
1 minute read
Los Templos de la Cumbia
Los más emblemáticos de la historia
Tropitango - Zona Norte
Advertisement
No habrá papel picado volando por el aire, tampoco guirnaldas adornando la parte superior de la pista ni filas eternas sobre la Colectora Este de la autopista Panamericana, en Tigre. El emblemático boliche Tropitango Bailable, que hasta marzo reunió a miles de personas todos los fines de semana y era frecuentado por celebridades del fútbol, la música tropical y la televisión, celebra hoy sus 40 años de historia con una agenda de videos y DJ por streaming. En un contexto atípico por la pandemia, la bailanta que más resistió a lo largo de las décadas en el Conurbano Bonaerense, conocida como “La Catedral de la Cumbia” o “El Tropi” por sus fanáticos, mantiene la tradición de organizar un baile el primer miércoles de agosto por el aniversario, esta vez por Facebook e Instagram. “Nuestro rubro es el último orejón del tarro. No sabemos nada de cuándo vamos a volver”, indica Ricky, como se presenta a sí mismo una de las principales caras visibles a cargo del complejo. Y cuenta que aunque el festejo que planificaban para hoy quedó descartado hace rato con la Igual quisieron armar.

Elsieland - Zona Sur


Elsieland se inauguró el 12 de diciembre de 1964 y fue un icono de muchas décadas. “Mi padre y su cuñado compraron una pizzería en este lugar que se llamaba Elsieland, de lo que quedó todavía el horno pizzero. En ese lugar se hizo el primer baile, y así se pasó al rubro bailable, porque cada vez venía más gente”, declaró Morassut hablando con Konex.
“Se hizo el segundo piso y mi papá convocó a sus otros dos hermanos; hicieron una sociedad entre los cuatro, y así estuvieron décadas. En los años 70 eran famosas las cuatro noches de baile de Carnaval, en los 80 los americanos y la apertura de otra pista de baile, y la música diferente que se pasaba en todas”.
La Metrópolis - Capital Federal
Unas letras gigantes de colores fluorescentes anunciaban el show en la entrada. Esa noche tocaba Leo Mattioli y un grupo desconocido llamado Ganas de Amar. Había muchísima gente y estaba repleto de minas, fanáticas del León Santafesino, de esas que sienten sus canciones como propias y que lloran mientras lo ven cantar. De esas que les tiran sus bombachas y le gritan que les haga un hijo. Era el vendedor ambulante de vinos y cervezas, quien portaba entre sus manos un canasto repleto de bebidas, el cual colgaba de sus hombros. Al andar golpeaba las botellas con su destapador, para que los pibes sepan, de inmediato, que el problema de la sed podía ser curado, sin la necesidad de trasladarse hasta algún lugar de expendio.