Tras los espiritus libres por frank david bedoya

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Nota de Frank David Bedoya Muñoz sobre el diseño de la cubierta: Las pinturas de Bolívar, Nietzsche y Proust son de mi autoría. La fotografía de Fernando González es tomada de otraparte.org. La pintura de Freud es la célebre de Salvador Dalí. La fotografía de Michel Serres fue publicada por Gamma. Las caricaturas de Borges y Kafka son de Fernando Vicente y la de Estanislao Zuleta de Elkin Obregón.


Tras los espíritus libres

Frank David Bedoya Muñoz Medellín, 2012.


Índice

Prólogo…………………………………………………………………………………… 5

Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche…………………….. 6

De Nietzsche a Freud…………………………………………………………………. 14

Ensayo sobre la autenticidad y el valor de Mi Delirio sobre el Chimborazo.. 22

Carta de reproche a Fernando González, por su carajada de seguir insistiendo en Dios…………………………………………………………………… 32

Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida………………………… 36

Borges y Proust. O los tortuosos caminos de un escritor………………........ 50

Un diálogo con Franz Kafka………………………………………………………… 61

Michel Serres: el filósofo del Mundo…………………………………………........ 70


Prólogo

Mis íntimos amigos, mis íntimas amigas y una mujer que amo, me han señalado en distintos momentos, que si he querido escribir este libro es porque lo único que no he logrado ser hasta ahora, es precisamente esto: un espíritu libre. Tienen razón.

Hoy cuando se aproxima mi partida definitiva a la tierra natal del Libertador, cuando pondré a prueba lo que he escrito hasta este momento, he decidido reunir en un libro, los artículos que ya han sido publicados y leídos en distintos lugares.

Comienzo así una tercera etapa en mi vida, con el anhelo de ya no estar tras los espíritus libres y ser uno de ellos.

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Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche.

En El Anticristo Nietzsche planteó la siguiente cuestión: “Qué tipo de hombre se debe criar, se debe querer, como tipo más valioso, más digno de vivir, más seguro de futuro. Ese tipo más valioso ha existido ya con bastante frecuencia: pero como caso afortunado, como excepción, nunca como algo querido voluntariamente”1. Y luego agregó: “Se da, en los más diversos lugares de la tierra y brotando de las más diversas culturas, un logro continuo de casos singulares y con los cuales un tipo superior hace de hecho la presentación de sí mismo: algo que en relación con la humanidad en su conjunto es una especie de superhombre. Tales casos afortunados de gran logro han sido posibles siempre y serán acaso posibles siempre. E incluso generaciones, estirpes, pueblos enteros pueden representar en determinadas circunstancias tal golpe de suerte”2. Ese tipo más valioso, ese tipo superior, ese superhombre… ese golpe de suerte, ya lo tuvimos una vez en Suramérica, ese hombre fue el Libertador Simón Bolívar.

Hace muchos años, cuando había descubierto la grandeza de las vidas y obras de Simón Bolívar y Friedrich Nietzsche, -conocimiento que entre otras cosas decidió el rumbo de mi existencia-, escribí en un papel suelto estas palabras: “Antes de que Nietzsche creara el concepto de superhombre, ya había pasado por Suramérica uno: Simón Bolívar.”3 Mucho tiempo después conocí la obra de Fernando González, y tuve una gran satisfacción al encontrar que nuestro filósofo ya había dicho lo mismo: “Todas las ideas fundamentales de Nietzsche se encuentran en Bolívar, que fue muy anterior”4. Mi temprana afirmación era refrendada por Fernando González.

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Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Alianza Editorial, 2000, p. Ibíd., p. 3 Documento sin editar. Archivo personal. 4 Fernando González, Mi Simón Bolívar, Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, 2

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En Mi Simón Bolívar Fernando González escribe: “Bolívar lanzó el dardo de su anhelo más allá de Zarathustra. […] Bolívar en América es un fenómeno muy raro. ¿No fue, en el desespero, el precursor de Nietzsche, al ver la humanidad tan baja aún? […] En el Libertador existió la suprema ansia de libertad espiritual y la concepción del ascenso humano.”5 Y en el segundo volumen de esta obra, que quedó como un texto póstumo, sin editar, agrega lo siguiente: “Debo convivir con Bolívar, el que miraba la tierra como el campo para el hombre libre. Unos treinta años antes de Nietzsche predicó y actuó y luchó como superhombre” 6.

Simón Bolívar un espíritu libre. Nietzsche expuso la más amplia y bella definición de lo que es un espíritu libre en su libro Más allá del bien y del mal. Aquí voy a intercalar esta definición con algunas anotaciones sobre la vida de Simón Bolívar. “Hemos tenido nuestra casa, o al menos nuestra hospedería, en muchos países del espíritu; hemos escapado una y otra vez de los enmohecidos y agradables rincones en que el amor y el odio preconcebidos, la juventud, la ascendencia, el azar de hombres y libros, e incluso las fatigas de la peregrinación parecían confinarnos;…”7 Simón Bolívar fue aquel hombre que tuvo por herencia una de las mayores riquezas de la Venezuela de ese entonces; pudo ser un oligarca criollo y un terrateniente más, que no necesitaba ninguna revolución para sostener sus privilegios. Pero Bolívar decide, por el contrario, poner a disposición de la revolución todos sus bienes materiales hasta el punto de no dejar para él nada más que su honor y su gloria. Es bastante conocido, por ejemplo, el hecho de que su sueldo como guerrero, la mayoría de las veces, lo destinó para auxiliar a las viudas de la guerra. Todos los incentivos económicos que le pudieron haber llegado terminaron invertidos en las múltiples necesidades de la gesta de la independencia.

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Ibíd., p. Documento sin editar. Archivo Casa Museo Otraparte. Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza editorial, 2000, p

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Un ejemplo de comparación. Mientras que Santander pudo acumular durante toda la guerra una riqueza personal que antes no tenía, Bolívar perdió la riqueza que heredó de su familia y además todas las recompensas que pudo haber recibido por su oficio militar, en la misma guerra. Por otra parte, Bolívar nunca se quedó ligado a ninguna doctrina filosófica y política por más brillante que fuera; un hombre que leyó toda la teoría política y social del mundo antiguo y moderno, prefirió, antes que imitar o calcar algún pensamiento, crear su propia visión del mundo y proponer la creación de uno nuevo llamado Suramérica. Siendo hijo de la ilustración nunca terminó cegado, como muchos otros, proclamando al pie de la letra el liberalismo europeo, y aunque admiró profundamente la grandeza política de la antigüedad, se despojó de cualquier doctrina imperialista y autoritaria. “… estamos llenos de malicia -escribió- frente a los halagos de la dependencia que yacen escondidos en los honores, o en el dinero, o en los cargos, o en los arrebatos de los sentidos; incluso estamos agradecidos a la pobreza y a la variable enfermedad, porque siempre nos desasieron de una regla cualquiera y de su «prejuicio», agradecidos a Dios, al diablo, a la oveja y gusano que hay en nosotros, curiosos hasta el vicio, investigadores hasta la crueldad…” 8 Se ha dicho mucho que Bolívar era más peligroso en la derrota que en la victoria, en más de una ocasión estuvo en las más adversas circunstancias y, para el asombro de muchos, después de varias derrotas logró unos colosales resurgimientos. Todo el tiempo Bolívar indagó por las más variables características de la sociedad que él mismo estaba transformando; donde sólo había ignorancia y tiranía Bolívar forjó una revolución. Ya lo hemos dicho, Bolívar nunca se dejó cautivar por los honores o los cargos del poder, por lo que logró; pudo darle rienda suelta a la vanidad humana, y prefirió, con su acción y ejemplo, ser hasta su último aliento un guerrero de la libertad. “… dotados de dedos sin escrúpulos para asir lo inasible, de dientes y estómagos para digerir lo indigerible, dispuestos a todo oficio que exija perspicacia y sentidos 8

Ibíd., p.

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agudos, prontos a toda osadía, gracias a una sobreabundancia de «voluntad libre», dotados de pre-almas y post-almas en cuyas intenciones últimas no le es fácil penetrar a nadie con su mirada, cargados de pre-razones y post-razones que a ningún pie le es lícito recorrer hasta el final…” 9 En este punto, cedo la palabra al historiador John Lynch en su biografía de Bolívar: “Simón Bolívar tuvo una vida corta pero extraordinariamente plena. Fue un revolucionario que liberó seis países, un intelectual que debatió los principios de la liberación nacional, un general que libró una cruel guerra colonial. Inspiró a la vez devociones y odios extremos. Muchos hispanoamericanos querían que se convirtiera en su dictador, en su rey; mientras que otros lo acusaron de ser un traidor, y hubo quienes intentaron asesinarlo. Su memoria se convirtió en inspiración para generaciones posteriores pero, al mismo tiempo, también en un campo de batalla”10. Aún hoy unos le temen, algunos se empeñan en tergiversarlo o adaptarlo a sus necesidades, otros quisieran que desapareciera, otros le queremos… en todo caso, siempre que se estudia su vida en profundidad causa una conmoción. “… ocultos bajo los mantos de la luz, conquistadores aunque parezcamos herederos y derrochadores, clasificadores y coleccionadores desde la mañana a la tarde, avaros de nuestras riquezas y de nuestros cajones completamente llenos, parcos en el aprender y olvidar, hábiles en inventar esquemas, orgullosos a veces de tablas de categorías, a veces pedantes, a veces búhos del trabajo, incluso en pleno día; y, si es preciso, incluso espantapájaros, - y hoy es preciso, a saber: en la medida en que nosotros somos los amigos natos, jurados y celosos de la soledad, de nuestra propia soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día: - ¡esa especie de hombres somos nosotros, nosotros los espíritus libres!”11 Simón Bolívar libró victoriosamente una guerra larga y compleja, después de su ser guerrero, se convirtió en un fundador de naciones, luego sus pensamientos políticos, sus propuestas constitucionales fueron tergiversadas, desatendidas. Hombres ambiciosos y egoístas lo traicionaron, Bolívar tuvo el 9

Ibíd., p. John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p 11 Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza editorial, 2000, p 10

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poder para imponer sus ideas, pero prefirió la soledad, y murió como un Libertador. Quien estudie con juicio la historia, comprenderá cómo el hombre con mayor poder en Suramérica, por su coherencia libertaria emprendió el camino hacia la soledad.

Simón Bolívar un superhombre. Nietzsche enseña el superhombre en su magistral obra, Así habló Zaratustra. A continuación algunas ideas esenciales que explican al superhombre, por favor léanse pensando en el hombre Simón Bolívar. “Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo? […] El superhombre es el sentido de la tierra. […] Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso. […] Un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. […] ¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida! […] El hombre es algo que debe ser superado. […] Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida. […] El querer hace libres: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad. […] El espíritu libre, el enemigo de las cadenas. […] Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades”12.

Estas anteriores palabras se aplican exactamente a la vida y obra de Simón Bolívar, compáreselas con las siguientes propias del Libertador: “Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la Libertad de mi patria. La intención de mi vida ha sido una: la formación de la República libre, e independiente de Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado: ¡¡¡Viva el Dios de Colombia!!! […] Libertador o muerto es mi divisa antigua. Libertador es más que todo; y, por lo mismo, yo no me degradaré hasta 12

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, 2002, p.

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un trono. […] Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad; este amor me arrastra a olvidar hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas a pasar por tirano, y aun aparecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor es la de llevar el nombre de amante de la libertad. […] Habéis presenciado mis esfuerzos para plantar la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro”.13

Todo el devenir de la vida de Simón Bolívar fue una superación. La brega constante por hacerse un hombre libre, y por crear nuevos hombres libres. Uno de los legados más mal interpretados de la obra de Nietzsche es su idea del superhombre. En ningún momento se refería a una especie de superman, como vulgarmente se ha interpretado. El superhombre de Nietzsche se aleja profundamente de cualquier idea de fuerza bruta o de superpoderes. El superhombre es otra cosa muy distinta al hombre ambicioso de la vulgaridad moderna. El superhombre es una meta. El hombre que se supera a sí mismo. El hombre creador. El hombre sin Dios, que tiene que convertirse en un Dios mismo, dueño de su voluntad y artífice de su destino. Repitamos: antes de que Nietzsche hablara de un superhombre, en Suramérica ya existía uno.

Simón Bolívar un aristócrata. En Así habló Zaratustra, Nietzsche da una explicación esencial sobre qué es y qué no es un aristócrata: un alma noble. Nietzsche está hablando de una nueva nobleza. En primer lugar, aclara que esta nobleza no se puede comprar, no es una oligarquía burguesa del mundo moderno: “En verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los tenderos, y con oro de tenderos:

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Simón Bolívar, Bolívar visto por Bolívar. En:

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pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio” 14. En segundo lugar, advierte que tampoco es un nobleza hereditaria, pues no importa el lugar de origen, sino hacia dónde se va, cómo se supera el hombre a sí mismo: “¡Constituya de ahora en adelante vuestro honor no el lugar de dónde venís, sino el lugar adonde vais! Vuestra voluntad y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros mismos, - ¡eso constituya vuestro nuevo honor!”15 Y en tercer lugar, no una nobleza que se consiga por estar al lado de los privilegiados, por servirles a los poderosos. “En verdad, no el que hayáis servido a un príncipe - ¡qué importan ya los príncipes!” 16 En fin, no se trata de privilegios heredados, se trata de una elevación, de una superación humana.

Un aristócrata, en tanto que crea valores. Una aristocracia del saber, del arte, de anticipación al futuro. “!No hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia adelante!”17 En definitiva, un aristócrata, que no es un monarca que vive de privilegios heredados sin hacer ningún esfuerzo, ni un burgués moderno egoísta y ambicioso. No se puede confundir este concepto de aristocracia con las modernas oligarquías burguesas. Se trata de una cuestión de altura, de arte, de conocimiento. Se trata de una elevación humana. Para Nietzsche el aristócrata es aquel que debe permanecer dueño de sus cuatro virtudes: “el valor, la lucidez, la simpatía y la soledad”18.

Dicho lo anterior, se puede admitir que Simón Bolívar fue el primer aristócrata de Suramérica. Simón Bolívar tuvo el valor de renunciar a sus privilegios de clase para convertirse en un guerrero sin precedentes en la historia de nuestras tierras: tuvo el valor de convertirse en un fundador de naciones. Tuvo la lucidez, para discernir la realidad que quería transformar, léase su Manifiesto de Cartagena y su Carta de Jamaica. Tuvo la lucidez para proponer nuevos valores, léase su Discurso de Angostura y su discurso y proyecto de Constitución para Bolivia. Tuvo 14

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, 2002, p. Ibíd., p. 16 Ibíd., p. 17 Ibíd., p. 18 Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza editorial, 2000, p 15

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la lucidez para descifrar el ocaso de un viejo mundo y el nacimiento de uno nuevo, léase su vasta correspondencia. Tuvo la simpatía en vida, y aún después de muerto, para convencer a varias generaciones que la grandeza y la libertad en Suramérica han sido posibles y que pueden volver a hacerlo. Simón Bolívar estaba solo en un continente. El estudio de su heroica y trágica vida así lo demuestra. Un amigo nato, jurado y celoso de la soledad, de su propia soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día: - ¡esa especie de hombre fue el Libertador Simón Bolívar!

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De Nietzsche a Freud.

