reportado derribos exitosos, los especialistas advierten que la tecnología no resuelve la crisis humanitaria provocada por la violencia.
“Lo grave es que esta violencia se ha normalizado y el discurso oficial aún minimiza su impacto”, afirma un integrante del Observatorio Regional de Seguridad Humana de Apatzingán.
Un vacío legal en el uso de drones
Mientras los drones armados ya cobran vidas, en México no existe una legislación clara que regule su uso. Por ello, desde el Senado se ha impulsado una reforma a la Ley de Aviación Civil que obligue al registro de quienes compran, importan o poseen estos dispositivos.
La propuesta busca prevenir que más drones terminen en manos del crimen organizado. Pero mientras la reforma avanza, las bombas siguen cayendo sobre pueblos y ciudades, sin aviso y sin justicia.