NAN #15

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AÑO 3 NOVIEMBRE DICIEMBRE 2013 ARG $15

NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS

ROSARIO NARCO Historias desde el núcleo de los barrios

pol nada

TODOS LOS NÚMEROS ANTERIORES SE VENDEN AL PRECIO DE TAPA ACTUAL

Entre la música y la poesía

martín piroyansky DIRECTOR. GUIONISTA. ACTOR. UN ANTIGALÁN.

EDITORIAL

Felices 15 NOVIEMBRE /DICIEMBRE 2013 www.revistanan.blogspot.com.ar revistanan@agencianan.com.ar

STAFF Ailín Bullentini Emmanuel Videla Esteban Vera Nahuel Gomez Nahuel Lag Nicolás Sagaian Sergio Sánchez COLABORADORES Ana Ojeda Ariel Winograd Hernán Panessi Juan Ignacio Sapia Paula Sabatés

FOTOGRAFÍA Antonella Casanova Casandra González Federico Moscoso Feuillade Laura Bernatené Mariela Bobba Natalia Berninzoni Natalia Luna Sebatián Suárez Meccia ilustración DE CONTRATAPA Gastón Souto

Foto DE TAPA Victoria Baraga

CUADRITOS Andrés Valenzuela

ILUSTRACIÓN Javier Delestal Jo Murúa Majo González (Majox) Nahus

HISTORIETA Diego Villa DISEÑO GRÁFICO Victoria Gilles Fernández

NaN permite la reproducción total o parcial de la presente revista, siempre que no sea para fines de explotación comercial.

Registro de la propiedad intelectual en trámite.

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PUNTOS DE VENTA CONURBANO BONAERENSE: puesto de diarios en República de Siria, a la entrada de la estación Lomas de Zamora, lado oeste; andén 4 de la estación Lanús; y andén 2 de la estación Monte Grande. CIUDAD DE BUENOS AIRES: puestos de diarios en la estación de subtes Constitución, andén central; estación de subtes Avenida de Mayo, andén hacia Retiro; estación de subtes Diagonal Norte, andén hacia Retiro; puesto de diarios en Callao 397, esquina Avenida Corrientes; Punto de Revistas Culturales, Avenida Corrientes 3307, frente al shopping Abasto.

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“Q

ue la suscripción sea por cuatro números. Vamos a ver si llegamos a la quinta; no podemos cobrarle a los suscriptos y después devolverles la plata.” Inocentes palomitas. Eso pensamos en febrero de 2011, un mes antes de que la NaN #1 pisara la calle, 30 días antes de que saliéramos a repartirla con la mochila; de que llegáramos a la primera feria de libros y revistas callejera y nos dieran un tablón de ¡dos metros! para llenar de revistas… con el único número que teníamos. Fuimos inocentes. Pero no por pensar si llegaríamos al número 5. Tener en las manos la NaN #15 en aquel momento hubiese tenido una sola reacción: un llanto con sonrisa y abrazo, todo unido.

Decíamos, fuimos inocentes. Por dos cosas: no confiar en toda la fuerza que teníamos, tenemos, tendremos para hacer nuestro propio medio; en nuestra voz, en nuestra capacidad de producir y escribir. Segunda: también lo fuimos por no saber todo lo que costaría, cuesta y costará. El trabajo colectivo, de manera completamente horizontal, cuesta… y mucho. Son varios los compañeros que tuvieron que dar un paso al costado, fueron (son, de tanto en tanto) muchos días de bronca y llanto, de querer ser telemarketers. Pero no. No nos rendimos. Acá estamos en la fiestita de quince, sin vestido de princesa, ni salón, ni mesas con flores. Nada de eso. A tres años de existencia la plata sólo alcanza para imprimir el próximo número y... poquito más.

Que por poquito es un logro enorme. Mucho esfuerzo, demasiado trabajo sin recibir a cambio más que saber que estamos haciendo algo distinto con nuestra profesión, que estamos escribiendo, contando las historias que queremos para el mundo que no tenemos.

Que no tenemos porque poca gente pensaría en deslomarse por algo que no genera ganancias, en deslomarse para hacer algo nuevo. Y en el camino un montón de pequeños inmensos pasos: quince revistas girando por quién sabe dónde, lectores que siguen sosteniendo nuestra salida a los kioscos, artistas que nos devuelven gracias, sonrisas y amistad; bellas fiestas en esa Casita del sur del conurbano, un montón de hermanas nucleadas en la Asociación de Revistas Culturales, ¡hablamos en el Congreso! ¡Les fuimos a pedir a esos que votamos todos cada dos y cuatro años que hagan una ley que reconozca nuestro aporte a la sociedad, la cultura y la economía!, pasamos las mil notas en la web y 3.500 personas nos respaldan con algunos clicks en las redes sociales. Todo eso puede hacer un grupo que sólo se propone hacer una revista y cambiar las formas sin entregarse de primera a la lógica comercial.

Así las cosas, la última, pesada, desafiante y también hermosamente combativa realidad: todo lo hecho se puede mejorar y mucho. Todavía nos queda más camino por recorrer. Esperemos conservar las fuerzas. Esperemos que sigan del otro lado en 2014.

VERMÚ

La vuelta al mes en 30 ilustradores

ALMANAQUE VIRTUAL ILUSTRADO

Algunos arrancan papelito a papelito los 365 días y leen el refrán; otros tienen su santo patrono mensual, semanal y diario; en NaN preferimos a un grupo de dibujantes que proponen amanecer con nuevas ideas, colores y creatividad, mientras despuntan “el placer de ilustrar”.

Ailín Bullentini

“S

Gentileza La vuelta al mes…

oy su fan”, se le escapa a Matías Ardiles en ese muro que equipo, que se preocupen por igual en mantener la sinergia de la visitó mil veces en los últimos meses. Ese que lo hizo reír, galería virtual: “Si somos más, más en grande se puede pensar, el que lo asombró, que le dio una pizca de envidia. De la espacio que creemos será mayor y además no estamos solos”. ¿Y los sana, ¡eh...! A ver, ¿qué le ofrece a Matías la plataforma gratuita de la 31? “Todos los 31 invitamos a alguien”. red social más recontramultiplicadora de historias del mundo (el CaTreinta dibujantes, 30 jóvenes, chicos y chicas ―la mayoría provieralibro, ¿cuál otra?) desde la que La vuelta al mes en 30 ilustradores ne de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, más otros existe y persiste? ¿Qué le ofrece ese proyecto a todos los que quieran laburantes del lápiz físico y digital del resto del país― que confluyen visitarlo? Dibujos o la pasión de muchos, el placer hecho trazo, la en un mismo espacio gracias al “placer por ilustrar”. “Estamos orcondensación de una idea en una figura. Belleza. Hermosura. denados alfabéticamente. Cada uno tiene un día asignado para subir “El ilustrador se dedica a interpretar un tema. Hay ilustradores su dibujo. Cada uno tiene 30 días para elaborar su trabajo de acuerdo que hacen arte; hay artistas que al tema del mes. Es una escuela dibujan, los límites están un poco para nosotros ―define de un tirón mezclados”, trata de definir su “Está casi todo inventado a nivel técnicas y programas, y se suelta―. Tu día es tu momen“pasión” Juan Manuel Puerto pero en La vuelta… no existe límite creativo.” to de escenario. Ese día te subís y en un intento por hacer algo que después te bajás hasta el próximo también le cuesta: contar de qué mes.” Galería de exposiciones, esse trata La vuelta.... “Lo único que quería era crear algo en el que pacio de formación. ¿Arte? todos los días pasen cosas”, desliza como si rompiera con un trazo “Siempre estoy con esa lucha mental: si lo que preparo es un prode lápiz negro el blanco de un papel a punto de convertirse en “algo”. ducto para comercializar o si en realidad hago algo artístico.” Por Claro, lo de Juan es el dibujo. Un par de trazos más quisieron apor- suerte, no trasladó esa disputa al proyecto que se puso en marcha tar a la definición de la idea. Fue y vino hasta que acabó el primer cro- en febrero pasado. El primer “tema del mes” fue decidido por Puerto quis: un espacio que funcionara a modo de “galería de arte virtual” y un amigo: la locura. Correspondió a marzo. Desde entonces, no con “un movimiento de contenidos permanente: era importante que pararon. Y no todo es virtualidad, ‘click’ y fue. Los trabajos del primer todos los días del mes se renovara”. “Hay un montón de produccio- mes fueron expuestos en el Centro Cultural del Hospital Borda. nes y, a la vez, no es tan fácil llegar a grandes medios o lugares donde En poco tiempo más, cuando el colectivo de ilustradores se conmostrarlas. A eso, se suma la dificultad de poder vivir de ser dibujan- solidó, las ideas empezaron a debatirse en reuniones mensuales, te. La vuelta... creo que se convierte en una posibilidad de autopro- cara a cara. ¿No hay “responsable”? “No hay coordinador, no hay una moción: en un espacio para dar a conocer los laburos y para darse presión editorial, algo que, creo, ayudó a que cada uno empezara a a conocer”. ¿Solo? Nunca solo. La soledad es buena compañera del desarrollar su propio estilo. Cada uno es su propio editor”, coloreó. ilustrador, pero no se lleva bien con la constancia, dicen.

Y de color y estilos, hay variedad: “El estilo tiene que ver mucho con “Desde lo colectivo la fuerza es más grande”, supone el futuro dise- uno, cuanto más te conocés más cerca estás de tu estilo. Está casi ñador gráfico e ilustrador responsable de cranear La vuelta... Nunca todo inventado a nivel técnicas y programas, pero en La vuelta… no el proyecto fue pensado a modo de “vidriera personal”. El mes tiene existe límite creativo, cada quien puede dibujar como quiera”, remató 30 días, que sean 30 ilustradores diferentes, que se funcionen como y puso la firma.

VERMÚ

Max Rompo

Tapa, tapita, tapón…

Máximo Sánchez tiene una necesidad, casi una obsesión: comunicar de forma directa a través de sus diseños. Y con su cajón de herramientas digitales no sólo deja su impronta en discos y flyers, sino que editorializa en afiches sobre el devenir político-social del país.

ESTEBAN VERA

ANTONELLA CASANOVA

M

áximo Sánchez Luna tiene 25 años y es un estudiante de Diseño Gráfico que viene dejando su impronta en tapas de discos y flyers de músicos autogestivos del sur del conurbano. Seguramente, carga con la etiqueta de “músico frustrado”, como todo aquel que se dedica a la música ―sobre todo al rock― desde la periferia (la suspicaz lista incluye a periodistas, claro). De hecho, Rompo (“por rompe pelotas”) intentó ser músico, cuando tocaba el bajo, hasta que se aburrió. Pero su obra actual no se limita sólo a la música: con su cajón de herramientas digitales también editorializa (él dice: “opina”) con afiches sobre el devenir social, cultural y político de Argentina.

Su viaje por la música empezó en la secundaria cuando conoció a sus amigos, entre ellos al multiinstrumentista Manu Careter (bajista de Los Careters y del cancionista Facundo Galli; acordeón de Ivo Ferrer y la lista sigue). “Fue juntarse con ellos: si hacía falta sacar fotos, yo las sacaba; si había una fecha, yo hacia el flyer”.

Así, hace tres años, comenzó a ponerle imágenes a la Orquesta Típica Agustín Guerrero, a Los Careters, a El Hagabal o al compositor y tecladista Fok Electrochongo, entre otros.

Desde entonces, Rompo tiene una necesidad, casi una obsesión: comunicar a través de sus diseños. Así se distancia del diseño para diseñadores. “Me interesa que me entiendan mi viejo, mi tía, que no saben de diseño”, comenta. Sus diseños son limpios y con conceptos claros. Aptos para todo público y con una voz propia.

“La palabra creatividad me hace ruido, la siento más asociada con algo caprichoso: con la idea del artista loco, encerrado, que tiene la verdad y la tiene que compartir con el mundo. Yo no me siento para nada cerca de esa idea, trato de ser más metódico, pienso mi trabajo como una opinión”.

En su ADN hay influencias, entre otros, de Juan Gatti, que ―se sabe― concibió varias de las mejores tapas de los primeros años del rock nacional: en su haber data el diseño de la placa Artaud de Pescado Rabioso, con su forma irregular, su verde con brillos amarillos y la pequeña foto del poeta francés. También existen influencias de Alejandro Ros, responsable de la renovación del arte de tapa del rock argentino en los últimos veinte años. “Todos lo conocimos a Ale Ros por las tapas de los discos, pero a mí me gusta su trabajo en los suplementos Soy y Radar de Página/12. Es que con un disco tenés 50 días para cranear una idea, pero en un medio tenés un par de horas para entregar. Sus ideas son sencillas, pero las ves y tiene razón en sus diseños”. Hace un año, en diciembre de 2012, el hacedor de la minimalista tapa de Amor amarillo lo destacó entre un puñado de diseñadores jóvenes. Por lo pronto, sus caminos se unieron y acaban de diseñar juntos la portada del libro Divididos, de Daniel Dos Santos, un compilado de cuentos editado por la editorial Sudamericana.

Pero también aprende de Pep Carrió e Isidro Ferrer, “unos españoles muy punzantes que laburan mucho con temas de actualidad para diarios”.

En su ADN hay influencias de Juan Gatti y Alejandro Ross.

“La palabra creatividad me hace ruido, la siento más asociada con algo caprichoso: con la idea del artista loco, encerrado, que tiene la verdad y la tiene que compartir con el mundo. Yo no me siento para nada cerca de esa idea.”

―¿Qué tapas de discos te impactaron y te hubieran gustado hacer? ―Hace poco dije la de Revolver de Los Beatles, pero después me arrepentí: tenía que haber dicho Noticias del mundo (News of the World) de Queen, que es un robot llevando a unos músicos en la palma de su mano. Y de acá, las tapas que hacía Gatti, la tapa de Artaud es “LA TAPA” para mí. El tipo tuvo un gesto político: era Spinetta, Artaud y él contra la industria. Por ese gesto, es la mejor de todas. Después, tapas lindas hay montón, como la de Días nuestros de Los Reyes del Falsete.

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ESPECIAL

Día Mundial del Inodoro

A la mierda con todo

La mierda de todos y todas marida con soltura en la cultura pop. ¿Cómo hizo la caca para ganar tanto espacio? ¿Qué tiene Superman que no caga? La literatura de baños y los pedos de mujeres hermosas. Un tendal con soretes colgados al calor de los rayos catódicos, la tevé basura y esa poderosa máquina de cagar llamada internet.

HERNÁN PANESSI

javier delestal

—¿Y qué vamos a comer?

—Mierda.

El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez

L

pedos?—), con el gesto irreverente de entrarle a las cosas siempre a contra natura, las vueltas que da la vida. De la mierda venimos y a la mierda vamos.

a efeméride, que es una excusa como todas las efemérides habidas y por haber, es el Día Mundial del Inodoro. Así las cosas, el mundo se vuelve un lugar mucho más genial al rendirle pleitesía a ese gentil aparato que no hace más que darle la bienvenida y el adiós instantáneo a kilómetros y kilómetros de soretes generados por millones de humanos. ¿Cuándo sucede tal acontecimiento? De aquí a la eternidad, todos los 19 de noviembre. Y ese galardón obtiene legitimación —demás está decirlo: es recontra oficial— siendo declarado por la Asamblea General de la ONU para “generar conciencia sobre la importancia del acceso a servicios básicos de saneamiento”. ¡El Día Mundial del Inodoro! ¡Qué mierda! ¿Y qué onda con la mierda?

*** “Caca, culo, pedo, pis. Pis, pis. Caca, culo, pedo, pis. Pis, pis”, repiten cual mantra insoportable unos menores de edad llamados Los Punkitos desde alguna película española de bajo contenido calórico y con altos índices de bizarrismo. Y ese fragmento, democratizado hasta el infinito por la red de redes, engordó su contador

Siempre que haya inodoros, la construcción colectiva disparará un respeto del que nadie puede comprender su magnitud.

*** El agujero del culo de una mujer cualquiera se expande y lanza un sorete blando y amarronado con textura de un helado de dulce de leche. La música —un pianito que taladra subliminalmente cualquier atisbo de buen gusto— acompasa la cuestión. Otra mujer cualquiera pone el sorete en un vaso y se dispone a deglutirlo como si fuera, en efecto, un helado de dulce de leche. Lo come y, por si aquello no fuera lo suficientemente shockeante, ambas féminas funden sus labios y explotan —mierda mediante— en un apasionado beso de lengua. La imagen perturbadora corresponde a, tal vez, el video viral con más ramificaciones pop que ha dado internet: Two Girls and One Cup. Y desde ahí, el placer imposible por ver a gente ídem hacer inmundicias alimentando monstruosamente ese animal de mil cabezas llamado morbo. Y la “coprofagia”, así se le llama a la práctica que se entiende por la ingestión de heces, apunta a algunas especies animales —fundamentalmente insectos como moscas, larvas dedípteros o coleópteros escarabeoideos— que practican este acto en forma natural. A las ocasiones excepcionales —en todas sus acepciones— en las que humanos la llevan adelante se les llama “coprofilia”, como una de las tantas parafilias existentes o, en casos aún más extremos, como en Two Girls and One Cup o en aquel antológico final de Pink Flamingos con Divine comiendo la mierda recién salida del agujero negro de un perro callejero. Todo deviene en perversiones de índole sexual, hedonista y degenerado. Hay que decirlo: los manuales de biología apuntan que las heces “contienen cantidades importantes de alimentos semi-digeridos como consecuencia de la poca eficacia de los sistemas digestivos, en especial de los herbívoros. Este recurso es explotado con éxito por numerosos insectos que, además, contribuyen a reciclar la materia en los ecosistemas”. ¿Quién se prende a un heladito de mierda?

de visitas hasta explotar ensimismado en su propia mierda. Y también desde internet —lo dicho: ese no lugar que contiene a todos los no lugares, el espacio perfecto para alojar toda la mierda del universo—, un programa de radio conducido por mujeres se encarga de señalar con el dedo bien turgente su fanatismo por defecar. ¿Quiénes son? Las Gordas Putas, programa de emisión semanal que actualmente va por Ciclo P Radio (www.ciclopradio.com.ar) los viernes de 16 a 18. Ahí, en su sección llamada “Hablemos de caca”, las Gordas Putas pelan mueca de iconoclastas y se despachan con sendas anécdotas sobre ir de cuerpo en lugares, formas y situaciones improbables.

Pero nuestro país, sin embargo, ya conoció fuerte de amantes devocionales del sorete. En rigor de verdad, uno de los hechos artísticos surgidos de las entrañas de la contracultura da cuenta de tal gesto y tiene que ver con el mítico Instituto Di Tella. ¿Por qué? Por una de sus últimas obras, Baño Público, del artista Roberto Platé, correspondiente al año 1968, que ocasionó su cierre por parte del gobierno del dictador Juan Carlos Onganía. Tal instalación simulaba ser un baño real como los de bares y cines, con las siluetas de damas y caballeros en sus puertas, pero que en el interior, la ausencia de los sanitarios confundía al espectador

*** Y en esa caja de resonancias repleta de arquetipos universales llamada South Park —donde se habla con la misma naturalidad de un cáncer testicular, de lo puta que es Paris Hilton o del Yeti de la montaña—, la mierda se solidifica y toma forma corpórea con un personaje de linaje navideño: el Señor Mojón. Será este personaje el encargado de sumarle más escatología a la serie de dibujos animados más zarpada que ha dado la historia de la televisión mundial. Señor Mojón, además de gozar de algunas apariciones extraordinarias, ha dejado para los anales una canción ad hoc: “La mierda lo es todo. Todo lo vivo en la tierra debe defecar. Es un ciclo que comienza y no puede terminar”. Y tiene razón. Mucho más, después de escuchar su coda final: “De la hierba del mañana se alimentan las manadas. Soy las patas del leopardo, las alas de la gallina, se la comen los humanos… y se convierte en mierda otra vez”. Su existencia viene a remarcar, como tiempo atrás lo hiciera Ren & Stimpy con Olorín (un pedo que, una vez expulsado, se perdía en el éter —pregunta en lateral: ¿dónde irán a parar todos los

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obligándolo a redefinir su condición sexual. La obra fue clausurada por considerársela obscena. Y en esa misma lógica, aunque en el plano internacional, Marcel Duchamp, inspirado en los preceptos del anti-arte, revolucionaría aquel cosmos con La Fuente, que versaba en una muestra de objetos ya existentes que normalmente no se consideran artísticas. Así, un orinal se convirtió en una de las piezas de arte más importantes de todo el siglo XX. Y del meo a la cagada hay un paso: unos centímetros de cuero dividen un esfínter del otro. Lo líquido y lo sólido, lo primero y lo segundo. Y siempre que haya inodoros, la construcción colectiva disparará un respeto del que nadie puede comprender su magnitud. *** En otro orden de cosas, una es la intríngulis que surge desde la postal agraciada —pecho ensanchado, mirada colosal, estirpe de

Una verdad: la palabra “mierda” es irremplazable.

“Andate a la mierda”, “sos una mierda”, “no te creo ni mierda”, “lo voy a hacer mierda” y mil mierdas más.

Millar y John Romita Jr., la heroína Hit-Girl tiene un dispositivo que hace vomitar y cagar a las personas. Y ella, con justicia, lo usa contra los populares de la preparatoria. Que, parece, no como Superman, tal vez como Batman, sí cagan. *** Leer cagando. Cagar leyendo. No importa cuál sea su orden, no afecta al producto. Y entre inscripciones sugerentes como “Punk Not Dead” o “¡Quiero pija!”, el baño del auditorio de la Biblioteca Nacional regala al mundo la mejor literatura de baño que ha dado Dios: “Quien no ha cagado en un baño público nunca conocerá el sentido de la eternidad”. Y tiene razón. La literatura de baño es un placer del que pocos se reconocen devotos. Un caso: el periodista y crítico de cine Diego Trerotola. “Soy un fanático confeso de la literatura de baños”, apunta mostrando con orgullo un carnet imaginario del Club de la Mierda. Se dice que en los baños del mítico espacio Parakultural, reducto de la contracultura entre los segundos ‘80 y los primeros ‘90, sus paredes gozaban de un inolvidable arte manual: frases escritas con dedos a pura caca. Y los sibaritas de este culto podrán encontrar a los mejores artistas en los baños públicos de más concentración de gente: de Constitución a Retiro, de Once a Liniers, parando en todos los barcitos de mala muerte, mucha vida y muchísima más mierda. *** Prrr. Un pedito chiquitito como la contextura física y fibrosa de la entrenadora de gimnasia María Amuchástegui —seguido de un tímido “perdón”— llevó su carrera televisiva derecho hacia un pozo ciego. Y los rayos catódicos esputados de esa mierda llamada Gran Hermano —en su versión inglesa— mostraron que una mujer bonita metida en un jacuzzi puede, diarrea mediante, convertir todo en una película circa Stephen King con aires a La Mancha Voraz. Por suerte, el resto de los sumergidos en el agua salieron a tiempo. ¿El costo? La prendida fuego ad eternum de esa mujer floja de tripas. Y así, con el mismo entusiasmo, casualidad o causalidad, diosas de la talla de Silvina Luna —en su etapa de gordita graciosa— o Amalia Granata —siempre viperina y culona— han dejado escapar flatos —también en ese baño químico y pornográfico del Gran Hermano— para la mueca de felicidad de los televidentes argentinos. Prrr.

***

campeón— del héroe más poderoso del mundillo de los cómics: ¿Superman caga? Una es la verdad: Superman, que no es humano sino un extraterrestre venido del planeta Kriptón, ni siquiera tiene que comer. Y, en consecuencia, tampoco caga. Hay un tema y otra duda: cuando come por placer ¿lo digiere? ¿¡Caga o no caga!? ¿Y Batman? Batman es humano. Entonces, ¿cagará Batman? El oscuro hombre murciélago de Ciudad Gótica no tiene, en términos prácticos ni en sus viñetas, ni en sus series, ni en sus dibujos animados, ni en sus películas, referencias a la mierda. Sin embargo, se intuye: Batman es humano, Batman caga. Y lo hace porque mea.

En The Widening Gyre, por ejemplo, el oráculo nerd Kevin Smith hizo que Batman se meara encima durante una escena importantísima.