Friedrich Nietzsche sentenció el advenimiento de un nuevo hombre, y Sigmund Freud demostró que aquello era posible. Friedrich Nietzsche en su libro La ciencia jovial expresó: “Sigo esperando a un médico filósofo, en el sentido excepcional de la palabra —un médico que se dedique al problema la salud total de un pueblo, del tiempo, de la raza, de la humanidad— que tenga alguna vez el coraje de llevar mis sospecha hasta el final.”19 En el año 1900, cuando Nietzsche moría, un hombre llamado Sigmund Freud, estaba publicando un controvertido libro: la interpretación de los sueños; este hombre, sin lugar a dudas, sería el médico filósofo que esperaba Nietzsche.

Pero Freud nunca quiso ser un discípulo de Nietzsche, así reconociera la increíble afinidad entre sus obras. Freud eligió la independencia y se volvió un creador, un genio singular. Freud no era Nietzsche, Freud era Freud, he ahí, entre muchas cosas, su gran valor, su coraje. Al respecto de Nietzsche, Freud dijo contundentemente: “Me rehusé el elevado goce de las obras de Nietzsche con esta motivación conciente: no quise que representación-expectativa de ninguna clase viniese a estorbarme en la elaboración de las impresiones psicoanalíticas. Por ello, debía estar dispuesto -y lo estoy, de buena gana- a resignar cualquier pretensión de prioridad en aquellos frecuentes casos en que la laboriosa investigación psicoanalítica no puede más que corroborar las intelecciones obtenidas por los filósofos intuitivamente.” 20 “He leído a Schopenhauer tarde en mi vida. En cuanto a Nietzsche, el otro filósofo cuyas intuiciones e intelecciones coinciden a menudo de la manera más Friedrich Nietzsche, La ciencia jovial, Editorial Gredos, Madrid, 2009, p. 560. Sigmund Freud, Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, Sigmund Freud Obras completas Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, Tomo XIV, p. 15. 19 20

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asombrosa con los resultados que el psicoanálisis logró con trabajo, lo he rehuido durante mucho tiempo por eso mismo; me importa mucho menos la prioridad que conservar mi posición imparcial.”21 Esta renuencia al “elevado goce de las obras de Nietzsche” deja entrever que entre las obras de estos dos hombres existía una afinidad tan asombrosa, que un espíritu tan libre como el de Freud, se vio precisado a contener. Peter Gay, biógrafo de Freud, nos detalla más esta extraña situación: “Friedrich Nietzsche. Freud lo había leído cuando era un joven estudiante, y gastó una buena cantidad de dinero en sus obras completas a principios del 1900, año de la muerte de Nietzsche. Según le dijo a su amigo Fliess, esperaba «encontrar las palabras para lo mucho que sigue mudo en mí». Pero la actitud de Freud, con respecto a los textos de Nietzsche era que debían resistirse antes que estudiarse. Es sintomático que después de comunicar la compra de sus obras, de inmediato añade que todavía no las ha abierto. «Por el momento estoy demasiado indolente.» Como principal motivo de ese tipo de maniobra defensiva, Freud adujo su resistencia a dejarse distraer de su sobrio trabajo por «un exceso de interés»; prefería la información clínica que podría recoger durante un análisis a las intuiciones explosivas de un pensador que, a su manera personal había anticipado algunas de las más radicales conjeturas Freudianas.”22

Más contundente aún, el fragmento de una carta de un Freud ya viejo (tenía 75 años) a Lothar Bickel en 1931, que nos muestra Peter Gay en una nota al pie de página: “He rechazado el estudio de Nietzsche aunque en él iba a encontrar intuiciones muy similares a las psicoanalíticas.” 23

Sigmund Freud, Presentación autobiográfica, Sigmund Freud Obras completas Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, Ibíd., Tomo XX, p. 56. 22 Peter Gay, Freud, una vida de nuestro tiempo, Paidós, Barcelona, 1990, p. 70. 23 Ibíd., p. 71. 21

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Freud se distanció de las especulaciones filosóficas, para dar un sustento científico a sus investigaciones sobre el alma humana, y desde entonces, centenares de teóricos han discutido si el psicoanálisis es una ciencia, una pseudociencia u otro discurso filosófico más. En mi modesta opinión, el psicoanálisis es la unión de la ciencia y la filosofía en ese mundo moderno en que las ciencias humanas y las ciencias naturales, cada vez se distanciaban más. Pero mi intención en este momento no es abordar el problema del estatus del psicoanálisis. Lo que quiero señalar, es que Freud, a pesar de rehusarse a concebirse como filósofo, siguió teniendo siempre intereses filosóficos. Vuelvo a la biografía de Peter Gay: “A los cuarenta años, [Freud] recodando su juventud, le dijo a Fliess en 1896: «No tenía más anhelo que el de la comprensión filosófica, y ahora estoy en vías de satisfacerlo, al dirigirme desde la medicina hacia la psicología». Compartía los sentimientos de su amigo de Berlín, que parecía estar yendo en la misma dirección. En una reflexiva carta de Año Nuevo, escrita el 1 de enero de 1896, Freud le manifestó: «Veo que tú, dedicándote a la medicina como rodeo, estás alcanzando tu primer ideal, comprender a los seres humanos como fisiólogo, así como yo debo alimentar la esperanza de alcanzar mi meta original, la filosofía». Por enérgico que fuera el desdén que le inspiraban la mayoría de los filósofos y sus fútiles juegos de palabras, él mismo persiguió sus propias metas filosóficas durante toda la vida. Esta falta de coherencia es más aparente que real. Freud le daba a la «filosofía» un significado especial. A la manera de la Ilustración, consideraba que el filosofar de los metafísicos sólo conducía a las abstracciones inútiles. Se sentía igualmente hostil a los filósofos para los que la mente era sólo conciencia. Su filosofía era empirismo científico encarnado en una teoría científica de la mente.”24

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Ibíd., p. 149.

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De igual forma, una anotación más de su biógrafo que resulta muy significativa: “Cuando quería, Freud, el positivista y convencido antimetafísico, no vacilaba en citar a un filósofo como antepasado intelectual.”25

No solamente pueden encontrarse algunas coincidencias entre la obra de Nietzsche y el psicoanálisis, sino que podría demostrase que el propósito esencial de Nietzsche, de crear un nuevo hombre, que pueda aniquilar la concepción moral cristiana de la existencia y que instituya una transvaloración de todos los valores, encuentra una realización concreta en una nueva filosofía que puede derivarse del psicoanálisis.

El 2 de diciembre de 1930, Arnold Zweig le escribió a Sigmund Freud lo siguiente: “[…] Mis pensamientos siempre vuelven a tropezar con el tema de un ensayo que debería escribir acerca de la relación que existe entre usted y Nietzsche, en cuanto tenga tiempo para ello. Lo que yo saco en limpio de esta relación, es que usted ha hecho todo lo que Nietzsche sentía intuitivamente como deber, sin lograr, no obstante, hacerlo realidad con el mismo idealismo poético que Nietzsche alumbraba con su inspiración genial. El trató de dar forma al nacimiento de la tragedia, usted lo hizo en Totem und Tabu; él ansiaba un más allá del bien y del mal, usted ha revelado a través del análisis un reino al que, por lo pronto, esta frase se puede muy bien aplicar. El análisis ha revaluado para sí todos los valores, ha sabido superar el cristianismo, ha dado forma al verdadero Anticristo y ha liberado el genio de la vida ascendente del ideal ascético.

Ha reducido la voluntad de poder a aquello que es su verdadero fundamento, y es más; en cuanto a las cuestiones particulares acerca del origen idiomático de los conceptos morales, que tanto preocupaban a Nietzsche, el análisis ha planteado y resuelto el problema mucho más amplio e importante que reside en el hablar y 25

Ibíd., p. 182.

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pronunciar, en la asociación de ideas y en la comunicación. El espíritu logicista que él ha rechazaba por socrático, ha sido aislado en su condicionalidad y en su limitación respecto de los reinos conscientes, de un modo mucho más agudo y contundente por usted. Y gracias al hecho de ser naturalista y, además, un psicólogo que avanza paso a paso, usted logró lo que Nietzsche hubiera querido realizar: la descripción científica y la explicación inteligible del espíritu humano; y por encima de ello, ya que usted es médico, pudo crear y aplicar un método para tomarlo regulable y también creo y enseño el modo de curarlo.

Pienso también, que una gran cantidad de observaciones aisladas que conciernen a Freud como escritor, muestran puentes que se tienden hacia Nietzsche y que la intrepidez de este Nietzsche que “filosofa con el martillo” es superada ampliamente por aquella otra que buscó y reveló lo órfico y dionisíaco de Nietzsche en un sentido elemental y concreto, tal como actúa aún hoy dentro de cada uno de nosotros.

Lamentablemente me es imposible, por lo menos por ahora, escribir este trabajo, ya que en este momento y durante los años más próximos me está vedado el dominio del material correspondiente. Lo cual no deja de ser una lástima, ya que seguramente el mundo aguzaría su oído respondiendo a esa manía de ordenamiento que en este momento padece y sólo puede comprender lo que puede clasificar. Lo maravilloso sería que usted se dedicara ahora a la “verdadera voluntad de poder”, es decir, a la voluntad de poder de los políticos dentro de la lucha social y lo expusiera en uno de sus libritos amarillos, a través de un examen que parta desde su claridad de conciencia ideológica hasta llegar a sus estratos más profundos. Entonces se habría cerrado el círculo de la relación FreudNietzsche. Si usted sabe de alguien que esté en condiciones de escribir bien, es decir, con hondura y fácil dominio del material, este tema que aquí he bosquejado, con mucho gusto me declaro dispuesto a facilitarle estos primeros toques.” 26

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Correspondencia Freud-Zweig, edición castellana de Gedisa, 1. ª Edición, Barcelona, 1980, p. 33

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Y el 7 de diciembre de 1930 Sigmund Freud le contestó: “[…] Ese libro amarillo que usted espera de algún modo que yo escriba, no me es posible escribir. Sé demasiado poco acerca de las ansias de poder de los hombres, ya que he vivido siempre como un teórico. Y también me asombro cada vez que compruebo hasta qué punto las corrientes de los últimos años han logrado arrástrame hasta lo actual, lo moderno. […] Ese [ensayo] que trataría sobre la relación entre los efectos de Nietzsche y los míos, debe usted escribirlo, para ello no es preciso que yo llegue a leerlo. Escríbalo cuando yo ya no esté y los recuerdos de mí lo invadan. No es posible que usted ponga en manos de otro el material de ideas que sobre el tema posee. Además, ¿a quién? Yo no conozco a nadie.”27

En la sección primera de la obra Más allá del bien y del mal, Nietzsche concluye lo siguiente: (Los subrayados son míos, y están indicados para pensar en Freud y el psicoanálisis.) “La psicología entera ha estado pendiendo hasta ahora de prejuicios y temores morales: no ha osado descender a la profundidad. Concebirla como morfología y como teoría de la evolución de la voluntad del poder, tal como yo la concibo - eso es algo que nadie ha rozado siquiera en sus pensamientos: en la medida, en efecto, en que está permitido reconocer en lo que hasta ahora se ha escrito un síntoma de lo que hasta ahora se ha callado. La fuerza de los prejuicios morales ha penetrado a fondo en el mundo más espiritual, en un mundo aparentemente más frío y más libre de presupuestos - y, como ya se entiende, ha tenido efectos nocivos, paralizantes, ofuscadores, distorsivos. Una fisiopsicología auténtica se ve obligada a luchar con resistencias inconscientes que habitan en el corazón del investigador, ella tiene contra sí «el corazón»: ya una doctrina que hable del condicionamiento recíproco de los instintos 27

Ibíd., p. 35.

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«buenos» y los «malos» causa, cual si fuera una inmoralidad más sutil, pena y disgusto a una conciencia todavía fuerte y animosa, - y más todavía causa pena y disgusto una doctrina que hable de la derivabilidad de todos los instintos buenos de los instintos perversos. Pero suponiendo que alguien considere que incluso los afectos odio, envidia, avaricia, ansia de dominio son afectos condicionantes de la vida, algo que tiene que estar presente, por principio y de un modo fundamental y esencial, en la economía global de la vida, y que en consecuencia tiene que ser acrecentado en el caso de que la vida deba ser acrecentada, - ese alguien padecerá semejante orientación de su juicio como un mareo. Sin embargo, tampoco esta hipótesis es, ni de lejos, la más penosa y extraña que cabe hacer en este reino enorme, casi nuevo todavía, de conocimientos peligrosos: - ¡y de hecho hay cien buenos motivos para que de él permanezca alejado todo el que -pueda! Por otro lado: una vez que nuestro barco ha desviado su rumbo hasta aquí, ¡bien!, ¡adelante!, ¡ahora apretad bien los dientes!, ¡abrid los ojos!, ¡firme la mano en el timón! - estamos dejando atrás, navegando derechamente sobre ella, sobre la moral, con ello tal vez aplastemos, machaquemos nuestro propio residuo de moralidad, mientras hacemos y osamos hacer nuestro viaje hacia allá, - ¡pero qué importamos nosotros! Nunca antes se ha abierto un mundo más profundo de conocimiento a viajeros y aventureros temerarios: y al psicólogo que de este modo «realiza sacrificios» - no es el sacrifizio dell’ intelletto [sacrificio del entendimiento], ¡al contrario!, - le será lícito aspirar al menos a que la psicología vuelva a ser reconocida como señora de las ciencias, para cuyo servicio y preparación existen todas las otras ciencias. Pues a partir de ahora vuelve a ser la psicología el camino que conduce a los problemas fundamentales.”28

¿A alguien que conozca suficientemente el psicoanálisis le queda alguna duda de que Sigmund Freud sería el médico filósofo que esperaba Friedrich Nietzsche?

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Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza Editorial, Madrid, 2.000, p. 48.

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El descubrimiento freudiano del inconsciente es el hallazgo y el momento más afortunado que Nietzsche hubiera esperado de los nuevos filósofos, aquellos, que él estaba convencido, habrían de llegar después de su obra.

Sigmund Freud, por su parte, también señaló, en algún momento, que su obra le daría un nuevo rumbo a la filosofía: “Cada vez estoy más convencido del valor cultural del psicoanálisis y deseo que una persona brillante extraiga de él las consecuencia pertinentes para la filosofía y la sociedad.”29

Como bien lo afirma Remo Bodei, un siglo después del nacimiento del psicoanálisis, “el concepto de inconsciente representa una gran adquisición, con el cual la filosofía y la cultura en general no han ajustado todavía las cuentas.” 30

Sigmund Freud. Citado en: Peter Gay, Freud, una vida de nuestro tiempo, Paidós, Barcelona, 1990, p. 353. 30 Remo Bodei, El doctor Freud y los nervios del alma. Filosofía y sociedad a un siglo del nacimiento del psicoanálisis, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2005, p. 94. 29

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Ensayo sobre la autenticidad y el valor de Mi Delirio sobre el Chimborazo.

Simón Bolívar fue un guerrero, un estratega, un creador de naciones, un espíritu libre, un Libertador, y además de todo esto, fue un muy buen escritor. Creó más de 3.500 documentos entre cartas, discursos, proclamas y decretos. Toda su obra escrita se caracteriza por una gran lucidez y una asombrosa contundencia, su Manifiesto de Cartagena, su Carta de Jamaica y su Discurso de Angostura, son la mejor muestra de ello. Pero además existe un escrito singular, tanto por su estilo como por su contenido, que ha causado gran controversia, en tanto que algunos, se han negado a creer que haya sido escrito por Bolívar, ese es Mi Delirio sobre el Chimborazo.

