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En la baliia, dcstlr qiie ciitramos en ella, nos yiiiios rodeatlos por lxmdadns clc niillarcs de p<t,jaros dc clifcrerites cspecies, bancladas qiic h iiiciiudo sc cstcndi;iii mar afucra liasta doiide podia alcanzar la vista. Xlatanios y coiiiiiiios algunas de las especies nxts peqtielias, qiic liallainos sunianiciitc giistosas, dc color gris, como palomas:, pcro que teiiian ojos eiicciididos ;y brillantcs. Sabiciido quc la isla se hallabak menutlo, cuando no siempre, dcshabitada, nos ciitrctuvinios durante la riiafiana forniando congcturas con rcspecto k qiiienes liallariaiuos e11 clla y quk acogida sc nos dispensaria. Distingiiiamos tres 6 ciiatro chozas a la orilla de la p l a p , pero con 10s aiiteojos sd1o pudinios di\-isaralgunas a\-es qiie a1 pnrccer sc iiiorian. X cso dc las iiuew, el capitBn, el sobrecargo y yo, con u n mariiiero y 1111 grumete, iiuestras escopctns A la espalda, coinciizarnos ;ibogar liacia ticrra. 17x1 unos cuantos minutos desenibarchbaiiios sill no\-edad en la playa, y por priiiiera I-cz, clespues de mas de ocheiita dias, pisabamos tierra. La isla respondia en un todo B las ideas que de ella nos habiainos forjaclo vi6ndola desde lejos. Ceres de las cabafias de la playa en-


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