Caca, culo, pedo, pis. Pis, pis. Y más acá, en tierras gauchas, un personaje del argentinísimo Cazador llamado Rocket Man se propulsaba por los aires a puros pedos. Asimismo, el siempre lúdico Gustavo Sala regala en su portada de Ordinario a un tipo haciendo fuerza para descargar intestinos acompañado con unos perros de mierda corriendo a su alrededor. Y más allá, en el film norteamericano Kick-Ass 2, correspondiente a la historieta homónima de Mark

Una verdad: la palabra “mierda” es irremplazable. “Andate a la mierda”, “sos una mierda”, “no te creo ni mierda”, “lo voy a hacer mierda” y mil mierdas más. Mierda como ubicación geográfica, como adjetivo calificativo, como momento de escepticismo o como deseo de venganza. Siempre la mierda. Ya lo dijo Charles Bukowski: “Ahora mismo, por dentro, la persona que amás está llena de mierda”. La mierda como una entelequia irremplazable, como una contraseña al uso más perfecto del idioma. ¿Cómo nos arreglaríamos sin esa palabra? No hay manera. Y ya lo analizó el genial Roberto Fontanarrosa en aquel III Congreso Internacional de la Lengua Española, que se realizó en Rosario, sobre “las malas palabras”. Allí, el dibujante rosarino dijo: “La pregunta es por qué son malas las palabras, ¿quién las define? ¿Le pegan a las otras palabras? Son malas porque son de mala calidad, o sea que cuando uno las pronuncia se deterioran y se dejan de usar?”. Y continuó abordando lo que en verdad importa: “El secreto de la palabra mierda está en la ‘r’, que los cubanos pronuncian mucho más débil. Ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana, la falta de posibilidad expresiva”. Impecable. Por eso, otro cross en la mandíbula al caretismo imperante —también vía Fontanarrosa— endereza la cuestión: “Lo que pido es una amnistía para las malas palabras. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje que las vamos a necesitar”. Prrr. Caca, culo, pedo, pis. Y, sí, se convierte en mierda otra vez.

MEDIOS

Prisma

ALUMBRANDO EL UNDER DEL SUR A través de una agenda cultural completísima, una columna en radio y cortos, este medio recién nacido conecta artistas, centros culturales y espectadores bajo la consigna de “hacer bullicio”.

Casandra gonzález pistolesi

Emmanuel Videla

L

a luz —según Wikipedia— pasa por ese objeto que la descompone y la refleja en los colores del arco iris. No hay mucho más que pensar: es un prisma. Ahora, ¿por qué decimos todo esto? ¿Nos convertimos en una revista de física o una suerte de ensayo de pseudo-divulgación científica? Para nada. Tanto preámbulo es para presentar a Agenda Prisma, un medio surgido hace apenas seis meses y que aspira a reflejar, descomponer, reflectar y reflejar a través de los medios y soportes digitales toda la movida cultural del conurbano sur.

Ardua tarea, ¿no? Si nos ponemos exigentes y, por lo tanto, cuantitativos, pensemos que el conurbano reúne 24 distritos, y la zona sur aglutina a partidos como Avellaneda, Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, Presidente Perón y San Vicente. ¡Posta! La relación espacio-tiempo para abarcar periodísticamente todas estas distritos demanda una fuerza atómica. Pero, estos pibes ―la mayoría estudiantes de perio- “PRISMA NACE EN PARALELO dismo de la Facultad de Socia- DE ARTISTAS EN EL SUR.” les de la UNLZ― tienen todo el arranque de un catalizador de átomos. De hecho, en su corta vida organizaron dos fiestas en diferentes centros culturales, donde pudieron reunir al nicho cultural de Lomas de Zamora y van por más. “Lo que busca Prisma es conectar artista con artista, centro cultural con artista y centro cultural con centro cultural y, obviamente, al público con los espectáculos”, explica Juan Fernández, padre de este proyecto periodístico.

A ver: apuntemos ahora un poco con el microscopio. ¿Qué comprende Prisma? Nació como una agenda que trató de fusionar bajo su propio modelo estético a la agenda cultural de la Ciudad de Buenos Aires y al sitio Red Teatral Sur, página web que muestra los espectáculos en cartel de la zona sur. Algo así era. Una agenda de espectáculos. Pero se agrandaron. Fuerza, fuerza y fuerza. Y ¡ka-pow!!

El sitio que iba a ser sólo agenda, despegó coberturas fotográficas y escritas, reseñas entrevistas y reseñas teatrales. Spameó por Fa-

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cebook. Ajustamos más la lente del microscopio: Prisma también cuenta con el ABC de muchos de los artistas de la zona. Y tiene censados todos los centros culturales, teatros y bares con movida cultural. “La agenda es re copada para difundir esas actividades que se nos escapa de los márgenes hasta donde podemos llegar a cubrir, ya que se nos quedan muchas cosas afuera”, admiten sus realizadores. Y agregan: “Prisma nace en paralelo a la formación de una red de artistas en el sur y está buenísimo hacer bullicio”. ¡Paremos un poco! ¿Cómo hacen para llegar a todos lados? Están en proceso… así lo reconoce Juan Fernández, también integrante de Alboroto Percusión: “La selección de los contenidos es arbitraria, porque nos movemos por donde nosotros estamos”. Amplían un poco los límites y despegan: “Y ahora vamos a ir a Lanús. Pretendemos ser exhaustivos, pero no queremos ser mediocres con nuestras coberturas, por eso estamos por ahora en Lomas de Zamora, Almirante Brown y Esteban Echeverría”, admite.

LA FORMACIÓN DE UNA RED Prisma hace ya dos meses visibilizó su propia TV. “Hay artistas que más que decir tiene más para mostrar. Por eso apostamos fuerte a lo audiovisual”, arranca Carla Castro, otra de las integrantes del medio. La línea es bien clara. El nicho y no tan nicho del under artístico, pero, ¿qué formatos? “Hay un encuentro en el estudio, que se hace en espacio Estudio Quinto, también una entrevista más convencional a un artística plástico, por ejemplo”, explica Castro.

Mucha energía. Mucha movida desde este Prisma. Tampoco se pierden el rebote de alguno que anda en el mainstream. “La otra vez fuimos a ver a Pedro Aznar y le sacamos una foto porque garpa”, dice Fernández. Es que Prisma es todo eso: radio, televisión, periodismo de internet. Quieren que todo se refleje por ese sitio, por ese prisma que cada vez abre más su abanico. El catalizador sigue prendido. El tiempo dirá el sentido y la dirección en los que los transformará.

ESOS RAROS SONIDOS NUEVOS

Pol Nada

“Veo la música como una experiencia”

Entre la poesía y los sonidos, el entrerriano rescata lo más puro del concepto del pop, aborda a los Redondos y reflexiona sobre el rock y la contracultura hoy.

Sergio Sánchez

Mariela Bobba

“R

ompimos cosas para hacer lugar para las plantas que vamos a salvar”, canta Pol Nada en “El control”. Y en esa frase está contenida la esencia de su canción; en la que conviven la bondad y la maldad, la ternura y el horror, la luz y la oscuridad, la naturaleza y su destrucción. Y no sólo los polos, todo lo que hay en el medio también. El mérito de Pol Nada radica en presentar esos extremos —y su pasaje de un estado al otro— de un modo armónico, casi indivisible. Aparte, hay otro elemento que sostiene esa sólida estructura: su forma de cantar. El músico susurra cada canción; canta bajito, lento, por momentos ensimismado, con tono sombrío.

“Sentía que el que gritaba cuando tocaba estaba obligándome a escuchar, en cambio, el que susurraba estaba llamándome a escuchar —analiza—. Luego entendí que eso es un recurso. Y ahora en vivo encuentro en el grito un poder interesante. Uno puede encontrar diferentes formas de transmitir algo”. Pol Nada crea, a través de paisajes musicales, escenarios futuristas o, más bien, detenidos en el tiempo.

Detrás de la máscara de Pol Nada está Pablo Jacobo, un músico y psiquiatra de 36 años que nació en La Paz, Entre Ríos, pero que vive en Rosario hace casi dos décadas.

Desde 2006, Pablo combina con altura el lenguaje poético y el musical. Sus canciones parecen pequeñas poesías cantadas más que versos pensados para convertirse en música. “Nunca me puse a escribir poesía pensando en un libro —admite—. Pero me interesaba que la poesía funcione en la canción y también fuera de ella. La música tiene un grado de abstracción y no conceptualidad que las palabras sí tienen”. Pol Nada acaba de publicar un notable disco llamado Te vamos a salvar. Pero, ¿a quién hay que salvar y de qué? “Era una exageración que me permitía hablar de eso sin hacerme cargo. Ponerlo en ese tono, un poco extremo, le quitaba justamente la responsabilidad de tener que cumplir algo. Para que pase a un plano poético lo tengo que exagerar. El significado no es literal y trasciende a la frase. Es un recurso que utilizo mucho, como en la canción “Planeador” (N.d.R.: ‘Yo te pongo drogas en el vaso para convencerte de cosas’). La desesperación de que alguien te entienda y llegar a ponerle drogas en el vaso. Está casi en un lugar cómico. Nunca haría algo así”.

—Si bien en tu último disco parecen convivir los polos en equilibrio, hay cierto tono apocalíptico, un futuro sombrío…

—No sé si apocalíptico, porque no lo vivo como algo tan instalado en el futuro, sino más bien en universo interno, con el que convivimos todos hoy. Lo de la destrucción es una metáfora. Todos los días convivís con eso cuando salís a la calle. No sé si es una cuestión temporal, sino más bien espacial.

Tiene más que ver con el adentro de los seres humanos que con el futuro concreto.

Entiendo que se haga esa lectura, porque uso esos espacios poéticos. Todos convivimos con nuestros estados apocalípticos

internos y de luminosidad. Mis preguntas siempre fueron qué es la emoción, qué es la conciencia, qué es la percepción, qué es todo esto. ¿Qué es eso que va más allá de la cabeza? No hay que quedarse en lo filosófico, sino pensar cómo se traduce en la práctica. Qué pasa con el impacto de una palabra en el cuerpo.

Te vamos a Salvar es el segundo disco en estudio de Jacobo. El primero fue Querés estar solo (2008). En el medio, subió a internet Songs during the war (2010), un EP con “tres canciones y tres momentos sonoros narrativos”; y He estado en varios lugares a la vez (2011), que contiene cinco versiones del disco Lobo Suelto Cordero Atado, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se trata, a favor de la música, de cinco particulares lecturas, no de una búsqueda fiel o covers. Cuenta el músico: “Siento que hay una apropiación de las canciones. Realmente las toco como si fueran mías. No estoy pensando qué le pasó al Indio, sino qué me pasa a mí con tal o cual letra. Y por eso inventé una especie de recuerdo. Pero más que pensar en hacer otra cosa, están atravesadas por mí, pero no con una intencionalidad de reformularlas. Es inevitable que se reformulen. De hecho, pasa con mis canciones. Las toco en vivo de maneras muy diferentes al disco. Me parece que es sano aceptar el cambio y la transformación”.

—¿Cómo llegaste a encarar ese proyecto? ¿Siempre fuiste “seguidor” de Los Redondos?

—A principios de los ‘90, cuando estaba en la secundaria escuchaba en el boliche o en

quier persona”, enfatiza. “Para mí el pop tiene que ver con lo popular. Hay un concepto de lo popular que está denigrado. Se cree que lo popular tiene que ser berreta, y creo que no es así. Si algo es verdaderamente popular seguro va a ser de calidad. Lo otro son imposiciones y no tienen nada que ver con lo popular. Era más popular Sumo que lo que hay hoy en la radio. Creo que el pop es el género más amplio. Desde esa mirada, Los Beatles y Los Rollings hacían pop.

Al pop se lo ligó al electropop. Pero creo que viene más de las artes visuales, de los ‘60 y ‘70. Se toma de ahí y después se utiliza como el rock, que era un movimiento contracultural, pero en donde menos hay rock hoy es en ese género”.

—¿En qué sentido?

—El rock es una experiencia que está bueno tener, pero está muy lejos de la rebeldía.

Los pibes se comen una historia que no está buena, se creen que tienen que hacer cosas que capaz no quieren hacer, para pertenecer a un supuesto movimiento que en realidad no existe. Yo no me voy a hacer el antisistema, porque formo parte de todo esto, pero no hay que perder la mirada crítica. Y va más allá de la música. Uno cree que está siendo rebelde, que está decidiendo cosas. Y eso es el sistema. Yo trabajo en un hospital y todo eso está ahí adentro. Uno no puede romper todo a lo Che Guevara porque hay estructuras que están tan instaladas que si las rompés es peor.

Tenés que ver cómo hacés las cosas lo mejor posible. No me quiero ir a vivir a una montaña, pero sí hay que ser consciente y permi-

“No hay que quedarse en lo filosófico, sino pensar cómo se traduce en la práctica. Qué pasa con el impacto de una palabra en el cuerpo.” el bar a Los Redondos y eso era lo único que conocía. Me gustaba, pero no flasheaba con su música. Ya estando en Rosario empecé a leer algunas entrevistas al Indio y me di cuenta que había algo ahí que me interesaba. Y empecé a escucharlos casi como un laburo. Sentía que me estaba perdiendo algo importante. Pero como la escucha fue más científica no tenía la conexión emocional con la música. Si escucho un tema de Blur aparecen imágenes. Pero con Los Redondos me pasaba con muy pocas canciones ¿Qué pasaría si ahora me pusiera a tocar los temas de Los Redondos como si me pasara eso?

Quería generar una especie de recuerdo ficticio. Agarré Lobo Suelto Cordero Atado y empecé a tocarlo, de alguna manera, como si hubiera sido un fan extremo. Y ahora tuviera derecho a cantarlo como quisiera. Fue un ejercicio, un experimento casi.

A base de guitarras y sutiles programaciones y efectos electrónicos, Pol Nada abreva en la canción pop. O, al menos, él se siente cómodo en ese terreno. “Me parece que la palabra pop está pésimamente utilizada.

Para mí el pop es lo que es accesible a cual-

tirte tomar algunas pequeñas decisiones. La gente está sufriendo un montón por cosas que no se da cuenta que podría evitar.

Pablo se crió entre los discos de Los Iracundos y Sandro de su padre, los de música griega de su madre y los de Miguel Mateos, Roque Narvaja y Alan Parsons Project de su hermano. “Aunque eran influencias distintas, me pasaba lo mismo con todos esos artistas —recuerda—. Hoy veo la música como una experiencia. Uno utiliza una etiqueta para poder comunicarse, poder hablar, pero creo que la etiqueta y el concepto son útiles mientras no te limiten. Si sirven para comunicarte, está bien, pero si sirven para bloquearte, hay un problema. Si podés aproximarte a una idea utilizando una palabra está bien, pero si no podés salir de esa idea porque no encaja con una palabra hay un problema, sobre todo con el arte. Particularmente, no puedo pensar la música separada de la literatura.

Ni la literatura separada del cine. Ni el cine separado de la música. Los separamos para entenderlos, pero en el fondo sabemos que hay una cosa más fuerte que no tiene que ver con la industria”.

CRÓNICA

La Santa Fe narco

SOLDADITOS DE NADIE

Un narco preso. Otro muerto. Un cana cómplice. Otro más. Ráfagas de metralleta contra la fachada de la casa del gobernador Antonio Bonfatti, y entonces Santa Fe deja al desnudo el circuito de la falopa que la recorre de punta a punta. Rosario está prendida fuego y los pibes y pibas pobres son la mano de obra (barata) ideal. ¿Por qué? ¿Quién los empuja a ser soldados? ¿Cuál es su rutina? Sus historias, contadas desde el núcleo de sus propios barrios.

NAHUEL LAG Y NICOLÁS SAGAIAN

sebastián suárez meccia (pág. 12 y 14) La brújula comunicación (pág. 15)

H

hacen carne, dolor y preocupación: “En los últimos dos años, hubo casos de chicos que venían al club desde Bella Vista que los mataron o se suicidaron. Otros aún laburan adentro de un búnker o lo hacen sus familias. A pesar de vivir en esas condiciones se acercan, porque este es su lugar de contención y encuentro.”

acemos el viaje inverso. Vamos a contramano de la noticia.

En el último año la información viaja de Rosario a Buenos Aires bajo un mismo título: “narcotráfico”. El ingreso por la autopista que une las dos ciudades puerto no deja ver las mieles de las exportaciones récord a base de soja sino los ranchos de material, chapa y plástico que se amontonan en el barrio Las Flores, aquél donde en diciembre 2001 la Policía mató a Claudio “Pocho” Lepratti. Los millones que equilibraron la balanza comercial argentina postcrisis nunca llegaron a los barrios pobres. “Esto está incendiado”, dicen los militantes sociales que caminan el Gran Rosario.

Para ellos cuando se habla de droga “la noticia” no radica en si la banda narco de Los Monos perdió terreno en la comercialización o si el exjefe de la Policía provincial, el comisario Hugo Tognoli —detenido e investigado por la justicia federal por complicidad con el narcotráfico—, es más o menos corrupto, y si su sucesor, Cristian Sola, es más o menos cómplice. Lo que preocupa a las organizaciones sociales, más que la novela del negocio, son los problemas estructurales de los chicos y chicas: las condiciones de existencia que escupen a los pibes a jugarse la vida. “Qué otra cosa me queda”, dicen ellos en los asentamientos de la periferia. Los “soldaditos” ven cómo la ciudad que consume los expulsa como ciudadanos y los pone en la primera línea de fuego de los que hacen redituable el negocio.

***

—No estoy apto para la sociedad—, dijo Martín como carta de presentación.

Una jueza de menores le había puesto el sello en la frente el día que con una medida “socio-educativa” lo dejó en libertad. Con 17 años, volvió a su casa después de haber estado recluido en el Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (IRAR). En “rehabilitación” gozó de los maltratos de los guardias del Servicio Penitenciario provincial y de las pésimas condiciones de detención violatorias a los derechos humanos denunciadas por la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), y obviadas por todos los poderes del Estado provincial.

Con el rótulo a cuestas, Martín llegó al Centro de Día del barrio San Martín Sur para cumplir con la orden de la Justicia. Durante dos años cursó lo que le faltaba del primario en la escuela radial, que funciona en la institución de régimen abierto. También se anotó y completó talleres de oficio y artes, y pudo realizar capacitaciones en empresas radicadas fuera del barrio. Hasta que un día, les sugi*** rió a los educadores: “¿Armamos un currículum? A ver si pego un El Club Federal tiene una vida activa entre peñas y deportes. Desde laburo… Mis hermanos son más chicos y se están cagando de ham1943, es el punto de encuentro de la gente del barrio La República y bre. Mi vieja está reventada”. Martín es el mayor de once hermanos. a principios de 90 lo seguía siendo, incluso cuando el problema de la Todos viven en una de las tantas casillas de Las Flores. Salió del barrio, droga empezó a instalarse con fuerza. En esos años, la comisión di- golpeó puertas, repartió currículums, pero nada. Sin puestos laborales rectiva (CD) que lo administraba limitó su vida social al buffet: fichines, para sus pocos años y su visera, el pibe empezó a faltar al Centro de pool y “escabio a morir”, resume Damián Torrens, vicepresidente de la Día. Los educadores caminaron entre el laberinto de pasillos hasta su actual CD quien por entonces tenía 10 años. La familia y la juventud se casa y lo encontraron durmiendo bajo el sol. El colchón sobre la tierra alejaron, las puertas se cerraron y delante de ellas se instaló un tráiler —no había lugar dentro del rancho—, él sobre la funda y sus hermanos de venta. El Federal se hizo conocido como el punto de distribución jugando entre las chapas y restos de metal que abundaban en el patio.

—¿Qué pasa que no estás viniendo?— le consultaron. más grande de Rosario. Las patrullas frecuentaban el puestito.

—Estoy cansado ya de busA principios de 2000, las plazas car— confesó. del barrio eran el espacio de enMartín, que se había anotado cuentro para Damián y el resto Martín, que iba a seguir sus estudios secundarios, para seguir con sus estudios sede los jóvenes de La República: transformó con su madre la casa en un “búnker”. El cundarios, ya no volvió. Los edu“Nos encontrábamos para hacadores intentaron una vez más blar de otras cosas que no sean transa paga 400 pesos por día a quienes manejan ir a buscarlo, pero él y su madre la locura o hacer manejes sino EL kiosco y 200 a los chicos que lo cuidan. habían transformado la casa en de cómo nos estaban rompiendo un “búnker” con “soldaditos” y el orto en la fábrica, donde pagatodo. El estudio de la UNR cifra ban monedas por doce horas de laburo y empezábamos a darnos cuenta de que esas cosas no nos en 400 pesos el pago diario que el transa local deja a quienes manepasaban a nosotros solos y había que cambiarlas”. Las ideas que jan un kiosco y 200 pesos al día para los chicos cuidan el negocio. La surgieron con raíz pública formaron a un grupo de jóvenes que em- ganancia que manejan deja extender las redes.

—La sociedad está apta para cagarte la vida— pensó uno de los prendió un proceso de recuperación de lo que antes tenían: el club.

El tráiler de venta ya se había mudado a otro sector de la ciudad y educadores.

Damián junto a los que crecieron saltando el alambrado para jugar al *** fútbol se comprometieron, desde 2008, en la participación asamblearia y directiva para desplazar a un proyecto privatizador impulsado En el Gran Rosario 69.339 personas son pobres y 29.532 son indipor un conocido inversor-vaciador de Rosario Central y recuperar el club. A fines de 2008 lo consiguieron. Ese año, según el entonces gentes. El 34,8 por ciento de la población desocupada son jóvenes de director General de Prevención y Control de Adicciones de la Policía entre 20 y 29 años. Las ventas de autos suben (11 por ciento) y las de la provincia de Santa Fe, Hugo Tognoli, las fuerzas provinciales in- de supermercados bajan (-7 por ciento). El Coeficiente de Gini a nicautaron 164 kilos de cocaína, un 700 por ciento más que en 2007. vel provincial supera al resto de los distritos pampeanos: 0,402. Los homicidios en Rosario alcanzaron los 268 casos. El 50 por ciento los La efectividad en los procedimientos no le impidió zafar de la cárcel.

Lejos de la pantalla, El Federal lograba cruzar la Avenida Pellegri- sufrieron varones menores de 25 años, según el estudio de la UNR. ni, una gran arteria ubicada a 200 metros del club, que funciona como La dificultad radica en identificar las causas: la mayoría se produce frontera entre el barrio La República y el Bella Vista. Límite entre los en zonas pobres, donde el trabajo de jueces y policías está sospechavecinos de clase media y “los villeros”; paso prohibido según los ma- do de complicidad, plagado de incumplimientos y con investigaciones pas de inseguridad de los medios de comunicación. El paisaje de barrio caratuladas en categorías poco precisas. En 2012, según la Dirección obrero cambia por el de los asentamientos precarios de familias que, de Análisis Criminal del Ministerio de Seguridad, sobre un total de 182 en su mayoría, llegan desde las provincias del norte del país buscando homicidios registrados, 155 fueron caratulados como “interpersonatrabajo. En Bella Vista florecen los búnker o kioscos, puntos de venta les” o “familiares”, categoría irrelevante para ahondar en los por qué “tercerizados” que, según un reciente estudio de la Universidad Nacio- e importante para ocultar la relación con el narcotráfico. nal de Rosario (UNR), llegan a los 400 en toda la ciudad. *** En el espacio social del barrio La República, las estadísticas se

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A Brian lo remataron en el suelo. No le dieron tiempo a nada. Lo sacaron de los pelos y a los golpes del rancho ubicado en Navarro 6033, al grito de “¿¡dónde está tu compañero, guacho!?,¡decime, pendejo!”, pero no podía reaccionar. El ardor por el tiro que había recibido en la pierna durante la fuga lo tenía ciego. Apenas podía mantenerse en pie. Como pudo atinó a entregarse con los brazos hacia atrás y pidió que lo engrillaran. No hubo “enfrentamiento” ni “tiroteo” como después intentó hacer creer la Policía provincial. Un tipo, petizo, morrudo, de la Comisaria 12, martilló su arma y le incrustó un tiro en la nuca. Después, otros más por la espalda. En el pasillo los estruendos retumbaron en seco. Segundos más tarde se oyó el grito desconsolado de la mamá: “Nooooooo. Hijo de puta ¡me lo mataste!”.