La primera copia conocida del documento está fechada el 13 de octubre de 1822, Vicente Lecuna, quien fuera el principal investigador y editor de los documentos de Simón Bolívar, expresó que dicha copia la conservaron los descendientes del Coronel Vicente Aguirre en Quito. El escrito además fue publicado por primera vez en 1833, tres años después de la muerte de Simón Bolívar, en la Colección de documentos relativos a la Vida Pública del Libertador de Francisco Javier Yañes y Cristóbal Mendoza. A pesar de que existe una copia y una publicación de la época, el original no se ha encontrado.

¿Qué dicen los principales biógrafos de Simón Bolívar sobre la autenticidad de este documento?

El historiador alemán Gerhard Masur, en su biografía Simón Bolívar, asume la posición más escéptica: “El contraste entre los picos de los Andes, con sus crestas de nieves eternas, y la lozanía de la naturaleza tropical inspiró a Bolívar. Empero la leyenda de que ascendió al Chimborazo en un día no se funda en la realidad. Para realizar semejante hazaña habría tenido que ser un semidiós. Bolívar no 22


estuvo jamás en el Chimborazo, y el himno cuya composición se le atribuye es una falsificación, además mala.”31

El historiador venezolano Augusto Mijares, en su biografía El Libertador, asume una posición cautelosa: “Durante uno de estos viajes parece que subió al Chimborazo y que poco después de esa excursión escribió la fantasía poética titulada Mi Delirio sobre el Chimborazo. […] No se ha encontrado el original; y las copias más antiguas, fechadas en Loja el 13 de octubre de 1822, no permiten asegurar la autenticidad del texto. Críticos muy autorizados consideran que el Delirio fue escrito sin duda alguna, por Bolívar; aunque Lecuna supone que el Libertador no subió en realidad al Chimborazo, mientras que Grisanti no sólo da como verdadera aquella excursión, sino que aduce numerosos pormenores relativos a ella. Otros autores, por el contrario, consideran el Delirio como una falsificación, que se hizo imitando con escasa felicidad el estilo bolivariano.”32

Los historiadores norteamericanos, Waldo Frank en su biografía Simón Bolívar Nacimiento de un mundo, David Bushnell en su biografía Simón Bolívar Hombre de caracas proyecto de América, y el historiador español Mario Hernández Sánchez-Barba en su biografía Simón Bolívar Una pasión política, no hacen ninguna mención del Delirio sobre el Chimborazo.

Por otra parte, la historiadora francesa Gilette Saurat en su biografía Bolívar El Libertador, afirma la autenticidad del escrito y además cita apartes de él: “De esa época data verosímilmente esa página asombrosa escrita al regreso de una excursión al más majestuoso de los volcanes ecuatorianos, conocido bajo el título de «Mi Delirio sobre el Chimborazo»: «Yo venía…”33

Y finalmente el historiador británico John Lynch, en su reciente biografía Simón Bolívar expresó: “Siguiendo los pasos de La Condamine y Humboldt, Bolívar subió Gerhard Masur, Simón Bolívar, Editorial Grijalbo, Bogotá, 1984, p. 402. Augusto Mijares, El Libertador, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1987, p. 430. 33 Gilette Saurat, Bolívar El Libertador, Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1987, p. 482. 31 32

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a la montaña de 6.267 metros, donde experimentó un extraña transformación de carácter espiritual: de pie en lo alto del mundo, vio una aparición que le enseñó la historia del pasado y los pensamientos del destino. Poseído por el dios de Colombia, el Libertador estuvo sumido en este delirio, hasta que la poderosa voz de Colombia lo despertó. Luego, en un estado de hiperconciencia, describió la experiencia en Mi Delirio sobre el Chimborazo, un documento en apariencia tardío y publicado póstumamente. ¿Es cierta esta historia? ¿Es el texto un relato auténtico de un hecho real? ¿O se trata en cambio de un ejercicio de ficción literaria realizada por el mismo Bolívar? ¿O de una metáfora sobre la transfiguración del nuevo salvador sobre una montaña americana, inventada por un devoto temprano del culto de Bolívar? La mayoría de los estudiosos bolivarianos consideran la composición auténtica. Para algunos es una revelación del verdadero Bolívar. Con todo, el escrito continúa siendo un misterio, y la ausencia de testimonios que corroboren su autenticidad y de referencias contemporáneas invita a adoptar una posición agnóstica al respecto.”34

Como se puede apreciar, los principales biógrafos de Bolívar, en términos generales, mantienen una posición escéptica sobre el asunto, y esto es comprensible, dado que el rigor del método histórico, obliga, frente a la usencia del documento original, mantener una postura cautelosa. Por otra parte, saber si Bolívar ascendió o no a la cima del Chimborazo, no es lo importante. Se sabe con toda certeza que Bolívar estuvo en el año de 1822 muy cerca al volcán, no es raro pensar, que un hombre acostumbrado a los más inclementes viajes, en caballos y en mulas, en distancias sorprendentes, que a cualquier hombre, de la época o de hoy, asombraría; viajes por todo un continente de selvas, llanos, altas montañas, pantanos, climas diversos y extremos, en fin… Todo ello, nos da a entender, que no es raro, que Bolívar, haya hecho una excursión al Chimborazo; ¿qué tanto haya ascendido? eso si, nos quedamos sin saberlo. Pero como decía antes, esta

34

John Lynch, Simón Bolívar, Editorial Crítica, Madrid, 2006, p. 231.

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cuestión se vuelve trivial, lo importante es, valorar y discernir sobre la autenticidad del escrito Mi Delirio sobre el Chimborazo.

Hoy en este ensayo, a partir de un nuevo elemento que me parece un indicio clave para decidir sobre la autenticidad de este escrito, sustentaré la siguiente tesis: Mi Delirio sobre el Chimborazo es un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar. Antes de argüir esto, observemos pues, el texto completo en cuestión.

Mi delirio sobre el Chimborazo35 / Simón Bolívar

“Yo venía envuelto con el manto de Iris36, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco37 al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine 38 y de Humboldt39, seguilas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad.

El Chimborazo es un volcán inactivo del Ecuador. Con 6.267 m, es el volcán más alto del Ecuador, pero también es el más alejado del centro del planeta. 36 En la mitología griega Iris es la personificación del arco iris. 37 El río Orinoco es uno de los ríos más largos de Suramérica, que atraviesa gran parte de Venezuela y Colombia. 38 La Condamine en el año 1736, para una misión francesa en el Ecuador, midió el arco de un meridiano e hizo la ascensión al Chimborazo. 39 En 1802 el barón Alexander von Humboldt, acompañado de Aimé Bonpland y del ecuatoriano Carlos Montúfar trataron de subir hasta la cumbre, pero desistieron a los 5.875 m. 35

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Belona40 ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré! Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.

Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía.

De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…

«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano».

40

Belona en la mitología romana es la diosa de la guerra.

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Sobrecogido de un terror sagrado, «¿Cómo, ¡oh Tiempo! —respondí— no ha de desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino». «Observa —me dijo—, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres».

La fantasma desapareció.

Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.”41

El nuevo elemento que me parece un indicio clave para afirmar que Mi Delirio sobre el Chimborazo es un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar, es el siguiente:

No voy a presumir que haya descubierto nada nuevo, de hecho el nuevo elemento para confirmar la autenticidad de este escrito, es una muy reconocida carta de

Simón Bolívar, Obras Completas, Fundación para la Investigación y la Cultura FICA, Bucaramanga, 2008, Tomo IV, p. 53. 41

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Bolívar. Lo que me sorprende es, que ninguno de los biógrafos de Bolívar e investigadores de sus documentos, hasta ahora, no hayan caído en la cuenta de lo que voy a señalar.

Se trata de aquella carta que envió Simón Bolívar a su maestro Simón Rodríguez, desde Pativilca el 19 de enero de 1824, donde le decía: “¿Se acuerda Vd. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? […] Vd. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Vd. me señaló.” 42

Pues bien, el indicio que me confirma la autenticidad de Mi Delirio sobre el Chimborazo, viene a continuación. En esta misma carta, un párrafo más adelante, Bolívar le dice a Simón Rodríguez: “Venga Vd. al Chimborazo; profane Vd. con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá Vd. la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el padre del Universo.”43

Además de la alusión directa al Chimborazo, vemos, que en tan sólo un párrafo, Bolívar vuelve a utilizar algunos de los conceptos que utilizó en Mi Delirio sobre el Chimborazo, comparemos:

42 43

Ibíd. Tomo IV, p. 309. Ibíd. Tomo IV, p. 310.

28


Carta a Simón Rodríguez (1824)

Mi Delirio sobre el Chimborazo (1822)

“Profane Vd. con su planta atrevida la “Ninguna escala de los titanes.”

planta

humana

había

hollado…”

“La corona de la tierra, la almena “La corona diamantina que pusieron las inexpugnable del Universo nuevo.”

manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes.”

[Valga recordar que en el comienzo del siglo XIX se consideraba al Chimborazo como la más alta montaña del planeta.] “Desde tan alto tenderá Vd. la vista; y al “Llego como impulsado por el genio que observar el cielo y la tierra, admirando me animaba, y desfallezco al tocar con el pasmo de la creación terrena, podrá mi cabeza la copa del firmamento: tenía decir: dos eternidades me contemplan: a mis pies los umbrales del abismo.” la pasada y la que viene.” “Este trono de naturaleza, idéntico a su “Quise subir al atalaya del Universo.” autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el padre del Universo.”

Mi Delirio sobre el Chimborazo es un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar.

Además valoremos el texto.

Cuando Bolívar escribió este sublime texto poético, había logrado crear un ejército glorioso, había creado una nueva inmensa nación llamada Colombia, estaba ganando la guerra a los españoles, y estaba a punto de expulsarlos definitivamente de Suramérica. Había libertado y unido países. Había recorrido en caballo más kilómetros, de lo que cualquier humano se pudiera imaginar. De tal manera que Mi Delirio sobre el Chimborazo no es sólo un poema, es la 29


experiencia de la grandeza, la sensibilidad de la gloria alcanzada, el testimonio de la grandeza humana, pero a su vez, la modestia de un mortal frente al Universo y un tributo a la majestuosa naturaleza. Era nada más y nada menos que un dialogo con el Tiempo.

¿Acaso el siguiente párrafo no es el relato más fiel del periplo heroico de Bolívar?: “Este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad.”

¿Acaso el siguiente párrafo, -donde está hablando el Tiempo- no es la más bella y perfecta definición del tiempo que algún poeta haya podido crear?: “«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente».”

¿Acaso las siguientes cuestiones, que Bolívar pone en la voz del Tiempo, no son las más lúcidas preguntas, dirigidas al hombre?: “¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos?”

Además sólo el Libertador Simón Bolívar, en un momento de profunda inspiración, podía afirmar estas palabras: “Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que

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encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».

Este escrito singular de Bolívar, tiene un parecido increíble con los discursos de la obra Así habló Zaratustra de Friedrich Nietzsche.

Mi Delirio sobre el Chimborazo es una pieza fundacional de la poesía en nuestro continente, y bien puede ser, uno de los himnos fundadores de nuestros orígenes. En todo caso será siempre el más bello canto, al hombre más grande de Suramérica, -con la particularidad que fue hecho por él mismo-.

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Carta de reproche a Fernando González, por su carajada de seguir insistiendo en Dios.

Viejo tú sabes cuánto te he amado. Te tomé como un padre, como un modelo de identificación. En diversas ocasiones he defendido la idea de que sos el único filósofo de Suramérica y lo seguiré haciendo. Tu vida es la que más me ha incitado a ilusionarme con la idea de ser escritor. Hace poco, una amiga que me conoce bastante, me señaló: -“¿Frank, no has caído en la cuenta de que no sos capaz de escribir casi nada sin citar primero a Fernando González?” Y viéndolo bien, así es; para discernir sobre política colombiana, primero acudo a vos, para discernir sobre la personalidad de los venezolanos y explicar a Hugo Chávez, primero acudo a vos, cada vez que hablo sobre Bolívar, termino metiéndote a vos, incluso en mi último escrito, donde expliqué la relación entre Bolívar y Nietzsche, antes de empezar a razonar yo, primero te cito tres o cuatro veces a vos. ¡Ves viejo cómo me tenés! Es de noche, muy de noche, casi ya de madrugada, y después de estar pensando en una mujer que no me deja dormir, me esforcé en pensar en otras cosas y me acordé de vos, tengo desde hace mucho tiempo un problema con vos, y no lo he resuelto, no lo he tramitado… qué difícil es hacerle un reproche a los seres que más amamos…. pero llegó el momento.

Me da tanta lidia dejar de citarte, que incluso para esta carta, volví a tomar todos tus libros en mis manos, los contemplé uno a uno, los ojeé, me dieron ganas de volverlos a leer todos, luego me pregunté – ¿y cómo diablos hablo de tu obra, sin citarte ni una sola vez?... pero no… viejito socarrón…. voy a hablar de tu obra, sin citarte, ni una frase siquiera…. tan sólo mencionaré los títulos de tus libros para poder explicarte mi reproche, pero ni los títulos debería nombrar.

Cuán feliz estuve cuando descubrí que tu obra la iniciaste al lado de Nietzsche, tus Pensamientos de un viejo, eran en estilo y contenido, todo Nietzsche, y sin embargo, al poco tiempo, demostraste que eras un buen discípulo de Nietzsche, porque te alejaste de él… te acuerdas viejo, de la palabras de Zaratustra: “Alejaos 32


de mí… se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre su discípulo.” Qué bien y qué rápido lo hiciste tú, en el segundo libro que escribiste, ya no eran los estilos y contenidos de Nietzsche, eran los tuyos; qué tan bien lo hiciste, qué tanto hurgaste en ti, que te volviste en Colombia el maestro de la autenticidad.

Y llegó tu Viaje a pie, quizá el único libro en Colombia, donde se puede respirar una mayor libertad; estás ahí, con tu compañero de viaje, caminando, filosofando, discerniendo sobre la vida, sobre el amor, sobre nuestros impulsos en esta desdichada Colombia; en este libro, se siente el aire más fresco, al leerlo, uno se siente más ligero, más jovial… ¡ay viejo!, con este libro hiciste que nos enamoráramos de vos, después de este libro, ya no te pudimos soltar.

A Colombia, la comprendí con vos. Aprendí más de Colombia en tus libros Correspondencia con Carlos E. Restrepo, Cartas a Estanislao y pude vislumbrar más, a este complejo país, en tu Revista Antioquia… digo, aprendí más de Colombia en tus libros, que en todos los años de estudio de historia en la Universidad Nacional. Y qué decir de Suramérica…. Ya antes se me había aparecido, este continente que anhela a la libertad, con Simón Bolívar… pero vos fuiste el maestro que nos hizo comprender la personalidad psíquica de nuestros pueblos, qué gran lección nos diste con Los negroides, Mi Compadre, Mi Simón Bolívar, Santander…. Sos viejito, vos también, el maestro de la identidad suramericana.

