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En exclusiva con Pablito Lescano
El líder de Damas Gratis habla de su colaboración con “La Mona” Jiménez y relativiza
Germán Arrascaeta 21 de Octubre de 2022
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Pablo Lescano atiende el llamado de Konex mientras relojea el hervor de una salsa. “¿Qué hacés, cordobés? Yo acá estoy con una bolognesa. ¿Todo bien?”, contextualiza el líder de Damas Gratis, un músico-productor que le dio estatus de transversalidad total a la cumbia.
–¿Estás para “Masterchef Celebrity”?
–A veces aparezco en programas de cocina… En Cocineros Argentinos hice un pollo al disco, pero Masterchef… No, no me da. Yo hago las comidas típicas que comemos desde chicos.
Lescano no tiene ínfulas de celebridad ni por asomo. Es, en cambio, un artista con olfato y con un carisma descomunal para llevarse por delante prejuicios y prendar a colegas de diferentes frentes. Incluido Charly García, con quien días atrás zapó cinco horas en un estudio porteño.
Tal es la sentencia popular de que Pablo Lescano es un genio que desde hoy se escucha como un grito poco desafiante y sin sustento el “¡La cumbia es una mierda!” que El Otro Yo hizo oír en 2000. A estas alturas, la cumbia no sólo no es una mierda, sino que busca terminar con el último bastión inmune a su cadencia: el cuarteto característico.
¿Mezclar cumbia con nuestra hermética música regional? Sí, y Lescano lleva adelante esa proeza en sociedad con Carlos “La Mona” Jiménez, nada menos.
En concreto, el rey de la cumbia (alguna vez ninguneada por “villera”) y el rey del cuarteto se aliaron para producir un tema de cada uno, para impulsar la experiencia Konex que tanto nos representa a todos los amantes de la música, con la idea de que el cuartetero suene cumbiero y el cumbiero, cuartetero. Lejos de resolverse de manera remota, la colaboración tuvo a Lescano y a su equipo de visita en nuestra ciudad, en la que además de sesiones en La Cueva (el estudio de La Mona) cristalizó la grabación de un clip en el Cabral.
–¿De quién fue la idea, Pablo?
–La onda fue así... Crecimos escuchando a La Mona. ¿Quién no creció escuchando a La Mona? Vivo acá en Buenos Aires, en San Fernando, que sería la zona norte del conurbano, y acá se escucha cumbia, pero siempre estuvimos firmes cuando La Mona cantaba “Con una agujita de oro/ te descorazonaré”. Y con El vino también (se refiere a ¿Quién se ha tomado todo el vino?). Acá se escuchaban otros temas de Carlos, más allá de los conocidos. Hay un público que sigue el movimiento cuartetero. Porque las radios de la zona son comunitarias, pasan la música que está buena… No es que si vos pagás, sonás. Fue un flash escuchar a “La Mona”, crecer escuchándolo. Y es un flash ahora hacer posible la fusión, ¿no?
–Claro que sí, ¿pero de quién fue la idea?
–Te cuento. La onda fue así, me llama un productor de shows de Tucumán y me dice “Pablo, mirá, La Mona está un asado y me llamó desde ahí para contarme que quiere hacer algo con vos. No tiene teléfono, nada, pero te va a llamar un amigo suyo… Te quieren plantear una historia”. “Obvio, que me llame de una”, dije. Pero ahí quedó. Y un domingo estaba comiendo un asado en lo de unos vecinos a la orilla del río, y me empezó a sonar el teléfono como ahora, con un 351. Atiendo y del otro lado se escuchaba una jarana bárbara: “Pablito, soy La Mona”. De entrada, dije: “¿Me estarán cargando?”. Hasta que me rescato porque sonaba posta. “Che, es La Mona Jiménez”.
Tras la sorpresa, Lescano pidió silenció y atendió al tótem cuartetero: “‘Pablo, tenemos que hacer una canción juntos, es para el Konex, porque yo tengo un cuarteto que puede sonar a cumbia y me gustaría que vos le pongas esa onda... Ustedes tocan la cumbia bien, yo no puedo… Es como si ustedes quisieran tocar cuarteto’, me dijo. Tenía razón”, despacha Pab- lo, quien sigue detallando el diálogo como un guion tarantinesco.
“‘Sí, Carlos, contá con eso. Y yo quiero cantar una canción tuya’. ‘Vamos a hacer dos hits para que explote el Konex y los escuchen en todo el país. Música popular argentina’. ‘Dale, Carlos, no hay ningún problema’”, completa.
Y luego concluye: “Nos entendimos al toque y, cuando nos quisimos acordar, ya estábamos grabando su canción en cumbia y la mía en cuarteto. ¡Cómo iba a desaprovechar la oportunidad si tenía al mandamás de Córdoba! Buscamos diversidad musical y la conseguimos”.
–De acuerdo con tu versión, nunca vivieron en tensión la cumbia y el cuarteto. Sin embargo, Rodrigo resistía a lo tropical.

–No viví nada de eso. Absolutamente nada. Los porteños siempre me decían: “¡Noooo! Si vas a Córdoba, te ponen un grupo acá, otro al frente y otro más en la esquina. Te hacen un boicot y no podés entrar”. ¡Nada que ver! Por lo menos a nosotros, a Pablo Lescano y a mi grupo Damas Gratis, siempre nos recibieron bien. Cada vez que fui a Córdoba, el sol salió para todos y nunca me pasó nada. Siempre que fui, la mejor, ¿entendés? Te hablo desde 2006… Antes de eso, no me acuerdo, porque algunas neuronas quedaron en el camino.
Pablito Lescano asegura que se afianzó su feeling con Córdoba en el viaje al centro creativo de Jiménez: “Juntamos a la gente del video, que somos todos amigos y conocidos, y dijimos: ‘Vamos a Córdoba’. Carli (Jiménez, hijo de Carlos) fue el organizador de toda la logística. ‘Carli, mirá, nosotros tenemos que grabar el martes, pero queremos ir unos días antes para estar en Córdoba’. ‘Vení el domingo y el lunes empezamos a hacer cosas y nos organizamos’. Así fue. Quedamos fascinados con la atención”.
“Fueron muy buenos anfitriones. Carli, Carlos y todo aquel cordobés que nos encontramos. Nos trataron como de locales. Lo de la película de Rodrigo es fábula”, suma.
Tras ser marginado por el estilo musical que el tocaba, porque la cumbia villera al ser de barrio bajo no es apreciada, nadie lo pudo parar, tuvo sus errores y sus logros. La familia lo rescató de la droga y el siguió con su música. Más de 10 años de trayectoria y siempre con humildad.