En el expediente que descansa en el despacho del Juzgado de Instrucción N° 14 aún hoy no hay avances. El testimonio más fuerte de lo ocurrido, aportado por Emanuel Cichero, revelado por Rosario/12 en su edición del 15 de septiembre y reproducido por Radio LT8, nunca llegó a los Tribunales. Cichero, de 25 años, fue ejecutado a traición el 6 de noviembre de un balazo por la espalda cuando andaba con su moto por el pasaje Rossini, en el barrio Industrial. Al momento que llegó la ambulancia, tenía las pocas pertenencias con las que contaba. Por eso los investigadores descartaron la hipótesis de un robo y apostaron otra teoría: venganza. ¿De quién?

Las auditorías realizadas en nombre del poder están llenas de omisiones. Menos mal que hay familiares, amigos y vecinos que no se resignan a la impunidad. Y se ponen al hombro la causa.

“La Comisaría 12° es la peor de Rosario”, cuenta Alejandra, del Bodegón Cultural de Barrio Ludueña. “Mirá, tan grotesco y tan bruto es lo que hacen, cómo se manejan, tan desastrosos son, que hace poco estuvo intervenida por Asuntos Internos. Los estaban investigando por gatillo fácil, corrupción, vinculación con el narcotráfico. Y siguen ahí, como si nada”. El entramado desplegado por el aparato policial tiene tentáculos que llegan lejos. La complicidad judicial es clave.

Ya una mañana de 1996, el padre Edgardo Montaldo, cura de pies en el barro, con un histórico trabajo en Ludueña, fue a los Tribunales junto a algunos vecinos a denunciar el accionar de la Comisaría 12°, pero se topó con la cara más cruda de la connivencia: el fiscal llamó a la seccional delante de todos para avisar que estaban ahí presentando una denuncia. “En el circuito participan todos. Cuando hablamos de violencia, cuando hablamos de muerte, de droga, estamos hablando de un problema estructural”, apunta Érica, otra de las integrantes del Bodegón. Sin embargo, en los últimos años, algunas lógicas han cambiado. “Antes el poder en el barrio lo tenía controlado la Policía, ahora ya no es tan así.

Antes se los veía en la puerta de algún búnker tomando mate, pero por la dimensión que ha tomado todo esto y las armas que hay… la cana ya

no pasa por acá”, afirma Vanesa, prima de Aarón, un adolescente que, en menos de cuatro meses, recibió dos disparos de “soldaditos” narco. *** Ludueña es un barrio históricamente obrero y ferroviario. Partido por las vías por donde hoy pasan trenes cargados de soja lista para exportar, sus calles muestran la contracara de la pomposidad multipublicitada del puerto: ranchos bajos, pasillos angostos, zanjas al aire libre, dan cuenta de las deudas sociales que aún sostiene el Gobierno provincial en vastas zonas del Gran Rosario. Ludueña, igual, está mejor asentado que otros barrios, producto de la tradición de trabajo militante y organización que existe en ese territorio ubicado al noroeste de la ciudad. En esto mucho tienen que ver el padre Edgardo Montaldo y ese seminarista salesiano rubio, de rulos y pocas palabras que en 1991 comenzó a andar por estas calles: Pocho Lepratti. Juntos, sembraron las semillas para que germinara en los pibes la posibilidad de un futuro mejor. La cosecha no fue instantánea, pero lentamente se gestaron los primeros grupos de trabajo al calor de esas ganas de salir adelante: La Vagancia, Los Ropes, Los Suipacha, Los Terribles, Los Gatos, Los de la Vía. A mediados de 2001, 10 o 12 colectivos integraban la Coordinadora de Trabajo Juvenil. “Eran años en los que por ahí en Navidad y Año Nuevo se tendía toda una mesa en la calle, desde Perito Moreno donde comienza la villa hasta Solís donde termina, y todos los vecinos celebraban las fiestas juntos”, recuerda Edgardo.

Con el asesinato del Pocho una herida comenzó a abrirse.

“Si bien la cultura de trabajo acá no se pierde, muchos de esos grupos se fueron diluyendo”, cuenta Vanesa. Hoy sólo quedan tres. Incluso, muchos otros espacios de encuentro, como comedores que existían dispersos en distintos puntos del barrio, por una u otra situación, también se vieron empujados a cerrar sus puertas. Remarca Érica: “De repente, el Estado pasó de darle la mercadería a los comedores a entregar bolsones para que la gente se lleve a su casa. Entonces ya empieza a correr otra lógica. Vos antes cocinando todos los días te encontrabas con los vecinos, sabías lo que pasaba, trabajabas más en conjunto, ahora la situación te lleva a verlos una vez al mes”. Para los integrantes del Bodegón, esto forma parte de una de las tantas estrategias del Estado “para romper”. *** En el Centro de día del barrio San Martín Sur, uno de los últimos asentamientos radicados a las afueras de Rosario, a la vera de la avenida Circunvalación —unas 16 hectáreas con servicios de agua y luz

casi nulos—, poco más de una veintena de pibes judicializados, en con- de Ludueña, Joroba y Gabriel, con pocas semanas de diferencia, lo diciones sociales críticas, encuentran un reparo a la violencia que ya es empujó a buscar respuestas aún más arriba.

—Hola, intendenta. Necesitamos una reunión con usted. Nuestros parte de sus vidas. “En ese mundo encuentran un protagonismo que no tienen en ningún espacio y lo naturalizan”, marca uno de los tres edu- pibes necesitan ayuda.

El encuentro ocurrió pocos días después en el Palacio Municipal. Fluccadores que quedan en la institución. El programa comenzó con siete educadores, pero las condiciones de precarización laboral que ofrece tuó entre promesas, formalismos y pocos avances. “Fuimos a hablar soel Municipio fueron expulsando a los que llegaron allí para trabajar tal bre cada una de las cuestiones sobre las que hace falta avanzar a través como los contempla la Ley de Protección Integral de la niñez, siempre de políticas de acción concretas y nos encontramos con una pared. Como si en Ludueña todo estuviese bien”, comenta Alejandra, una de las referelegada en estos barrios y en los de todo el país.

Maxi llegó al lugar desde Villa Gobernador Gálvez, una localidad del rentes barriales que participó de la reunión.

Las respuestas de Mónica Fein fueron performateadas: llevar al baGran Rosario, donde experimentó la delicadeza de un dealer. Con 13 años, caminó decido hasta uno de los búnker de su barrio y robó la rrio un taller de guitarra (que ya existe) e instalar una Mesa de Gestión recaudación que el pibe había hecho con la venta del día. El transa Barrial similar a la que se impulsó a principios de año cuando ocurrió se enteró y fue a buscarlo. Decidió no matarlo, sino torturarlo. Lo el crimen de Mercedes Delgado, integrante del Comedor San Cayetano, baleada en medio de un arrastró hasta el cuadrado de enfrentamiento de bandas narco. material con una abertura pe“Las Mesas de Gestión, aunque queña al frente por donde entra A Brian lo remataron en el suelo. No hubo cuenten con la participación de el dinero y sale la droga, abrió la funcionarios políticos, no permipuerta del costado, lo metió allí “enfrentamiento” ni “tiroteo” como después intentó ten trabajar sobre muchos de los y cerró el candado. Maxi estuvo hacer creer la Policía. Un tipo de la Comisaria 12 reclamos estructurales que teuna semana sin comida ni agua, martilló su arma y le incrustó un tiro en la nuca. nemos. Quizá se termina discusolo vendiendo. La Policía jugó tiendo si hay que sacar un árbol o al allanamiento, hizo saltar el arreglar el pavimento, cosas que kiosquito, el transa tuvo que desaparecer del barrio y al pibe la Justicia le armó una causa. “¿No ves no digo que no sean importantes, pero que forman parte de una jugaque a vos tu mamá no te quiere más? Ya no te puede ver. Si no hacés rreta para que vos quedes en offside”, analiza Alejandra.

Las respuestas del gobierno socialista ante los problemas de los las cosas bien vas a vivir estando adentro”, disparó la jueza durante la audiencia. Los educadores estaban presentes para escucharlo. La barrios no se salen de los moldes. Colonia de vacaciones una vez por vuelta al barrio para pibes como Maxi no es fácil: quienes los conocían semana y durante dos meses, espacios de promoción de empleo donlos señalan como “transeros”, y si continúan sin más posibilidades de los jóvenes ingresan a trabajar a empresas de forma precarizada y que transformarse en “soldaditos” saben lo que les espera: “Yo estoy con salarios de miseria; medidas “insuficientes”, tal como lo admitió solo”, “pateo solo”, cuentan los que tienen la fuerza para acercarse al el gobernador Antonio Bonfatti al intentar retractarse luego de recoCentro de Día. “Yo no valgo nada”, “otra cosa no tengo para hacer”, nocer sorpresivamente ante una consulta puntual de los periodistas: lamentan. “El Estado debería tener distintos grados de intervención, “No conozco la realidad de los barrios”. Para Marcos Migoni, militanpero es una estructura que no se cumple. La Ley de Protección se la te de Ludueña el gobierno provincial y municipal le erran al camino: “La solución pasa por empoderar a las organizaciones que son las pasan por las pelotas”, se descargan los educadores. que luchan por darles otra oportunidad a los pibes. Muy poca gente valoriza el trabajo de las organizaciones como factores de cambio. Al *** socialismo se le fue la mano. Los recambios son con gente que está El padre Edgardo tomó la determinación cuando sintió que era el conectada al negocio narco; hay 300 policías más, y hoy alcanzamos momento de ir más allá. El asesinato de Brian y otros dos pibes un récord de 268 muertos; la mayoría, pibes”.

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Cuadritos, periodismo de historieta por Andrés Valenzuela Balance de la historieta argentina y de Cuadritos

Un lustro ganado por las viñetas Hace un par de años, ¿quién daba un mango por el sector?, y hoy su crecimiento y consolidación es toda una realidad: la declaración oficial del Día de la Historieta Argentina; su inclusión en la Noche de Librerías; el auge de festivales especializados en Salta, Mendoza, San Luis, Rosario y otros puntos del país, y la apertura del Museo del Humor, dan cuenta de esto. Aquí, un repaso sobre un mundillo al que mal no le va y todavía tiene mucho para dar.

E

l puesto de diarios estaba ―como corresponde― casi en la esquina. Delante tenía una casa de lotería y una veterinaria donde trataban mal a los animales. Unos metros más allá, un supermercado y un banco. Ambos sobre una avenida importante del conurbano. De ahí nacía una de las calles comerciales de Remedios de Escalada, que no es gran cosa para quienes conozcan el barrio, pero allí había una heladería, una carnicería, dos fiambrerías y una panadería, entre otros negocios de menor rango. Para mí, con una fiambrería y el puesto de diarios probablemente alcanzara.

Situémonos: septiembre, quizás octubre, de 2008. Cuadritos tiene apenas unas semanas funcionando. La modesta pila de libros y revistas a reseñar empieza a bajar. Casi termina el año y todavía no convencí a los editores de que si quieren ver su libro reseñado en un blog o un diario de tirada nacional deben enviarlo al periodista. Es más, apenas conozco a un puñado de editores, casi todos bajo el ala de una figura misteriosa que, cinco años más tarde, aún no consigo dilucidar. Para conseguir títulos que reseñar me las voy a tener que rebuscar mucho, porque el presupuesto escasea; y además, resuenan las preguntas de varios conocidos: “¿Vas a tener libros para reseñar durante todo un año?”, “¿hay suficiente gente como para entrevistar durante un año?”

Ahora es 2013 y ya sabemos (yo, los que me preguntaban y los lectores del sitio y de revista NaN) que sí: que había libros para reseñar no durante uno, sino durante cinco años (y más), y suficientes autores, editores, actores del campo como para alimentar la maquinita de la entrevista dominguera.

Pero otra vez es 2008. En el kiosco veo alguna historieta de Domus (tengo la mayoría, porque colaboro en una revista de la editorial) y algunas de Thalos (tengo un par, que ya usé, porque entrevisté al editor para Página/12). Hay una de una editorial que no conozco, OvniPress, y la compro. El criterio que se impone es simple: es la más barata del conjunto. La semana que viene veo con qué cubrimos el espacio. Además, falta para la siguiente edición de Animate o el Salón del Cómic (ambos del mismo organizador). Ocasión ideal para presentarse ante los editores y abrirse camino en el sector. Por suerte los entrevista-

dos me acercan, con la mejor de las ondas, algún ejemplar de sus libros o antologías en las que colaboran. Eso ayuda.

Es 2008 y avanzo penosamente en la lectura de la historieta que acabo de comprar. No porque sea mala, sino porque me cuesta encontrar las palabras para reseñarla. No sólo estoy explorando un campo, también estoy instruyéndome a mí mismo sobre cómo hablar sobre él.

Ahora es noviembre de 2013 y recuerdo la escena con cierto cariño. La historieta argentina creció muchísimo desde entonces. Con ese crecimiento yo mismo me consolidé como periodista (para bien o para mal de la historieta). Y Cuadritos ya no actualiza como antes. De hecho, este es su último artículo pensado en exclusiva para la marca: esta nota que pretende ser un balance de cinco años de historieta argentina y del blog que pretendió hacer periodismo sobre esa misma historieta. ** 4 de septiembre de 2008. En el Centro Cultural Defensa un grupo de amantes del noveno arte festeja una de las primeras ediciones del Día de la Historieta Argentina. Lo hacen a pulmón. Hay presentaciones de libros, algún proyecto animado, una modesta feria de publicaciones y fanzines, y un homenaje a veteranos del sector. Cubro la noticia. Ninguno de los presentes sabe que dos años después anunciaré en el blog que se aprobaron dos leyes, una en la Legislatura porteña y la otra en el Congreso Nacional, para declarar oficial la efeméride.

En esa tarde que todavía no es primavera aprovecho para comprar algunos fanzines. Entre ellos me llevo uno que hace un tal Lubrio con su hermana. Lubrio es Luis Roldán. Es docente, dibuja y adora las historietas. Roldán, para entonces, ya pasó holgadamente la edad en la que la mayoría de los dibujantes consigue meterse en el circuito.

Cinco años más tarde, tiene algunos libros publicados (autoeditados algunos, y otro en un sello ajeno), publicó varias veces en la revista Barcelona y coorganiza el interesantísimo festival Dibujados junto a El Gory y El Bruno. Al Bruno, entonces, todavía no lo conozco. Aunque no pasa de ser un fanzinero súper respetado, que aporta con lo suyo a la revista

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Descubrí más en http://avcomics.wordpress.com/ Lule Le Lele (sí, la misma donde hacían patria comiquera el Polaco Scalerandi y Gastón Souto, colaboradores de la revista que tenés en tus manos). Para 2013, El Bruno tiene tres libros en la calle sobre Escuela de monstruos, la historieta que publica cada semana en Billiken. La está rompiendo y hasta tiene un subsidio del INCAA para bancar el piloto de una serie animada inspirada en el personaje.

Hasta Nik se inspira descaradamente en los personajes del Bruno. Aunque, claro, Nik se inspira descaradamente en cuanta cosa le pasa cerca. Mal no le va: es el autor argentino de ficción más vendido del país y Ediciones de la Flor hace tiradas que superan los 40.000 ejemplares por cada uno de sus tomitos recopilatorios. Lleva más de 20 de esos y todos tienen varias reediciones. También tiene un juego online (“Mundo Gaturro”) con más de un millón de jugadores inscriptos. Algunos pagan el “pasaporte”, que les habilita chucherías digitales especiales. Unas proyecciones modestas a partir de los números de la industria del videojuego online permite intuirle ingresos mensuales por cinco ceros. Mal no le va. ** “Somos del programa Opción Libros del Ministerio de Desarrollo Económico y queremos hablar con usted”, dice, palabras más, palabras menos, el mail. Esa misma mañana había salido publicada en el diario una nota sobre algunas tímidas iniciativas estatales para apoyar la historieta: el Concurso Nacional de Historieta Roberto Fontanarrosa de la municipalidad de Rosario, algún apoyo aislado en Salta a una revista y un puñadito de iniciativas más. Acepto con desconfianza y descubro un milagro: funcionarios macristas que trabajan bien por la cultura. Que dependan del ministerio dedicado al desarrollo económico de la Ciudad y no a su basamento cultural es un detalle que habla bastante de la administración del fanático de Queen, pero es lo que hay. Y realmente los veo hacer cosas: incluyen a la historieta en la Noche de Librerías, en sus Conferencias Editoriales y acercan a los nuevos editores al circuito de librerías, además de incluirlos en su catálogo de editoriales independientes. Apoyan también a festivales como Viñetas Sueltas. Es una sorpresa y más sorprende que la política se sostenga cinco años más tarde.

Para 2013 hay una legión de instituciones estatales apoyando a las viñetas: Rosario ya no tiene un concurso, pero sostiene uno de los festivales más lindos que vio el país. El Gobierno nacional tiene en su Biblioteca Nacional un Archivo (adivinaron, Nacional) de la Historieta y el Humor Gráfico.

También banca, Tecnópolis mediante, el festival Comicópolis.

Otros municipios y gobernaciones, como los de Salta y San Luis, también bancan festivales o iniciativas vinculadas a los dibujos, los globos y las secuencias. Télam, incluso, tiene un servicio de historieta para los diarios que no pueden sostener un cuerpo de dibujantes. La historieta ya circula por espacios que antes la miraban de reojo: el Museo Nacional de Bellas Artes, el Palais de Glace, la universidad.

Además, se multiplican los festivales: aparte de Crack Bang Boom (Rosario) hay que contar a Unicomix (Mendoza), Imaginario (Santiago del Estero), San Luis ComicCon (adivinen), Encuentro de Dibujantes (Lobos) y Dimensión Comics (Salta).

En Buenos Aires la lista es larga: Comicópolis, el veterano Animate, Dibujados, el Festival Increíble (también dedicado a los fanzines y autoediciones), Viñetas Sueltas (ocasionalmente), la Feria del Libro Infantil y Juvenil, Viñetas Serias (bienal y académico), y los esporádicos Salones del Cómic y el Animé.

Sólo se lamenta la pérdida de algunos espacios: en Córdoba no termina de consolidarse ningún festival de fuste, más allá de un ciclo de muestras, y en Mar del Plata no se sabe si seguirá el evento que funcionaba cada septiembre. Por otro lado, el Espacio Historieta del Centro Cultural Recoleta cayó en desgracia.

No le renovaron el contrato a su último curador y el director

Hace cinco años nadie sabía si iba a poder hacer un blog sobre historieta durante tres meses. Y hubo libros a carradas para reseñar y autores interesantes para entrevistar, eventos para cubrir y noticias para dar.

Fotos: Ricardo Valenzuela

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La historieta ya circula por espacios que antes la miraban de reojo: el Museo Nacional de Bellas Artes y el Palais de Glace.

y Córdoba, respectivamente, sostienen un laburo prolífico y constante. Pienso en Alejandra Lunik, que se cansó de dedicarse sólo a la ilustración y siguió su pasión comiquera y hoy Random House Mondadori edita un libro suyo con una tirada demencial: nueve mil ejemplares.

No hay caso, se me termina la nota y los nombres siguen viniendo. Es que no es sólo lo que unos u otros consiguieron individual y circunstancialmente. No es que haya tenido alguno un golpecito de suerte. Los procesos y crecimientos se registran en toda la extensión del sector. Y ojo, que no todos pueden vivir exclusivamente de publicar historietas. Que muchos editores lo hacen por ** amor al arte (un amor que les Noviembre de 2013. Repaso No es sólo lo que unos u otros consiguieron insume unos cuantos miles al año, claro), y que algunos los dos apartados anteriores. individual y circunstancialmente. Los pro- historietistas se ponen al taFaltan nombres. Muchísimos. ¿Puedo incluirlos todos? ¿Una cesos y crecimientos se registran en toda la blero para poder expresarse. ¿La gente del mundo del mínima parte, al menos? extensión del sector. teatro puede decir otra cosa?

Pienso en Dante Ginevra, ¿Y la de la literatura? ¿Todo que cada vez que le pregunto el cine argentino gana Oscars cómo anda, me dice, “hasta las manos”, porque tiene que entregar dos o tres libros. Pienso y haría superproducciones sin subsidios? ¿Cuántos músicos en la cara de satisfacción de Martín Muntaner tras cada festi- viven de la venta de sus discos? val, porque los números cada vez le cierran mejor. Pienso en la Paro. Vuelvo al punto, que esto se termina. El punto es que Fierro, que lleva seis años cuando nadie le vaticinaba más de hace cinco años nadie sabía si iba a poder hacer un blog sobre seis meses. Pienso en Ignacio Minaverry, que pasó de publicar historieta durante tres meses. Y hubo libros a carradas para dos libros que preferiría perder a ofrecer una de las mejores reseñar y autores interesantes para entrevistar, eventos para obras de la última década en Argentina. Pienso en la treintena cubrir y noticias para dar. Pude hacerlo durante cinco años. Y lo de títulos publicados por LocoRabia, que empezó en esto casi sigo haciendo. Hay noticias y buenas que aún merecen ser noal mismo tiempo que nacía Cuadritos. Pienso en las editoria- ticias. Yo digo que, pese a todo, eso es un lustro ganado para les La Duendes y en Llanto de Mudo, que desde la Patagonia las viñetas. Parece que hay periodismo de historieta para rato. del otrora glorioso espacio porteño sabe más bien poco de la disciplina. Cosa rara: la Ciudad deja venirse abajo un clásico como el CCR, pero abre un Museo del Humor flamante, tras años de reclamos de los grandes humoristas gráficos del país, con García Ferré y Quino a la cabeza.

Con los festivales me pasa lo mismo que con las editoriales y sus libros. Antes había que correr detrás de todas para poder llenar los días y tener algo que publicar. Hoy no sólo no doy abasto con todos, sino que me veo obligado a seleccionar y descartar.

Entrevistas Reseñas Noticias Más. Más.

ANECDOTARIO

Gilda

De corazón a corazón Gastón Alarcón *

MAJOX

Breve biografía Miriam Alejandra Bianchi nació el 11 de octubre de 1961 en Ceibas, Buenos Aires. En el mundo de la música tropical, bajo el seudónimo de Gilda, realizó una carrera breve, agitada y exitosa como cantante y compositora. Entre 1991 y 1995 editó De corazón a corazón, La única, Pasito a pasito con Gilda y Corazón valiente, que se convirtió en disco de oro y doble platino. En el camino a un show en Chajarí, Entre Ríos, el ómnibus en el que viajaba chocó contra un camión provocando su muerte, la de su madre, su hija mayor, tres de sus músicos y el chofer. Desde entonces, se editaron otros siete LP con material inédito. Sus fans la adoran como una santa milagrosa.

L

a conocí a los ocho años en La Casona del Encuentro, una bailanta del barrio San Cristóbal donde ella cantaba junto a su banda Crema Americana. Mis padres me habían llevado por el cumpleaños de uno de sus amigos. Llegó la hora de la torta y mientras mi mamá cortaba las porciones, le pedí una para la cantante. Cuando se la alcancé, me lo agradeció, y el resto de los músicos me cargaron: “¡Ey! ¿A ella sí y a nosotros, no?”. Se río, me miró y me dijo: “Tranquilo, de esta porción comemos todos”. Luego, pasó por la mesa, preguntó por el cumpleañero y pidió gaseosa y sidra para hacer un brindis. El festejo había terminado y caminaba de la mano de mi papá hacia la salida, ella estaba de nuevo en el escenario; alcé la mano y la saludé. Me hizo una seña para que no me vaya. “Mirá, papi, la piba que canta me está llamando.” “¿Lo deja que suba?”, preguntó. Una vez arriba, cantamos “No sé tu” de Luis Miguel para cerrar la noche.

Días después, pasé con mi mamá por una disquería. “Gilda. De corazón a corazón. En CD y cassette”, leí en un poster.

Tanto le insistí que me compró el casete.

“Gilda, jilda, shilda…”, la llamé la noche en que volví a ir con mis papás al baile.

