Música i poble Actualitat
Gustavo Adolfo Bécquer y la música Por Josep Lluís Almendros Sepulcre. Profesor de Música del IES La Mola de Novelda Yo no sé la música, pero la tengo tanta afición que, aun sin entenderla, suelo coger a veces la partitura de una ópera y me paso las horas muertas hojeando sus páginas, mirando los grupos de notas más o menos apiladas, las rayas, los semicírculos, los triángulos y las especies de etcéteras que llaman llaves, y todo esto sin comprender una jota ni sacar maldito el provecho. (El Miserere)
L
a relación música-discurso intelectual ha sido siempre problemática en este país. El canon imperante en cada época ha asumido mayori-
tariamente una posición negativa frente a la música contemporánea, lo cual no implica que no haya habido intelectuales comprometidos con la música de su tiempo. Como buen poeta decimonónico, Gustavo Adolfo Bécquer considera la música como la expresión más sublime de la sensibilidad romántica. Sin embargo… En la Leyenda Maese Pérez, el organista los fieles que participan en la ceremonia de la misa adquieren su conciencia de miembros de la comunidad escuchando la música que los representa: “La multitud escuchaba atónita y suspendida. En todos los ojos había una lágrima, en todos los espíritus un profundo recogimiento”. El papel de la música como instru-
rere en estilo polifónico antiguo. Busca inspiración
tra identidad común; lo cual constituye el “complejo
mento estratégico en las celebraciones litúrgicas es
en España, “país clásico para la música religiosa”.
de superioridad” (o quizás de inferioridad) caracte-
sustituido aquí por su función representativa, pues
Sin embargo, ya no quedan en este bendito suelo
rístico del intelectual hispano.
expresa la identidad colectiva.
piezas que respondan mínimamente a sus expecta-
El propio Bécquer sufrió los prejuicios anti-musicales
El regreso de Maese Pérez con sus sonidos celes-
tivas. Sólo un milagro semejante al de Maese Pérez
de su tiempo, teniendo que ocultar en sus piezas
tiales al mundo de los vivos devuelve a la música su
le permite reencontrarse con la tradición. El relato
músico-teatrales la identidad bajo seudónimo. Su
condición de fenómeno trascendente y pone punto y
cuenta que en la noche de jueves santo es testigo de
actitud ambivalente es representativa del contexto
final a la música contemporánea de su sustituto, la
los coros celestiales que unos esqueletos de monjes
español. Si por una parte escribe zarzuelas y las
novedad y la libertad expresiva del artista moderno.
entonan en una abadía en ruinas.
justifica asegurando que los disparates también tie-
Sin embargo, la historia incluye también el presente
Rehecho de tal experiencia transcribe buena par-
nen su mérito, por otra no se atreve a considerar el
del narrador cuando el prodigio del convento de San-
te de ese “miserere”, alejándose así de la música
género como realmente literario. La crítica posterior
ta Inés ya no hace acto de presencia. Es la paradoja
profana en favor de la sacra y renunciando a la so-
no ha sido más benévola y ha censurado su osadía
planteada por Bécquer. A pesar de su naturaleza di-
nora en pro de la textual. De esta manera espera
de explorar el teatro musical, actividad que justi-
vina, la música de maese Pérez acaba convirtiéndo-
limpiar sus pecados y ganar la salvación eterna; o
fica sólo por la necesidad del autor de mejorar su
se en anacrónica. El órgano sufre los embates del
sea: lograr el perdón del narrador, que juzga desde
situación económica. Como el organista sustituto de
paso del tiempo, no aguanta más y se cae a pedazos
la distancia la práctica musical. Llegó un momento
Maese Pérez y el músico de El Miserere antes de su
de puro viejo. Entonces la comunidad se sume en
en este país en que librado el arte de la tutela de la
conversión el Sr. Gustavo Adolfo es condenado por
una crisis de identidad aparentemente irresoluble.
ética, el moralista censor fue sustituido por el inte-
acercarse a la música de su tiempo, pero también
En otra Leyenda, El Miserere, el protagonista se
lectual crítico. A falta de músicos que representen
perdonado de sus “pecadillos” de juventud. La es-
arrepiente de haber practicado la música moderna.
el mundo simbólico de los españoles, este se erige
critura de textos conformadores de la historia de la
Para redimir sus culpas, decide componer un Mise-
como sustituto y mediante la escritura rescata nues-
literatura lo redime de su pasado zarzuelero.
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