Mucho antes, habías empezado a desacomodar nuestras almas, tú, con tus calzoncitos de Tony en El remordimiento nos tocaste las fibras más íntimas de la sensualidad y nos señalaste la dificultad que tenemos para hacernos dueños de nuestras pasiones, la dificultad que tenemos para gobernarnos a nosotros mismos…. Cómo hacer fuertes a nuestros yoes, sin repudiar nuestros ellos. ¡Ay viejito!, si Freud hubiera conocido tu obra El remordimiento, sin duda hubiera reconocido en ti, a un gran pensador y un gran poeta de la psicología humana. Y 33


después llegas con Don Mirócletes, -en este punto casi olvido mi promesa, y ya iba a empezar a citarte-, aquellas primeras palabras de Manuelito Fernández; esta novela magistral puede compararse con las Memorias del subsuelo de Dostoyevski, para explicar la cercanía que tiene el narrador de la tragedia rusa, con tu Manuelito Fernández, tendría que citar, de este último, algunas frases… pero en esta carta no lo haré. Viejo, y después nos haces palpitar y padecer, con la vida de Manjarrés, El maestro de escuela, qué sacudida nos pegaste con aquel espejo de los grandes hombres incomprendidos, con la vida mísera de Manjarrés. Con Manjarrés también me enterré yo en el año 2008.

Y ya, viejo, antes de morirte, nos regalaste el Libro de los viajes o de las presencias, y la tragicomedia del padre Elías y Martina la velera; qué calma se respira allí; en cada una de las palabras de estos dos libros están los pensamientos más silenciosos y por ello los más perturbadores… Ahí estás vos, viejo bufón, dando lecciones, de cómo llega el hombre a descubrirse a sí mismo, hasta las últimas consecuencias. Lucas Ochoa, el padre Elías, finalmente tú, amado maestro, con tus últimos libros, expusiste, de la manera más calmada y franca, las más profundas reflexiones sobre la existencia que se han podido escribir en estas tierras. Pero viejo… hay un pero…. Ahora viene mi reproche. Te empeñaste en seguir invocando a Dios. Viejo, me repulsó siempre, ese misticismo tuyo, por más elaborado y poético que lo presentaras… te causaba mucha gracia escandalizar a monjas y a curas…. y vos… viejito religioso… seguiste engañando a los mismos jóvenes que un día ayudaste a liberar, con patrañas metafísicas; le fuiste infiel al más acá, a la tierra, y seguiste tú, como los demás sacerdotes, prolongando la idea de una más allá, ese fatal y decadente falseamiento que se inventaron los despreciadores de la vida. Esa es fue tu eterna contradicción, tú, que nos enseñaste a amar la vida desnuda, luego la volviste a vestir con ilusiones religiosas, con supersticiones. Tú, que conociste el alma humana como nadie lo ha hecho por aquí, en lugar de mostrar qué tanto un hombre se puede conocer a sí 34


mismo, alcanzar los más altos grados de conciencia, superarse y ser artífice de su propio destino, preferiste volver a poner al hombre por debajo de un Dios, por debajo de aquella idea nefasta de Dios. Un día, unos jóvenes te preguntaron que si habías abandonado al humanismo por el misticismo, y te enojaste, porque tú, no eras un converso, y les aclaraste, que toda la vida estuviste buscando a Dios. Efectivamente no eras un converso, pero ese no es el problema… el problema es que seguiste vendiendo una ilusión, como si esta servidumbre fuera el fin de la existencia del hombre, seguiste siendo cristiano. Quizá no te diste cuenta, -o no lo quisiste hacer-, que por la liberación que produjo tu pensamiento en Colombia, muchos esperábamos que fueras ateo, pero no… viejo, seguiste siendo un rezandero, a tu manera, pero rezandero. Estuviste muy cerca de las alturas de Zaratustra el ateo, pero no quisiste dar el paso final, renunciar a esa perniciosa ilusión infantil, que son las representaciones religiosas en el hombre. Sé que muchos teólogos, y “filósofos cristianos”, incluso curas amigos tuyos, celebraron que un poeta como tú, alabara a Dios, de hecho han escrito libros, resaltando tu misticismo, teólogos rebuscando “argumentos filosóficos” para decir que tu obra conduce a Dios… pero tu obra, tú lo sabes, va más allá de tu propio misticismo, tu obra, tiene más profundidades… tu obra es liberadora. Por eso, viejo, yo no te acepto esa sumisión vergonzante ante un Dios, que las masas crean en Dios, y necesiten esas ilusiones, eso se entiende; pero, en un hombre como vos, eso no lo puedo entender, que tú, después de haber conocido la obra de Nietzsche y de Freud como pocos lo han hecho, hayas seguido con el misticismo, yo no lo puedo entender. Muchos elogiaran tus alabanza a Dios…. pero a mí me repugna esa exaltación del cristianismo en tu obra.

Te he amado, Fernando González, viejo querido e imperioso, y nunca dejaré de amarte, tu obra siempre tendrá un lugar privilegiado en mi vida. Siempre estaré orgulloso y feliz de que hayas existido. Pero cada vez que apareces, insistiendo en el decadente Dios del judeocristianismo, yo ateo, me alejo de ti. Este es mi reproche maestro, hasta allá, -hasta esa carajada mística-, no te puedo seguir.

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Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida.

Uno de los síntomas más visibles de la decadencia cultural en Colombia, es que uno de sus pensadores más relevantes, Estanislao Zuleta, aún es sumamente desconocido por la mayoría de las personas en el país. A pesar de que en algunos pocos sectores cultos de la sociedad se conoce la obra de Estanislao Zuleta, su lecciones, su legado, aún no ha llegado a inquietar y a transformar las formas retrogradas, dogmáticas y burocráticas que siguen prevaleciendo en las distintos escenarios de creación del conocimiento. Quizá la impronta trascendental de las enseñanzas de Estanislao Zuleta requerirá un tiempo más prolongado, dada las fuerzas imperantes de los modelos que siguen implantando la ignorancia y la tiranía. Pero lo que ya hemos comprobado, sin lugar a dudas, es que todo aquel que se acerca con interés y laboriosidad a su obra, ese alguien, ya estará impregnado y sin reversa en la cimentación del pensamiento crítico.

La vida y obra de Estanislao Zuleta en Colombia, fue la realización más exacta y contundente de la siguiente exhortación de Nietzsche: “¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida!”44

En uno de sus cuadernos Estanislao Zuleta escribió: “Lo único que tiene importancia en mi vida es el pensamiento. No importa cómo haya tenido lugar un pensamiento: si en el alcohol, contra el alcohol o al margen del problema; si en crispada lucha moralista-sartreana contra la «vida imaginaria» o en medio de una fantasía; si en la desgracia, el duelo, el sufrimiento o en la dicha: lo que importa es el pensamiento mismo, su diferenciación y su articulación, su mutación y continuidad. Es esto lo que realmente tiene historia, constituye una historia; todo lo demás, amores, desengaños, períodos de alcoholismo, 44

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 85.

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borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella; todo es secundario y derivado, es decir, relativo al papel que pueda haber desempeñado en el proceso de pensamiento.”45

La lucha ejemplar de Estanislao Zuleta: haber logrado que toda su existencia fuese el pensamiento más alto de la vida.

Aquel chico autodidacta, que desafió el sistema educativo, con la ayuda de su maestro Fernando González y con la lectura apasionada de La montaña mágica de Thomas Mann, se convirtió en uno de los más grandes pensadores y maestros que ha tenido Colombia.

Efectivamente su vida se puede caracterizar así: amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella… Pero, como él mismo lo dijo, todo esto fue circunstancial, lo único que tuvo importancia en su vida fue el pensamiento.

Jorge Vallejo Morillo, en la biografía que hace de Estanislao Zuleta, La rebelión de un burgués, cita un juicio de María Antonia Garcés, una de las mujeres en Cali que tuvieron el privilegio de escuchar a Zuleta, que a mi parecer es la mejor definición que se ha podido hacer de nuestro pensador: “Zuleta amó la vida apasionadamente y supo combinar los planteamientos más radicales, los cuestionamientos más intensos con el giro ingenioso, la carcajada libre, descomplicada… fue un intermediario, un mediador, un tentador. A través de su amistad, de sus conferencias magistrales, de sus ensayos y de sus libros, la inteligencia colombiana tuvo acceso a los grandes maestros del pensamiento

Estanislao Zuleta, citado en: Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 266. 45

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occidental: a las grandes obras de la filosofía, desde Platón hasta Hegel, Marx y Freud; a las extraordinarias producciones de la novelística europea del siglo XIX y de la narrativa contemporánea. Como intermediario, Estanislao sirvió de enlace entre el mundo del conocimiento y el de la vida cotidiana que se nutre de sueños y de fracasos, de perplejidades y desengaños, fundidos en las realizaciones más prosaicas. Como mediador, Estanislao nos inició en la valoración del proceso, en la evaluación de la dificultad, en la aceptación de la muerte como parte intrínseca de la vida, no como algo externo a ella. Como tentador, nos enseñó a convertir los sueños en proyectos y a construir esos proyectos con el afecto y la esperanza que depositamos en un gran amor.” 46

Detengamos en algunos elementos biográficos, especialmente en aquellos que configuraron la grandeza del pensamiento de Estanislao Zuleta.

El amor más grande que tuvo Estanislao fue el de su madre, como ya es bastante conocido, su padre murió en el accidente del 23 de junio de 1935, en el aeródromo de Medellín, donde se chocaron dos aviones, aquel accidente donde morirían también

Carlos Gardel y otras personalidades de Medellín. Su madre, se

convertiría en su principal cómplice y lo apoyó siempre en todas su decisiones, así fueran tan controvertidas y contrarias a las convencionales costumbres burguesas, por ejemplo, la de abandonar el colegio para dedicarse a leer.

Nos cuenta Vallejo Morillo, que fue Fernando González, quien le mostró a Estanislao Zuleta el mundo de los libros: “Por lo general, González era el de la sugerencia de autores y libros. Su influencia sobre Estanislao, sin embargo, no era tanto, por las ideas de los textos como por su presencia misma, por la manera de ser de ese individuo delgado, burlón, con la cara triangulada como de genio. […] Le enseñó al joven Estanislao a leer a Schopenhauer, a Dostoievski y a Nietzsche, en su propia biblioteca o caminando por ahí, por los senderos de Otraparte.” 47

46

Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 173.

47

Ibíd., p. 53. 38


Pero fue un libro en especial, el que marcó definitivamente su vida, La montaña mágica de Thomas Mann. Un poeta amigo de su madre se lo regaló diciéndole que tomara esa obra en serio, y Estanislao así lo hizo y ¡de qué manera! Volvamos a la tensión con el estudio escolar, Vallejo Morillo nos relata: “Estanislao Zuleta terminó su instrucción primaria por pura inercia, por físico cansancio, con total falta de ganas. No le gustaba para lo que hacía, se le alborotaba el asma, se agitaba. […] Terminó la primaria ya viejo para el promedio de edad: once-doce años. […] A los trece ingresó por fin al bachillerato en el liceo de la Universidad Bolivariana. […] Finalizando el año, el rector Henao citó a Margarita para que acudiese a su oficina. Le encareció llevarse a ese muchacho para otra parte, que por favor se lo lleve porque no dejaba trabajar a sus profesores, que parecía saber más que San Agustín, que agradeciera que no lo expulsaba en consideración a esto y a lo otro. Pasó al liceo de la Universidad de Antioquia. Otros dos años la misma perdedera de tiempo. En 1951, a la edad de dieciséis años decidió ponerle fin a tanto dogmatismo y tanta aprenderá de cosas sin oficio. Le comunico su decisión a su madre; Margarita consultó con Fernando Isaza. Hubo revuelo grande. Tan grande que parecía que iba a romper para siempre los vínculos con la parentela. Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a toda la familia y les dijo: Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable. […] Ahora podría disfrutar de los aires frescos de Fernando González, de las gracias de León de Greiff, de las angustias que vivía con sus amigos; ahora tendría que ser consecuente consigo mismo y propender a su altísima existencia viviendo, como sus maestro, a la enemiga.”48

Estanislao, el chico que no terminó el bachillerato, pero que al lado de Fernando González, inició el camino más profundo del conocimiento, y el que fundó el más grande amor por los libros. Más tarde Estanislao Zuleta expresaría: “En realidad 48

Ibíd., p. 63. 39


mis preocupaciones en el orden cultural comenzaron de una forma completamente independiente de mis relaciones con la escuela, a través de las lecturas. Y lo que comenzó por ser independiente terminó por ser incompatible en muy breve tiempo: Esas lecturas tienen inicialmente dos nombres: Dostoievski y Thomas Mann. Luego vinieron Sigmund Freud y Carlos Marx. Sartre, Nietzsche, Kierkegard. Merlau-Ponty y Camus vendrían a ampliar el listado.”49 Con sus amigos, organizó centros literarios, se inventaban una especie de juicios literarios donde evaluaban las obras. Estudiaron con gran pasión El Capital, y después de igual manera, emprendieron el estudio de la obra de Nietzsche y la de Freud: el psicoanálisis.

La vida en los cafés y en las tertulias fue el escenario predilecto de Estanislao. Vallejo Morillo nos cuenta: “Estanislao fue desde muy joven hasta el día de su muerte un hombre de café; en ellos se sentía cómodo, eran su ágora natural; en ellos conversaba a sus anchas, con los grupos afines, con los variados filios que congregaba, con los emboladores y las coperas, con un León de Greiff o con cualquier vecino de mesa amurallado entre botellas de cerveza y cerros de libros. Eran los tiempos de la bohemia, de la lectura, de la política y del trago.” 50

En todas partes que estaba Estanislao, conformaba grupos de estudio donde enseñaba historia de Colombia, marxismo, literatura europea, psicoanálisis. Como dice su biógrafo, la pasión de Estanislao desde su adolescencia fue crear grupos de estudio.

Este intelectual sin título alguno comenzaría hacer llamado por la academia, llamado por las más prestigiosas universidades del país. Vallejo Morillo nos muestra varios testimonios de los que presenciaron, el fenómeno Zuleta en la universidad:

Estanislao Zuleta, citado en: Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 99. 50 Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 134. 49

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“Él llegó y a los pocos días ya era el hombre de la universidad, copando la atención de estudiantes y profesores. Zuleta invitó a una crítica de la universidad, no sólo de la Santiago, de toda la universidad colombiana; invitó a concentrarse en textos universales que encarnaban realmente la cultura de occidente, incluyendo a los clásicos. Inició sus conferencias con Platón, con Aristóteles, con los socráticos y en general con los dramaturgos griegos, Sófocles, Esquilo. Todo esto era totalmente nuevo en la universidad y en la ciudad. Una conferencia de Estanislao se llenaba de tal manera que era muy difícil encontrar un puesto, se debía escuchar desde los corredores. Luego vinieron Freud y Marx, Tolstoi y Dostoievski. Las charlas de ese hombre se convirtieron en la cátedra universal. […] Empezaron a circular los griegos, Freud, Marx, Kant, Hegel, Nietzsche, Spinoza, Heidegger, Sartre, Schopenhauer, los existencialistas europeos, Lacan y los grandes de la novela decimonónica del viejo continente. Todos los prevenidos antes las presuntas dificultades de esos textos quedaron sorprendidos ante la facilidad con que Zuleta los presentaba.”51 “Hablaba de todo; un día hablaba de Nietzsche, otro de Marx, otro de Freud, luego de Dostoievski. Eso se fue llenando de estudiantes. La gran capacidad de Zuleta, su personalidad y su cultura contrastaba con la mediocridad de los profesores que nadaban repitiendo cositas de libros. Sus clases eran impresionantes; no solamente se llenaba con los estudiantes matriculados en Economía, gente de toda la universidad asistía a punto de que muchas de esas clases debieron ser trasladadas al teatro de la universidad.”52

Estanislao, probó con su experiencia, que la relación con el conocimiento estaba más allá de las aulas represivas, dogmáticas y burocráticas del fracasado sistema educativo del país. Un hombre que sin título alguno, ascendió a las cumbres más altas del conocimiento, como nunca nadie lo había hecho así por estas tierras.