“No, yilda”, me respondió. “Tengo tu cassette”, le conté y largó una carcajada, se puso colorada, aseguró que debería ser el único. Esa noche iba a ser la última con Crema Americana. Había dado el paso para convertirse en GILDA. Me dejó su número de teléfono y la dirección de su casa. “Nos volvemos a ver”, nos dijimos. Era 1992.

Desde entonces, escuché su música rara vez. “No me arrepiento de este amor”, “La puerta”, “Pasito a Pasito”, eran temas que sonaban en la radio, pero yo sabía poco y nada. Hasta que una tarde mi papá me regaló Corazón Valiente, su cuarto y último disco. “Es lo que se está escuchando ahora”, me dijo. ¡Era la piba del baile, otra vez! Su música sonó a todo volumen en mi casa, eran cerca de las siete de la tarde del 7 de septiembre de 1996. Ese día, a esa hora, Gilda moría en un accidente de tránsito. Esa misma noche, cuando la noticia aún no había trascendido, llamé a La Casona del Encuentro para saber cuándo volvería a cantar ahí. Me dijeron que hasta el ‘97 no la iban a poder traer.

* Presidente del Club de Fans Un Amor Verdadero.

El mediodía del 8 de septiembre, antes de almorzar, mi primo me dice: “¿Viste quién murió? La cantante que te gusta…”. “¿Lía Crucet?”, le contesté. “¡No, Gilda!”.

Largué el llanto, fui corriendo al puesto de diario y pedí el diario Crónica: “Fatal accidente de la bailantera Gilda”. Lloré, lloré y lloré; ponía su música y lloraba. Mi papá tenía un contacto en Crónica y por eso pude ir al velorio, que fue para un círculo íntimo. Recuerdo a Ricky Maravilla destrozado. Todavía no caía en que había muerto justo el día en que volví a escucharla. Eso marcó algo en mí.

Conseguí todo sobre ella. Durante dos años, todos los días a las siete de la tarde escuchaba su música en un walkman.

En el primer aniversario de su muerte ― cuando en mi familia ya creían que había enloquecido― mi mamá me acompañó al cementerio con una amiga de ella. “Dejalo, ya se le va a pasar”, dijo a mis espaldas. El 7 de septiembre último, a 17 años, la volví a ver y le dije: “¿Viste que no se me pasó?”. Me siento el elegido. Por eso, mientras yo viva y pueda, su imagen va a estar siempre presente. Que Gilda no muera nunca.

ARTIVISMO

Rosa Salomón

¡PELIGRO!

FRANKENSTEIN ESTÁ SUELTA Desatada y fuera de control, la clown Lucrecia Vichenza ataca todos los domingos una de las plazas del Conurbano para hacerte cagar de risa desde el ridículo.

Emmanuel Videla

“V

amos todos a la plaza d temperly 16.45 anda llegando…

Apagá la tele el turbo hace la digestión lávate la cara ponete d verano y veni sali de la cueva… los cañones se preparan! Dalee.” ***

No tiene whatsapp todavía, pero el mensaje de texto lo maneja como las mejores. De más está decir que evita poner algunos signos de puntuación y tildes para ahorrarse unos pesitos. Ahí va… Todos los domingos, a eso de las 15, ¡un toque antes de esa hora!, —sí, un horario de mierda para todos los que extienden el sábado hasta la eternidad— te llega ese mensaje que leíste. ¿De quién? De Rosa Salomón o, mejor dicho, de su monstruo, Lucrecia Vichenza, su frankenstein payasezco, que toma cada jornada dominguera como una “militancia”. Ojo, es una causa con “glamour”, que desarrolla en la plaza Coronel de Marina Tomás Espora, cada fin de semana y a la gorra. Desatada de su laboratorio “de lujo”, te hace cagar de risa a las carcajadas. Es que “no hay otra”.

A ver, paremos antes de entrar a la plaza. ¿Quién es Salomón? Esa desconocida para el público, pero bien conocida por alter ego popular “Lucre”, nació hace 35 años y desde siempre estuvo en la actuación.

“Empecé actuando en el Borde de Temperley con bandas. Me armaba en los espacios no convencionales. Y después de estar un año al pedo me di cuenta de que no era la clave de la vida (…) Al toque empecé en el Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) y dejé en el segundo año. Seguí con el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte), donde me falta la tesis. De ahí saqué más disciplina. Tenés que saber lo que querés. Yo doy clases desde los 17 años. Mentía y decía que tenía 25 para poder dar cursos”, confiesa, entre risas.

Con este pequeño historial de engaños y desengaños, la actriz está tan metida, tan mimetizada con Lucrecia, que cuesta distinguirla fuera de la ficción. ¡Ah!, y si sos cagón, tímido o le tenés miedo al ridículo, ¡agarrate! Ahí está su ritual de todos los domingos. ¡Estás avisado! Ni

Laura Bernatené

te acerques, porque “Lucre” se quedó “sin su gente para actuar y te convoca al escenario”.

Frankenstein está suelta, fuera del control de su creadora. Y si es ella quien se adueña de la plaza que está frente a la estación Temperley de la línea Roca de trenes, quien pase por allí se quedará por propia voluntad o porque Lucre le romperá las bolas.

Sacate la mufa, porque esta clown quiere destruir esa pachorra del domingo y desafía a despegarse de ese otro monstruo: la televisión.

Un domingo desenfrenado. ¡Alto espectáculo! “Simbólicamente, Lucrecia muestra que lo público transciende sobre lo privado, por lo que el arte no se negocia, sino que se comparte”, defiende a la vez creadora y creación. “Vamos que salimos. Sí se puede”, festeja Lucrecia.

Y ya en el escenario, se ataja con todo el público: “Ojo con los pedos, chicos, porque acá estamos todos. El espacio es compartido”. *** —¿Cuál es el espectáculo de Lucrecia?

—Lucrecia, en principio, es muy polémica, viste. En la noche, su adicción son las pastillas. Con eso, ella puede equilibrar su estado y enfrentar la realidad. Ve una noche oscura, a veces, pero de día, está en la plaza, en donde aparece el compromiso social. Allí, hay muchas familias que apagan la tele y se vienen a despejar. La mitad del espectáculo es participativo, o sea, los trae a escena. Lucrecia es la dificultad misma y cuando hace función todos le fallan y por eso trabaja con los que están de espectadores. Demostrar que sí se puede, que se puede cuando hay una consigna, si uno le tira el condimento, el recurso en tanto actor. El ridículo es el primer paso.

—Además de los espectadores, que son casi como su plantel de artistas, tiene otros amigos…

—Es un encuentro, porque Lucrecia reúne a artistas. A veces es mejor laburar de a uno, de a dos, por la plata que te rinde, pero la plaza es una especie de varieté. Lucrecia va a estar acá todos los domingos. Trasciende la gorra por lo cual viene. Voy a buscar a los

comerciantes, a todos. El domingo es muy importante para el artista pregunta a este cronista. Sigue, sigue. Y continúa: “La calidez de un callejero. Lucrecia acá decide todo: se convirtió como en la dueña de centro cultural está cuando se lo trata con un mimo, no todos lo hacen una plaza de paso, incluso barre cuando llega. Es así el ritual. de darte una cerveza o una empanada cuando terminás o antes de tu —¿Cómo se define Lucrecia? función”. Y el artista es importante. Lo valorizamos. Por ejemplo, “Vos —Es la conciencia colectiva. Es estar en la calle. Lo principal y a Lucrecia la podés saludar. De eso también se trata de romper —aresencial de ella es la oratoria. Si bien sabe actuar, es actriz, es can- gumenta Salomón— la cuarta pared: poder saludar al artista. En la tante, es bailarina, con el circo no tiene nada que ver. Y ella viene del plaza es de lujo como se quiebra esa pared. Es una decisión todos los teatro y sale a calle por una decisión: tiene la necesidad de contar domingos. Es el único compromiso de horario fijo que tengo”. otras cosas que pasan.

—¿Por qué esa decisión? Por algo salió del laboratorio de la Creando a esa monstruo llamada Lucrecia creadora…

—Al elegir la plaza, al estar frente a la estación, hay un compromiso Salió. Ya está en libertad. Siente placer de estar viva. Rosa, su social. Si bien anda por todos lacreadora, la define: “Lo que dos, Lucrecia nunca dejó de anLucrecia demuestra es que dar por zona sur. Acá, en la plaza, “Lucrecia muestra que lo público transciende sobre trasciende lo público sobre lo reina el imprevisto y están todos: lo privado. El arte no se negocia, se comparte” privado. Lucrecia es muy odiada está el borracho, está el de silla de entrada: produce rechazo y de ruedas, el fino, el olor a pedo, negación hasta que el público va el chistoso, la pareja, el barrendero. Esta plaza es muy importante ya entrando, la va conociendo. Y bueno, ella tiene la mandíbula trabaque tiene la conexión con todo, con Haedo, con Glew, con Ezeiza. Tem- da”. El detalle es la característica principal del rostro del personaje: perley es un lugar en donde podés convocar a mucha gente que viene su mandíbula inferior abraza, y por mucho, a la superior. de muy lejos y que no va ir a capital. A la gorra están todos invitados.

—¿Hay mitos sobre su mandíbula?

— Se ha dicho que quedó así por ser la hija de Duhalde, se la tilda de drogadicta, de que se le trabó la mandíbula por tomar cocaína.

El contraataque En realidad, nació así. También estuvo en el loquero. Estuvo internaLucrecia —creada en 2010 por el disgusto que encontró su creadora da. Simbólicamente es una cosa grotesca que viene del sainete, que por la situación de algunos espacios culturales— canta sus verdades simboliza un gesto, una actitud. Y está inspirada en Zulma Lobato, (y las de su creadora), lleva a discusión lo que pasa en los escenarios en la Chilindrina, en Nini Marshall y en Juana Molina. Bueno, Juana cerrados y no libres como la plaza: “Los salones de fiesta, los centros Molina no la traba. Lucrecia si la traba.

—Lucre salió de un loquero. Tiene algunos problemas, pero ¿cuál culturales y los teatros tienen que reflexionar un poco más sobre qué lugar le van a dar a los artistas”. Sentada al lado del improvisado es- es su mayor peligro?

—Tuvo sus accidentes. Fue interceptada para que deje de hacer cenario que saca todos los domingos de una pequeña valija, sigue: “Y a veces los centros culturales, no todos, quieren que vivamos de los las cosas que hace. Casi la atropella un auto. En todos esos motalleres. Muchos de nosotros lo aceptamos porque no hay otra cosa… mentos, ella pudo sobrevivir. Como está viva todavía tiene que salir a yo vivo yéndome de esas prácticas. Entonces, bueno, hay que pensar”. decir lo que piensa. No hay bandera ahí. Lucrecia es la manera que Lucrecia retrasa un poco su salida a escena. Los chicos ya le gritan: tiene Rosa para hacer sus reclamos y su protesta. Sabe que si lo “Lucre, Lucre”. “Ya voy, potro”, responde. “Sigue grabando, ¿no?”, le hiciera ella misma, no le darían bola.

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NOTA DE TAPA

Martín Piroyansky

“No le tengo miedo al cliché, hay que saber usarlo”

No se pone en el lugar de cineasta rompemoldes porque considera que pocos pueden hacerlo. Cuando le preguntan por su estilo, suele apoyarse en la influencia del cine hollywoodense tradicional. Quién es este actor, guionista y director, referente de la comedia romántica local, que con algo de cintura le escapa al mote que quieren estamparle desde hace tiempo: el Woody Allen argentino.

Nahuel Gomez Victoria baraga (pág. 22, 24 y 27) y cecilia villegas (pág. 25)

[...] Y recordé aquel viejo chiste, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: ‘Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina’. Y el doctor responde: ‘¿Pues por qué no le mete en un manicomio? Y el tipo le dice: ‘Lo haría, pero necesito los huevos’. Pues, eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas ¿saben? son totalmente irracionales y locas y absurdas, pero supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos.

Annie Hall, 1977

M

artín Piroyansky necesita los huevos. Recurre a ellos para componer personajes o crear historias. Se ocupa del amor como una excusa para el humor o del humor como paliativo para el amor. No importa. En eso anda, en ese juego absurdo que tanto le (nos) gusta. Sus personajes suelen vincularse con la inseguridad, la incomodidad, la derrota y las complicaciones de todo tipo (es decir, con el amor), más allá de que ha sabido arreglárselas en otros terrenos. La actuación en el cortometraje Un juego absurdo (2009) y, en mayor medida, el éxito viral que hace ya un par de años tuvo No me ama (corto que dirigió, guionó y protagonizó), hicieron que su figura se convirtiera, para muchos, en una referencia inmediata de la comedia romántica de nuestros lares. Aún hoy, se puede ver en algunas salas el recientemente estrenado largometraje Abril en Nueva York, que también reproduce yeites del género.

Como espectador, dice “gustar del cine en todas su formas”.

Como director, advierte que siempre tuvo interés en “investigar el humor y el amor”, aunque no deja cerrada la puerta a nuevos rumbos. Como actor, su physique du rol parece estar igual de claro: el tipo débil, neurótico, obsesivo y psicoanalizado. “El de neurótico es un lugar fácil para mí. Es que siento menos desafíos cuando hago personajes parecidos a mí; o no sé si tan parecidos, pero yo tengo claro que mi ‘clown’ es ese”, reconoce. ¿Y en la vida? “En la vida me hago un poco el tonto, me siento más cómodo pareciendo tonto. Es un mecanismo de defensa que tengo”. ―¿Sabés distinguir con facilidad entre un personaje que “va con vos” y uno que no? ―Si bien el personaje que está alejado de lo que habitualmente hago también me interesa, me daría vergüenza hacer de villero, por ejemplo. Nadie me va a creer si hago de villero. Me sentiría un caradura haciendo ese papel. Igual, no deja de pasarme que a veces me proponen personajes que hacen que me pregunte “¿Para esto me llaman?”. ―¿Cómo manejás esa identificación con el personaje neurótico? ―La gente suele reconocerme en esos personajes, y yo no los hice tantas veces. No sé por qué pasa eso. En Cara de queso no hago eso, en XXY y La araña vampiro tampoco, en Vino para robar quizás un poco. ―En general tus personajes suelen ser más bien perdedores en lo amoroso…

El actor asegura que siempre tuvo interés por investigar el humor y el amor.

“La comedia en general es menospreciada. Eso siempre fue así. Chaplin fue reconocido recién casi cien años después. En su momento era uno más.” ―También tiene que ver con el humor. Es más común ver que los protagonistas en películas de humor sean tontos y perdedores, mucho más que genios. No me interesa actuar de tipos inteligentes. Me siento mejor haciendo de tonto. *** El interés de Martín por la actuación viene desde casa. “En mi familia éramos muy cinéfilos. Gente que le daba bola al cine y que trataba de ver muchas películas, no sé si cine arte o cine culto, pero cine al fin. Con mi papá íbamos a ver todos los estrenos”, recuerda.

A raíz de eso, a los siete años empezó a tomar clases de teatro, junto a Nora Moseinco. Por entonces, ella era la directora de actores de Magazine For Fai, e invitó a Piro a participar de aquel delirante (y a esta altura, mítico) programa de TV ideado por Mex Urtizberea.

En esa cantera, se formaron, además de Piroyansky, actores como Laura Cymer, Julián Kartún, Julieta Zylberberg. Martín Slipak y Violeta, la hija de Mex. “Yo me divertía con todos como un niño que era, pero me daba cuenta que estaba bueno lo que hacíamos. Después de grande lo volví a ver y tomé mayor conciencia de lo genial que era ese programa. Está buenísimo haber formado parte de eso”, comenta. Su recorrido actoral en TV incluyó también participaciones en Perdona Nuestros Pecados y Campeones de la vida.

Zafó de “la maldición del niño actor”, y ya entrada la adolescencia pudo comenzar a revalidar lo que prometía en televisión con sus participaciones en cine. Comenzó en Sofacama (2006) haciendo de un púber enamorado de una mujer madura, interpretada por María Fernanda Callejón. Siguieron otros trabajos, como el papel dramático que realizó en XXY (2007), de Lucía Puenzo —su mayor acercamiento al cine mainstream—, películas independientes como Excursiones (2009), dirigida por Ezequiel Acuña y La Araña Vampiro, a cargo de Gabriel Medina.

Sin dudas, Ariel Winograd se lo apropió como actor fetiche: Cara de queso (2006), Mi primera boda (2011) y Vino para robar (2013) fueron tres filmes en los que el director comprendió que lo de Martín viene por el lado del humor. ―¿Qué tipo de humor te atrae en particular, más allá del que ya has hecho? ―El stand up, las sitcoms, las películas mudas, el humor físico.

Me gustaría alguna vez hacer algo con un poco de todo eso. ―En el suplemento Radar, de Página/12, te pidieron elegir una escena de cine que te haya marcado y seleccionaste una de La Máscara. ¿Por qué? ―La Máscara fue importante para darme cuenta de que quería dedicarme a actuar. Jim Carrey era un humano haciendo de dibujo animado. Me parecía increíble, yo quería hacer eso. Después, con el tiempo, mi humor no termino siendo algo súper-expresivo como el de él. Más bien todo lo contrario. Siempre hago personajes más parcos, no tan expresivos, un humor más parecido al inglés, con cara neutra, o como el de Buster Keaton. Pero sí, tanto él como los hermanos Farrelly (Peter y Robert, directores de Irene, Yo y mi Otro Yo, Loco por Mary y Tonto y Retonto) hacen un cine mainstream, por cómo está filmado y las historias que muestran, pero son también muy atrevidos, son valientes. Se zarpan y son incorrectos: hacen chistes negros, con discapacitados, por ejemplo. Y lo cuentan todo con mucha calidad y claridad. Es algo que tomo como director y actor. Me gustaría hacer películas filmadas en función del gag, sin búsquedas estéticas sofisticadas. Que sean simples, bien filmadas, bien contadas. ―¿Por qué pensás que se suele menospreciar el trabajo de los Farrelly y de Carrey, entonces? ―La comedia en general es menospreciada. Eso siempre fue así.

La comedia siempre fue así. Chaplin fue reconocido recién casi cien años después. En su momento era uno más. ―No pasa algo similar con Woody Allen… ―No es tan valorado. En Estados Unidos, al menos, no lo es tanto.

No le dan plata, filma en otros países porque no le dan bola. En Argentina tiene una llegada increíble, me arriesgo a decir que Woody es mucho más importante acá que allá. Allá es uno que hace comedias inteligentes, que les gustan en general a los actores. Acá se estrena una de él y le va bien. Con Blue Jasmine está pasando eso. ―¿No hay como alguna coincidencia entre vos y Woody Allen en la manera de actuar y en los personajes que eligen hacer? ―Me lo viven diciendo desde la adolescencia. También tengo una cara de judío tremenda y uso anteojos, es imposible no asociarme.

Encima soy bastante neurótico. Pero no es que me senté a ver sus películas para hacer algo parecido. Lo admiro, pero como también admiro a David Lynch o a Jim Carrey ―Le gustás a las minas con la excusa del perdedor adorable.

Martín, ya nos dimos cuenta. ―¿Les gusto a las chicas? ¿Sí? Qué bueno. Yo creo que todos los hombres hacemos lo que hacemos para estar con mujeres. Un tipo que está investigando la cura del cáncer quiere descubrirla para poder acostarse con muchas minas. A la larga es lo que más nos importa. Vi una entrevista que le hacían a Bioy Casares y él contaba que cada vez que se le ocurría una idea se la contaba a mujeres, y si veía que a ellas les interesaba, ahí recién iba y la desarrollaba, pero si no les parecía interesante, la descartaba. Además, cuando escribo cosas para mí trato de buscar actrices muy lindas porque yo decido todo... Bah, no necesariamente, estoy mintiendo. ―Hay un tipo de perdedor del amor, que se vincula con el nerd/ geek que no la pone nunca. ¿Pensaste en algún momento interpretar o dirigir un personaje humorístico de ese tipo? ―Sí, de hecho estoy pensando en hacer algo con eso pronto, para el año que viene. En hacer alguien con un vínculo con la tecnología más cercano. Me parece divertido. Yo en la vida real no lo tengo.

Soy un adicto a Internet, como cualquier pibe de mi edad, pero no entiendo nada de tecnología. ―Internet te dio una mano importante. Mucha gente te reconoce por el éxito que No me ama tuvo en la web. ―Es verdad, en una época solo me reconocían por eso. Muchos pensaban que era mi primer trabajo como actor; sólo era el pibe que actuaba en No me ama. Teniendo en cuenta que además yo la

dirigí y guioné, me parecía todo muy loco. ―¿Qué te causa que se identifique sólo por eso? ¿Es el hit que no querés cantar? ―Es un logro para mí. Lo tomo positivamente porque lo hice yo y tiene reconocimiento. Me copa mucho que le guste a la gente, más allá de que no conozcan mis otros trabajos.

“Es muy difícil contar poco, como para enroscarse y contar más. No me saldría hacer algo como Memento, por ejemplo. Las cosas que me gustan están más emparentadas con el cine norteamericano, donde es raro encontrar algo tan complejo.”

*** En No me ama, como en La araña vampiro, la película dirigida por Gabriel Medina y estrenada en el BAFICI 2012, donde Piro recibió el premio del público al mejor actor, hay una relación muy interesante entre la locación elegida y la personalidad de los protagonistas. En No me ama, Piroyansky interpreta a un joven que se va de vacaciones con su novia, en un viaje de mochileros por las costas uruguayas.

Recorren playas, parajes silenciosos y se ven paisajes hermosos.

Pero dentro de la mente del protagonista, —un tipo urbano y algo torpe— se esconden mil preocupaciones, de lo más patéticas. Entre ellas, la que sirve de eje para la historia: él está turbado porque ella nunca le dijo “te amo”. En el largometraje de Medina sucede algo similar: las sierras del Valle de Calamuchita, en Córdoba, son el marco donde Gerónimo, un veinteañero con ataques de pánico, da muestra de lo ajeno que le es un lugar de esas características. En ese film en particular, hay escenas en las que causa gracia su situación de tipo de ciudad perdido en un paraíso. No parece haber sido buscado, pero es lo que provoca en general ver a Piroyansky actuar.

Sin dudas, el choque entre el contexto, una determinada personalidad y un cuerpo como el suyo (con sus facciones particulares y una condición física endeble) suele generar situaciones absurdas “La idea fundamental de la película es esa. Poner un tipo de la ciudad en medio del bosque. Ahora, que eso resulte gracioso no fue buscado.

Mientras se proyectaba el film nos llamaba la atención, al director y a mí, que ciertas escenas provoquen la risa del público”, reconoce.

pado (su vida), recurriendo al humor como eje articulador de las situaciones, una vez más. “Hay un equipo de filmación todo el día en mi casa mostrando mi tiempo libre, mientras no hago nada”, cuenta. Por lo que anticipa el trailer, se tratará de una ficción no tan tradicional como las que se muestra en la TV de aire. ―¿Qué pensás de la televisión abierta argentina? ―Me parece increíble, técnicamente es una de las mejores. Los programas diarios tienen calidad que no se puede creer. Hablo de todo lo que es Pol-ka o las producciones de Telefé. Se cuenta algo, se ve perfecto. Tendré mis objeciones y cosas que no me gustan, pero no puedo dejar de admitir que me parece una televisión buenísima. La tele argentina le rompe el culo al resto de la tele de otras partes del mundo que he visto. ―¿Y en cuanto a lo estético y los temas que se tratan? ―Hay que entender que es televisión. Me encantaría que se arriesguen y que hagan cosas re locas (y también formar parte de ellas), pero es complicado que pase. En la televisión mainstream no podés hacer muchas cosas. Funciona de esa manera.

Me encantaría que me dieran la oportunidad de hacer mi producto tratando de equilibrar entre lo popular y lo arriesgado. En algún futuro me gustaría hacer un programa de televisión grande. Que pueda llegar al público en general, y que tenga algo de riesgo. ―¿Qué te parecen los programas de humor? ¿Ves alguno? ―No veo tele en general. Conozco la tele, trabajé allí muchas veces, pero perdí la capacidad de verla.

***

Pochoclos versus BAFICI

Al día de hoy está filmando su nuevo proyecto, Tiempo Libre: un falso reality show producido por la Universidad de Tres de Febrero, para el futuro canal de TV de esa Casa de Altos Estudios, UN3. En este trabajo, Martín intentará mostrar la vida de un actor desocu-

Lo rebuscado no está en la esencia de Piroyansky. En sus trabajos como director, o simplemente cuando le preguntan por su

Zafó de “la maldición del niño actor”, y ya entrada la adolescencia pudo comenzar a revalidar lo que prometía en televisión.

