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Dia de Muertos en Huaquechula
# E S R U T A E S M A G I A E S M É X I C O
FOTO: MUSEOAMPARO.COM
E
n Huaquechula, población ubicada en la parte centro oeste de Puebla, a 60 kilómetros de la capital del estado, el aire comienza a enfriarse y, como en muchas otras partes del país, a impregnarse con el aroma del incienso que se desprende de los hogares en vísperas del Día de Muertos. Es el 31 de octubre y las ofrendas para recibir a las ánimas —los espíritus de los difuntos— ya están listas. En esta localidad de mayoría indígena, dichas ofrendas adquieren una dimensión que las hace únicas, tanto por su tamaño como por su diseño, no por nada son conocidas como Altares Monumentales. Estos magníficos entramados de costumbre y fe son realizados en honor a las personas que murieron entre el 1 de enero y el último día del décimo mes del año. Su monumentalidad radica tanto en la profusión de elementos como en su altura, a veces superior a los tres metros. Allí, en los hogares de las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido, la misma familia o los “altareros”, gente especializada en el diseño de estas ofrendas, colocan, primeramente, los tres niveles que conforman el altar y los cubren con raso o satín de color blanco cuyos pliegues, en los bordes de los niveles, son una alegoría de las nubes.
3 › A 4 METROS, ALTURA PROMEDIO DE LOS ALTARES MONUMENTALES
70 › MIL PESOS, COSTO QUE PUEDE ALCANZAR LA ELABORACIÓN DE UN ALTAR
El primer nivel es una representación del plano terrenal; en él se coloca una fotografía del difunto —rodeada de “lloroncitos”, figuritas de cerámica que serían los deudos—, que sólo puede verse a través de un espejo, para que el alma sepa que ya no está en este plano. Acompañan a la imagen las que fueron las comidas y bebidas preferidas del difunto, así como objetos que le pertenecieron en vida. El segundo nivel sería la comunión entre lo humano y lo divino, un pasaje similar a la concepción que las civilizaciones prehispánicas tenían del inframundo, el paso previo al Mictlán, y en él se coloca una imagen religiosa, intercesora entre el fallecido y el Cielo, con angelitos o querubines. Finalmente, el tercer nivel es la cúspide celestial, hacia donde, con su forma piramidal, conducen los altares. Ahí se coloca un crucifijo. Complementan el altar flores blancas y las ceras, la luz que, junto con un camino de pétalos de cempasúchil, guía a los muertos hacia su ofrenda.
EL DATO › EN HUAQUECHULA SE CREE QUE A LAS DOS DE LA TARDE DEL 1 DE NOVIEMBRE, EL TAÑIDO DE LAS CAMPANAS DEL EX CONVENTO DE SAN MARTÍN ANUNCIA LA LLEGADA DE LAS ALMAS DE LOS DIFUNTOS. A ESA HORA, LAS PERSONAS QUE HAN MONTADO UN ALTAR ABREN LAS PUERTAS DE SUS CASAS Y LOS VISITANTES —LOCALES, NACIONALES O EXTRANJEROS— SE ACERCAN PARA DARLES UNA CERA AL TIEMPO DE DECIR: “UNA LUCECITA PARA EL ÁNIMA BENDITA”; DESPUÉS, REALIZAN UN REZO O UNA ORACIÓN POR EL DIFUNTO Y LOS ANFITRIONES LES OFRECEN COMIDA Y CAFÉ
Tip
VIAJERO
› LLEVA UNA CERA PARA OFRECERLA A LAS ÁNIMAS › VISITA EL MUSEO DE ARTE RELIGIOSO, EN EL EX CONVENTO DE SAN MARTÍN (SÓLO DOMINGO Y LUNES) › COME EN EL MERCADO DE LA CECINA, EN ATLIXCO, A 45 MINUTOS DE HUAQUECHULA