51 52

Ibíd., p. 153. Ibíd., p. 166.

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Estanislao Zuleta, como un guerrero infatigable del conocimiento se dio cuenta que estaba solo. Los militantes de izquierda no dejaron de ser los dogmáticos evangelizadores de una nueva verdad. Los académicos no dejaron la esterilidad y vanidad de sus burocracias universitarias. Los políticos que consultaban a Estanislao sobre Derechos Humanos y democracia, luego seguían con sus políticas de exclusión tiranías e ignorancia, Colombia se hundía en el precipicio de la muerte. Y Estanislao en la más profunda soledad. Sus desengaños estaban profundamente enmarcados, en la dramática y constante comprobación de que sus compatriotas, no sólo no escogían el pensamiento como forma de acción, sino que lo tomaban, como otra forma de vanidad y siempre para no cambiar nada. La vida pequeño burguesa, pretendió esclavizar a Estanislao dándole títulos honoríficos tan solo, para que se volviera un profesor de horarios y burocracias. También como académico, fue contratado por el gobierno para discernir sobre política, para luego no tener en cuenta nada de lo que Estanislao proponía. Pero él, no creyó en esas trampas de estabilidad institucional y laboral, y se quedó en su soledad, sus libros y su licor.

Estanislao tiene toda la razón al decir que lo más importante en su vida fue el pensamiento, porque tal cual fue su existencia, la elaboración más alta del pensamiento. Yo creo, sin lugar a dudas, que el maestro más grande que ha tenido Colombia ha sido él. Él lograba comprender las ideas más complejas del arte, la filosofía y la ciencia, y tenía la capacidad, y la voluntad de enseñar luego, de la manera más sencilla y clara – y no por ello restando profundidad en el análisis – todo este conocimiento, a todas las personas habidas de saber.

Es ya bastante conocida la expresión de que los grandes maestros de la sospecha son Marx, Nietzsche y Freud. Yo siempre he considerado que más allá de su maestría en la sospecha, las obras de estos tres grandes pensadores de la humanidad, reunidas con sus posibles encuentros o desencuentros, constituyen el saber del mundo moderno, la preguntas esenciales sobre el mundo que nos ha tocado vivir fueron formuladas hasta las últimas consecuencias por estos tres 42


genios de la humanidad. Y por su genialidad, fueron tergiversados, dogmatizados y hasta santificados, hecho absurdo y peligroso que ellos mismos señalaron y advirtieron en su momento. Los tres siempre reclamaron lectores críticos, y a pesar de que el mundo corrió a crear los dogmas marxistas, nietzscheanos y freudianos, hubo otra clase de lectores, espíritus libres, que dejaron de leer de una manera religiosa y que a partir de una lectura crítica de Marx, Nietzsche y Freud concibieron el mundo moderno; entre estos últimos mencionados, nosotros tuvimos uno: Estanislao Zuleta. Al respecto de Marx, Nietzsche y Freud fueron muchas las lecciones que él nos legó. En esta ocasión observemos, sólo tres pequeños ejemplos lúcidos de su pensamiento crítico.

Muéstreseme unas definiciones más contundentes, exactas y breves que las siguientes:

Sobre Marx, nos dice Zuleta: “Marx no es un economista, sino un crítico de la economía, no se instala en las categorías económicas, mercancía, valor, dinero, precio, capital, etc., para explicar sus relaciones, sino que realiza una crítica histórica y social de cada una de estas categorías, mostrándolas como cierta objetivación de los hombres que les escapa, y descubriendo al mismo tiempo su dinámica interna, sus leyes y sus tendencias, pero poniéndolas siempre en cuestión teóricamente y organizado una acción que la destruya prácticamente.”53

Sobre Nietzsche, nos dice Zuleta: “Nietzsche descubrió que nuestras inclinaciones no van en un mismo sentido; no hay un sujeto unificado de antemano; tendemos a muchas cosas que son contradictorias entre sí. […] El superhombre es simplemente el hombre que,

Estanislao Zuleta, Marxismo y psicoanálisis. En: Estanislao Zuleta, Tres culturas, tres familias y otros ensayos, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2010, p. 207. 53

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después de la muerte de Dios, es capaz de afirmar la vida en su contradicción y combatividad, cuando ésta ha perdido su justificación en una misión, en un deber trascendente o en una meta absoluta. Ese hombre es aquél que se puede dar una ley, que puede tener un deseo que comande otros deseos, que puede afirmar una tendencia dominante de su ser en contra de otras tendencias.” 54

Sobre Freud, nos dice Zuleta: “Toda discusión seria del psicoanálisis debe comenzar por tomar posición ante su descubrimiento capital, sin el cual la doctrina de Freud queda reducida a una serie de observaciones inteligentes y al hallazgo de unos cuantos problemas típicos: nos referimos al inconsciente. Freud pretende en efecto que hay una dimensión de nuestra existencia en la que se desarrollan pensamientos, sentimientos y deseos provistos de significación y de eficacia y que sin embargo desconocemos. […] La existencia de procesos intelectuales y afectivos, eficaces y significativos, que son inconscientes y que, para colmo, no son fenómenos delimitados y marginales sino que constituyen «el núcleo de nuestro ser.»55

Gran parte del esfuerzo de enseñanza en la vida de Estanislao Zuleta fue la explicación amplia de los tres anteriores paradigmas del saber humano en el mundo moderno. En un ensayo titulado Tribulación y felicidad del pensamiento 56, Estanislao Zuleta nos brinda una definición de lo que es, y lo que no es el pensamiento: “Al pensamiento le es siempre necesario, inevitable descomponer, desarticular un sistema de supuestas evidencias y de interpretaciones previas, porque es el trabajo que resulta de una crisis de ese sistema. Y también un intento de restructuración, de formación de nuevos vínculos y formas de determinación, de Estanislao Zuleta, Nietzsche y el ideal ascético. En: Estanislao Zuleta, Tres culturas, tres familias y otros ensayos, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2010, p. 79. 55 Estanislao Zuleta, Marxismo y psicoanálisis. En: Estanislao Zuleta, Tres culturas, tres familias y otros ensayos, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2010, p. 216. 56 Estanislao Zuleta, Ensayos selectos, Ediciones Autores Antioqueños, Medellín, 1992, p. 41 54

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generalización y sistematización. Con sus pérdidas y sus conquistas esta puesta en relación y en perspectivas de una crisis personal y una crisis histórica no se puede propiamente enseñar.”57 Y es acá…. donde se diferencia el pensamiento, el sublime, complejo y profundo pensamiento, de una simple instrucción y adquisición de algún conocimiento. Se busca y se ama el pensamiento, porque es decisivo para la existencia y para resolver la vida. Nos sigue diciendo Zuleta: “Uno de los rasgos del pensamiento que aquí queremos destacar consiste en que su carácter corrosivo y su virulencia no se deja delimitar a un tema determinado y particular, ni se puede tener un control previo de sus consecuencias. Parece por el contrario poseer una vida propia, extiende sus ramificaciones a los más diversos campos, contamina las creencias y convicciones que parecían más alejadas de su punto de partida y por lo tanto afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida; de tal manera que una vez puesta en marcha, nos sentimos impulsados a poner la más violentas resistencias a su peligrosa proliferación y a su tendencia a seguir sacando implacablemente sus consecuencias.”58

Insistamos, el pensamiento afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida… lo otro es una simple instrucción. “Es perfectamente posible conocer la aritmética, la biología, la economía sin haberlas pensado nunca. […] Uno de los logros más nefastos de nuestra civilización: el experto y el científico que hacen aportes y que, fuera del campo de su especialidad, son las ovejas más mansas del rebaño, se atienen a las ideas y a los valores más dominantes y conservan incontaminadas por su saber, las más extravagantes creencias con tal de que sean lo suficientemente tradicionales y colectivas, como para que no les planteen problemas en su medio.”59

Estanislao Zuleta, Ensayos selectos, Ediciones Autores Antioqueños, Medellín, 1992, p. 47 Ibíd., p. 48. 59 Ibíd., p. 47 y 49. 57 58

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Bueno…. además falta una aclaración fundamental. Nos dice Zuleta: “Pero si el pensamiento fuera solamente duelo, soledad, y angustia, seguramente no existiría. Es necesariamente también sentimiento de liberación, de nuevo nacimiento, autoafirmación.”60

En su célebre ensayo Elogio de la dificultad Estanislao Zuleta va a señalar algunos elementos relevantes que son adversos al pensamiento.

En primer lugar, señala una tendencia nefasta, que en muchas ocasiones permanece inconsciente, de seguir relacionándonos con el mundo, de la misma manera dogmática, las representaciones religiosas que siempre se han querido imponer. Y así, de esta manera, algunas elaboraciones de la ciencia y la filosofía se utilizan como dogmas, un ejemplo, convertir la asombrosa y colosal obra de Marx, en un dogma, en un evangelio. “En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.”61

En segundo lugar, señala aquella tendencia petulante y narcisista de ser incapaz de tener en cuenta el pensamiento del otro, y peor aún, de disfrazar la tendencia autoritaria de quererse imponer. “En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo.”62

Ibíd., p. 59. Estanislao Zuleta, Elogio de la dificultad, Selección de textos. Lectura de ida y vuelta, Comfama y Metro de Medellín, Medellín, 2008, p. 56. 62 Ibíd., p. 57. 60 61

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En tercer lugar, un elemento que ya se ha señalado: el pensamiento es todo lo contario a la comodidad, a lo fácil. “Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades.”63

Y por último, respecto de los elementos adversos al pensamiento, Estanislao Zuleta, hace una alusión contundente. “Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.”64

Finalmente quiero terminar, con la mejor lección que a mi juicio, nos dejó Estanislao Zuleta sobre el pensamiento a partir de una lectura de Nietzsche. “Dice Nietzsche que va a contar la manera como el espíritu se convierte en primer lugar en camello, el camello se convierte en león y éste se convierte finalmente en niño. Nietzsche dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros, por ejemplo, en el caso de Nietzsche, Schopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el camello es el espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. —Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el Zaratustra es una teoría del pensamiento—. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el espíritu no es sólo eso, admiración, dedicación, fervor, y trabajo; el espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el espíritu se convierte en león. Como león se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el espíritu se opone al deber, es el espíritu rebelde, el que

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Ibíd., p. 61. Ibíd., p. 63.

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toma el tú debes como una imposición interna contra la cual se rebela, que mata todas las formas de imposición y de jerarquía, pero que toda vía se mantiene en la negación. Y dice Nietzsche que el león se convierte finalmente en niño y explica así: el niño es inocencia y olvido, un nuevo comienzo, y una rueda que gira, una santa afirmación. Eso ya no es rebelión contra algo; la rebelión contra algo sigue estando determinada por aquello contra lo cual uno se rebela, de la manera en que por ejemplo el blasfemo sigue siendo religioso, porque para pegarle una puñalada a una hostia hay que ser tan religioso como para tragársela; es inocencia y olvido; olvido en Nietzsche es una fórmula muy fuerte, una potencia positiva. Nuestra capacidad de olvidar es nuestra superación del resentimiento. Ahora, el pensamiento funciona con las tres categorías: capacidad de admiración: idealización, trabajo o labor; la capacidad de oposición: crítica, rebelión, y otra: la capacidad de creación: sin oponernos a nada, de juego, de inocencia, de rueda que gira. El espíritu es las tres cosas; sólo si esas tres cosas se combinan funciona el pensamiento filosófico; cuando cualquiera de las tres se enuncia sola es una determinada frustración, una filosofía sombría, un dogmatismo o una idealización de cualquier tipo, o una filosofía rebelde que no es más que rebelión, o es también una filosofía que no tiene ni apoyo en aquello a lo que busca integrarse, ni en aquello contra lo que lucha sino que se predica sólo como juego y que como juego sólo es anarquismo vacío.”65

Pues bien, esta lectura que propone Zuleta de Así habló Zaratustra como teoría del pensamiento, más que por su formulación brillante, cobra un mayor valor, en tanto que se deriva en una praxis del pensamiento. Efectivamente Estanislao Zuleta es el modelo ejemplar de cómo la teoría no se queda sólo en abstracción sino que se vuelve y hace vida. En Estanislao siempre se pueden evidenciar tres momentos: capacidad de admiración, capacidad de oposición y capacidad de creación.

He

ahí

la

formula

esencial

del

pensamiento

crítico.

“Tres

Estanislao Zuleta, Sobre la lectura, Selección de textos. Lectura de ida y vuelta, Comfama y Metro de Medellín, Medellín, 2008, p. 15. 65

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transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. - - Así habló Zaratustra.”66

A Estanislao, lo describe mejor esta idea que alguna vez fue escrita para caracterizar a Nietzsche. Creo que se le puede aplicar perfectamente a Estanislao. “Con el pensamiento de este filósofo no se llega a ninguna parte, no hay en él ninguna conclusión, ningún resultado. En [Nietzsche decía Safranski, en Estanislao hoy digo yo] encontramos solamente el propósito de aventura, de la interminable aventura del pensamiento.”67

66 67

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid, 2005, p. 55. Rüdiger Safranski, Nietzsche Biografía de su pensamiento, Tusquets Editores, 2001.

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Borges y Proust. O los tortuosos caminos de un escritor.

No voy a referirme directamente a los contenidos de las obras completas de Jorge Luis Borges y Marcel Proust, sino a las biografías excelsas que existen sobre ellos y que tuve el privilegio de conocer. No se trata aquí de hacer un análisis literario y crítico de sus obras, sino de evocar algunos episodios relevantes y los caminos recorridos para escribirlas. No pretendo hacer un resumen de sus vidas, el lector que quiera saber más de ellos debe leer sus biografías, acá simplemente tomo algunos retazos de una colcha remendada que se llama amor.

Sin temor a exagerar creo que es posible afirmar que tanto las obras de Borges como las de Proust esencialmente —no únicamente— son el resultado tortuoso de dos hombres que infatigablemente esperaron durante toda su vida, el momento prodigioso donde encontrarían a alguien que los pudiese amar. La espera fue tan desoladora que para sobrevivir se dedicaron a escribir.

Si he de tener uno o un par de lectores por ahí en algún lugar del mundo, quiero ofrecerle excusas por mis anteriores escritos: ensayos de política, historia o cualquier cosa que se me ha ocurrido, todos intentos de un aprendiz de escritor. Pero sobre todo quiero ofrecer excusas por el presente escrito, que es quizá uno de los más íntimos, donde finalmente seguiré hablando del molesto “mi”, sólo que proyectado en las vidas de Borges y Proust. En efecto hablaré de las vidas de estos dos titanes, de emocionantes descubrimientos que he encontrado en las más completas biografías que existen sobre ellos, trataré sobre algunas facetas de sus adversas experiencias; pero finalmente evocaré sus vidas para tratar de describir la necesidad de un lector que quiere devenir escritor. De antemano advierto que mi identificación con Borges y Proust no es el resultado de un narcisismo delirante, sino todo lo contrario, —y sobre todo en este caso—, identificaciones que han derivado del descubrimiento de nefastas características humanas, terribles y neuróticas coincidencias que pienso son comunes entre ellos 50


y yo, características que en Borges y Proust finalmente sirvieron como material para sublimes, colosales e inmortales creaciones literarias; defectos más no virtudes, que en mí aún no han servido para nada, y que me angustia el hecho de pensar, que nunca me sirvan como acicate para escribir siquiera un párrafo digno de recordar. Quiero escribir sobre ellos porque los he tomando como un par de espejos y por el momento se me ha aparecido reflejada una mueca de un ser conocido y extraño que ahorita mismo me da mucho temor.