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“En la televisión mainstream no podés hacer muchas cosas. Funciona de esa manera.” estilo, suele apoyarse en la influencia del cine hollywoodense tradicional. No ocupa el lugar del cineasta que rompe moldes, porque considera que pocos pueden hacerlo. Pretende un cine “popular” en el que se cuenten buenas historias. Ni siquiera se sonroja cuando reconoce que le gusta recurrir a algunos clichés. Va a los bifes. ―¿Por qué esa búsqueda por la simpleza para contar? ―Es muy difícil contar poco, como para enroscarse y contar más.

No me saldría hacer algo así. No podría dirigir Memento, por ejemplo, por más que me guste. Las cosas que me gustan están más emparentadas con el cine norteamericano, donde es raro encontrar algo tan complejo. ―¿En tus películas no habrá nunca lugar para un cine más lento o atmosférico, por ejemplo? ―No me interesa. Sobre todo en un corto, me parecería erróneo hacer algo lento. Como realizador, me interesa ir al grano. Tanto en el largometraje como en el corto. Me gusta el ritmo. No me gusta que decaiga, no me gusta que haya escenas largas. Para mí siempre tiene que pasar algo, no tiene que parar. Es lo que en este momento me interesa. Por ahí en otro momento me vuelque hacia lo contemplativo.

Me gusta el cine asiático, que es súper contemplativo, y lo re banco, pero me parece que para hacer eso hay que tener mucha preparación, es muy difícil filmar algo lento y hacerlo bien. Es algo que admiro mucho y respeto a la gente que puede hacerlo en serio. ―¿Pensás que el cine indie está lleno de gente que cree que puede hacer esas cosas? ―Más allá del cine indie, creo que surge del ámbito estudiantil.

Es un fenómeno que en Argentina genera Lucrecia Martel. La existencia de una mente tan brillante y talentosa como esa confunde.

Y muchos estudiantes creen que todo es simple, que es poner la cámara y que pase el tiempo. Y no es así. Lucrecia tiene mucha preparación, tiene mucho cine encima y su forma de filmar es mucho más compleja que eso. Es un poco lo que pasaba con Resnais durante la época de esplendor de la Nouvelle Vague: él filmaba de una manera, y los estudiantes de cine franceses lo imitaban. Pero hacían películas que eran un embole, salían cosas horribles. ―Sos actor, director y guionista. ¿Cuál de los tres roles ves como eje principal para que una película funcione? ―Un buen guión es muy difícil de destruir. Podés tener buenos actores y buenos directores pero con un mal guión la película resulta un desastre. ―¿Qué opinás del cine argentino mainstream? ―El cine nacional es muy variado y eso me alegra. Me gustaría que hubiese más cine mainstream; hay poco cine de ese tipo.

“Me gustaría que haya más películas que pretendan llenar las salas.”

Banco mucho que se escriban historias con mucha llegada y que se produzcan películas grandes dejando los negocios de lado e invirtiendo en la película en sí. ―¿Te referís a un sentido estético o en cuanto al dinero que tenga invertido? ―Una película con mucho dinero arriba definitivamente va a ser mainstream. Me gustaría que haya más películas grandes que pretendan llenar las salas. ―Vas y venís entre el cine comercial y el under. ¿Es porque a veces tenés que pagar el alquiler o se trata sólo de elecciones estéticas? ―Me atraen ambas cosas, siempre y cuando el producto esté bueno. Me encanta hacer una peli de Ezequiel Acuña y ganar un peso.

También me gusta hacer algo mainstream como Mi primera boda.

Lo que intenta Ariel Winograd es hacer cine comercial, pero con el mismo amor que le pone Ezequiel Acuña. Solamente que Winograd quiere contar una historia con más llegada, quiere llenar la sala desde el guión y a Acuña eso no le interesa. Disfruto de los directores y de sus guiones. Me gustaría trabajar en más películas mainstream, que existan más películas así. Pero igual me gustan los dos terrenos. *** Pablo (Abril Sosa, ex baterista de Catupecu Machu) es un rockero vago y borracho que vive con Valeria (Carla Quevedo), su novia, en el departamento que ella alquila en Nueva York. Valeria trabaja de recepcionista en un restaurant para pagar su estadía en la ciudad. Pablo pasa el tiempo de entrecasa, y a veces, en general con poco éxito, encuentra lugares para tocar. La relación entre la pareja parece agradable. Son los típicos novios simpáticos, que se divierten entre ellos ignorando todo lo demás. En el transcurso del film, la relación va tomando tintes dramáticos. Pablo no para de hacer quedar mal a Valeria frente a sus amigos; llega a su casa de noche, ebrio y sin haber hecho nada productivo en el día. Las transgresiones de Pablo exceden un límite y Valeria se termina hartando. Al mismo tiempo, ella conoce a Ben (Matt Burns); un yanki burgués gentilhombre, de aspecto caballeroso —un estereotipo de príncipe azul—, que se enamora y le provoca unas cuantas dudas. Esto es Abril en Nueva York, la comedia romántica que Martín filmó casi por casualidad, con un estilo y una producción bastante informal.

—¿Venías pensando en hacer una película así?

—No. A muchos cineastas nos pasa que estamos en una situación y decimos “que bueno que estaría filmar esto” y estaba en Nueva York con una pareja divina, súper carismática y linda, como la que era en la vida real la de Carla y Abril. Tenía ganas de escribir sobre la separación de una pareja, y bueno, ahí vi la oportunidad. La consigna era ir escribiendo día a día, lo que se me fuera ocurriendo, sin demasiada planificación. Todas las mañanas me levantaba y hacía las escenas del día. Cualquier capricho se filmaba, lo que me parecía muy divertido.

—¿Cómo se manejaron con las locaciones en una ciudad como Nueva York, siendo extranjeros?

—Ya sabía lo que tenía. La casa de ellos, el trabajo de ella y alguna que otra cosa más. Es decir, nada. Gran parte del film transcurre allí.

Después, hacia al final de la película, la misma historia fue pidiendo más locaciones y ahí el equipo fue buscando lugares. Pero el restorán era el trabajo real de ella, por ejemplo, no había más que eso.

—¿Qué sabías de los guiones antes de comenzar a filmar?

—Sabía que la pareja se iba a separar. En la realidad después se separaron, pero espero que no tenga que ver conmigo (risas). Y la idea de la película era que fuera un musical. Hubo una parte que sobrevivió, pero la película tenía cinco partes musicales que después en el montaje se terminaron sacando, porque no funcionaba.

Me parecía divertido porque no tenía equipo ni guión. Filmar algo como un musical, tan pretencioso como es, era muy loco. Para hacer un musical necesitás todo y acá no tenía nada. Recién en el montaje nos dimos cuenta que era mejor contar una historia.

—¿Te gusta particularmente el género musical?

—Me gusta el concepto del musical. Me atrae la idea de que es un género que todo el tiempo se hace cargo de que es mentira. No pretende ser realista. Una película que te está diciendo “esto que estás viendo es mentira”. Que la gente cante en la calle como idea me encanta, me parece lo más cinematográfico posible. Pero bue-

Piro reconoce que desde la adolescencia lo relacionan con Woody Allen. “Tengo una cara de judío tremenda y uso anteojos, es imposible no asociarme.” no, también para hacer un musical necesitás mucha preparación.

—El personaje de Abril Sosa parece ser un antagonista de los personajes que solés interpretar. Es un rockero canchero, soberbio, algo imperfecto y vago, pero despreocupado al fin…

—Hay algo que me gusta mucho de los rockeros, que me parece muy lo contrario a mí. Me encantaría ser eso en algún punto de mi cabeza.

—¿No es una venganza contra lo que no sos? ¿Construiste al tipo que odiás?

—A mí Pablo me parece adorable. Se manda cagadas pero no podés dejar de quererlo. Siento mucha empatía con el personaje de Abril. Hay mucha gente que no soporta al personaje y mucha gente que lo ama. Yo lo amo. Yo amo a los tres, de hecho. Me encanta ella con su postura hinchapelotas, él con su actitud de colgado, y el yanqui con sus problemas para relacionarse con el personaje de Carla.

—¿Con el personaje de Matt Burns buscabas el cliché del galán que viene a hacer de contrapartida a un tipo con muchos defectos?

—La película en sí juega con los clichés. En la acción de estar escribiendo una película en el aire, uno también cae en esos “lugares comunes”. Igual, no le tengo miedo al cliché. Hay que saber usarlo.

Es todo un procedimiento. Está bueno que exista, por algo existe.

Lo que me pasaba con Ben es que era el típico “yuppie” que viene a levantarse a la chica. Era eso, claro, la contrafigura del desastre que era el protagonista. Pero también tiene sus problemas. Cuando la encara a Carla por primera vez actúa como tarado.

—¿Cómo es tu relación como actor con los directores?

—En general, la mía es buena. Por suerte laburé con directores que me encantan y me han enseñado mucho. Se genera un vínculo especial. Casi paternal. Yo disfruto mucho estar a las órdenes de otro. Me encanta que me dirijan. No me gustan los directores que no tienen claro lo que quieren.

—¿Y como director? ¿Cómo te relacionás con los actores?

—No sé si tendrán buenas referencias sobre mí. Dejo bastante solos a los actores, pero lo hago conscientemente.

—La actuación de Abril sorprende, porque es su primer papel y lo hace bastante bien. No parece que lo hubieras dejado solo.

—Yo estoy atrás de los actores pero nunca sabes con qué te pueden salir, lo de Abril, por suerte, se dio naturalmente. Me interesa mucho ver qué tiene el actor para dar. En ese sentido, abro mucho el juego a que ellos puedan plasmar sus ideas en la escena. Obviamente, siempre dentro de un marco que yo fijo.

Un actor con frescura por Ariel Winograd * En 2005, Martín, junto a otros 400 chicos, hizo el casting para Cara de queso. Por ese entonces, Pascual Condito, un gran distribuidor del cine argentino, le recomendó que se presente al casting. La directora Inés Braun fue quién en aquella oportunidad realizó la prueba. En el casting, sorpresivamente, Martín decidió imitar al mismo Condito. Bastó que haga eso para que concluyamos que él era perfecto para el papel de la película. Con el tiempo, al conocerlo personalmente, me di cuenta de que tuvimos una misma infancia traumática en countries y muchas cosas en común. A partir de allí nos hicimos amigos. Forjamos una relación fluida, mucho más allá de lo laboral. Después de la experiencia en Cara de Queso, ni dudamos en que él debería tener el personaje de primo de Daniel Hendler en Mi primera boda, ese rol estaba pensado para él. En el caso de Vino para robar, también había un personaje para él, aunque que lo tuvimos que trabajar y adaptar para que funcione perfecto.

Me parece un actor con una frescura que muy pocos tienen.

Por su cabeza, su inteligencia, sus planteos y su forma de trabajar. Le divierte mucho la comedia y además tenemos el mismo tipo de humor. No hace falta que hablemos en el set porque nos entendemos rápido. En definitiva, nos hacen reír las mismas cosas y por eso volvemos a trabajar juntos. El trabajo con él sólo se basa en pensar el personaje e ir construyéndolo en conjunto para ver qué cosas se le puede agregar. A mí me gusta tanto como actor o director. A mi entender es un actor nato de comedias. Incluso en las películas que no son de ese género me sucede que no puedo dejar de pensar en él mientras estaba actuando el papel y me termino riendo.

Me parece que es una persona tremendamente inteligente y, como director, es cuestión de tiempo para que el público en general descubra lo talentoso que es. * Es director, guionista y productor.

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ENTREVISTA/TEATRO

Iride Mockert

“EL TEATRO ES UN ESPACIO SAGRADO Y MÁGICO”

La actriz, una de las grandes promesas de la escena off, repasa en esta entrevista su gran temporada sobre las tablas, con su brillante interpretación de Cleopatra.

MARÍA LUZ CARMONA

E

l teatro es “un espacio sagrado y mágico donde uno puede entrar en una ficción y ser feliz.” Esa es la definición que sostiene la joven actriz, cantante y bailarina Iride Mockert. “Y si uno es generoso como actor, la obra se potencia y el viaje que hacés no tiene límites”, agrega. Y tal vez ese viaje sin límites es el que viene transitando esta muchacha de 30 años, que cuenta con una mochila llena de experiencias destacables. Inquieta, arriesgada y bella es Mockert. Este año trabajó en, al menos, cinco puestas teatrales: Paraná Porá, La leyenda de Lis Chi, A mamá, La Chinche, Las áspides de Cleopatra y La Fiera, las dos últimas en cartelera hasta hace unos días. Es una de las actrices más prometedoras del teatro independiente. En el escenario encarnó personajes bien distintos por sus búsquedas y motivaciones, pero que tienen en común el hecho de ser mujeres fuertes y apasionadas. En definitiva, esos son rasgos de su personalidad.

Actúa desde muy pequeña. A los 17 años llegó desde Rosario a

NATALIA BERNINZONI

Buenos Aires para estudiar en el IUNA, donde se graduó. Actualmente da clases en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Y eso no es todo: canta y toca el oboe. Por eso las canciones son un elemento muy presente en sus obras. En La Fiera, su primer unipersonal, dirigido por Mariano Tenconi Blanco, la música y el canto en vivo son fundamentales, modifican directamente al hecho teatral.

“Estoy feliz con la música de la obra. Sin los músicos no hubiese podido hacerlo. La historia se armó junto con la música. Sin ellos no hay obra”, resalta. En este proyecto, Mockert se destaca en su interpretación de la “Mujer tigre”, un personaje de una antigua leyenda del monte tucumano, que hace justicia por mano propia frente a distintas situaciones de violencia de género. ―¿Cuál es la lectura que hacés de la puesta? ―La obra habla sobre la violencia de género más allá de cómo esté contada. Lo que también plantea es que cualquier persona ―y es para mí el mensaje más interesante― puede ser justiciera de

una situación de injusticia. En este caso tiene que con ver con la cuestión de género. Por las características del personaje cualquiera podría decir que no es una heroína. Sin embargo, es crucial la escena en que ella mata al hombre que secuestró a su hermana para llevarla a una red de trata, y ella ahí se da cuenta de que cualquiera puede denunciar y hacer justicia. ―Es tu primer unipersonal, ¿cómo fue la experiencia? ―Es un aprendizaje inmenso. Y lo que pasa lo tenés que resolver solo. Si estás en grupo tenés otra red, te podés apoyar en los otros. Creo en el teatro de equipo y estar sola me fue bastante difícil porque es estar una hora ahí defendiendo esa historia que querés contar y tratando de que el público entre en ese código. Y a veces se logra y a veces no. En el unipersonal cuando empieza la función entrás en un tubo y hasta que no termina no salís. Es como que no estás en la realidad. Es muy fuerte y emocionante. Uno se pega un viaje en donde estás vos y es más fácil manejar. Todo lo que le pasa al público te influye y cada función es única. ―¿En el armado del unipersonal se ponen en juego más cosas de la actriz? ―Sí. Todos los unipersonales son una exploración del actor, en donde cada uno intenta dar lo mejor de sí mismo en función de lo que el material te pida. También tiene que ver con el vínculo que se da con el director y el espacio de prueba y error. Y en el caso de La Fiera se dio un espacio de juego muy interesante que en la obra se ve. En los ensayos probaba todo lo que tenía ganas. Y está buenísimo trabajar sin límites. ―¿Qué lugar ocupa la música en el teatro? ―Canté en varias obras. Siempre que puedo lo hago porque me encanta cantar. Pero siempre tenía esa cuenta pendiente de algún día armar una banda porque es algo que me gusta mucho. Y se armó en esta obra. Es un unipersonal pero sin los músicos no hubiese podido hacerlo. No puedo estar yo sola contando esta historia. La historia se armó junto con la música. La música despega la poética de la obra, abre nuevos horizontes, en el lenguaje de lo que estamos queriendo contar. Algunas situaciones que atraviesa la protagonista se vuelven más oníricas y de pronto cambia la actitud corporal. Cada tema tiene su momento. La música es como un actor más, me influye totalmente a la hora de actuar. ―En Las áspides de Cleopatra sos la protagonista. Además, se expuso en el Teatro San Martín ¿Cómo viviste esta experiencia? ―Fue un regalo. Hice un casting súper intensivo. Y cuando me dijeron que había quedado para interpretar a Cleopatra no lo podía creer. Me puse a llorar, me bajó la presión. Además nunca fui protagonista. Este año para mí fue muy movilizante en el sentido de crecer como actriz en otros roles. No es lo mismo hacer un unipersonal que ser la protagonista de una obra así. No creo en los roles pero sí hay algo de calzarse la obra al hombro, estás saliendo a defender lo tuyo en la proa del barco, entonces está bueno para crecer desde ese lugar. En cambio, en los elencos uno se oculta un poco más.

Fue muy intenso, porque nunca había hecho una obra en verso. Y fue muy difícil. Porque, entre otras cosas, en Argentina no tenemos formación en teatro versado. Igual no es imposible. Para trabajar el verso trajeron un coach de España. Y el aprendizaje fue muy intenso y exigente. Y al principio fue muy angustiante el proceso porque pensaba que no iba a poder hacerlo. Y después entré en el código. Y es como aprender un idioma. El verso exige un oído musical. Estoy feliz, es increíble, lloro en todas las funciones. El elenco es genial, somos todos actores jóvenes. ―Este año actuaste en cinco obras e interpretaste a mujeres muy fuertes... ―Cleopatra es muy guerrera, no es la de las películas. En este caso, el autor (Francisco de Rojas Zorrilla) escribe una ficción en donde los protagonistas se matan por amor. Lo que Zorrilla plantea es un enredo de amor que podría ser una comedia pero termina en tragedia. Esta Cleopatra se calza el cuchillo y sale a guerrear por estar con Marco Antonio. No le importa el reino ni el poder, lo que quiere es estar con su enamorado. Cuando conoce a su amor se convierte en un animal. En cambio, La Fiera es más ingenua, pero en un determinado momento descubre la satisfacción por la venganza.

De hecho, Cleopatra dice “soy una leona”. Y la fiera es la ‘mujer ti-

Una artista completa: actúa, canta, baila y da clases en el EMAD.

“LA MÚSICA ES COMO UN ACTOR MÁS, ME INFLUYE TOTALMENTE A LA HORA DE ACTUAR.”

gre’. Son dos mujeres fuertes. Y yo soy un poco así. ― ¿Cómo es la construcción de tus personajes? ―Me gusta pensar a los personajes con su columna vertebral. Son personajes que tienen una energía algo similar, pero no es igual el impulso que los mueve ni la acción. Eso las distingue. Cleopatra está muy en eje a pesar de que se le caiga todo y que sufra por amor.

Ella está más allá. Y la ‘mujer tigre’ está quebrada, es un personaje más sucio, más curvo. Todos los personajes tienen motivaciones muy fuertes, muy pasionales. La Fiera y Cleopatra son obras cansadoras físicamente y emocionante. En Cleopatra me muero todos los días y hay que llegar a ese estado... ― ¿Qué significa para vos el teatro? ―El teatro es un espacio sagrado y mágico donde uno puede inventar y entrar en una ficción y ser feliz. Creo que todos los que elegimos el camino de la actuación es porque en algún momento de chicos fuimos felices haciéndolo y porque hay algo del juego que nunca se pierde. Uno siempre tiene que ser niño y jugar. Si uno pierde el niño y pierde la sorpresa ya no puede entrar en el teatro. Creo en el teatro en equipo, si estás solo es un teatro muerto. Lo que aprendí con mis maestros y en el escenario es que si uno es generoso como actor, la obra se potencia y el viaje que uno hace como actor no tiene límites. Pero es siempre con el otro. Si te estás queriendo salvar solo hay algo del teatro y del artista que se muere. Me parece increíble que el teatro pueda hacer pensar en un montón de problemáticas al espectador. El teatro puede educar y abrir espacios de pensamiento que quizás de otra manera no suceden. Tiene una función social muy importante.

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ENSAYO

Las series y su público sublevado

LOS LÍMITES DEL REALISMO MÁGICO

El imperio de las series norteamericanas ha ido colonizando todo lo que se le puso a su alcance: computadoras, camas, livings, hasta el tiempo libre. Es innegable cómo ha logrado capturar la atención en una era saturada de información y distracción. Sin embargo, en ese universo que ha sabido crear subyace un arma de doble filo: los géneros rara vez dan más de lo que pueden dar, y cuando se les exige, las cosas no suelen salir bien. De ahí el fastidio y el placer de los intérpretes.

Ezequiel Vila *

Nahus (pág. 32) y Jo Murúa (pág. 30)

Las personas que miran series Estás en el cumpleaños de una compañera de la facultad. No conocés a casi nadie; la música no te gusta. Estás a un vaso de fernet de salir a la noche a buscar otro plan, cuando escuchás una voz anónima que dispara: “Ned Stark (Lord Winterfell en Game of Thrones), alto perejil”. Un calor recorre tu cuerpo, una fibra sensible vibra dentro tuyo y aunque tu mejor amigo te contestó el mensaje de texto con las coordenadas para partir, es más fuerte que vos: tenés que dar media vuelta y defender al señor de Winterfell. Bienvenido al mundo de las series.

No sabés bien cómo pasó pero sos una persona que mira series. Tus amigos te las recomiendan. Tus compañeros de trabajo las comentan. Tu mamá te pide que se las grabes en un pendrive. Todos miran series. Pero la cosa no termina ahí. Además de mirarlas (cosa que ya lleva bastante tiempo), estás dispuesto a sentarte en una mesa con desconocidos a discutir y opinar ―en voz alta si es necesario―sobre ellas. Y si no querés salir de tu casa, contás con ríos de hipertexto para debatir tus series favoritas en cualquier foro.

Me parece que si por algo merecerán ser recordadas las series norteamericanas del último período (dicen que la culpa de todo es de HBO, que arrancó con Los Soprano en 1999), será por el efecto de recepción que producen. Es un lugar común, a esta altura, exaltar la gran calidad: ya hemos escuchado bastante el comentario maravillado por los nuevos canales de circulación y la profecía del fin de la televisión. Permítanme, por un momento, poner entre paréntesis la calidad y dejemos de lado también la futurología. Hablemos en cambio de cómo vemos las series y qué políticas de lectura nos suscitan.

Acordemos que hay dos operaciones básicas de cualquier espectador serial: la interpretación y la especulación. Por un lado, dicho mal y pronto, la elucidación del significado (la posta) y por el otro la formulación de hipótesis (la apuesta). Por lo general, la última se encarga de fabricar la primera: el comentador que arriesga que va a pasar algo (apuesta) lo justifica argumentando con lo que él vio y no vieron los demás (la posta). Esta conducta no se da porque sí, sino que es producto de una propuesta de las propias series; uno de sus rasgos más notorios: la insistencia en un sentido que se va revelando paulatinamente con el correr de los episodios.

La reina de esta maquinita fue Lost (2004-2010) que hizo de cada segundo de sus emisiones una pregunta hacia adelante. Sin embargo, casi todas las series contemporáneas se apoyan en el mismo procedimiento. Breaking Bad (2008-2013), mucho menos pretenciosa, utiliza el mismo recurso. Lo que mantiene al espectador en vilo es la pregunta de qué va a pasar después de que boleteen a tal o a cual, o qué, cuando un personaje descubra ese secreto (porque en las series, siempre se descubren). Incluso comedias como How I Met Your Mother (2005-2014) vuelcan su estructura sobre este tipo de interrogantes y por eso es tan molesto recibir algún tipo de spoiler que te arruine algo que todavía no viste. Vale decir que es muy difícil contar una historia sin algún tipo de interrogante. ¿O no?

La puesta en primer plano del interrogante es lo que convierte a las series contemporáneas en un vicio absoluto. la misma estructura de la que gozan ahora. Programas como Alf o Friends (por poner dos exponentes de la sitcom, que dominó la década) tenían episodios fuertemente unitarios. Seguramente había algún componente narrativo que era retomado más adelante, incluso, quizá podemos recordar sus episodios finales de manera definida, pero la mayoría de las veces que veíamos estas series, no nos hacíamos ninguna pregunta respecto de qué iba a pasar en el próximo episodio. Podíamos pelearnos con un amigo para definir si Joey era más o menos salame que Chandler, o si el novio actual de Phoebe era mejor que el anterior. Pero no pasaba de ahí.

Claro que las telenovelas siempre existieron, y en éstas la atención del televidente suele estar fuertemente motivada por lo que sucederá más adelante: ¿se va a quedar Andrea del Boca con el galán millonario? ¿Se salvarán las niñas del orfelinato? ¿Recibirá la malvada antagonista su merecido? En las telenovelas sabemos que la respuesta es sí, sí y sí; la tensión del televidente está puesta en el cómo (y hasta por ahí nomás).

Largo aliento Pero ¿realmente todas las series entraban en estos parámetros?

Hay que decir que la mayoría lo hacía, aunque también encontramos contraejemplos de la talla de X-Files (aunque fíjense cómo terminó) y Babylon 5. De hecho más arriba se mencionó un caso que se sale de estos dos esquemas. La serie de dibujos animados de X-Men, planteaba una mezcla bastante sólida entre episodios autoconclusivos, en los que al final del día “todo vuelve a la normalidad”; y una batería cuantiosa de episodios orientados, específicamente, a la resolución de un conflicto mayor. Por eso mismo podemos hablar de “sagas” o “arcos argumentales”, como el arco de Apocalipsis, el arco de Fénix, etc… Esa estructura mayor, en este caso, fue claramente adaptada del comic.

Pero si nos adentramos en el período siguiente se verá que cada vez se vuelve más común encontrar series que toman este formato mixto.

El gran ejemplo paradigmático de esta mezcla fue Buffy, la Cazavampiros (1997-2003). La serie fue muy sólida en su propuesta: algunos episodios al principio de la temporada que planteaban el conflicto general, varios capítulos autónomos en el medio con alguuuna referencia aislada y, finalmente, a medida que nos acercamos al season finale, la recuperación de ese conflicto inicial hasta llegar a un clímax.

Las siete temporadas siguieron el mismo esquema. Buffy es un caso notable al punto de que las ya nutridas comunidades de discusión en internet gracias a su análisis obsesivo gestaron la “hoy ineludible” TvTropes, una divertidísima wiki consagrada al estudio y comentario de las series televisivas y la cultura toda.

Paralelo al triunfo de Buffy y al impacto que generó en sus contem-

Los años maravillosos Hubo dos días que le dieron un giro a mi infancia. Uno fue la navidad de 1995, cuando mis viejos me regalaron el codiciado Sega Génesis al que le dediqué la mitad de mi tierna infancia. El segundo, se dio una tarde cuando mi mamá me anunció que habían contratado un servicio de cable. En ese momento no tenía idea de qué iba la cosa (digo ahora en el tono más “Kevin, creciendo con amor” que puedan imaginar) pero desde ahí nada fue igual.

La televisión pasó a ser una cita de la merienda y los sábados a la mañana (horarios por excelencia de los dibujitos), un pozo de la perdición en la que me pasé horas viendo series en continuado. Sí, como buen exponente de mi generación, fui un borrego enajenado frente a la caja boba. La expectación obsesiva de todo lo que el zapping dejara funcionó como segunda escuela. El cable me dejó disfrutar de picos de la cultura occidental como la serie animada de X-Men o Las aventuras de Pete y Pete y me dio la oportunidad de ver repeticiones de series que por derecho le pertenecían a mis hermanos mayores: Brigada A, McGyver, He-Man, siguen las firmas.

Las series en los ‘80 y los ‘90, recordarán, no tenían ni por asomo

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poráneas, encontramos la llegada a occidente de una nueva generación de series japonesas que andaban más o menos en la misma línea: Caballeros del zodiaco, Dragon Ball y Sailor Moon (tres pesos pesadísimos del animé que arribaron a nuestras pampas por la misma época). Proponían una estructura similar o incluso más atenta a los conflictos extensos. Estas series, que en Japón se estrenaron durante los ’80, fueron la punta de lanza para el arribo de productos mucho más contundentes y complejos. Evangelion, Lain, Cowboy Bebop y todo lo que pasó por la pantalla de la señal Locomotion exigía una mirada idéntica a la que nos piden hoy las series norteamericanas: mirar en orden, no perderse ni un capítulo, estar atentos a lo que vemos.

Claro que este pasaje no fue azaroso sino que puede explicarse en cierta medida por la consolidación de los cableoperadores y la explosión en la oferta de la grilla de canales. El hecho de que estas series se repitieran dos o tres veces por día en franjas horarias diferentes resultaba fundamental. Si te perdías el capítulo de las 12.30 podías esperar al de las 19.30 y de última estirabas el sueño hasta las 2. En el peor de los casos, te podías fumar muchos capítulos de Cocomiel en el medio, pero no te ibas a quedar sin saber qué había pasado.

un salvavidas cada tanto) b) Eras un sacado que no se perdía una emisión, comprabas revistas especializadas y si tenías un ratito de acceso al más modesto de los dial-ups, bajabas todo el material posible.

Claramente, con la masificación de internet, las cosas (como muchas cosas relacionadas con el consumo geek) cambiaron. Y por cambiaron quiero decir que mejoraron. No solamente la gente con la que comentabas estas series se amplió de un grupo mínimo (tu grupo de amigos) a uno excesivamente mayor (¡foristas rabiosos de todo el mundo, uníos!) sino que las redes p2p (el Ares, el eMule, uTorrent) ampliaron el acceso (no digamos pirata) a las series. De ahí, todo lo que ya sabemos: Taringa, eztv, el puestito a la salida de la estación de trenes, Cuevana.

Pero, ¿qué pasó?

Ahora a) y b) ya no son tan distinguibles. Mejor dicho, el televidente “casual” se corrió varios pasos para el lado del enfermito (el que no hizo una maratón de siete u 8 capítulos en un día que tire la primera piedra). Ahora, tu compañera de trabajo, que está pasando por un “momento difícil” con su novio y se compró un caniche toy, tiene de ringtone la musiquita de Game of Thrones y sostiene opiniones fuertes al respecto de qué casa debería gobernar Westeros.

La reflexión a la que quiero llegar dista de ser una suerte de defensa conservadora del orgullo geek, como penosamente he tenido la oportunidad de leer en más de una ocasión. La “democratización” de la interpretación que las series masivas están alcanzando es un fenómeno de lectura interesantísimo. Aunque al mismo tiempo está resultando para los productores televisivos una espada de doble filo.

Bendita internet

La angustia del final

Mirar una serie durante todo este período que acabo de recordarles (no se hagan los pendejos), podía hacerse, entonces, de dos formas: a) La mirabas un día a la semana a una determinada hora y si te la perdías buscabas una repetición (y sino la misma serie te tiraba

Volvamos a una de las observaciones iniciales: habíamos convenido que la puesta en primer plano del interrogante era lo que volvía a las series contemporáneas un vicio absoluto para la audiencia. Queremos saber qué va a pasar y pagamos con nuestras retinas por cada milímetro que avance la trama. Ahora bien, este procedimiento es más propio de géneros más breves, como el largometraje, que para que nos mantengamos sentaditos en la butaca buscan comprometernos con una historia que empieza y termina. La serie, en cambio, por su misma forma, carece de los dispositivos de clausura que el largometraje tiene.

La serie, naturalmente, tiende a marcar terreno mediante las repeticiones, los vaivenes, los gags. Los personajes seriales suelen ser más planos, sus aventuras varían según el contexto en el que están inmersos, pero ellos mismos rara vez cambian. La propuesta de serialidad, está, justamente, en la repetición y no en el cambio. Los géneros rara vez dan más de lo que pueden dar, por más que uno le pida, y por lo general, cuando se le pide de todas formas, las cosas no suelen salir bien. El mismo problema lo tuvo el folletín cuando se convirtió en novela por entregas. De repente vuelan los Deus ex machina y los finales consolatorios. ¿Por qué a nadie le gustó el final de Lost? Porque realizó una promesa imposible. Todo el suspenso puesto en la máquina serial multiplicó la expectativa pero jamás pudo hacerse cargo de la clausura.

Aún peor, lo que en el cine puede ser un fracaso terrible se vuelve monumental cuando todos se sienten habilitados a quejarse (y tienen los canales para hacerlo) y, sobre todo, cuando la inversión en la ficción no ha sido de horas sino de años. La realidad no estuvo al nivel de la promesa, la apuesta era más posta que la posta, el espectador está enfurecido. Pero Lost no es un caso aislado (chiste obligatorio), por lo general todas las series suelen terminar con gusto a poco. El reciente final de Breaking Bad (tranqui, va sin spoilers), seguramente estuvo dentro de lo mejor que hemos visto como respuesta al problema de cómo terminar una serie extensa y llena de interrogantes. Sin embargo, la sensación de que lo mejor de Walter White ya lo habíamos visto hacía un par de temporadas la comparten los pibes con los que jugás al fútbol los jueves y el jefe de tu novia.

Por suerte, las formas no son estáticas y así como los géneros se niegan, alguien cada tanto le encuentra la vuelta. Quizás, quién te dice, en la proliferación de intérpretes apostadores y tirapostas, los productores puedan encontrar la respuesta.

La interpretación masiva que las series están alcanzando es un fenómeno de lectura interesantísimo y una espada de doble filo para los productores.

* Licenciado en Letras y docente. Integrante del Grupo Luthor.

RESEÑAS

Machete y chamamé, Joselo Schuap SERGIO SÁNCHEZ

“C

omo argentino dejo en claro y por escrito: que Mitre nunca me ha tenido a su favor”, enuncia, guitarra en mano, el músico misionero Joselo Schuap, en “Paraguay”, un tema que retrata la injusta guerra de la Triple Alianza. Sus canciones dan testimonio de su tierra: la cultura guaraní, las problemáticas de su pueblo y las costumbres de la región. En este disco, Schuap termina de definirse como cantor testimonial o militante de la canción. En sus canciones, toma posición sobre temas sensibles, como la escasez del agua u otros asuntos (“Santa Inés”, “Machete y chamamé”, “Mis zapatos”). O bien retrata con sencillez la cotidianidad de su barrio (“Almacén de Sanguina”). Con una base fuerte de acordeón y guitarra, el cantor y compositor consigue paisajes sonoros variados, desde rítmicas templadas y nostálgicas hasta chamamés al palo, listos para ser bailados.

No hay ortodoxia en su canción, sino sonidos frescos que conservan la raíz musical de su región. Schuap es un músico con larga trayectoria en sus pagos. Dos yapas: una versión litoraleña de “El Reino del Revés”, de María Elena Walsh; y una lectura de “El cosechero”, de Ramón Ayala, a dúo con el brasileño Luiz Carlos Borges.

Blues de los Plomos, Gabriel Patrono y Paulo Soria

E

l rock es un póster. Uno que genera infinita humedad genital y un caudal musculoso de dinero, tetas y flashes. Y bien en las orillas de esa humedad, hay un grupo de ninjas que trabaja sigilosamente para que entre los dedos del músico y el oído del público, la magia suceda. ¿Quiénes son? Pues, los plomos. Por eso, Gabriel Patrono y Paulo Soria, dos leyendas contemporáneas de la independencia y la autogestión, despegan cuidadosamente ese póster para encontrarse debajo con humanos en estado de rock. Y en su intento por desacralizar a las instituciones, Blues de los Plomos estaciona en lateral y devela un puñado de historias arquetípicas que mucho tienen que ver con la perfección pero más con la amistad. Su plusvalía: el rockumental ya ganó ―¡y con justicia!― la sección BSO del 28vo.

Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Por todo aquello y por mucho más, siempre que el corazón del rock bombee sangre o el póster siga siendo tal, detrás habrá unos fieles plomos pensando, como en su canción, como en una bandera: “Yo soy el que arma una banda de rock”. De visionado imprescindible para entender el reverso del dinero, las tetas y los flashes.

Hernán Panessi

¿Usted está aquí?, Ezequiel Borra Ailín Bullentini

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a indagación es el momento creativo por el que anda vagando Ezequiel Borra, quien interroga fuertemente a quien escuche su nuevo disco ¿Usted está aquí? El nombre ya lo hace, también el pequeño puñado de canciones que lo conforman. ¿Qué son? ¿A qué mundo pertenecen? No podrían responderse a simple escuchada, aunque el músico aduciría que al suyo, que los seis temas son parte de su propio universo. En su tercer disco, Borra suma algunos sonidos electrónicos y escenográficos a los instrumentos de los que siempre se valió para volcar en la música su instinto de arte. ¿Usted está aquí? es instintivo: “Soñando un misterio”, “La Cornisa”, “Aquí conmigo”, “El umbral” y “Duerme” son “canciones de protesta interior”, dirá el responsable de la composición de todas esas letras y melodías ejecutadas entre guitarras, saxos, clarinetes y tubas, acordeones, correderos de agua y pájaros, grabadas en el living de El Placard (el estudio de grabación que Borra montó en su casa), con la colaboración de La Sandanga Vietnamita —banda que acompaña al músico en sus presentaciones en vivo— y los invitados Axel Krygier, Guido Bardach y Santiago Castellani. Los seis elementos de ¿Usted está aquí? forman un solo cuerpo, de mil brazos, de otro millar de pies.

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RICARDO STRAFACCE La novelita triste de Osvaldo Lamborghini, Ricardo Strafacce

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Arte de tapa : MARIANO COMBI

WWW.EXPOSICIONDELAACTUAL.BLOGSPOT.COM.AR milena caserola

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# 18 RICARDO STRAFACCE

LA NOVELITA TRISTE DE OSVALDO LAMBORGHINI uego de publicar la monumental Osvaldo Lamborghiana.

Una biografía, Ricardo Strafacce da un paso más y se apropia de la voz del autor de fiord.

La minuciosa máquina de En El esta nouvelle esquizofrénica lectura puesta en funcionamiento en la biografíaencontramos ahora se transforma entraidora. un dispositivo una torsión de escritura, o más bien de reescritura. La novelita triste…

(Exposición la actual narrativa Strafacce imita el de genio del autor defunciona Tadeys para olvidarse de él ypara que rioplatense) es un texto que pudo o no haber existido, que como un pretexto componer un arsenal lodoso Strafacce practique un ejercicio que recuerda los textos de Marcel Proust en los que de parodiaba nuestro ya embarrado imaginario. el estilo de los clásicos de la literatura. ¿No es ese acasoStrafacce el estadio siguiente de la crítica?, paretrocede. Sí, como el rece sugerir Strafacce en la justificación con la que introduce novela:por “El Lamborghini crítico, en lugar de parientelaevocado describir los procedimientos, se limitaría simplemente reaparecido a remedarlos”. personajes aquí:Con el marqués de como Sebregondi. […]ySólo que paraYiya, que Raimundo Ongaro, secretario del gremio de los trabajadores gráficos su esposa, tomar envión. insiste en hacerlo cornudo, y cameos que van desde el mismísimo General Perón, al Marqués Juan Laxagueborde de Sebregondi, personaje de Lamborghini, Strafacce redondea una gimnasia literaria esquizofrénica pero, como él mismo agrega “totalmente inofensiva”.

mc

E8L

Juan Ignacio Sapia

ENSAYO

Los medios, sus contradicciones y desafíos

LA EXPLOSIÓN DEL PERIODISMO

El desenfreno del capitalismo mediático puso en jaque el ejercicio comprometido y profesional de la comunicación. Los grandes medios hoy transitan un período de crisis que amenaza con llevarse puesto todo. La información lo sufre, sus audiencias también. La práctica detona en mil pedazos. Mientras los medios populares y autogestivos luchan por resistir y forjar un cambio.

Ailín Bullentini y Nicolás Sagaian

télam y la brújula comunicación

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Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y director de la revista La Pulseada: “El avance del capitalismo mediático, la lógica comercial con la que se estructuran los medios de comunicación que son empresas, contradice el ejercicio honesto, comprometido y profesional del periodismo. Tratar a la información como a una mercancía compromete la forma de trabajar, la ética de la profesión y trastoca los criterios de noticiabilidad: puede ser más importante una pelea entre vedettes que un desalojo de centenares de familias”.

Desde hace tiempo, la información es tomada como una mercancía. Un canal de noticias que funciona como una empresa, entonces, antes que nada y después de todo, es eso: un sistema cuyo fin es maximizar beneficios al menor costo posible en un mercado en el que coexiste con otros de su clase. “El periodismo se encuentra algo postergado dado el grado de competitividad que hoy rige en la televisión, en la que el rating ha desplazado la investigación de manera que muchas veces se elabora una noticia sin la rigurosidad necesaria. Es más prioritario ser quien da un ‘último momento’ que chequear la información y definir que sea veraz”, analiza Nahuel Villarreal, productor de la señal informativa CN23. En el caso de la tele, un medio en el que cada segundo puede significar la ganancia o la pérdida de mucho dinero, la inmediatez de la reacción es fundamental. “El periodismo de investigación en televisión suele ser periodismo de ‘alto impacto’. Uno suele buscar temas de ‘alto contenido televisivo’.

Hubo una época en que los canales buscaban reflejar mucho la marginalidad o la delincuencia, pero poner una cámara, grabar chicos drogados (sic) y llamar a eso una investigación es, en realidad, mentir”, reconoce Montes Onganía, quien en ese tren de sinceramiento, concluye: “No quiere decir que no pueda hacerse buen periodismo de investigación, pero a veces la inmediatez de la TV supera al contenido y al propio periodismo”.

Desde el claustro, Badenes suma a la ecuación que grafica, en gran parte, la “persistente declinación” del periodismo televisivo a “la precarización laboral que trae aparejada la organización capitalista de un medio, particularmente en contextos de monopolización”. El periodista Martín Sivak, autor del libro Clarín. Una historia, coincide: “Prevalece el modelo de empresas que gastan poco y mal en su estructura, en las que las condiciones de trabajo son bastante malas y las de integración de los nuevos periodistas es peor.

Ellos siempre serán mano de obra barata. De todas maneras, esas empresas no son rentables, y sus dueños, en la mayoría, las dirigen con otros fines que no son los del periodismo”.

de octubre. Media mañana. Quilombo de cámaras de televisión, de micrófonos, de grabadores de periodistas en la puerta del edificio del Grupo Clarín, adonde hacía algunos minutos había llegado el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Martín Sabbatella, a notificar personalmente “la adecuación de oficio” del multimedio a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Del otro lado de la pantalla, el poder del control remoto falló durante poco más de dos horas, el tiempo que “los medios” permanecieron apostados en la puerta de Clarín. Seis opciones, una misma imagen: una reja, cámaras, personas que las sostienen, personas que sostienen cables, otras que sostienen micrófonos, otras con grabadores. Y lo dicho, esa palabra hablada, escupida al aire sólo para llenar el hueco que a diario deja el periodismo: palabras sobre la llegada de Sabbatella al grupo, su permanencia en las oficinas, su salida sin aportar más datos que las referencias constantes al fallo de la Corte Suprema —que confirmó la constitucionalidad de la norma, supuesta madre de todas las batallas— y, claro, opiniones al voleo, categorizaciones de valor, reclamos superficiales, chicanas. Mucha chicana. “Nosotros sólo podemos hacer conjeturas desde acá”, confesaba entonces, sin temer por su puesto de trabajo, el movilero y conductor de TN Federico Seeber. Su coequiper en el piso, la periodista Lorena Maciel, aprovechaba para pasarle factura al presidente de la Corte: “No sé qué le habrá pasado a (Ricardo) Lorenzetti que no atiende más el teléfono”.

Sí. El ejemplo es viejo para el requisito de “novedad” que debe cumplir una noticia. Pero a NaN igual le sirve para abrir ésta, encerrarla en un círculo y anclar de él una flecha que lleve a la reflexión sobre el ejercicio de la profesión en los medios de comunicación informativos audiovisuales, sobre esa entidad que agoniza en una crisis. ¿Qué es noticia para la tele? ¿Por qué la muerte de Ricardo Fort o el video más visto en YouTube es un tema que requiere más espacio en los noticieros que cualquier otra cosa? ¿Por qué los canales informativos pueden estar días enteros repitiendo lo mismo, poco y nada, acerca de un mismo tema? ¿La tan esperada como prometida aplicación integral de la Ley de Medios puede revertir la situación?

Cuestión de lógicas Entretenimiento. Inmediatez. Carlos Montes Onganía es productor ejecutivo de C5N, la señal de noticias que ganó el Martín Fierro al “mejor servicio informativo de televisión por cable” en 2013, y con esas palabras definió el oficio en la tele de hoy. Montes Onganía se reconoce a sí mismo como periodista —“uno siempre prioriza la información, después de todo uno es periodista y la idea es informar”—, pero su función de productor informativo supera a ese eje. “La mejor noticia sin la imagen no sirve, por eso el vivo siempre le gana al tape grabado. Los móviles son la prioridad”. Y “pensar siempre en el espectador”. Por lo que “sólo noticias duras no funcionan, hay que buscar información para distender. En el fondo, hay que saber manejar los tiempos y climas de un programa para informar de forma entretenida”. Es la tele la que impone los peros a la tarea de informar de los periodistas, al derecho a la información de todos. ¿Lo es? ¿Qué se informa a través de ella, si la culpa no la tiene la tele sino la lógica desde que se hace tele? No. Mejor: apuntemos al “por qué”; esa preguntita medio relegada que sin embargo abre muchas puertas. Sentencia Daniel Badenes, director de la carrera de

Cuestión de derechos La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es el logro de una lucha histórica y multisectorial por un derecho humano: el que tienen las personas a la información. Que la ley resguarde el 33 por ciento del espacio radioeléctrico para los actores sin fines de lucro es una premisa repetida de memoria. También la relación causal

“Con la competitividad que hoy rige en la televisión, el rating ha desplazado a la investigación.” VILLARREAL

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Cuestión de formación Hasta que la ley de Medios tome impulso, la lógica comercial será gobierno en los medios de comunicación audiovisuales. ¿Y en la educación? Durante la última década del siglo pasado, la privatización se adueñó también de ese derecho: el dinero compraba eso, también. Proliferaron las escuelas de periodismo y sus títulos terciarios. El siglo nuevo dio vuelta objetivos y metas: las universidades nacionales debían (¿debían?) privilegiar la salida laboral: cuanto más rápido deglutís materias, menos tardarás en salir a golpear puertas. En el camino vamos viendo cómo, qué, por qué. Pero nunca es buena la generalización sin bases que la sostengan recuerda el titular de la carrera de Comunicación Social de la UNQ, quien levanta la bandera y marca offside: “En los últimos años las carreras de comunicación se han transformado bastante. Hay muchas incluso que nunca tuvieron una impronta comercial. No olvidemos que uno de los actores que contribuyeron al consenso de los 21 puntos de la Iniciativa Ciudadana por una Radiodifusión de la Democracia —origen de la ley 26.522— fueron los universitarios”. Sin embargo, para lograr que el derecho a la información sea universal, el esfuerzo debe ser integral. Desde la formación, “el horizonte no tiene por qué ser el de ‘ser empleado de’”, advierte Badenes. En Quilmes, un estudiante de Comunicación Social aprende no solo a hacer periodismo gráfico, radial o televisivo, sino también a gestionar un medio: “Cambiar de paradigma también es enseñar que la comunicación no tiene dueños y que el futuro está en nuestras manos, que podemos tomar la palabra”.

que se establece entre ésta y la “pluralidad de voces”: una cosa genera a la otra. La práctica es, sin embargo, bastante más lenta y, si bien es un avance fundamental que la diversidad de las manos que usufructúen la materia fundamental para hacer comunicación televisiva y radial esté asegurada por ley, para que el cambio que implica la norma se vea hace falta mucho más que la letra sagrada de la democracia.

La ley ordena la desconcentración de los medios de comunicación: que se reparta en más manos aquello que está manejado por pocas. ¿Le importa al texto de la iniciativa saber a qué actores pertenecen esas manos? Poco. Mientras en los registros del Estado no figure vínculo comercial alguno entre esos nuevos diferentes actores, todo bien. Entonces, el “gigante tomatodo” de Clarín podría convertirse en seis medianos monstruitos amigos informales —no socios ante el fisco— y seguir el mismo juego. La lógica comercial y empresarial de los medios de comunicación más poderosos sigue sin ser, siquiera, requisada. La ley, entonces, es una ley antimonopólica: el paradigma que sigue imperando es el que ordena que todo, incluso la información, tiene un precio que se cotiza alto. ¿Puede así modificarse el oficio periodístico?