Jorge Luis Borges

En el prefacio de la biografía Borges una vida Edwin Williamson cita una repuesta que dio Borges en una entrevista, y que en mi concepto, es la mejor clave para descubrir su alma: “Yo creo que como me pasé la vida pensando en mujeres, al escribir he tratado de pensar en otra cosa. […] Claro que esto es freudiano”. 68 Tales pensamientos no fueron precisamente de satisfacción sino de continuas frustraciones, puesto que a Borges le sería otorgada la felicidad del amor tardíamente en su vejez.

Los libros para Borges serían lo más esencial de su existencia, pero ellos desde el principio, fueron un refugio y una salvación, situación que no siempre fue muy cómoda, sobre todo al principio. “Desde muy joven me avergonzó ser una persona dedicada a los libros y no a la vida de acción”.69

Borges pasa su infancia en la biblioteca de su padre, el hecho capital de su vida, como él mismo lo expresó en su Autobiografía. Allí nació su sueño de ser escritor, luego saldría al mundo a estrellarse con la dura realidad, es decir, con el amor no correspondido de alguna mujer. Su biógrafo relata que Borges termina sus días de la juventud esperando a una mujer, “esperando descubrir si podría encontrar aún

68 69

Edwin Williamson, Borges una vida, Seix Barral, 2006, p. 12. Ibíd. p. 60.

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la salvación como escritor o se vería condenado para siempre a la nadería del yo”.70

Finalmente Borges encuentra su salvación en la escritura, poco a poco, en su búsqueda de su identidad, en su preocupación por descubrir la esencia de Argentina, se va convirtiendo en el más grande escritor de su tierra. Ya publica, y es reconocido en el mundo literario, pero aún le sigue suplicando a una mujer: “Puedo darte mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; estoy tratando de sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota”. 71 Borges ya está escribiendo y de qué manera, pero “sin el amor de una mujer —pensaba— no podía haber esperanza de encontrar la salvación por la escritura”.72

Muchos años después otra mujer lo dejó, era tal su turbación que en un poema expresó: “Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia; / ojalá yo hubiera nacido muerto”.73 Y más adelante en una entrevista en un tono menos dramático, expresó: “Me han dado la desdicha esa tarde, y sin embargo eso no me convierte en un gran poeta”.74

Sí lo era, su fama crecía proporcionalmente a medida que crecían sus frustraciones sentimentales, ya comenzaba a ser reconocido en muchas partes del mundo. En una ocasión —nos relata Williamson— Borges “había recibido la invitación de enseñar en la Universidad de Texas, había esperado que hubiera más chicas que muchachos en sus clases, pero «de inmediato me avergoncé de mis pensamientos, como si hubiera imaginado algo pecaminoso»; y sin embargo «es tan poderosa la magia femenina», observó, mientras se lanzaba a volcar alabanzas sobre el sexo opuesto: «¡Qué encanto las mujeres! ¡Qué agradable es escucharlas cuando hablan! ¡Qué misteriosa fuerza deben poseer para hacer

70

Ibíd. p. 186. Ibíd. p. 231. 72 Ibíd. p. 267. 73 Ibíd. p. 326. 74 Ibíd. p. 356. 71

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interesante todo cuanto las rodea»”.75 Pero su mala suerte con ellas no parecía cambiar —más adelante agrega Williamson— “la historia de sus fracasos en el amor había seguido repitiéndose como burlas cada vez más crueles de manifestaciones anteriores”.76

Borges se envejeció y se quedó ciego en estas circunstancias, ahora era un gigante de las letras. En mi opinión, después de Proust el escritor más importante del siglo XX, ya era reconocido por todo el mundo. Ya viejo, y aún su madre se interponía en su búsqueda de la felicidad con otras mujeres. Finalmente con gran resignación y sin amor, Borges se casó con una mujer que no quería, tan sólo por eludir la soledad. Como era de esperarse este matrimonio no duró.

Pero, por fin el azar de la existencia le deparó a Borges, después de tantos rechazos y sufrimientos, la felicidad: María Kodama una discípula “jovencita prolija, sobria, de blusa blanca y falda sencilla”77 que le ayudaba a leer y a descifrar sus textos anglosajones. Borges se enamoró locamente y escribía para sí mismo: “Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. […] El nombre de una mujer me delata. / Me duele una mujer en todo el cuerpo”. 78 No voy a narrar la historia de este gran amor entre María Kodama y Borges, sería absurdo, para eso está la última parte de la biografía que realizó Williamson que con gran acierto la tituló El amor recobrado. Basta decir que Borges fue correspondido y de la menara más sublime por María Kodama, quien le hizo sentir a Borges en los últimos años de su vida el placer que quiere eternidad.

Williamson en este capítulo nos hace el recuento del periplo amoroso de Borges, veamos: “En la mitología personal que había inventado [Borges] a lo largo de los años, Norah Lange representaba la Beatriz original para su Dante; era ella quien en 1925-26 había sido su encarnación del Aleph, el principio unificador supremo, 75

Ibíd. p. 392. Ibíd. p. 398. 77 Ibíd. p. 419. 78 Ibíd. p. 420. 76

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el número que abarcaba a todos los demás. Y fue entonces cuando había concebido la idea de la salvación por la escritura: la creación de una obra maestra que destilaría la esencia de su vida y así justificaría su existencia. Después de que Norah lo rechazara por Oliviero Girondo, experimentó las agonías del infierno personal, pero en 1940 se había enamorado de Haydée lange, la «nueva Beatriz» que le ofrecería la salvación que Norah le había negado. Ése fue el período que bajo la influencia de Dante, empezó a componer El Congreso, la obra maestra que había esperado que pudiera salvarlo como escritor. Haydée Lange, sin embargo, también había rechazado a Borges, así que trató de encontrar otras mujeres que desempeñaran el papel salvador de su «nueva Beatriz». Había buscado llenar ese rol con Estela Canto, Cecilia Ingenieros, Margarita Guerrero, y sin duda otras, también, pero falló con todas ellas; su vida en consecuencia, se había cerrado sobre él, y hasta su tardío casamiento con Elsa Astete terminaba en fracaso. Sin embargo, la separación inminente de Elsa abría una vez más la perspectiva de realizar el proyecto dantesco de la salvación, aun cuando todavía no había descubierto si su nuevo amor, María Kodama, aceptaría convertirse en la «nueva Beatriz» en su vida”.79

En esos días, Borges escribió su Autobiografía y terminó el texto con estas palabras: “Ya no considero inalcanzable la felicidad como me sucedía hace tiempo. Ahora sé que puede ocurrir en cualquier momento, pero no hay que buscarla. […] Lo que quiero ahora es la paz, el placer del pensamiento y de la amistad. Y aunque parezca demasiado ambicioso, la sensación de amar y ser amado”.80 Pues bien, digamos que por justicia ′terrenal’ más no ′divina’ así fue. Pudo amar a María Kodama y ella lo amó.

Williamson nos relata el pasaje apasionante cuando Borges y María estaban juntos en Islandia. Borges “reunió el coraje de declararle sus sentimientos a María, y ella contestó a su vez reconociendo que lo de ella era más que una amistad, era

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Ibíd. p. 430. Ibíd. p. 431.

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amor. Borges entonces le confesó a María que se sentía como si hubiera estado esperándola toda la vida, y fue en el contexto de un sueño de larga data hecha realidad donde concibió la idea para un cuento que, como le dijo a María en Islandia en esa época, se proponía dedicarle alguna vez. El germen de ese cuento era un encuentro entre un hombre mayor y una mujer joven que le recuerda a una muchacha que lo había rechazado en la juventud; mientras le hace el amor a la mujer, siente que el recuerdo del amor anterior, no correspondido, por fin queda borrado”.81 Después en un poema de 1971 Borges declaró: “Una sola mujer es tu cuidado, / igual a las demás, pero que es ella”. 82 Y aun así, cuando por fin encontró a su “Beatriz” y le dejó a la humanidad, en su obra, la más alta y más grande creación literaria, le dijo a un amigo, estas desoladoras palabras: “Pasamos la vida esperando nuestro libro y nunca llega”. 83

Marcel Proust.

Ghislain de Diesbach, en su magistral biografía, es quien realiza el mejor retrato psicológico de Proust. Sin dejar de reconocer su genialidad, Diesbach no escatima señalar los defectos extremos de este eterno niño mimado que se convertirá en el más grande escritor del siglo XX. De entrada señala que “Proust ha puesto en sus personajes mucho de sí mismo, sobre todo en los más ridículos u odiosos, denunciando en ellos los vicios y defectos que temía poseer y, merced a tal exorcismo, convirtiendo a algunos de ellos en otras tantas caricaturas de su personalidad”.84

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Ibíd. p. 435. Ibíd. p. 447. 83 Ibíd. p. 532. 84 Ghislain de Diesbach, Marcel Proust, Anagrama, 1996, p. 10. 82

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Proust vive en una respetable y culta familia burguesa de la Francia de principios del siglo XX, su historia familiar es tan normal que sólo toma importancia para sus biógrafos, en tanto es él, el que rápidamente creará sus propias tragedias íntimas. “Toda la complejidad de su carácter provendrá en parte de la añoranza de una infancia demasiado protegida, de una necesidad casi infantil de cariño y de cuidados, a la par que otra parte de sí mismo quería liberarse de ello”. 85

Enfermizo, débil, histérico, inmediatamente se hace distinto a los demás y se vuelve un chico solitario. “Pugnan en él sentimientos contrapuestos que sólo la escritura podrá liberar, siquiera sea esa frustración que le embarga viéndose distinto a los demás”.86 Y sobre todo muy necesitado de encontrar alguien que lo amara. Pero valga anotar que con una diferencia muy notable con Borges, pues Borges en todo momento de su vida fue un ser noble, mientras que Proust cada vez que encontraba un poco de amor, a quien se lo profesara, inmediatamente le imponía un régimen tiránico. “Ansioso de ser amado, sufriendo por no serlo nunca lo bastante, a ratos por serlo demasiado, apasionado con bruscos arranques de rebeldía o de cólera, es un niño caprichoso y entrañable”. 87 “Hay en él, tras un aspecto frágil y maneras dulzonas, un impetuoso afán de amor que es no tanto un deseo físico de uno u otro de sus compañeros cuanto una sed de ser amado. Es en él un necesidad trágica y pueril, despótica también, pues si exige la exclusividad de un ser, no acepta que éste reclame reciprocidad. Hay que amarlo sólo a él, pero él puede amar a varios, sentimiento que prevalecerá a lo largo de su existencia y que constituye el primer síntoma de esos obsesivos celos que convertirá en uno de los temas de su obra”.88 Además, —agrega Diesbach— “incapaz de comprender que una necesidad de amar tan abiertamente expuesta puede producir una reacción de rechazo en quien es objeto de ella”. 89

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Ibíd. p. 27. Ibíd. p. 42. 87 Ibíd. p. 44. 88 Ibíd. p. 60. 89 Ibíd. p. 63. 86

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Su juventud transcurre en medio de la soledad, de los libros. Lo único que quiere hacer es leer y escribir, y sus padres se preocupan porque su hijo literalmente no sirve para nada. Entra a estudiar política y derecho sin mucho entusiasmo, tan sólo para tranquilidad de su padre, pero toda su atención, está centrada en la búsqueda del amor, y sólo la literatura se vuelve en su eterna compañera. Más adelante acudirá compulsivamente a cuanta fiesta mundana pudiera hacerse invitar, pero igual seguirá sintiéndose profundamente sólo.

Nadie sospecha que ese chico enfermizo y bueno para nada, infatigable observador de las tragedias y de las comedias de las extrañas relaciones, que se dan entre la vieja aristocracia cada vez más arruinada y la burguesía que poseía dinero y poco cultura, iba a convertirse en el escritor que superaría a todos, en tanto que alcanzaría la inmortalidad con sus letras.

Pero él, aún no se imagina nada de lo que crearía en el futuro, por el momento el 10 de junio de 1901 a un amigo le escribió: “¡Hoy cumplo treinta años y no he hecho nada!”90 Lo cual era cierto. Diez años después, a pesar de que había hecho varios artículos para la prensa, había publicado un libro pequeño, había realizado algunas traducciones, hasta había proyectado ya los cimientos de su futura obra y aún sentía que tampoco había hecho nada.

Poco a poco se va prefigurando en su interior la obra que justificará su existencia. “Cómo sea que el amor y la amistad resultan ser idénticas fuentes de decepción, tan sólo queda refugio y consuelo en el trabajo, otra droga a la que recurre Proust para olvidar la vida”.91 No me atrevo yo, en este artículo —que se me está alargando más de lo que me había imaginado— a explicar la génesis de A la busca del tiempo perdido, esta obra es un universo infinito que se compone de tantos elementos, que difícilmente se deja enmarcar. Yo por el momento sólo tengo la capacidad de gozarla y continúo indicando, sólo brevemente, los caminos

90 91

Ibíd. p. 245. Ibíd. p. 290.

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tortuosos que llevaron al complejo carácter de Proust, que después de tantas decepciones del amor y del mundo, logró finalmente dedicarse a esta creación.

Diesbach muestra bastantes indicios de que Proust en el año 1908 tiene ya en su cabeza, la idea clara de que en adelante, su mayor preocupación será escribir una gran obra, su única obra, a la que le dedicará el resto de la vida. Catorce años de intenso trabajo literario, que le hará descuidar dramáticamente hasta su propia salud, dado que su régimen de vida y su caprichosa existencia, hará que la enfermedad sea otra compañera junto a su soledad. Años después Proust le escribirá a un amigo: “Cierto que concedo mucha más importancia a este libro en el que he plasmado lo mejor de mi pensamiento y de mi propia vida que a cuanto hasta ahora he hecho, que no es nada”.92

Sin embargo saca su tiempo para buscar los placeres del amor, ya no en la alta sociedad sino en los hombres jóvenes y humildes que trabajan en oficios varios para la burguesía. En una ocasión Proust escribe a su asesor en temas financieros, —que dicho sea de paso soportaba con gran paciencia a Proust, dada su irracionalidad para manejar el dinero y su increíble facilidad para derrochar lo que tenía por herencia o por derechos de autor— una absurda excusa por sus gastos: “Ya te dije que tenía penas del corazón. Cuando uno no es teósofo y no busca sus amores en la alta sociedad sino en el pueblo, o más o menos, esas penas

del

corazón

conllevan

por

lo

común

considerables

dificultades

financieras”.93 Efectivamente Proust se caracterizaría por querer comprar con exagerados y costosos obsequios el afecto de sus camareros y choferes. Luego Proust le confesará a un amigo: “Ando embarcado en negocios sentimentales sin salida, sin alegría, continuos generadores de fatigas, de sufrimientos, de absurdos gastos”.94 92

Ibíd. p. 431. Ibíd. p. 536. 94 Ibíd. p. 538. 93

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Al final de sus días, —nos cuenta Diesbach— Proust “no alberga ya ilusiones sobre el mundo, menos aún sobre el amor, no siendo sino feria de las vanidades el uno, ilusión egoísta el otro”.95

En una ocasión Proust escribe sobre Baudelaire un juicio que se puede aplicar literalmente a él mismo. Diesbach reseña así el pasaje: “Baudelaire, cuyo genio reside según [Proust] en su neurosis, ocasión de ensalzar la superioridad de sublimes neuróticos quienes, a semejanza de Baudelaire o Dostoievski, «entre sus ataques de epilepsia y otras cosas, crean obras de las que una estirpe de mil artistas sanos no habrían podido escribir un solo párrafo»”.96

Marcel Proust, no tuvo la suerte que tuvo Borges de encontrar al final de su vida el amor que tanto anhelaba, y hay que decirlo, en gran medida Proust no lo llegó a encontrar por su propia culpa. Pero esta necesidad insaciable y nunca aplacada de querer ser amado, en Proust deriva en la composición de A la busca del tiempo perdido, la novela más asombrosa e importante del siglo XX. Basta deleitarse con La prisionera y La fugitiva para comprobar que del sufrimiento causado por no tener al amor querido puede salir la más sublime creación estética. Tal cual como Borges, Proust encontró su salvación en la escritura… pero lo maravilloso de esto, es que estos dos hombres, además de salvarse con sus obras, lograron a su vez la inmortalidad.