Sivak se la banca frente a la pluralidad de voces, a la que califica de “pomposa”. “La ley no estaba detenida a la espera del fallo de la Corte, podría haberse avanzado en la consolidación de la pluralidad, pero no veo intención en ningún lado en pos de ella, no la veo funcionar y me hace ruido porque desde el Gobierno y sobre todo en el ejercicio de su política comunicacional no ha apuntado a ella”. El director de La Pulseada, por su parte, apuesta a que la Ley de Medios, aplicada de manera integral y sostenida en el tiempo, puede lograr un cambio en el oficio anclado en la diversidad que significa la diversidad en la propiedad del espectro radioeléctrico: “Implicaría que ganaran espacio medios que hoy son los que expresan otra forma de hacer periodismo, con otra ética”. Y enseguida suma elementos: “Esto implica también generar instrumentos para fomentar el desarrollo de medios populares, y trabajar cotidianamente para cambiar

“La mejor noticia sin la imagen no sirve, por eso el vivo siempre le gana al tape grabado. Los móviles son prioridad”, dice Montes Onganía, de C5N.

muchas cabezas. Para que una ley que implica un profundo cambio cultural sea ‘plena’, hay que empujar desde todos lados”.

Cambio cultural, cambio de paradigma: ¿Para qué sirve la información? ¿De qué le sirve a un ciudadano? Es educación, es capacidad de discernimiento, de participación en su contexto y posibilidad de modificarlo. Libertad. Sin embargo, cuando hablamos de televisión, parece que la pelota está en manos de quienes cambian (o no) de canal. Tres, cinco, diez horas seguidas con el asesinato de Ángeles. Teorías lanzadas al viento, hipótesis sostenidas con fervor y con el mismo fervor desechadas, que se replican en el almacén, en el lugar de trabajo, en el colectivo, en el café o en la cena familiar. El poder que otorga el control remoto falla de nuevo: nadie ofrece otra cosa, otra noticia, otras informaciones. ¿No pasa nada más?

“Cuando se trata un solo tema es porque es el que tiene un impacto en la opinión pública que trasciende al de la agenda, es el que mide en rating más que cualquier otro. Generalmente, todos los canales siguen con el tema las 24 horas, incluso los canales de aire. Lo más extraño es que en estos casos sólo miden esos temas.

Cambiar de tema ‘echa al público’”, explica el productor ejecutivo de C5N. Su colega de CN23 advierte, no obstante, que ese tratamiento maratónico carece, muchas veces, de un tratamiento responsable y en profundidad por que “una información dada por cierta en un canal termina replicándose en los demás sin haber chequeado sus fuentes antes. Pareciera que ser el primero en dar la noticia sobre el paradero de un cuerpo, es más importante, que investigar criteriosamente por qué sucedió el hecho”. El poder está en los espectadores que, vaya paradoja, no pueden hacer otra cosa que ver ese tema que mide más que cualquier otro, pero que es, en su mayoría, información descartable. “Hoy decimos que la comunicación es un derecho humano, no una mercancía. Pero mientras a nadie se le ocurre delegar la administración de justicia en un grupo de empresas privadas con fines de lucro, con el ejercicio del derecho a la comunicación permitimos que eso pase todos los días”, propone Badenes. Estamos en problemas.

¿Qué ves? ¿Qué —de todas las cosas que suceden a diario— es noticia?

La pregunta sólo se puede responder seguida de un “según para quien”. Las diferentes miradas de la realidad sólo pueden ser entendidas si se analizan los ojos que las realizan. Por eso, la agenda social, política y económica que manejan los medios de comunicación comerciales no es “lo que tenés que saber”, sino “lo que tenés que saber según ellos”. “La de los medios comerciales es la noticia del mercado. Para nosotros, la información es un servicio y un derecho que abre las puertas de muchas luchas”.

La reflexión llega de quienes hacen La Garganta Poderosa, una revista que es, entre muchas tantas otras cosas, la demostración de esos otros ojos y, por ende, miradas. Otra agenda.

“Los medios autogestivos, independientes expresan muchísimas veces esas otras agendas que existen. La noticia que venden los medios comerciales no tiene nada que ver con aquellas”, amplían los comunicadores que hacen La Garganta, una publicación que nació como iniciativa editorial de 15 asambleas de barrios y villas porteñas. En ellas se definen sus contenidos, sus integrantes conforman las cooperativas que la distribuyen.

Unos y otros, comunitarios y comerciales, mal llamados chicos y grandes, alternativos y masivos, por obra y gracia del sistema capitalista que vive por y para la ganancia, “son dos modos totalmente distintos de usar la misma plataforma: un medio de comunicación. El comercial va de la mano de todas las estrategias comerciales: vos podés hacer negocio con el periodismo, con la salud, el sexo o lo que se te dé la gana y seguirá siendo un negocio.

Para nosotros es otra cosa”, sentencian los poderosos. Desde su nacimiento, la revista es para quienes la hacen un medio de lucha “por la urbanización, los derechos humanos, contra la violencia institucional, por la igualdad en todos los ámbitos”. Es su voz potenciada la que sale de los límites de los barrios en forma de miles de pliegos repartidos por todo el país. En septiembre pasado, Kevin, un nene de 9 años murió en Zavaleta —el barrio en donde está instalada la redacción de La Garganta—. Lo asesinaron a Kevin. Uno de los más de cien balazos que se tirotearon dos bandas de narcos en las narices de las fuerzas de seguridad que amedrentan a los vecinos del barrio desde hace tiempo se le incrustó en su cabeza. El hecho comenzó a oírse y a verse en los medios comerciales cuatro días después, por el empuje de la revista y la combinación del poder de internet y las redes sociales.

“Nos mataron a Kevin y como a él a un montón de pibes.

Perdimos a otros tantos vecinos porque las ambulancias no entran al barrio o las camillas no pasan por un pasillo. Todo eso puede perpetuarse, mantenerse, naturalizarse en barrios ubicados a muy poquitas cuadras de las oficinas de los principales canales de televisión porque históricamente las causas de esas muertes fueron invisibilizadas”, señalan. Las pantallas de TV mostraron sin interrupción la puerta del edificio donde vivía Ángeles Rawson, la adolescente palermitana asesinada cuyo cuerpo fue encontrado en el Caemse. De Kevin hablaron un par de días y sin escarbar demasiado en razones, causas, contextos.

El asesinato Rodrigo Arancibia, de 14 años, que murió en circunstancias similares hace dos semanas, nadie habló.

Una y otra mirada, unos y otros motivos. Noticias diferentes.

Otra realidad. “La Garganta es un medio, y un medio no es un fin.

Clarín y La Nación son un medio para concentrar riquezas, poder.

Para nosotros, La Garganta es un medio hacia la urbanización, que nos permita que haya ambulancias, seguridad en los barrios”, explican quienes la hacen porque la viven. Ellos hablan de “tomar” con sus propias manos la voz de sus asambleas para “construir” junto a otro montón de revistas hermanas “una alternativa de comunicación justa y también necesaria”: “Hay que democratizar la comunicación por lo que nos toca a nosotros, sino también por los que habitualmente consumen los medios que venden información, que venden realidades”.

“La información es un derecho que abre las puertas de muchas luchas.”

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La mordaza económica Por estos días, un abogado está escribiendo palabras y palabras y más palabras para explicar no sólo que el contenido de la revista Barcelona no tiene la intención de ofender la intimidad de ninguno de los personajes parodiados en sus páginas sino, sobre todo, que la demanda con la que Cecilia Pando insiste en cagarle la vida a quienes hacen esa publicación, de más de una década de existencia, es en realidad un ataque a la libertad de expresión. El juicio que la defensora acérrima de los derechos de los genocidas de la última dictadura cívico militar les hizo a los responsables de la revista por “daño moral”, y en el que pide 70 lucas de resarcimiento —pobrecita— se encuentra en etapa de alegatos. “Más allá de la guita, este tipo de demandas intentan que uno deje de publicar lo que está publicando”, despejó la directora de Barcelona, Ingrid Beck.

La contratapa de Barcelona número 193, de agosto de 2010, mostraba un fotomontaje de una mujer en situación sadomasoquista con la cara de la Pando anclado a frases como “Las chicas quieren guerra antisubversiva”, “Pando se encadena para vos”, “Apropiate de esta bebota”. La decisión editorial de aquel número llegó luego de que la pro-genocidas efectivamente se encadenara al Edificio Libertador (sede del Ministerio de Defensa) para reclamar libertad y (o, en todo caso) mejores condiciones de detención para los represores que estaban presos por violaciones a los derechos humanos. “Pando se expuso públicamente. Nosotros parodiamos es exposición, no nos metimos con su privacidad porque no nos interesa”, apuntó Beck.

Entonces, una medida cautelar presentada por Pando terminó en la quita de circulación de esa edición. Pero la “bebota” siguió llorando “daño moral” y pidió 70 mil pesos en concepto de pañuelo. Tras una audiencia de conciliación trunca en el juzgado en lo Civil número 108 llegó el juicio. Los responsables de la publicación autogestiva e independiente (no como TN, sino verdaderamente independiente) confían en que esta instancia del proceso se resolverá a su favor, pero recién lo sabrán los primeros meses del año próximo. Una sorpresa en su contra significará el cierre de la publicación. Ni Barcelona ni ningún medio que, como ese, se la banca solo sin más compañía que los de su clase en un mar copado por las grandes empresas, puede aguantar ese golpe económico, que es mucho más que eso.

En ese sentido, Beck le ve el lado positivo a la situación: “Sale a la luz un debate que es interesante. A pesar de que no existen los delitos penales de calumnias, injurias o el desacato, hay quienes avanzan por el lado civil. Si esas amenazas salen a favor del demandante implican el cierre de los medios independientes y una mordaza a los periodistas. Porque si son medios comerciales pueden arreglar económicamente”. El debate se nutrió de otro caso reciente: la Justicia decidió que Eduardo Feimann, la figura principal en la tarde de C5N, deba resarcir con 150 mil pesos a un grupo de dirigentes del Partido Obrero a quienes acusó de incendiar una formación de trenes en Castelar.

Es el primer juicio que Barcelona debe enfrentar por hacer lo que hace desde su nacimiento: parodiar las noticias que publican y emiten los medios de comunicación. “En más de diez años, desde la Presidenta hasta el Papa, parodiamos a todos. Pando es la primera que nos demanda”, remarcó Beck.

Barcelona se expresa desde la parodia. Entonces, la guita les caga la vida, pero el debate es otro: aquel que pone en el centro de la escena a la libertad de expresión, que claramente (también) se juega cuando hay demandas económicas. “Lo que hacen este tipo de demandas es intentar que uno deje de publicar. Nosotros acabamos de hacer una contratapa que tiene que ver con la demanda, no vamos a dejar de hacer el periodismo que hacemos. Pero hay otros periodistas que se pueden ver afectados y terminan dejando de hablar”, apuntó la directora de la Barcelona.

“A nadie se le ocurre delegar la administración de justicia en un grupo de empresas privadas con fines de lucro; con el ejercicio del derecho a la comunicación pasa todo los días.” BADENES A desalambrar Apaguemos la tele. Paremos la pelota. La crisis en la que está sumergido el periodismo “hegemónico” no es nueva. No obstante sus síntomas presentan niveles de visibilidad inéditos. Desde hace tiempo que el ejercicio ingresó en un laberinto de autoanálisis y descrédito en el que no sabemos hasta cuándo seguirá atrapado.

Mientras tanto, chorros y chorros de letras se volcaron en formatos analógicos y digitales para intentar explicar esa tan mentada agonía de “los medios”, los cuales lejos de perecer, subsisten y se transforman.

Las nuevas tecnologías, internet y el intenso flujo de la información detonaron en mil pedazos las prácticas tradicionales del oficio, forzando nuevas lógicas al ritmo fordista del establishment.

Así, el paradigma de la concentración cedió y la dispersión instaló nuevos modos de pensar la comunicación. “Hoy queda obsoleto eso de hablar de medios ‘grandes’ y ‘chicos’, ‘oficiales’ o ‘alternativos’, ‘comerciales’ o ‘comunitarios’”, señala Sergio Ciancaglini, editor del periódico Mu y cofundador de la cooperativa Lavaca, que

En medio de esta batalla cultural, aclaremos por si es necesario, las reglas como de costumbre las sigue imponiendo el mercado. publicó el libro Sobre el fin del periodismo y otras buenas noticias. Y continúa: “Los viejos lenguajes no hacen más que legitimar antiguas fórmulas. Las categorías conforman moldes y limitan el análisis del escenario actual a un menú de opciones preestablecidas.

De todas formas, si la tendríamos que catalogar de alguna manera, la batalla simbólica hoy se dirime es entre ‘Muchos’ y ‘Pocos’”.

La balanza se inclina depende de dónde se ponga el ojo.

Los ‘Pocos’ son los de siempre, los conocidos por todos. Los ‘Muchos’ se nos escapan de las manos; forman parte de un universo infinito, que pisa cada vez más fuerte ante los devaneos del sistema mediático actual.

Los medios de comunicación popular, en este nuevo escenario, han sabido ganar lugar y poder de incidencia desde distintos rincones del país. Su llegada al público está anclada en su propia creatividad. También está atada a sus ideas, al esfuerzo, a la forma de reflejar lo que pasa a su alrededor, superando la lógica con la que se ejerce el oficio hoy: la lógica publicitaria. Desde televisoras, radios, periódicos, páginas web, revistas; en forma de cooperativas, agencias, movimientos sociales, artísticos o culturales, estos proyectos ofrecen —según Natalia Di Marco, de Radio Zumba la Turba de Córdoba, integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA)— “una concepción distinta no sólo del trabajo y la producción informativa, sino de la vida: este tipo de iniciativas resulta más valiosa para el público a la hora de entender el presente, el pasado y el futuro de cada una de sus comunidades y de la sociedad en general”. *A ver, una propuesta, lector: póngase a leer una nota que aborde el tema del levantamiento de la Policía y la viralización los saqueos en

Córdoba o Buenos Aires en cualquiera de los “medios nacionales” —no importa la bandera ideológica que detenten ni de la vereda de la que se paren— y después haga la comparación con cualquier medio de comunicación de los mal llamados alternativos. ¿Qué diferencia nota?

Una pista: “Como lector, hay que hacer una análisis transversal de tres o cuatro notas de medios comerciales para saber en realidad cuál es el transfondo de la noticia y qué están vendiendo en realidad. Esto no pasa sólo en las secciones de política o economía, también pasa en espectáculos y deportes, por ejemplo. En todo se impregnó el negocio. La operación, la censura, la búsqueda de prebendas, la propia extorsión son maniobras recurrentes del capitalismo mediático que llena tapas, radios y horas de pantalla, y eso mata al periodismo… ése que busca revitalizar cualquier medio social de comunicación”, afirma Ciancaglini.

La diferencia en esta ecuación no pasa sólo por el fondo sino por la fórmula y el estilo de ejercer el derecho a la información. Mientras unos no pretenden trastocar el status quo del actual sistema mediático; los otros buscan recuperar la esencia del oficio o pensar de cero nuevas lógicas de comunicación. Ahí radica la tensión.

Por eso el periodismo se encuentra frente a una encrucijada.

El cerco y el horizonte En medio de esta batalla cultural, aclaremos por si es necesario, las reglas como de costumbre las sigue imponiendo el mercado.

Ahí, entonces, es donde ingresa al análisis el rol que posee el Estado a la hora de contraponer la lógica de servicio de los medios de comunicación versus la lógica del lucro de la economía. Por ahora

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Los medios de comunicación popular, en este nuevo escenario, han sabido ganar lugar y poder de incidencia desde distintos rincones del país.

“Los medios de comunicación populares tienen una concepción distinta no sólo del trabajo y la producción informativa, sino de la vida: son valiosas para entender el presente y el futuro.” DI MARCO no se ha torcido la tendencia. A cuatro años de la promulgación de la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual, la AFSCA otorgó 997 licencias para radio, televisión abierta y cable, de las cuales un 78 por ciento (778) fueron para el sector privado y un 22 por ciento (219) para el sector público (estatal o no estatal).

Si hilamos fino queda claro que para alcanzar la democratización del espectro aún falta demasiado: de las licencias entregadas, sólo 79 correspondieron a entidades privadas sin fines de lucro (un 8% del 33 que resguarda la ley); de esas, 44 fueron para cooperativas de servicio público de televisión por cable y apenas 30 para asociaciones civiles, fundaciones, bibliotecas por frecuencias de FM. Las televisoras y radios de la RNMA, mientras, siguen a la espera de ser integradas por la nueva legislación que, supuestamente, las ampara.

Durante el 10° Encuentro Nacional de Comunicación Popular y Alternativa realizado en octubre pasado en la Ciudad de Buenos Aires, la RNMA denunció el “incumplimiento” por parte la AFSCA en la elaboración de un plan técnico que permita conocer qué cantidad del espectro radioeléctrico está siendo utilizado y qué porción se encuentra vacante para adjudicar. “Hoy es casi nula la aplicación de cada una de las normas que involucran al sector, algo que se agrava con la falta de reconocimiento, legalización y autorización de las radios y las televisoras, que sin aval del Estado no pueden concursar para la obtención de licencias. De este modo se profundiza aún más la desigualdad en un sector ya bastante concentrado”, resalta Di Marco. Vaya paradoja, el discurso de la pluralidad de voces queda encerrado en una dialéctica llena de silencios y omisiones.

Por su parte, el sector de las revistas culturales también lucha por su reconocimiento legal. A través de la Asociación de Revistas-

Culturales Independientes (AReCIA) presentaron en el Congreso y en la Legislatura porteña la Ley de Fomento de Revistas Culturales Independientes y Autogestivas, “como una forma de saldar la deuda que mantiene con el sector la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. En los kioskos de diario también hay monopolios: “el Grupo Clarín compró tres recorridos, más de 300 puestos y controla el centro de distribución desde noviembre de 2011. Desde entonces se extendió una política de expulsión, que pretende decidir quién llega y quién no. También impone el techo de venta de cada publicación”, denuncian de AReCIA. En el terreno de la gráfica las revistas culturales son un actor fuerte. Según un informe realizado por AReCIA en base al registro de la Secretaría de Cultura, el sector posee una tirada de 350 mil ejemplares mensuales, con un readership de 1.400.000 lectores, y aporta en promedio a la industria gráfica 1.750.000 de pesos al mes. “Es un sector fuerte que ya está instalado como un actor de la comunicación”, acota Ciancaglini. Más allá de eso, aún luchan por hacerse un lugar. Por eso, agrupadas en una red de más 300 revistas de todo el país unen fuerzas y no se achican: crean nuevos nodos en cada provincia para poder organizarse.

Ante la presión del mercado y la posición del Estado, los medios populares empujan en busca de un cambio. “Ninguno tiene pautas de multinacionales o de grandes empresas, no son medios que hayan llegado a donde están gracias a nadie, salvo a sus propias ganas. No tienen edificio, capital, ni mecenas. Sin embargo están ahí al pie del cañón, con años de subsistencia, intentando contar lo que está pasando, haciendo periodismo contra todas las leyes del mercado. Así lograron instalarse, estar ante el público y crecer Hoy son toda una realidad”, cierra Ciancaglini.

COBERTURA/TEATRO

Las Boludas

LA CAMA E SINIESTRA

s diciembre y pasan dos cosas. Cumple años la democracia y las obras de teatro bajan de cartel. ¿Qué tienen que ver estos dos acontecimientos? Mucho. Otra vez, este año el teatro se encargó de hablar de lo propio. Y como en lo argentino hay un capítulo horrible que todavía no cicatriza, muchos dramaturgos y directores optan por escenificarlo para ver si de esa manera la herida se puede ir curando con más reflexión. Florencia Goldstein fue un ejemplo de eso. Luego de la búsqueda intensa de material para dos actores, la directora optó por Las Boludas, del escritor y dramaturgo Dalmiro Sáenz, que habla crudamente de la última dictadura militar. La pieza se vio hasta principios de diciembre en Espacio Urbano (Acevedo 460) y fue una de las más destacadas de la escena en 2013.

En Las Boludas los actores Iamna Chedi y Alejandro de Gasperi ― quienes ya habían trabajado juntos en Tal vez sea posible y en Ciudad en fuga― interpretaron sucesivamente a un policía y su amante en la actualidad, a una joven y su violento torturador durante el proceso, y a un cazador y una joven muchacha con sed de venganza durante los primeros años del siglo XX. Lo interesante ―quizás lo mejor de la pieza― es que esa transformación se dio frente a los ojos del espectador y no detrás de escena, que es cómo suceden los cambios de personaje en la mayoría de las puestas. El público pudo ver como Chedi pasaba de una ser mujer seductora a una aterrorizada, para luego volver a ser firme y decidida. En ella y sus personajes se notan más los cambios, ya que si bien el de Gasperi también atraviesa tres personajes, todos representan a una misma clase: la de los opresores.

Las boludas tuvo una recordada versión cinematográfica que protagonizaron Gerardo Romano y Sandra Ballesteros, y una puesta teatral en 2006, a cargo del director Guillermo Asensio (la poca in-

La controversial obra de Dalmiro Sáenz, con dirección de la joven Florencia Goldstein, habla de la asimetría del poder y la violencia en estrecha relación con la última dictadura cívico-militar.

PAULA SABATÉS

GENTILEZA DE PRENSA

LA PIEZA ES MINIMALISTA: ESTÁ REDUCIDA A LO ESENCIAL, A LA ACTUACIÓN. formación que hay del teatro de las provincias hace difícil saber si hubo alguna otra). Pero la de Goldstein poco tiene que ver con ellas.

Su versión es las más minimalista, si se quiere, la que más reducida estuvo a lo esencial, a la actuación, y la que más se despojó de elementos sobrantes tales como grandes decorados y múltiples vestuarios. Además de evidenciar el artificio teatral con las transformaciones en escena, la directora utilizó como única escenografía una cama doble, a la que ubicó en el centro de la pequeña sala. Según le dijo a esta cronista, encontró en el sexo una unión entre las tres parejas y por eso optó por este elemento significante.

Párrafo aparte merece el tratamiento de la violencia que hace la directora. Mientras muchos rehúsan y escapan de ella “suavizándola” con metáforas un poco más tolerables (como si la palabra dicha no fuera igual de fuerte que la agresión física…), Goldstein optó por llevar a fondo el mensaje de Sáenz. Así, en la puesta no faltaron gritos, súplicas desesperadas y hasta una escena de violación, aunque ésta se interrumpía segundos antes de que se consume el acto porque la directora consideró que de esa forma hacía pensar a los espectadores, y no solamente les provocaba el llanto. Si bien se agradece que la puesta vaya a fondo con el mensaje, por momentos todo se vuelve tan fuerte que se va en desmedro del objetivo primero: la atención del espectador está en el grito agudo y no en la actuación.

Más allá de que su impacto depende de la sensibilidad del espectador, las decisiones de Goldstein son acertadas. Las Boludas habla del poder y la violencia, de lo que sienten quienes la padecen y de cómo ese entramado separa en dos clases sociales: la de los débiles (Las Boludas) y la de los fuertes. Para convertir en acción un texto de esas características sólo se necesita el instrumento del hombre (su cuerpo y su voz), único ser capaz de provocar esas fuerzas de forma consciente. Goldstein entendió eso y su propuesta la ubicó como una de las directoras que en este nuevo aniversario de la democracia más se acercó a eso que muchos quieren: honrarla.

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Entrevista/Letras

Narrativa modelo ’80

¿Qué hay de nuevo, viejo?

Leonardo Sabbatella, Martín Castagnet, Mauro Libertella y Nicolás Correa son cuatro de los escritores con más destreza nacidos en los ochenta. ¿Serán algunos de los sucesores de La Joven Guardia? En estas páginas, la oportunidad de conocer qué piensan sobre las editoriales independientes, el mercado editorial, la academia, internet y la cultura pop.

JUAN IGNACIO SAPIA

NATALIA LUNA

I

maginemos que, con sólo algunos nombres, hay que dar cuenta lo que publica Random House o Planeta. Me parece que hay una de la actualidad de la literatura joven, emergente. Claro, será un cuestión de curaduría, o cuidado con el catálogo, o qué cosas eligen recorte caprichoso y subjetivo. Muchas veces la vitalidad de una traducir, qué cosas eligen publicar.

Nicolás Correa: ―El año pasado, la gente de la FLIA (Feria del Liobra tiene poco y nada que ver con la edad del autor. Sin embargo, hay algo en el orden de lo etario que tranquiliza. Por ejemplo, en bro Independiente y Autogestiva) planteó un cuestionamiento de los las antologías, que recortan a partir de la edad de los autores. “La lugares desde donde se construyen los proyectos independientes. edad es un dato biológico socialmente manipulado y manipulable. Hay como una indeterminación de lo independiente. Una falta de deEl hecho de hablar de los jóvenes como de una unidad social, de un finición. Además siguen existiendo problemas graves en cuanto a, grupo constituido, que posee intereses comunes, es una manipula- por ejemplo, la distribución. Igual nosotros, ¿qué leemos? Leemos ción evidente”, dice Pierre Bourdieu refiriéndose al campo literario. el libro independiente, el libro de proyecto. ―¿Creen que se puede superar esa brecha que hay entre lo indePero ¿qué tal si se toma como punto de partida las diferencias de un grupo? Es decir, indagar sobre escritores jóvenes, pero intentando pendiente y lo “masivo”?

M.L.: ―Dentro de esa distancia hay excepciones, cosas que se pueque sea lo más diverso posible. Y buscar, entre lo heterogéneo de las den colar y que funcionan en esos espacios que están destinados a propuestas, alguna coincidencia.

Por esta razón, entonces, buscamos escritores con estéticas di- otro público, que busca el libro de cocina, el libro del momento, el ferentes en sus textos, pero con una similitud: que hayan nacido en libro de biografía mediática, de mass media. Un ejemplo puede ser la década de 1980. Los elegidos fueron cuatro. Leonardo Sabbate- El viento que arrasa, de Selva Almada, que permite lecturas múltilla (1986), autor de El modelo aéreo, una novela inclasificable que a ples, y también fue muy bien recibido. Quizás haya un yacimiento de lectores, incluso en los lugares partir de dos muertes despliega donde en principio no les inteun elenco de personajes e indaresa circular a esas editoriales. ga en sus intimidades; Martín “APRENDIMOS DE LA TELEVISIÓN. AHÍ TUVIMOS MUCHA M.C.: ―La pregunta es: ¿PodeCastagnet (1986), responsable LECTURA, PORQUE AL FIN Y AL CABO. UN ESCRITOR LEE mos conformarnos con que haya de Los cuerpos del verano, donde un campeón, por así decirlo, que construye un futuro distópico, un LAS SERIES, NO LAS VE.” CASTAGNET se elige cada año? Como algumundo en el que internet se erige na vez fue Las teorías salvajes o como puente digital entre los vivos y los muertos; Nicolás Correa (1983) autor de Súcubo, una novela Bajo este sol tremendo, es un solo libro que se despega del resto. Me que utiliza el género terror para explorar la identidad barrial y los parece muy contradictorio que tenga tan poco espacio en los suplepersonajes demonizados socialmente; y Mauro Libertella (1983) que mentos culturales mainstream, en las ferias mainstream, cuando en Mi libro enterrado narra la muerte de su padre Héctor y explora después pareciera que es lo único que se está leyendo.

M.L.: ―Es cierto que existen esos casos. Es un poco inexplicable las resonancias emocionales y literarias que tuvo en él este suceso.

A pesar de la variedad de temas, hay, además de la edad, un rasgo porqué algunos libros de editoriales independientes hacen como un que unifica a los cuatro entrevistados: todos publicaron sus libros en salto y se empiezan a reimprimir. Supongo que la crítica un poco ayudará la presencia en los medios, pero nunca se sabe si eso deeditoriales independientes. ―Mansalva, Factótum, Wu Wei y Mardulce. Los cuatro publicaron termina algo o no. Igual, tampoco creo que publicar en una editorial sus libros por sellos independientes. ¿Cuál es el lugar que ocupan grande te asegure una repercusión amplia y muchas ventas.

Entre el trabajo de escritores jóvenes pueden establecerse alestos sellos en el mercado editorial actual?

Mauro Libertella: ―Como lector, creo que lo bueno de las edito- gunos núcleos estéticos, algunos elementos en la manera de nariales independientes, además de que publican autores jóvenes o rrar que permiten, de manera amplia, agruparlos. Por ejemplo, en libros que por ahí las otras editoriales no, es tienen atrás un nom- la obra de Selva Almada, Iosi Havilio y Hernán Ronsino se lee un bre, un editor. Aunque no sepa quién es el autor, o de qué va el libro, “realismo folk”: los personajes están atravesados por una violencia, tengo confianza en la lectura del editor. De algún modo sabés que implícita o explícita; y la trama transcurre en geografías alejadas de esos libros que encontrás, que no sabés quienes son los autores, los ámbitos urbanos. Los tres se corren del mapa narrativo habitual.

Otro ejemplo puede ser la literatura autobiográfica desde la perstienen la lectura de ese tipo atrás, tienen ese aval.

Martín Castagnet: ―Me parece que hay un circuito bastante dife- pectiva de los hijos de desaparecidos. Laura Alcoba, Mariana Eva renciado entre lo que está girando en las librerías boutique y el resto Pérez y Félix Bruzzone, aunque este último alejado del realismo, de las librerías, que generalmente son cadenas. Es medio estúpido escriben desde la memoria y la identidad. ―¿Notan alguna problemática particular o alguna temática que que esté tan separado, porque de alguna manera, los sellos emergentes, evidentemente, no pueden acceder a las grandes cadenas, se repita?

M.L.: ―Ahora no es necesario, como antes, resaltar tu posición entonces se quedan en el circuito de las librerías boutique, y un par de librerías más. Si tomamos como parámetro lo que se habla en- en la obra de modo tan programático y militante. En generaciones tre los escritores e inventos como las encuestas del Suplemento Ñ, anteriores vos escribías algo y tenía que estar muy claro de qué palo sobre los mejores libros, o el premio de Eterna Cadencia, son todos eras, y contra que estabas escribiendo; qué tipo de literatura tenías libros publicados por sellos emergentes. El problema que tienen de atrás. Ahora salen textos que se pueden leer desde la tradición litedistribución hace que solamente se lo pueda leer en este circuito raria autónoma, o no; textos que no sabes si son ficción o realidad y que no importa, que los límites están un poco más borroneados y muy chiquito de gente.

Leonardo Sabbatella: ―Hay como cierto cuidado, cierto interés que se pueden leer como ficción o como realidad y da lo mismo, es entre las editoriales independientes por lo que publican, que es lo igual, no importa.

M.C.: ―Para mí sí hay algo en común entre las temáticas que que podríamos ver como principal diferencia con los grupos, con

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aborda narrativamente la gente de mi edad. No estoy diciendo que antes no haya estado, porque sería un ignorante; pero sí veo, más que nada en autores nuevos, en sellos emergentes, una irreverencia sobre cómo se trabajan los géneros, pero en el mejor de los sentidos posibles, que es tomar de todos. No de no tomar y descartar uno, o no elegir ninguno y quedarse con un realismo chato, sino tomar un poco de todos. ¿Puede que sea una influencia de la televisión? De alguna manera creo que de donde más aprendimos fue de la televi-

“AUNQUE HAY MUCHO CLIENTELISMO EN INTERNET, HAY ALGUNOS INTENTOS INTERESANTES DE CRÍTICA AISLADOS QUE MANTIENEN LA ESPECIFICIDAD Y EL RIGOR.” CORREA sión. Creo que ahí tuvimos mucha lectura, porque es lectura, al fin y al cabo. Un escritor lee las series de televisión, no las ve.

La capacidad plástica de trascender un formato, de atravesar los géneros, puede leerse en la obra de Libertella, Sabbatella, Castagnet y Correa. El modelo aéreo toma elementos del género policial, se desencadena a partir de dos muertes misteriosas. Sin embargo, la novela evoluciona, deja atrás ese estado inicial y explora los mundos íntimos, la cotidianeidad de los personajes. El terror, que parece ser la variable que predomina en Súcubo, se corre a un lado: el libro de Correa permite una lectura política, y también de identidad, una indagación sobre la identidad barrial. Lo mismo sucede con Los cuerpos del verano, la novela de Castagnet, que puede leerse como ciencia ficción, como un retrato de una familia neurótica, o como una ficción de los cuerpos y su deriva. O Mi libro enterrado fluctúa entre lo la no ficción, la autobiografía y el relato testimonial.

“La mitad de mi novela la robé de Evangelion; la otra, de Hayao Miyazaki”, admitió Castagnet en una entrevista. De igual manera, en la novela de Sabbatella se leen algunas referencias a Las alas del deseo, la película de Wim Wenders. ¿Se puede pensar que existe una apropiación de obras ajenas a la literatura? Es innegable la influencia de las series (y de la producción audiovisual) en cómo concebimos la narrativa. Como un feedback, la literatura actúa sobre las películas y, al mismo tiempo, recibe influencias. Pero, ¿de qué manera aparece este material en la literatura? ―Por fuera de la literatura, ¿qué incorporan al momento de escribir?

M.L.: ―El cine, principalmente, las artes visuales. Siento que me influyeron esos dos campos. Cuando gente de nuestra edad escribe y se topan con otros objetos culturales, hacen una lectura más de robo, o de desciframiento. Así las influencias pueden ser múltiples, pero en mi caso marcaría esos dos campos. El cine, la composición de imágenes, de movimientos, de texturas.

M.C.: ―Mi influencia es el anime, tanto series como películas. La animación tiene una libertad que me influenció mucho. El buen anime, que admiro, es universal: lo puede ver tanto un adulto como un niño.

N.C.: ―En mi caso también el cine, pero además la música. Cuando trabajo en un texto busco una música hasta la que la encuentro, y a veces encuentro primero la música y ahí empiezo. Y con el cine pasa lo mismo, es algo que te atraviesa todo el tiempo. Y en ese sentido, está bueno robarles a los músicos, robarles a los compositores.

Para Libertella, internet es una de las razones de esta superposición entre ficción y realidad: “Todos vivimos en internet, que es la realidad y a la vez no; es pura ficción y a la vez pura realidad. Quizás

internet hizo eso, estallar un poco los limites más grandes entre un mundo y otro”.

Por otro lado, Internet permitió también la aparición de nuevos actores en la discusión literaria. Todo el mundo puede abrirse un blog y ejercer, de manera más o menos profesional, la crítica literaria. ¿Esto conlleva un cambio de paradigma, un debilitamiento de la figura del crítico como dueño del gusto literario?

M.C.: ―Con internet, hay una cantidad increíble de críticas, de reseñas, de espacios. Ahora, me parece que es increíblemente pobre el nivel de lecturas que ofrece, es tan breve que se puede decir muy poco. Y termina siendo un catálogo de gustos.

N.C.: ―Hay algunos intentos interesantes de crítica aislados o que van por fuera de la academia y que mantienen la especificidad y el rigor. Igual, son los menos. En cuanto a la falta de rigor de lectura, eso es cierto. Además, hay mucho clientelismo, digámoslo.

M.L.: ―Me parece que la crítica de los blogs es tan válida como la de los diarios. Te das cuenta de que hay blogs que hacen cosas que no se pueden hacer en los diarios, y eso es el gran plus de los blogs.

Después, una reseña cortita que es igual a la de los diarios está bien, pero es lo mismo que un diario. Supongo que lo bueno sería que en los blogs se hicieran cosas que no se pueden hacer en los diarios, justamente porque es gratis.

M.C.: ―Hay una parte que sí les pertenece a los escritores: cuando finalmente llega una crítica negativa con argumentos, se la toman mal. Por un lado, los críticos creen que les hacen un favor a los escritores, que muchas veces son sus colegas escritores, al perdonarles la vida. Y por otro lado, cuando finalmente hay una crítica, con argumentos, no las aceptan. Entonces eso termina quedando en un círculo vicioso.

M.L.: ―Si uno está lo suficientemente seguro del libro que hizo, el libro se defiende solito. Si salgo yo a defenderlo, estoy mostrando sus falencias, las costuras, los agujeros que tiene.

Durante la entrevista, Sabbatella desliza una pregunta: “¿Cuál es el escritor más joven dentro del recorte crítico académico?”. Los nombres que aparecen (Hernán Ronsino, Leonardo Oyola, Gabriela Cabezón Cámara) son escasos y se muestran estrictamente como excepciones. En este punto, los entrevistados coinciden: al momento de incorporar nuevos escritores al canon, la academia atrasa.

“Lamentablemente, para que incluyan a un autor en el canon académico, se tiene que morir, o tienen que pasar veinte, treinta años”, cuestiona Correa.

M.C.: ―Es vieja, la crítica académica es vieja. Es un reloj que atra-

“LA CRÍTICA ACADÉMICA ES VIEJA. ES UN RELOJ QUE ATRASA.” CASTAGNET sa. Tenemos que esperar 20 años para que llegue a lo que se está escribiendo ahora. Igual, siempre hay, siempre aparecen excepciones, que si bien merecen la mención, no se las puede considerar más allá de casos aislados.

M.L.: ―También hay autores con una obra como más propensa a ser leída académicamente. Aira, por ejemplo, que es muy abordable desde muchos lados y hasta él mismo te da como los aparatos para leerlo.

N.C.: ―Creo que las excepciones que aparecen no forman parte de un programa deliberado, sino que aparecen como un gesto, como para decir “mirá, te pongo un pendejo”. Es más una pose, un guiño de la academia para aparentar que lee lo que se escribe ahora.

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COBERTURA/MÚSICA

Los Rusos Hijos de Puta

Hermanos lisérgicos del punk rock Arriba del escenario, generan una onda expansiva que golpea de principio a fin. Canciones rabiosas, toques de psicodelia y algo de pop forman parte del repertorio que ofrece esta banda que integra el mapa alterno nacional.

Nahuel Gomez

E

nvuelta en un vestido casi tan blanco Ala como su piel, Luludot Viento (“La Rusa”) vende entradas en la puerta del pub palermitano Águila Marquee (Gorriti 5813) desde temprano. Charla con los asistentes, saluda a los amigos. Se muestra serena. Algo quieta.

Siendo casi la medianoche —después de la presentación de los muchachos de Menem y antes de que Paula Maffia subiera con La Cosa Mostra—, Julián Desbats (“El Ruso”) en guitarra y voz, Santi Mazzanti en bajo y Flor Mazzone en batería, pisan el escenario junto a Luludot (voz y teclados) para presentarse como Los Rusos Hijos de Puta. En ronda se arengan, como en la previa de cualquier juego de equipo. Y a partir de eso, se comen la cancha. “Sólo están sintiendo el Los Rusos… son de lo que no que eso no pasaba?” hay. En esencia, se muestran como un manifiesto anti-shoegaze: lejos están de interpretar canciones susurrando y con la cabeza mirando a sus pies. Prefieren generar una onda expansiva que golpee del principio al infinito. Encaran al que los oye con la frescura del movimiento sónico noventoso; la libertad inmediata de la pepa y esa energía que nos dejó el punk. Todo en ellos es para afuera.

Julián agita, se tira al suelo cuando el ruido orgásmico de su guitarra lo pide. Calzas rojas, remera naranja con calaveras y una actitud punkrockera que te escupe en la cara visten de nuevo a Luludot. La rubia salta y hace pogo con el público. Lo mira fijamente, eleva su voz hasta desgarrarla y le pone fichas al juego de seducción. Sólo están sintiendo el rock, pero ¿cuánto hacía que eso no pasaba? ¿Qué lugar ocupan las bandas explosivas en el indie hoy? ¿Alguien puede pensar en Iggy & The Stooges?

Unos cuantos gritos salvajes de la blonda salvan al público del hastío que provoca la calurosa noche del jueves de noviembre y con ellos da inicio a “Castaneda”, un buen guiño a las andanzas chamánicas del antropólogo e ídolo yonki, Carlos Castaneda. “Es un viaje/ serpiente

Federico Moscoso Feuillade soy, águila fly/ Nubes bajan/ todo despierto, sensacional”, canta Luludot, con sus ojos bien abiertos y la mirada perdida. “El ruso” Desbats narra la historia de “Carmelo”, y continúa con la línea lisérgica: “Te acordás, Carmelo, cuando estábamos de pepa…”, irrumpe junto a una línea de bajo. “Hi-jos deputa, hi-jos deputa”, corea la barra enardecida de Los Rusos, mientras el grupo irrumpe con el tema donde Luludot confiesa que le gusta mucho una nena: “Fancy”. Sigue el sonido western de “Me caen todos mal menos mi novio”. Culmina esta parte y la frontwoman pide a los gritos que suban las luces azules para hacer sonar una tanda de cinco temas inéditos. rock, pero ¿cuánto hacía En el primero, calman a las fieras con un inicio algo más pop y lento que lo que venían haciendo; en el segundo viran hacia la psicodelia, donde los teclados de la rubia predominan; y finalizan el set de canciones no incluidas en Hola —primer y único EP de la banda, lanzado en febrero de este año— volviendo con tres canciones más rabiosas, con la guitarra de Desbats al mando. A esta altura, lo de estos hijos de puta gusta mucho, es excitante, tanto que, Paula Maffia, escabullida entre el público, les grita: “Me los cojo a todos”.

“Somos todos bebés adentro de un útero re caluroso”, dice Julián Desbatas para dar pie a los primeros acordes de una versión al palo de “Tu mami”, ¿el hit? de la banda. El video del tema es un mini éxito en la web. En él se puede ver a la vocalista corriendo y saltando semidesnuda en lo que parece ser un desierto. Tan “polémico” y “provocador” como para que Youtube te pregunte si tenés 18 años antes de ponerle play. ¿Un homenaje a “Tu papi no me quiere” de Los Brujos? Quizás sí. La influencia de los de Claypole, y de la movida sónica en general, es clave en muchas bandas de las que hoy componen el mapa alterno nacional y parece también estar presente en ese y otros temas de Los Rusos.

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CUENTITO Y AL PIE

FLIP BOOK ANA OJEDA *

L

ava el guardapolvo en soledad y se pregunta si dilapida agua. Lo ve girar del otro lado de la escotilla a la distancia, sentada en la mesa de la cocina, ella también sola. Las pequeñas olas espumosas chocan sin cesar contra el vidrio. El ruido, que ya no escucha por la costumbre y la rutina, es bastante fuerte en realidad y le impide seguir el programa de la Facultad de Medicina en Radio UBA. No lo siente, pero lleva el cansancio en el cuello. Se lo masajea con la mano, el codo hacia el piso, sin brío. Se imagina los ojos apagados, cenicientos. Elige dos sábanas blancas y las extiende con más rutina que cuidado. Cambia también las fundas. En la cabecera huele raro y pronto descubre por qué: una pequeña caja de bombones con corazón de fruta agoniza destripada sobre la alfombra, sucia sin remedio. La matanza ha sido atroz, sólo restos quedan que atestiguan lo encarnizado del vicio.

No lo piensa en absoluto porque todo es relativo, y también el iterativo lavado de los platos. Además, le gusta sumergir la derecha entre la espuma, garra de cóndor que aprieta para remediar angustias y tensiones, que saca burbuja para dejar la porcelana otra vez cristalina, versión tersa de la triste complicación que conlleva el comer. El estómago parece haberse desacostumbrado, pero no lo suficiente como para apagarse y causar el estallido final, tan esperado, fantaseado, deseado.

Le gusta gastar agua cuando lava; lo hace con culpa porque siente que deja en herencia un mundo desvastado a los hijos que nunca tuvo. No es demasiado tarde, de todas formas, si algún día la tortura termina, si vuelve a ser sola, si la libertad es, en verdad, como el primer día de primavera que viola suavemente la ventana mientras ella mira hipnotizada el espectáculo protegida por el vidrio, sobrecogida por la fuerza del sol, incapaz de felicidad a fuerza de olvido. La única manera de seguir.

Las cuentas se las saca de encima de un plumazo porque vive oprimida por la sensación de que el tiempo le falta, a pesar de que la campanada de las seis la encuentra siempre vagando por la yerma inmensidad del dos ambientes sin propósito ni destino. A veces se sienta también ella a desvestir lentamente su cerebro frente al televisor, proceso que le seca los ojos y la devuelve siempre a la niñez, a la casa con escalera de Directorio al 400, su padre altísimo y con el pelo renegro, elegante (“con las mismas pilchas de antes”), mano de obra empleada catorce horas por día seis días por semana, cinco bocas que alimentar, don, necesito trabajar. No es melancolía lo que siente, sino una vaga desorientación, como si no entendiera qué extraños recorridos la depositaron en ese comedor, en ese tiempo sin marca que nunca termina, que se encarniza desde hace una década, impiadoso, sin fin.

La farmacia es un paseo agradable. Le permite salir del departamento y sentirse útil. Nunca piensa si los demás viven lo

mismo que ella. Prefiere mantenerse en la ignorancia. A veces se esfuerza para generar comentarios banales para intercambiar algo más que dinero con las farmacéuticas, pero por lo general se mantiene callada. La conocen porque las recetas son siempre las mismas, periódicas. La compadecen, pero son prolijas: esperan a que haya salido para tocar madera y pedir en voz baja que Dios las libre y guarde.

Por las noches le gusta escuchar la radio en la cama, casi inaudible, como contrabandeando una costumbre que en realidad se gana con el esfuerzo cotidiano. Disfruta de los programas que enhebran angustiosos llamados de radioescuchas tan desesperados y conformes como ella, aunque también busca las emisoras de rock. Janis es una de sus preferidas y cada vez que engancha Cry, baby o To love somebody escucha sin saber ―por un momento― cuál de las dos es ella.

El silloncito rebatible está tan viejo que la mayoría de los resortes se le clavan en el cuerpo. Los años, crueles, naturalizaron el hecho de que duerme prácticamente bajo la mesa del comedor.

Cuando el sillón está cerrado, ella se ocupa de cubrirlo con pespuntes que teje en sus tiempos libres, por lo general, los fines de semana, cuando más sucumbe a la impresión de que la vida queda en otro lado, al que no la dejan entrar.

Los médicos van y vienen, pero el siniestro negocio de la salud no cambia. Al cáncer en la frente siguió un preinfarto. Luego hubo que intervenir para removerle dos uñas del pie derecho, que se habían podrido por afanosa obra de una onicomicosis desjarretada. Tres puntos en una muñeca a causa de un accidente doméstico y apendicitis, a su edad, para demostrar que nunca se deja de ser una niña. Así bromeaban ellos. Los administrativos de la salud la guiaban por los pasadizos que imponían autorizaciones y segundas opiniones con esos chistes a flor de labio, eligiendo ignorar su sufrimiento, su dolor. Sabían que en el momento que dejaran de intervenir eso que tenían entre manos dejaría de ser y, por lo tanto, también su propio sentido, su utilidad, en tanto apéndices de la enferma.

El 17 de mayo de 2012 la muerte digna se convirtió en ley. Mariela lo recuerda con claridad porque tres días después Nana tropezó y volvió a romperse la cadera en tres partes. Hacía tiempo tenía más de cien años y era como un árbol, un pequeño árbol marchito en mitad del comedor, perenne y en perpetua transfusión de televisión. Mariela compró el doble de calmantes que el administrativo de la salud indicó, presuroso y exacto, preparó una sopita de verduras y tendió una vez más la cama, con unas sábanas negras esta vez, le pareció lo adecuado. Acomodó las almohadas con delicadeza y bajó la persiana hasta que más que luz se coló un resplandor difícil de definir, una luz buena de poca intensidad. Desconectó el teléfono, salió sin hacer ruido y le dio dos vueltas a la llave.

* Ana Ojeda (1979, Boedo) es escritora, traductora, editora del sello 8vo Loco y una de las coordinadoras de la “Exposición de la actual narrativa rioplatense”. Tiene publicadas dos novelas: Modos de asedio (2007) y Falso contacto (2012), el libro de cuentos La invención de lo cotidiano (2013) y un libro de “género dudoso o indecidido”, Motivos particulares (2013).

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