No basta con haber sufrido mucho en el amor, o mucho menos, no basta con ser un neurótico para tener las condiciones para ser un gran escritor. Pues, que de ser así, la mayoría de los seres humanos estarían escribiendo obras sublimes. El mismo Freud admitiría que las condiciones que posibilitan el surgimiento del genio

95 96

Ibíd. p. 601. Ibíd. p. 592.

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literario seguirán siendo desconocidas para el resto de los mortales y su eventual aparición siempre se daría en casos muy excepcionales.

He revisado en mi pasado y confieso que con gran dificultad me he podido acomodar en esta sociedad. Hace poco renuncié a la oportunidad que se me ofrecía de ser profesor de escuela, y desde ese instante he pagado con creces la irresponsabilidad de haber dejado un empleo estable. Ahora soy una especie de historiador proscrito, que eventualmente da una conferencia, dicta algún curso o escribe algún artículo político sobre este maltrecho país y que debe algunos dineros

a

sus

buenos

y

pacientes

amigos.

Desde

hace

seis

años

aproximadamente tres mujeres me han negado el amor que un día me dieron, seguramente con justas razones. Ahora sólo tengo mis libros que leo, releo y que hasta en algunas ocasiones llegó a besar. Ahora sólo soy un lector y estoy feliz por ello. Pero, desde ya, cuando estoy cerca de cumplir treinta y tres años, sufro la terrible angustia de no poder hallar también en la escritura mi salvación.

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Un diálogo con Franz Kafka.

¿Dónde te encuentro Kafka? Si hubieses sido un hombre sería tan fácil encontrarte, bastaría buscar una buena biografía sobre ti. Pero no eras un hombre, eras escritura. No te convertiste en un escritor, te convertiste tú «todo» en escritura misma.

He ido a mi biblioteca predilecta a buscarte y no te he encontrado. He leído doctos de todas las especies, que tratan de interpretarte, detectives que intentan descifrar los enigmas de tus escritos y no te he encontrado ¿Que si El Proceso es una reescritura de algún texto de Dostoievski? ¿Que si eras un consumado melancólico? ¿Que si eras una hombre trágico? ¿Que si eras un solitario que se reía de sí mismo y del mundo pero en «serio»? Creí que te iba a encontrar en Borges y en Deleuze por la confianza que tengo en ellos, y la verdad tampoco allí te encontré.

¿Y si eres escritura, simplemente no bastaría con leerte? No, no basta. La impresión que nos… -corrijo-, que me queda después de leerte, no es la impresión de que apareces sino por el contrario de que te escabulles… Creo que ya no sabemos si te escribías para crearte o para des-crearte.

Está también la correspondencia con las mujeres que querías y no querías poseer, tus interlocutoras preferidas. Ya no recuerdo dónde leí la tesis de que sólo las necesitabas a ellas para tener el placer de recibir o enviar una carta. ¿O será que en este punto de las cartas te estoy confundiendo con Proust? No lo sé, perdón.

Tengo que confesarte que aún guardo la ilusión de encontrar alguien que te logre definir ¿Acaso un biógrafo? ¿Un escritor? ¿Un lector? Qué absurdo me parece contigo hacer el recuento: Franz Kafka nació en tal fecha, vivió en tal parte y en tal 61


época, escribió tales libros, murió en tal fecha, fue uno de los más grandes escritores del siglo XX. ¡Qué manía tenemos los seres humanos de definirnos por una simple enunciación de la época en que vivimos. Se llamó tal, nació y murió tal día. Yo creo que la biografía de un hombre debería responder esencialmente a la siguiente pregunta: ¿Cómo gozó? y por último, si queda tiempo y como por no dejar, ¿qué hizo?

Me encanta saber que mi nombre es tan parecido al tuyo, nuestros nombres sólo se diferencian por una letra. Como soy incapaz de definirte, voy a hacer un diálogo con vos. Ya sé que muchos me dirán que soy un loco presuntuoso, primero, porque para un diálogo se necesitan dos, y segundo, porque dirán: — ¿quién carajos es usted para pretender hacer un diálogo con Kafka? Pero no me importa. Primero, porque sí estamos los dos: estás tú con tus Diarios que vengo leyéndolos amorosa y desordenadamente hace muchos meses y estoy yo con mis pensamientos que creo son tan obsesivos como los tuyos. Y segundo porque simplemente me da la gana.

Tengo que confesarte además que quisiera hablar contigo, en primer lugar sobre mujeres, porque intuyo que a los dos nos ha ido muy mal en ese tema. Pero no. No tengo cómo hacerlo: dices muy poco al respecto en tus diarios. Voy a hablar contigo de la escritura.

Amar a una mujer. Escribir. ¿No será que en el fondo es lo mismo?

Franz Kafka: “Es totalmente cierto que escribo esto porque estoy desesperado a causa de mi cuerpo y del futuro con este cuerpo”. Frank Bedoya: Pensándolo bien, creo que nos queremos escribir, volver escritura por una inconformidad estructural con nuestro cuerpo, por un cuerpo que no gobernamos, que nos condena a algo. Que escribir no es un efecto artificioso, que 62


escribir es el acto por el cual nos liberamos de nuestro cuerpo. Si no conseguimos escribir, es porque aún nos gana el cuerpo. Pero, prosigue por favor. FK: “Mi fuerza no da ya para una frase más. Sí, si se tratara de palabras, si bastase colocar una palabra y pudiera uno apartarse con la tranquila conciencia de haberla llenado totalmente de uno mismo”. FB: No sé, a estas alturas, después de conocerte un poco a vos, a Borges y Proust, uno tiene la impresión de que la tarea de la escritura es imposible. Creo que esto ya lo dijo Blanchot, y sin embargo él escribía cosas infinitas. Por mi parte, siempre he creído que de la mujer de la cual me enamoro, esa será la mujer, y no. Que ese será el libro decisivo, y no, tampoco es…. Que me escribo, que esa será la escritura y no. FK: “Había llevado para la señora Tschissik un ramo de flores con una tarjeta de visita en la que había puesto: «con gratitud», y esperaba el momento de poder ofrecérselo. […] Nadie había advertido mi amor, y yo había querido mostrarlo a todo el mundo y hacerlo así valioso para la señora Tschissik, en el momento de verse el ramo. […] Con el ramo de flores, esperaba satisfacer un poco mi amor por ella, y fue totalmente inútil. Sólo es posible satisfacerlo por medio de la literatura o acostándome con ella. No escribo esto porque no lo sepa, sino porque tal vez es bueno escribir a menudo lo que nos sirve de advertencia”. FB. ¿No será que los que se logran acostar con ellas, dejan de angustiarse y no les da la carajada de quererse volver escritores? FK: “Progresivamente, intentaré agrupar todo lo que hay en mí de indudable, luego lo creíble, luego lo posible, etc. Es indudable mi avidez por los libros. No tanto por poseerlos o leerlos como por verlos, por convencerme de su permanente existencia en los estantes de una librería. Si en alguna parte hay varios ejemplares del mismo libro, cada uno de ellos me alegra. Es como si dicha avidez partiese del estómago, como si fuese un apetito descaminado. Los libros que yo poseo me dan

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menos gusto; en cambio me alegran ya los libros de mis hermanas. El deseo de poseerlos es incomparablemente menor, casi inexistente”. FB: A eso me refería en mi última conferencia de la Escuela Zaratustra. Leer no puede convertirse en un acto vulgar burgués para adquirir un conocimiento. Leer es un goce, leer es amar. Se aman también los libros. Es otra forma de amor. Te acuerdas del Borges enamorado. Ah no, verdad, que fue él quien se fijó en vos, en lo que escribiste vos. FK: “Aun cuando prescinda de todos los obstáculos restantes (estado físico, padres, carácter), tengo una buena disculpa para no limitarme a pesar de todo a la literatura con la alternativa siguiente: a nada puedo atreverme, mientras no lleve a término un trabajo de mayor importancia, que me satisfaga completamente. Esto es ciertamente irrefutable. Ahora siento, y lo sentía ya por la tarde, un gran deseo de arrancarme escribiendo todo este estado de desasosiego y, así como viene de las profundidades, hundirlo en las profundidades del papel, o bien dejar constancia escrita de un modo que me permitiera incorporar lo escrito íntegramente en mi interior. No se trata de un deseo estético.” FB: ¡Y saber que en nuestras tierras nos hemos engañado tanto con eso! Acá se escribe más por vanidad, que por necesidad interior, que por amor a la verdad, que es poder develarse, nombrarse a uno mismo. Yo por eso creo que el único escritor genuino que hemos tenido en nuestra desdichada Colombia es Fernando González: ¡en su desgarradora honestidad consigo mismo es tan parecido a vos! FK: “Mi deseo de escribir una autobiografía lo cumpliría sin duda inmediatamente en el momento en que me liberase de mi oficina. Al ponerme a escribir, debería tener ante mí un cambio tan radical, como meta transitoria, a fin de poder organizar la masa de los acontecimientos. No puedo concebir otro cambio más alentador que éste, aun siendo tan tremendamente improbable. Pero entonces, el hecho de escribir la autobiografía constituiría una gran satisfacción, porque se efectuaría con tanta facilidad como la transcripción de sueños, y sin embargo tendría para mí un resultado totalmente distinto, grande, que me influiría para 64


siempre, un resultado que, además, sería accesible a la comprensión y a la sensibilidad de cualquier otra persona”. FB: Me alegra que digas eso. Ya lo habían dicho Borges, Derrida. Así nos ocultemos, estamos siempre reescribiendo una autobiografía. Apareciendo y a la vez ocultándonos en una autobiografía. ¿Alguien escribirá una mejor que la que hizo Nietzsche, su Ecce Homo? No importa. ¿Te acuerdas de Nietzsche?, tú lo leíste, “y así me cuento mi vida a mí mismo”. FK. “En mí se puede reconocer perfectamente una concentración apta para escribir. Cuando se hizo evidente en mi organismo que la literatura era la manifestación más productiva de mi personalidad, todo tendió a ella y dejó vacías todas las facultades que se orientaban hacia los placeres del sexo, de la comida, de la bebida, de la meditación filosófica, y principalmente de la música. Me atrofiaba en todos los aspectos. Esto era necesario, porque mis energías, en su totalidad, eran tan escasas que únicamente reunidas podían ser medianamente utilizables para la finalidad de escribir. Naturalmente, no di con esta finalidad de un modo autónomo y consciente; fue ella la que se encontró a sí misma y ahora se ve obstaculizada únicamente, pero de un modo radical, por la oficina. En cualquier caso no debo lamentarme porque no pueda soportar una amante, porque entienda casi tanto de amor como de música y tenga que contentarme con los efectos más superficiales y fugaces, porque la noche de fin de año cenara nabos y espinacas y bebiera un cuartillo de Ceres, y porque el domingo no pudiera asistir a la conferencia de Max sobre sus trabajos filosóficos; la compensación por todo ello es clara como la luz del día. O sea, que sólo tengo que arrojar en medio de todo este montón de cosas el trabajo de la oficina (puesto que mi desarrollo está ya concluido y, por lo que veo, no tengo más que sacrificar) para iniciar mi verdadera vida, en el curso de la cual, con el progreso de mi obra, mi rostro podrá finalmente envejecer de un modo natural”. FB. No entiendo por qué tus exegetas se han enredado en tantos laberintos. Con esta declaración que haces es más que suficiente, ¿no crees? Yo creo que el manto de enigma que se ha levantado a tu alrededor, parte de tu simplicidad, de tu 65


forma llana de decir lo real, lo innombrable. Tu verdadera vida efectivamente fue la escritura, ya lo habías anunciado. Bueno, igualmente más adelante das otra pista: “Casi siempre, la personalidad individual del escritor consiste en que cada uno oculta lo malo a su manera”. FK. “Mientras escribía, acarreo de muchos sentimientos, por ejemplo, la alegría de que voy a tener algo hermoso para la Arcadia de Max; naturalmente, recordé a Freud en un pasaje”. FB. Sí, y más adelante dices: “Yo, que quiero curarme la neurastenia trabajando”. Así estoy yo, ya ves, desde aquel controvertido texto que hice sobre Borges y Proust, o con este diálogo, tratando de descubrir cómo sí es posible pasar de la neurosis obsesiva a la creación literaria. Por lo que no logramos nombrar nos enfermamos. Con las palabras nos curamos. FK. “Mi empleo me resulta insoportable, porque contradice mi único anhelo y mi única profesión, que es la literatura. Puesto que no soy otra cosa que literatura, y no puedo ni quiero ser otra cosa, mi empleo no podrá nunca atraerme, pudiendo en cambio destrozarme totalmente. No estoy muy lejos de esta situación. Alteraciones nerviosas de la peor especie me dominan sin interrupción”. FB. Yo creo que por eso te queremos tanto y por eso es que los hombres modernos nos identificamos con vos tan fácilmente. No queremos trabajar, queremos escribir. En este mundo del capital no podemos dedicarnos sólo a leer y a escribir por purito placer. Bueno, sobre todo no, a los que no nos queda otra alternativa y nos toca ser empleados. FK. “Todo se resiste a ser escrito”. FB. Es verdad, y aun así nos obstinamos. Tú, el más obstinado de todos. FK: “Leo en Dostoyvski el pasaje que tanto me recuerda mi «Desdicha»”. FB: Así igual me está pasando hoy con vos.

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FK: “¡Dejadme mis libros! ¡Es lo único que tengo!” FB: Por este tipo de cosas, sos con el único que puedo hablar en estos momentos. FK: “Aún me encuentro metido de lleno en mi sufrimiento, pero ya viene corriendo de tras de mí el enorme carro de mis planes.” FB. Dichoso animal extraño Kafka, efectivamente así fue, superaste a todo lo humano. Humano: animal que escribe. FK. “Cuando me examino a mí mismo para saber cuál es mi objetivo final, resulta que, en realidad, no me esfuerzo por ser una buena persona y dar satisfacción a un tribunal supremo, sino, muy al contrario, trato de tener una visión panorámica de toda la comunidad humana y animal, de descubrir sus preferencias fundamentales, sus deseos, sus ideales morales, de reducirlos a preceptos simples y de evolucionar en su dirección lo antes posible, para complacer por entero a todos y para hacerlo de tal modo (he aquí la incoherencia) que, sin perder el amor general, acabe por ser el único pecador que no será quemado, a quien se le permita desarrollar abiertamente, ante los ojos de todas las ignominias que lleva dentro. En resumen, no me importa más que el tribunal humano, y a ese pretendo engañarlo, aunque sin engañarlo del todo”. FB. Si te comprendo bien, estás tratando de decir que vos no te esforzarte por haber sido el mejor ser humano. De hecho estás plagado de defectos. Uno de los seres humanos más imperfectos. Sin embargo, tu incapacidad para vivir lo humano te llevó a escribir, a describir el absurdo de lo todo lo humano, la locura de lo humano en el siglo XX. De ahí que sea tan difícil ponderar tu obra, y aun así, todos en algún momento nos vemos llevados, por una extraña fuerza, a querer vernos reflejados en un espejo-hombre llamado Franz Kafka. Tan sólo con ver la imagen de tu rostro, tu mirada penetrante, tus puntiagudas orejas. ¡Carajo! vos sos el que nos está mirando. FK: “A través del cielo del vicio se conquista el infierno de la virtud”. FB. Confiésalo, eso lo tomaste del Zaratustra de Nietzsche. 67


FK: “El temor es la desdicha, pero no por ello el valor es la felicidad, sino que lo es la falta de temor; no el valor, que tal vez exija más que la fuerza (en mi curso había solo dos judíos que tenían valor y ambos se pegaron un tiro ya en sus tiempos de Instituto o poco después) o sea, que no se necesita valor, sino una falta de temor, tranquila, de mirada franca, capaz de soportarlo todo. No te fuerces a nada, pero no seas infeliz por el hecho de no forzarte, o por el hecho de que, si tuvieras que hacerlo, te vieses obligado a forzarte. Y si no te fuerzas, no persigas afanosamente y sin cesar la posibilidad de forzarte. En realidad, las cosas nunca están tan claras, o efectivamente siempre lo están; por ejemplo el sexo me apremia, me tortura día y noche; tendría que superar el miedo y la vergüenza, y probablemente también la tristeza, para satisfacerlo; por otra parte, es cierto que aprovecharía inmediatamente, sin miedo ni tristeza ni vergüenza, una oportunidad que se ofreciese de modo rápido, inmediato y voluntario; pero, por todo lo dicho, queda una ley: no superar el miedo, etc. (Pero tampoco jugar con la idea de la superación); lo que si hay que hacer es aprovechar la «oportunidad», (pero no quejarse sino se presenta). […] No existe la maldad; has cruzado el umbral; todo es bueno. Otro mundo y no tienes que hablar”. FB: Otra vez Nietzsche. ¿Acaso Más allá del bien y del mal? Perdón, estoy hablando contigo y no con Nietzsche. FK. “Los cinco principios que conducen al infierno (en orden genético): 1. «Tras la ventana está lo peor.» Todo lo demás es angélico, bien sea de un modo explícito o (como es el caso más frecuente) admitiendo sin hacerle caso. 2. «¡Tienes que poseer a todas las muchachas!», no como un donjuán, sino de acuerdo con la expresión diabólica «ceremonia sexual». 3. «¡No puedes poseer a esta muchacha!» y por eso mismo, no puedes. Fata Morgana celestial en el infierno. 4. «Todo es, simplemente, una necesidad física»; ya que la tienes, date por satisfecho.

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5. «La necesidad física lo es todo». ¿Cómo podrías tenerlo todo? Por consiguiente, ni siquiera tienes necesidades físicas”. FB: Me has dejado sin palabras, me hiciste acordar que hace rato prometí escribir algo que se llama desapegos y no lo he hecho. FK: “Cada vez me da más miedo escribir cosas. Es comprensible. Cada palabra, retorcida en manos de los espíritus —este impulso de la mano es su movimiento característico—, se convierte en una lanza dirigida contra el que habla. Y muy especialmente, una observación como ésta. Y así, hasta el infinito. El consuelo sería sólo: Ocurrirá, quieras o no. Y lo que tú quieres, te sirve de bien poco. Más que un consuelo, sería esto: También tú tienes armas”. FB. Tú dijiste esto un año antes de morir, digo, de morir físicamente, porque no has muerto, que te hiciste eterno. No quiero sugestionarme por el hecho de que son las últimas palabras de tus Diarios. De hecho, no importa, ya no son tus palabras, son las que yo escogí para este diálogo, me las apropié. Por alguna razón, escogí unas y deseché otras. Me construí un Kafka según mis necesidades. ¿Que el que hice no sos vos? ¿Que hay una infinidad de Kafkas? No importa. ¿Lograste nunca dejarte definir? Hace rato tenía pendiente este diálogo, y no me atrevía a iniciarlo. Hoy he tenido que hablarles a unos jóvenes sobre vos. Espero haber estado a la altura de tu extrañeza. Que ninguno haya podido saber al fin quien es ese Franz Kafka, y por ello después te salgan a buscar.

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Michel Serres: el filósofo del Mundo.

Hay un viejo sabio francés, que ha viajado por el mundo y por todos los saberes; matemático, físico, historiador, escritor, pero ante todo, filósofo solitario y amante de la vida, amante del mundo. Contemporáneo y amigo de Michel Foucault y Gilles Deleuze, ha hecho su camino sólo, se ha apartado de las corrientes filosóficas del siglo XX, y ha establecido un diálogo con la vida, un diálogo apasionado y sereno con la naturaleza, con toda ella y sus múltiples manifestaciones de vida. Horrorizado por las guerras de los hombres, conmocionado por la bestialidad de las bombas arrojadas en Nagasaki e Hiroshima, este hombre se aleja de la depredación occidental, de los cánones del “desarrollo” y construye una nueva filosofía que da cuenta del mundo, de aquel mundo que los demás insisten en destruir.

En nuestro desdichado país es prácticamente desconocido, yo tuve el privilegio de conocer sus obras, cuando estudiaba historia en la Universidad Nacional, gracias a las traducciones y seminarios que sobre él realizó el eminente maestro Luis Alfonso Paláu. De Michel Serres conocemos acá muy poco, de sus más de cuarenta libros publicados en francés sólo se han traducido al castellano cinco o seis. Ya saben que acá solo se trae armas y veneno para el pueblo, libros esenciales no.

Hoy quiero hacer un acercamiento a Michel Serres, quizá sirva este escrito para que otra persona lo conozca. Ojalá en algún momento en Colombia se interese más por la vida que por la muerte.

¿Cuál es el lugar que ocupa Michel Serres en la filosofía? Hace poco tuve el privilegio, -gracias una vez más a las traducciones del profesor Paláu-, de conocer

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unas entrevistas que le hicieron a Serres sobre su obra, donde descubrí una clave para entender su legado. Miremos este pasaje revelador, dice Serres allí: “La denominación Júpiter es objeto de un análisis en Roma [Uno de sus célebres libros]. Tenemos acá un nombre compuesto de dos palabras: la primera quiere decir “día” <”jour”> y la segunda “padre”. “Ju”, en efecto, remite a radical indoeuropeo que evoca la luz y se reencuentra en una palabra “jour”. “Piter” varía poco con respecto a Pater, el padre. Júpiter equivale pues a día-padre, o a “Padre nuestro que estás en los cielos”. Por un lado la claridad celeste y por el otro la relación paterna.

Aprendamos primero física para estudiar los resplandores del cielo. Esta ciencia dura, y las leyes de la electrostática, nos enseña por ejemplo que Júpiter no lanza el rayo sino que una descarga eléctrica lo produce: la religión es sustituida pues por las leyes de la naturaleza. La física permite salir de lo religioso. […] Aprendamos ahora estas ciencias humanas que exploran las relaciones paternas, las estructuras familiares y lo patético referido a las relaciones parentales. Una vez el lado “Piter” o pater de la religión ha sido limpiado, explicado, explicitado, criticado, por tanto expulsado por la era sospechadora de las ciencias sociales, ha salido ahora el padre. Ju fue aclarado por las ciencias físicas, y Piter por las ciencias humanas. “Padre Nuestro”, lo conocemos de acá en adelante; “que estás en los cielos”, lo sabemos aún mucho mejor. Freud, Nietzsche, los antropólogos y psicoanalistas, sin contar a los lingüistas, nos han explicado lo primero; para lo segundo hemos leído a Maxwell, Poincaré o Einstein. Por consiguiente, no queda ya religión”97.

Vámonos aclarando.

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Michel Serres y Bruno Latour, Aclaraciones, traducción de Luis Alfonso Paláu, Medellín, 2010.

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Ju: las Ciencias Naturales explican al mundo, dominan al mundo…. Pero olvidan la política, la ética, es por esto que en el siglo XX la ciencia se pone al servicio del mercado, de la guerra.

Piter: Las Ciencias Humanas explican las relaciones del hombre en lo más profundo de sus complejidades, la autoridad, la libertad…. Pero olvidan al mundo, en el mismo momento que el hombre domina el planeta, lo destruye, al mismo tiempo se olvida que habita el mundo, le da la espalda al mundo.

Michel Serres vuelve a unir Ju-piter, él sabe de ciencia, explica el mundo, pero también es filósofo… él sabe que el mundo después de Hiroshima no es el mismo, él anticipa el mundo de la información, de las comunicaciones, anticipa el nuevo problema humano: la destrucción del planeta. ¿De qué le sirvió al hombre cambiar el mito por la ciencia? ¿Conocer el mundo para luego destruirlo? ¿De qué le sirvió al hombre entender lo humano? ¿Para olvidarse del mundo? Freud y Nietzsche, claro está, pero ¿y…? ¿El mundo? Unión pues de la filosofía y la ciencia, para pensar un nuevo problema. ¿De qué nos sirve saber cómo funciona el universo y que el viejo Dios ha muerto, si hemos olvidado el mundo?

Hemos olvidado algo: la humanidad necesita la libertad, pero bajo un día soleado. Lo aclara mejor Michel Serres: “¿Cómo vivimos y pensamos juntos bajo una luz que recalienta nuestros cuerpos y modela nuestras ideas, indiferente por tanto a su existencia? No podemos nosotros que somos filósofos contemporáneos, plantear esta pregunta excluyendo las ciencias que, en su propia separación, concurren a plantearla, incluso a exasperar sus términos. Y cuando el mundo significa pura y simplemente el planeta Tierra, se regresa a los asuntos del Contrato Natural”.98

98

Ibíd.

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En un magnífico documental, que todos deberían ver, sobre el pensamiento y la vida de nuestro filósofo del Mundo, El viaje enciclopédico de Michel Serres, realizado por Catherine Bernstein y emitido en Francia en el año 2008 (y que actualmente se puede ver con subtítulos en castellano en internet) 99 nos dice Serres: “Cuando estudie filosofía me sorprendió o desilusionó desagradablemente el hecho de que los filósofos anteriores que me precedían, no vivían en el mundo. No había mundo. Era una filosofía del interior. Era una filosofía exclusivamente basada en las relaciones humanas o en… una filosofía de ciudades. Y no he dejado de empeñarme finalmente en que el mundo vuelva a entrar en la filosofía. […] En el fondo, lo que quería y sigo queriendo acabar, antes de llegar al término de mi viaje, lo que quiero es diseñar o construir como una representación global, un filosofía que abarque una cosmología, la física de la tierra, la biología, lo vivo, para llegar a las ciencias humanas, a la antropología, a la sociedad, a la política, incluso a la psicología. ¿Y ese sistema para qué? ¿Por qué? Sencillamente porque hemos sufrido mutaciones tales, estos últimos años, que vivimos en un nuevo mundo, en una nueva tierra y seguramente también bajo un nuevo cielo. Y estas mutaciones son tales que ha ocurrido algo extraordinario: y es que el hombre ya tiene la talla del mundo. Que los hombres juntos hoy en día están a la misma potencia que el universo. Y esto es tan novedoso, tan extraordinario, que hay que hacer una filosofía para entenderlo.” Hace varios años, en cuanta institución he trabajado, ya sea en docencia o en investigación, he tratado de incorporar El contrato natural de Michel Serres, salvo por el Gimnasio Internacional que si le dio importancia, en el resto de instituciones ninguna atención verdadera se le ha prestado.

Observemos uno de las tantas ideas decisivas del El Contrato Natural.

El viaje enciclopédico de Michel Serres. Actualmente se puede ver en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=dfzAEmksbRo 99

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“¡Retorno a la naturaleza! Eso significa: añadir al contrato exclusivamente social el establecimiento de un contrato natural de simbiosis y de reciprocidad, en el que nuestra relación con las cosas abandonaría dominio y posesión por la escucha admirativa, la reciprocidad, la contemplación y el respeto, en el que el conocimiento ya no supondría la propiedad, ni la acción el dominio, ni éstas sus resultados o condiciones estercolares. Contrato de armisticio en la guerra objetiva, contrato de simbiosis: el simbionte admite el derecho del anfitrión, mientras que el parásito -nuestro estatuto actual- condena a muerte a aquel que saquea y que habita sin tomar conciencia de que en un plazo determinado él mismo se condena a desaparecer… En qué lenguaje hablan las cosas del mundo para que podamos entendemos con ellas, ¿por contrato? Después de todo, también el viejo contrato social continuaba siendo implícito y no escrito: nadie ha leído jamás ni el original ni siquiera una copia… En efecto, la Tierra nos habla en términos de fuerzas, de lazos y de interacciones, y eso es suficiente para hacer un contrato. Así pues, cada uno de los miembros en simbiosis debe al otro, de derecho, la vida, so pena de muerte. Todo esto seguiría siendo letra muerta si no se inventara un nuevo hombre político.”100

Una vez más: ¿Quién es Michel Serres? En mi concepto, la mejor definición la dio él mismo en El Contrato Natural cuando habló de uno de sus conceptos fundamentales: el Tercero-Instruido. “Yo lo llamo Tercero-Instruido: [Yo lo llamo Michel Serres] experto en los conocimientos, formales o experimentales, versado en las ciencias naturales, de lo inerte y de lo viviente, al margen de las ciencias sociales de verdades más críticas que orgánicas y de la información banal y no excepcional, prefiriendo las acciones a las relaciones, la experiencia humana directa a las encuestas y a los informes, viajero de naturaleza y sociedad, amante de los ríos, arenas, vientos, mares y montañas, caminante sobre la totalidad de la Tierra, apasionado de gestos 100

Michel Serres, El contrato natural, PRE – TEXTOS, 2004.

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diferentes como de paisajes diversos, navegante solitario por el paso del Noroeste, paraje donde el saber positivo franqueado comunica, de manera delicada y rara, con las humanidades, inversamente versado en las lenguas antiguas, las tradiciones míticas y las religiones. Espíritu fuerte y Diablo, hundiendo sus raíces en el más profundo humus cultural, hasta las placas tectónicas más enterradas en la memoria negra de la carne y del verbo, y por lo tanto, arcaico y contemporáneo, tradicional y futurista, humanista y sabio, rápido y lento, verde y curtido, audaz y prudente, más alejado del poder que cualquier posible legislador y más próximo de la ignorancia compartida por la gran mayoría que cualquier sabio imaginable, grandeza quizá pero pueblo, empírico pero exacto, suave como la seda, áspero como el lienzo resistente, errante sin cesar sobre el intervalo que separa el hambre de la saciedad, la miseria de la riqueza, la sombra de la luz, el dominio de la servidumbre, lo conocido de lo extraño, conociendo y estimando la ignorancia tanto como las ciencias, los cuentos de vieja más que los conceptos, las leyes tanto como el no-derecho, monje y granuja, solo y vagabundeando, errante pero estable, por último y sobre todo ardiendo de amor hacia la Tierra y la humanidad”.101

Ese es Michel Serres, el filósofo del Mundo.

En el año 2010 fue publicada en Francia su última obra Biogée. ¿Cuándo nos llegará a Colombia una edición castellana de ésta? Muchos años, muchos años, recordemos que en nuestras tierras la prioridad sigue siendo la muerte.

101

Ibíd.

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